POV Sarada:

¡Estoy harta! En un momento, me alegraba y me emocionaba que mi padre entrenara al chico que me gustaba. Porque no valía la pena negarlo; realmente me gustaba el idiota de Boruto.

Pero con el tiempo mi padre compartía más tiempo con él que conmigo. Siempre me escabullía a sus entrenamientos, y me dolía verlos entrenar tan unidos. Sin embargo, ese día fue mucho peor que los anteriores.

—Excelente —felicitó mi padre— Ya estás listo. Pronto te enseñaré el chidori.

Boruto sonrió, como siempre.

—¡Genial! Gracias, Sasuke-sensei. Le demostraré a todos que soy el mejor ninja.

—No lo dudo, Boruto. Me atrevo a decir que eres el mejor de tu generación, incluso mejor que Sarada.

Quería llorar, pero no lo hice. Aquello que había tenido en mente desde hacia días estaba decidido.

Me iría de la aldea, y entrenaría con el padre de Mitsuki. Sería la mejor ninja que haya existido y mil veces mejor que mi padre y el idiota de Boruto.

Así tuviera que sacrificar mi sueño de ser Hokage. No me importaba nada de nada.

Corrí lejos de allí y me dirigí a mi casa. Por suerte mamá estaba trabajando en el hospital como siempre, y tenía todo el tiempo que quisiera para armar mis maletas e irme de Konoha. Sabía la ubicación del laboratorio de Orochimaru, y eso era una ventaja.

Me miré al espejo y vi mi bandana, brillante con el símbolo de Konoha allí. Suspiré con mis labios apretados. ¿Realmente me iría? Sí. Le demostraría a mi padre que yo era mucho más fuerte que nadie.

Luego de empacar mis cosas, esperé que fuera de noche. Luego de cenar sashimis de atun, mi comida favorita, traté de levantarme, pero mamá me hizo quedarme.

—¿Cómo fue tu día, Sarada?

—Bien —fue lo único que respondi con una mueca, seguía sintiéndome mal.

—¿Y a ti cómo te fue, amor? —le preguntó a papá, quién miraba su comida inexpresivamente.

—Bien —respondió igual que yo. Detestaba parecerme a él— Boruto ya está listo para aprender el chidori, y ya perfeccionó el rasengan. Naruto debe estar muy orgulloso de él.

Deseaba que algún día hablara así de mí. Pero para él todo su orgullo era Boruto. Incluso lo había llevado con él cuando el Séptimo fue tomado por Momoshiki, y a mí no me había dichi nada.

Lo odiaba.

—Woah, eso es genial cariño —felicitó mamá—. Tú también debes estar muy orgulloso, después de todo es tu alumno.

—Sí. Deberías ser más como él, Sarada —dijo mi padre masticando un sashimi.

Lo miré con odio, casi sintiendo que mis ojos ardían por la intensidad de mi mirada. Pude notar que mamá estaba demasiado anonadada como para hablar.

—Vete al diablo —le dije.

Me levanté y subí a mi habitación, fingiendo que me iría a dormir del enojo. Pero cuando ambos se fueron a dormir lueo de discutir por lo que papá había dicho, yo me levanté a arreglar mis cosas.

Extrañaría a mamá. Pero cuando nos viesemos de nuevo, sería una kunoichi muy poderosa, y ella estaría orgullosa de mí.

Todos lo estarían.

Fruncí el ceño, decidida, y salté por la ventana. Salí corriendo y saltando de tejado en tejado, necesitaba irme antes de que se dieran cuenta de que había huido.

Pronto llegué a la salida de Konoha, y asentí decidida. Este era mi camino.