Antes de nada aclarar que los personajes de Yu-Gi-Oh no me pertenecen pero que la historia es completamente mía. La podréis encontrar en otras paginas Webs, aunque siempre sera publicada con el mismo seudónimo tendrá historias alternativas, así que por favor no las confundáis con algún plagio. y dicho esto, espero que os guste.
El ruido de cristales rompiéndose hicieron que me sobresaltara y me encogí más sobre mí mismo intentando ocultarme mejor en el armario con puertas de rejilla que había en mi habitación, mientras mi mano derecha tapaba mi boca para intentar minimizar los ruidos que hacía al exhalar de manera entrecortada y temerosa.
Podía escuchar perfectamente los gritos furiosos de los "amigos" de mi padre.
Como cada Martes, estos se reunían en mi casa para ver el canal de deportes, o para jugar al póker mientras se emborrachaban a más no poder, y como cabía esperar, las apuestas no podían faltar.
Al principio eran apuestas pequeñas, cosa que con uno de mis trabajos podía pagar, pero a medida que el tiempo pasaba, estas fueron creciendo y mi padre me exigía cada vez más dinero para poder pagar las deudas que adquiría cada vez que perdía.
Siempre que mi padre tenía este tipo de reuniones intentaba llegar lo más tarde a casa para no tener que lidiar ni con el ni con sus amigos borrachos, pero esta vez me había engañado.
Flash Back
Mis ojos no paraban de cerrarse y mis piernas apenas me sujetaban después del largo día de trabajos y clases que solía tener los lunes.
Mientras abría la puerta con lentitud e intentando hacer el menor ruido posible, rogaba a los cielos que mi padre no estuviera en casa, o que si lo estaba que estuviera durmiendo la borrachera en el sofá o milagrosamente sobrio….sobrio…que buen chiste, hacía años que no lo veía así.
Al abrir la puerta una botella voló estrellándose contra el marco a milímetros de mi cara y uno de los muchos fragmentos de cristal rebotó haciéndome un pequeño corte en la mejilla.
- Hasta que por fin llegas! Perdiendo el tiempo con los inútiles de tus amigos como siempre, ¿no?- la voz pastosa y enredada de mi padre me alcanzo como un balde de agua fría.-Entra y cierra la maldita puerta de una vez.
Agotado cerré la puerta y con un semigruñido, comencé a dirigirme a las escaleras para poder cumplir mi cometido e intentar dormir algo. Rogando que ya que estaba en casa, al menos me dejara en paz por esa noche.
- ¿A donde coño crees que vas?- Alargo la mano y sujetando el asa de mi mochila me tiro al suelo, al estirar bruscamente de ella.-Que mierda de educación te dio la puta de tu madre que ni siquiera sabes saludar a tu padre como es debido al llegar a casa.
No pude evitar que mis facciones se contrajeran en un rictus del dolor, no solamente causado por el golpe al caer al suelo, sino por sus palabras, que como cuchillos se me clavaban en el alma. Era muy sensible al tema de mi madre, desde que se había ido con Serenity hacia 7 años, no sabía nada de ella. Era como si me evitase, como si mi presencia le produjera malestar.
- Deja de remolonear en el suelo y dame el dinero de una maldita vez. Lo mínimo que puedes hacer, después de todo lo que he hecho por ti, es darme el dinero para pagar tus gastos y la comida de casa- mientras decía eso una sonrisa despectiva y cruel aparecía en su rostro.
- Papa, ya te di todo el dinero el Sábado por la noche, sabes que no cobrare más hasta el fin de que viene, por favor deja que me vaya a dormir, sabes que mañana tengo que madrugar, para ir al trabajo- mi voz salió como una súplica de mi boca, y me odie por eso, odiaba que mi padre me convirtiera en alguien tan débil y enclenque. También lo odie a el por mentirme tan descaradamente, todo el dinero que le daba se lo gastaba en sus vicios y adicciones además de en sus deudas, también lo odie por usarme como su saco de boxeo cada vez que tenía oportunidad.
Un rayo de ira atravesó sus pequeños y venosos ojos. Mientras su puño derecho chocaba con mi cara.
- ¿A quien crees que tratas de engañar maldito hijo de perra, crees que no sé que tienes más dinero guardado? ¿A caso crees que puedes engañar a tu propio padre? Voy a meterte la educación que la zorra de tu madre nunca te dio, para que aprendas a no mentir a tu padre!
