Declamer: Los personajes de "Naruto" no me pertenecen. Son propiedad de su autor original Kishimoto, la historia pretende ser una adaptación de la serie "Inicial D".
Hinata miró su celular, el reloj demostraba que el chofer se había retrasado por quinta vez en lo que iba del mes, y eso que apenas corría la tercera semana de septiembre. Suspiró pesadamente y regreso su atención al camino, deseando ver aparecer los brillantes faros del Mercedez banco de la familia Hyuga, pero autos pasaban y pasaban sin detenerse y reparar en la tímida muchacha que comenzaba a tiritar a la espera de que la recogieran. Normalmente a las nueve de la noche ya habría llegado por ella, pero el reloj no mentía: eran las 9:34 pm. Soltando un nuevo suspiro, se sentó en la banca de la parada de autobús.
¿Qué tanto más demoraría en llegar?
Hinata no se caracterizaba por ser impaciente y, quizá no le habría incomodado esperar un rato más de no ser porque las pantorrillas comenzaban a congelársele, envueltas apenas por la fina tela del exquisito yukata, que estaba obligada a vestir durante las clases de la ceremonia del té.
¡Por Kami! Como extrañaba su chaqueta. Vestida con traje ceremonial y el cabello recogido por horquillas al estilo más tradicional se sentía desnuda, expuesta y completamente ridícula.
Con manos temblorosas, acomodó su larga falda estirándola un poco más para que la cubriera y con cierto nerviosismo vio como un automóvil celeste, cromado en los rieles y fulgurantes luces neón, con una extraña calcomanía de una larga katana que abarcaba todo el ancho la portezuela, aparcaba justo frente a ella.
-¡Hey Pimpollo!- escucho gritar al sujeto que conducía.
Hinata se tensó inmediatamente, encogiéndose sobre sí misma. Alzó la vista lentamente, encontrándose con un chico de orbes morados que le sonreía con cínica diversión, mostrando una hilera de dientes puntiagudos.
-¿Ssí?- ¡Por Kami! Que el chofer llegara ¡YA! Aquel sujeto se la comía con la mirada.
-Te tengo una pregunta primor- dijo guiñándole un ojo. La chica azorada, abajo la mirada tímidamente mientras un rubor furioso invadía sus mejillas. "Guapa e inocente" pensó Suigetsu- ¿Qué te parece tener una cita conmigo?
Hinata abrió sus perlados ojos sorprendida ¿Qué… quee había dic…cho?¿Ccita?
Sentía el rostro tan caliente que comenzaba a sofocarse. Movió la boca, intentando decir algo, lo que fuera, pero no fue capaz de emitir ningún sonido audible.
-Eto…yyo… amh…
Suigetsu no podía creer que existiera alguien capaz de alcanzar un tono de rojo tan intenso, estaba seguro de que si esperaba un poco más, el rostro de la chica comenzaría a emitir luz propia, justo como un semáforo. Tenía tantas ganas de reír. Nunca había tenido contacto con "chicas finas" pero de haberse imaginado que las chicas de bien eran tan fáciles de avergonzar, habría frecuentado los barrios decentes más seguido.
-Está bien, creo que acelerar de 0 a 200 contigo es ir un poco rápido. Bajemos la velocidad ¿si? No es mi estilo, pero tampoco quiero asustarte- concedió guiñándole un ojo juguetón por segunda ocasión y tras recibir un pequeño asentimiento de la peliazul continuo despreocupadamente- ¿Qué te parece si nos presentamos primor? Creo que eso es lo que acostumbran las personas de tu tipo- concluyo con gesto meditabundo, no muy seguro de la urbanidad de "los decentes". Y su intento de educación se fue al caño al señalarse el pecho con gesto gañan- Soy Suigetsu el más cool de Taka.
-Ees un plaa..cer cco…noccerle Suigetsu san- Hinata acompaño el saludo con una ligera inclinación que evidenciaba sus modales- Mi nnombre es Hyu…
Su voz fue cortada por la bocina del Mercedez blanco que justo había llegado aparcando detrás del Alpina B10 celeste.
-Yamato san- susurro Hinata reconociendo al hombre en uniforme de chofer que bajaba apresurado del auto con rostro agobiado.
-Lamento profundamente la demora Hinata sama- se disculpó ofreciendo una prolongada reverencia- Momose sama no se encontraba bien de salud y he tenido que ir por Tsunade san a la clínica para llevarla a la mansión.
La ojiperla poso una mano gentilmente en el antebrazo del arrepentido hombre mientras le sonreía con dulzura.
-Está bien Yamato san, nno se preoccupe lo importante ees la salud de obaasama. Por ahora seera mejor regresar pronto antes dde que ojisama se preocupe.
-Arigato Hinata sama.
Yamato se apresuró a dirigirse al automóvil para abrirle la portezuela a la señorita Hyuga. En cambio Hinata no sé movió un centímetro de su lugar.
-Sumimasen Suigetsu san, me retiro.