Empezó a golpear sin censar, descargando en mi su furia y su frustración, mientras yo intentaba defender mi cara y esquivarlos lo mejor posible con mis brazos y piernas; el dolor estaba comenzando a ser inaguantable y no pude evitar las lágrimas que comenzaron a inundar mis mejillas. ¿Porque tenía que tener un padre así? Maldita mi suerte, si quería tranquilizarlo un poco tenía que darle algo de dinero y luego escabullirme lo antes posible a mi cuarto.
- Está bien, está bien papa, voy a darte lo que me queda, por favor para ya!- después de dos puñetazos más paro y me miro con desprecio.
- A ver dame ya el dinero, cretino! Sabía que tenías más escondido.
Con mi mano temblorosa, saque del bolsillo trasero la mitad de la paga que me daban por adelantado los lunes de mi tercer trabajo. Trabajo del cual mi padre no tenía ni idea, y esperaba que siguiera siendo así por mucho tiempo.
- Y yo que creía que me ibas a dar el dinero suficiente para que mañana por la noche pudiera irme con mis amigos al nuevo salón de apuestas que han abierto en la ciudad.-su voz sonaba sospechosamente dulce- Ahora tendré que conformarme con esta miseria e ir al bar de siempre a por las cervezas y a venir a esta maldita pocilga. Sabes bien que los martes son los únicos días que me permito algo de diversión con mis amigos.
Su tono decepcionado me hizo pensar que podría ser cierto, que por un maldito martes no lo tendría aquí, que no vendría con sus amigos y por lo tanto no tendría que soportar los lascivos comentarios y miradas lujuriosas que Keiichi me lanzaba cada vez que podía. Keiichi era el culpable de que evitara ir los martes a casa, con el tiempo se había vuelto muy atrevido y una de las últimas veces que estuvo en mi casa consiguió acorralarme contra la pared del pasillo mientras volvía del baño y empezar a tocarme con su asquerosa mano por encima de mi pantalón mientras que con la otra me sujetaba la boca empujando mi cabeza contra la pared para que no pudiera quejarme o moverme,
- Oh Joey, con el paso del tiempo te estas convirtiendo en alguien muy apetecible-note su aliento en mi cuello y empecé a forcejear furiosamente para que me soltara-uff como me pones cuando te vuelves tan arisco, hace que mis ganas de domarte aumenten. Muero de ganas de que llegue el día en que te haga mío, y créeme, ese día llegará pronto-me dijo susurrando mientras su boca ascendía hasta mi oído derecho, para terminar mordiéndolo de manera que en su opinión supongo era sensual.
Con un movimiento brusco conseguí colar una de mis piernas entre las suyas y con un movimiento rápido le di una patada en la entrepierna. El golpe lo dejo sin aliento he hizo que se doblara de dolor mientras sus ojos me miraban con una cólera abrumadora.
- Te arrepentirás de esto-dijo con voz entrecortada.
- Antes de que me pongas una de tus asquerosas manos encima te mato! Maldito hijo de perra-le dije con el tono más amenazante del que fui capaz-si vuelves a intentar tocarme una vez más te desollare vivo!-Y acto seguido me apresure a llegar a las escaleras para subir a mi cuarto
Ese recuerdo me hizo estremecer del asco.
Me ilusione pensando que podría venir a mi casa pronto después del trabajo para poder hacer los deberes y dormir pronto por una vez.
- Espera papa, se me olvido que unos clientes me han dado una buena propina esta tarde, aquí tienes-le dije mientras le entregaba la otra mitad de mi paga.
- Sabía que tenías más!-Su voz sonó llena de odio y desprecio mientras me arrancaba el dinero de las manos y me daba una patada en pleno pecho que hizo que mis pulmones se colapsaran por unos segundos dificultándome respirar.-Gracias, y no te preocupes que mañana no me verás por aquí- dijo socarronamente- Y vete a tu cuarto y haz algo con ese corte, no queremos que se te infecte y te pase algo malo, ¿no hijo?-dijo con una voz maliciosa.
Fin Flash Back
Pensé que por una vez no me mentiría, lágrimas de rabia e impotencia volvían a surcar mis mejillas.
Os preguntareis porque estoy dentro del armario en vez de huir, fácil a pesar de lo que la mayoría de gente cree sobre mi, no soy ningún idiota. Y se cuándo tengo alguna oportunidad y cuando es hora de retirarme, o en este caso, esconderme.
Al llegar a casa tal y como me había prometido mi padre no se encontraba allí, así que felizmente subí a mi habitación me di una ducha rápida y me dispuse a hacer mis deberes tal y como había planeado. Pero el ruido de la puerta al abrirse de manera furiosa me interrumpió. Pensé que mi padre había ido al local de apuestas y como de costumbre había perdido, me extraño que volviera tan pronto pero supuse que había perdido más rápidamente de lo normal. Así que salí de puntillas de mi habitación y baje las escaleras lo más silenciosamente posible para comprobar el estado en el que se encontraba mi querido padre y ver si valía la pena quedarme en casa o no. Pero justo antes de girar la esquina que dirigía al comedor escuche unas voces.
- Vamos John! Esta vez no tienes como pagar lo que me debes-la voz de Keiichi hizo que me parara en seco y que un escalofrío recorriera toda mi espina dorsal.- Estoy harto de tus escusas, siempre me pides que tenga paciencia, pero con lo que me debías más lo que acabas de perder la suma casi se ha triplicado, es demasiado elevada.
- Keiichi, me conoces, sabes que al final te pagaré lo que te debo, venga amigo que más te da esperar una semana más- la voz de mi padre sonaba alcoholizada como siempre pero su tono era amistoso.
- Una mierda John, si tengo que esperar a que tu hijo te de esa cantidad pasaran meses.
- Pero te lo devolveré, es lo que impor…..-la mano de Keiichi salió disparada hacia el cuello de mi padre.
- No te burles de mi John, sabes que esta cantidad me la debes desde hace mucho tiempo, estoy harto de tus escusas. Si no me la devuelves ya mismo, no puedo asegurar tu integridad física.
Al oír estas palabras uno de los hombres que estaban en la puerta, hizo crujió sus nudillos de forma audible mientras una mueca sádica se iba formando en su cara.
- ¿Qué quieres que haga Keiichi?-Intento hablar mi padre, pero la presión que Keiichi ejercía en su cuello le dificultaba el habla- No puedo sacar el dinero de donde no lo tengo… ten un poco de paciencia, algo se me ocurrirá- la voz de mi padre sonaba lastimera y temerosa, era una voz que nunca le había oído.
- Muy bien si es lo que quieres yo nada puedo hacer por ti- Keiichi apretó un poco más el agarre que tenía alrededor del cuello de mi padre y con una mueca de desprecio lo tiro al suelo.
Con un chasquido de sus dedos, dos gorilas entraron al salón y comenzaron a golpear de manera salvajemente profesional a mi padre. Quise salir a ayudarlo, pero la mirada sádica que vi en la cara de Keiichi me paralizo, involuntariamente solté un jadeo que tape apresuradamente con mis manos. No parecieron escucharlo.
- Espera, puedo…puedo pagarte….el chico…-la voz de mi padre intentaba hacerse audible, me congele al escuchar la última palabra que dijo.
Con otro chasquido de dedos los gorilas dejaron de pegarle
- ¿Decías?- la cara de Keiichi mostraba interés- Perdona es que estos dos idiotas no me dejaron oír bien lo que tratabas de decir- hablo con la inocencia de un niño, mientras los latidos de mi corazón comenzaban a taladrar mi cabeza.
- Vi cómo le mirabas….
Miré hacia la puerta, pero ahí había un tercer gorila. Torpemente retrocedí y subí de manera rápida a mi habitación, no quería seguir escuchando….de seguro había oído mal…o quizás mi padre se refería a otro chico a otra persona…desesperado me acerque a la ventana para ver si podía escaparme por allí….imposible, hacia cosa de un año el propietario había implantado rejillas de metal en las ventanas, ya que la zona era bastante peligrosa y habían intentado entrar un par de veces. Maldije mi suerte otra vez.
De pronto se me ocurrió esconderme en el armario y taparme con ropa, nadie sabía que estaba en casa, de normal nunca llegaba cuando ellos estaban, con suerte, pensarían que no estoy y se largarían…pero volverían en otro momento….mi mente no me quería….el pánico se estaba empezando a apoderar de mi…¿que podría hacer mi padre?¿ Venderme?...no…por muy increíblemente mal padre que fuera , yo era su hijo por lo tanto algo tenía que quererme, ¿verdad?...¿verdad?