Lucía apenada, sus mejillas sonrosadas delataban la vergüenza de la que era presa y el temblor leve de sus carnosos labios de cereza, mostraban su consternación a tener que despedirse de manera tan abrupta. Suigetsu sonrió ligeramente decepcionado, le habría gustado que le dejaran a la princesa un poco más de tiempo. Hinata era esa clase de chica que creyó que no existía, acostumbrado como estaba a convivir con mujeres rudas y pendencieras como la zanahoria de Karin. Mujeres de coquetería descarada, gritonas, cínicas y mal habladas. Mujeres como Karin jamás le llamarían Suigetsu san con voz dulce como lo acababa de llamar ella, y por alguna razón disfruto que esta princesa de buena familia a la que venían a recoger un chofer en un auto lujoso pronunciará su nombre.
¡Y qué diablos! El era Hozuki Suigetsu, un gañan de mala calaña, vago y pandillero pero un hombre de veinte años al fin y al cabo, y como a todo hombre le gustaba que le mostraran respeto de vez en cuando.
-No hay rollo muñeca- le restó importancia con un encogimiento de hombros al mero estilo Hozuki- Ya nos veremos por allí otro día cuando te secuestre y tengamos nuestra cita.
Las mejillas de la ojiperla ganaron de nuevo esa tonalidad de semáforo en alto que al albino le ensanchaban la sonrisa. Hinata se levantó de su frío asiento, hizo una reverencia apresurada y se encamino hacia el auto donde Yamato la esperaba con la portezuela abierta. Antes de que ella tuviera tiempo de acomodarse en el asiento trasero, el albino acelero el motor de su B10 y desapareció en un instante en las ya oscuras calles de Akinagakure.
Hinata estaba sorprendida ¿Qué había sido eso?
El chofer encendió el auto, apretó el acelerador y comenzó a andar con el ronroneo suave y casi imperceptible que tienen todos los Mercedez. Miró por el retrovisor y a la pálida chica que, sentada en el asiento trasero, veía por la ventana mientras sus dedos jugaban distraídamente con la correa del cinturón de seguridad.
-Hinata sama- la llamó- permítame expresarle mis más sinceras disculpas por lo ocurrido hoy.
La peliazul sonrió despreocupadamente, restándole importancia a lo acontecido con la misma candidez con la que trataba todos los percances. Pero no aparto su atención de la ventana.
-No se preocupe Yamato san, yyo soy quien debería disculparse… ccreo que últimamente soy una carga para sus obligaciones y… y usted debe estar a la ddisposición de obaasama- una sombra de dolor empaño los límpidos orbes de la joven "Soy una carga para obaasama y ojisama asi como lo fui para otou san por eso… por eso a mi, me gustaría ser un poco más fuerte… un poco mejor en algo para que se enorgullecieran... ser la mejor en algo. Así… Así quizá me mirarían aunque sea una vez"-Obaasama lo necesita más que yo, ppor su salud.
El silencio se hizo entre ambos. Un silencio tenso y pesado.
-Hinata sama también es importante- comento de pronto Yamato mirándola de reojo por el retrovisor.
La ojiperla solo pude dedicarle la más agraciada de sus sonrisas en gesto de gratitud.
Sasuke corría a alta velocidad en su Aston Martin V12, estaba cabreado. Tomaba las prolongadas curvas de la pendiente de Akina tan rápido, que su auto era un manchón borroso en negro y rojo. Las llantas traseras chirriaron con un agudo chillido, mientras las luces rojas de los frenos destellaban como ojos sangrientos al deslizar la carrocería en un derrape vertical que acerco de manera peligrosa la lujosa defensa de su V12 a la barrera de contención. Sasuke frunció ligeramente el ceño, el volante no reaccionaba tan rápido como él quería y eso lo frustraba. Un nuevo chirrido se propago por el asfalto al salir de la curva oblicua a una velocidad de 90 km/hr. El pelinegro bufó, no era fácil dominar la estreches de la carretera que subía a la montaña: el asfalto era liso, las rectas demasiado inclinadas y la mayoría de las curvas exageradamente cerradas y consecutivas para permitirle acelerar a fondo. Maldita pendiente de Akinagakure.
Desde la vaya de contención dos pelirojos veían con cierta incertidumbre las peligrosas maniobras que el Uchiha intentaba ejecutar para reducir su tiempo.
-¿De verdad piensas que Sasuke kun estará bien?- preguntó una atractiva peliroja que, cruzada de piernas sobre el capo de un Audi morado, intentaba liberar un poco de nerviosismo acomodándose las finas medias de red que se ajustaban a sus esbeltas piernas expuestas- Esta noche parece conducir más agresivo de lo usual.
Un hombre alto y fornido, recargado contra la suburban que guardaba los repuestos mecánicos de los deportivos se limitó a asentir en silencio.