Me metí en el armario y procedí a taparme con ropas.
El ruido de cristales rompiéndose hicieron que me sobresaltara y me encogí más sobre mi mismo intentando ocultarme mejor en el armario con puertas de rejilla que había en mi habitación, mientras mi mano derecha tapaba mi boca para intentar minimizar los ruidos que hacía al exhalar de manera entrecortada y temerosa.
Unas pisadas fuertes y equilibradas comienzan a subir las escaleras.
- ¿Joey? ¿Estás aquí?-la voz de Keiichi me congelo la sangre en las venas, parecía un padre que buscaba a su hijo que se había escondido después de hacer alguna travesura.-Vamos Joey sal, se que estas en casa, tu padre me lo ha dicho.- Su voz sonaba condescendiente.
- Venga Joey sal, tu padre se ha metido en lio tremendo, y le tienes que ayudar, se un buen hijo y sal.
Cada palabra que suelta hace que mi respiración se acelerara más, ¿qué quería de mí?, ¿cómo iba a poder ayudar a mi padre?, por favor kami ayúdame!
Las pisadas se habían detenido a la entrada de mi cuarto.
- No sabía que te gustara jugar al gato y al ratón, oh, espera, eres una pequeña fierecilla, por supuesto que te gusta jugar.-Su tono burlesco hizo que mis entrañas se retorcieran.
Escucho dos pares de pisadas más que siguen de largo y se encaminan hacia el baño y otras que entran en la habitación de al lado. Después de un par de minutos esas pisadas también se acercaron a mi habitación y se detienen en la entrada.
- - Despejado señor, en el baño y en la otra habitación no hay nadie-un voz que no conocía de nada, estaba informándole con voz apática la situación de las otras dos habitaciones.
- - Oh perfecto, eso quiere decir que mi adorable Joey se encuentra aquí. Ayato ,baja y vigila con Kaneki a John, no vaya a ser que cambie de opinión con respecto a nuestro trato-mientras daba las órdenes, empezó a entrar en la habitación, recorriendo con la mirada cada rincón donde el rubio se podía haber escondido.-Y pídele a Tomoe que venga con el maletín 2 y se lo entregue a John. Takumi, por favor, sal de la habitación y cierra la puerta, Joey y yo necesitaremos algo de privacidad.-las últimas palabras las dijo con falsa amabilidad y sin poder evitarlo algo lujurioso, deseaba poseer ya al rubio! Desde hacía años que había comenzado a desearlo y por fin podría cumplir su sueño.
Sus palabras taladran mi mente como aguijones, tengo que permanecer lo más quieto posible, mi padre no podía saber que estaba en casa, no podía! Kami, que se canse de buscarme y que se vaya.
La puerta del armario se abre súbitamente y los expertos ojos de Keiichi miran el montón de ropa con fundadas sospechas.
La mochila del chico estaba en la habitación y los libros y libretas en la mesa, por lo tanto ya había llegado a casa, las ventanas tenían rejas de metal, por lo tanto no podría haber salido por ahí, y por la puerta principal menos aún.
Me siento observado, a pesar de tener todo el montón de ropa encima mío, se que Keiichi me esta mirando, no puedo evitar temblar. De pronto todas las ropas que me tapan salen volando y delante de mi se alza el moreno mirándome con ojos triunfantes.
Me encojo más aún intentando pegarme a la pared todo lo posible.
Su mano se enreda en mi pelo y tira de el con fuerza para sacarme del armario
- - Joey,¿ no sabes que es de mala educación hacer esperar a la gente cuando te llama?.-Retorciendo la mano que agarraba dolorosamente mi pelo, comenzó a acercarme a el, hasta que nuestras caras quedaron a la misma altura.
- - Suéltame maldito! No pongas tus asquerosas manos sobre mi!- Dije mientras intentaba darle un puñetazo en mitad del estomago.
Con una destreza impresionante, sujeta mi puño derecho con su mano izquierda, y retorciendo más la mano que sujeta mi pelo hace que me gire, dándole la espalda mientras retuerce mi brazo sobre mi espalda.