-Calmate ya Zanahoría tu adorado Sasuke kun solo está teniendo un berrinche- aseguro Suigetsu con las manos en los bolsillos de su chaqueta de "Taka" acercándose a sus compañeros. Karin le lanzo una mirada encolerizada, y abrió sus lindos labios pintados de berenjena para gritar unas cuantas frescas en defensa de su amado.
-¡Que te enteres idiota dientes de tiburón que mi Sasuke kun jamás! Escuchame bien, ¡Jamás! Se rebajaría a hacer un berrinche, es demasiado cool, demasiado genial para eso- bajando del capo de un brinco, meneo la cadera en movimientos provocativos, apoyando sus manos en su cintura de manera altanera- Eso se lo deja a los perdedores sin remedio como tú que aparte de idiotas son tan feos como una babosa.
La artería en la frente del albino comenzó a palpitar. Hablar con esa mujer era imposible. Apretando fuertemente los puños, se dio la media vuelta.
-Lo que digas- prácticamente escupió dándole la espalda.
A lo lejos se vislumbraron las luces de unos faros rojos que ascendían por la pendiente de curvas consecutivas a gran velocidad, dejando una estela de destellos mortíferos en aquella noche sombría. El V12 de Sasuke, no era un auto que fuera bueno para atacar las curvas, pues tendía a perder estabilidad y velocidad a la salida de las curvas estrechas y la carretera de Akina apenas tenía dos carriles (uno de ascenso y uno de descenso) por lo que las líneas guía se mezclaban y resultaba fácil confundirse. El camino de la montaña de Akina era un reto para la mayoría de los conductores y muchos había pagado con su vida el retarla. Quizá si él no fuera él, también se permitiría sucumbir a la derrota, pero en el diccionario de un Uchiha no figuraba tal palabra como "perder". Porque él era Uchiha Sasuke, el as de Taka, el hombre más veloz en las carreras de Konoha. Un competidor despiadado que simplemente no era derrotado. Nombrado por muchos como un "genio" y por otros como un "prodigio" a sus escasos 20 años no existía camino que no se hubiese doblegado ante sus técnicas. Si, carreteras, automóviles y conductores temblaban ante su sola mención porque Uchiha Sasuke no teme competir contra quien sea, solo para sentir el exquisito elixir que produce la victoria.
Las revoluciones de su motor estaban a tope, sus nudillos desblanquecidos se presionaban con fuerza en el volante, preparándose para tomar la curva más difícil del camino de la montaña. Un pasaje estrecho de baja velocidad franqueado por un grueso muro de cantera en la parte interna de la curva y por una zanja honda al extremo contrario. Su V12 rayaba los 100 km/hr, tres veces la velocidad de los conductores promedio. A lo lejos percibió vagamente el sonido de un automóvil que se acercaba, pero no podía verlo, el muro de cantera le impedía mirar el próximo trayecto, aunque estaba seguro de que aún tardaría en topárselo. No, no había de que preocuparse. Volanteó sosteniendo firmemente el volante y pisó a fondo el freno. El V12 entro derrapando por el carril exterior, pasando ligeramente de la línea media e invadiendo un fragmento del carril interno.
Entonces, Sasuke abrió desmesuradamente sus ojos negros. De frente y directamente contra él venían las luces altas de unos faros que lo alumbraron momentáneamente, desorientándolo.
No podrían esquivarse.
Su V12 estaba en una posición desfavorecedora, por más que intentara girar sobre su eje no alcanzaría a librar a maldito auto que se le venía encima.
Maldita… Maldita sea. Inevitablemente chocarían.
Aumento la presión en el volante esperando el golpe que estaba seguro, le quitaría la vida y clavo la frialdad de sus fulgurantes ojos negros en el otro automóvil, emanando odio por cada poro de su cuerpo tenso.
¡Oh si! Si él se iba al infierno se llevaría por lo menos al otro conductor con él.
Sin embargo, la colisión jamás llego. El Jaguar blanco derrapó en un movimiento tan preciso y suave por el espacio interno de la curva, que su defensa paso a menos de un centímetro de tocar el parachoque de su V12 negro.
Era simplemente imposible.
Lo siguió por el retrovisor con la mirada. El Jaguar blanco había derrapado siguiendo la línea de la pared de granito tan pegado a la cantera que, Sasuke estaba seguro, su defensa tendría que haber rozado la piedra caliza.
¿Quién demonios podía derrapar en un ángulo tan cerrado y con tanta precisión? Esa una técnica kamikaze, no había otra explicación. Pero aquel conductor lo hizo sin esfuerzo, como si semejante hazaña, que él no era capaz de copiar, fuera un juego de niños.
-hmk…- se sentía insultado. El maldito Jaguar blanco había destrozado su orgullo.
¿Era mejor la técnica de aquel conductor? ¿Eso era posible?
Aparcó a en medio de la carretera, encendiendo las luces intermitentes.
-Tks…
Tenía que demostrarse que no era inferior, a él mismo, a Itachi y sobre todo al maldito conductor del Jaguar blanco. Esto no se quedaría asi. Nunca admitiría que un simple V8 le ganará a su V12.