- - Tranquilo, no pongas esa cara de susto, si no voy ha hacerte nada malo, te juro que te va a gustar tanto como a mi.-había acercado su boca a mi cuello y de manera desesperante note como sus labios comenzaban a recorrerlo.
- - ¿De que mierdas hablas? Suéltame maldito maricón! antes de que mi padre llame a la policía!-Si la desconfianza con la que pronunciaba estas palabras se transmitían de la manera tan clara en la que creía obviamente Keiichi no me iba a creer. Volví a forcejear para soltarme, pero mis intentos eran infructuosos ya que retorció mi brazo un poco más, haciendo que sintiera que se me iba a dislocar del hombro.
- - Jajajajaja, ¿de que hablas Joey? ¿Porque tu padre llamaría a la policía? ¿Acaso no lo sabes? Tu eres el pago por todas las deudas que el tiene, y créeme salió incluso ganando, me aseguro que eras virgen, me dijo que solo por eso ya valías mas que todo lo que me debía, y para ser justos le ofrecí liquidar cuentas además de una buena suma de dinero, que acepto gustosamente.-Obvio mis insultos y cada una de sus palabras hacían que la desesperación aumentara en mi pecho, no tenía escapatoria, estaba solo, nadie me ayudaría.
Mi corazón se parte en mil pedazos al saber que mi padre es capaz de cambiarme por dinero, le importan más sus vicios que yo!, sabia que le dolía verme y que mirarme le recordaba a mi madre, por eso aguante durante tanto tiempo sus abusos, pero jamás pensé que llegaría tan lejos.
- - Ahora es hora de comprobar si decía la verdad, espero que seas tan estrecho como me aseguro que serias.
Con un movimiento brusco me tira encima de la cama, rápidamente me giro para quedar boca arriba y flexiono mis piernas preparándome para darle unas buenas patadas en cuanto intente acercarse a mi. Con movimientos lentos comienza a desabrocharse los pantalones mientras su mirada se clava fijamente en mi.
Al ver lo que estaba haciendo me levanto de la cama y en mi desesperación quiero correr hacia la puerta para salir corriendo, olvidando que uno de sus guardaespaldas estaba ahí.
Siento como su mano se vuelve a cerrar dolorosamente contra mi pelo y siguiendo mi dirección me estampa contra la puerta, golpeando mi cabeza varias veces contra ella.
- Vamos Joey, es hora de disfrutar, el juego del gato y el ratón ya se ha vuelto aburrido.
Mientras con su mano derecha sigue sujetando de manera firme mi cabeza contra la puerta, su mano izquierda comienza a hurgar en los botones de mi pantalón abriéndolos de manera desesperada.
Cuando siento que mi pantalón resbala por mis piernas, comienzo a forcejear de nuevo. Muevo mis caderas de manera violenta intentando alejarlo de mi el tiempo suficiente para darme la vuelta y presentar batalla. Si este cabron piensa que me voy a dejar hacer sin hacer nada es que no conoce para nada a Joey Wheeler.
Intento levantar mi brazo derecho, que antes había sido tan cruelmente retorcido y a pesar del dolor que siento veo que me responde bien. Doy un golpe hacia atrás y de manera satisfactoria puedo notar como se incrusta en su nariz.
Para satisfacción mía, escucho como Keiichi suelta un quejido de dolor, me preparo para dar la vuelta y seguir presentando batalla.
- - Me has cansado ya Joey, he intentado ser lo más amable posible contigo, pero te comportas como un animal, si es como te gusta que te traten, voy a complacerte-Sus palabras están cargadas de ira, siento como su puño golpea mi mejilla haciendo que mi cabeza rebote contra la puerta.
Noto un cierto mareo y un dolor punzante atravesar mi cabeza, mientras Keiichi sigue golpeándome con desdén. Su mano se enreda por enésima vez en mi pelo y me tira contra el suelo esta vez, boca arriba. Noto como se sitúa encima mío, pero estoy demasiado aturdido para hacer nada. Con furia comienza a arrancar mi camisa y a bajarme los pantalones.
Sus manos comienzan a recorrer mi pecho con frenesí, su mirada lujuriosa y desquiciada no para de pasearse sobre mi cuerpo haciendo que me estremezca.
- - Por favor déjame,¿ porque me haces esto? -Noto como mi voz se quiebra y más lágrimas vuelven a bañar mi rostro.
- - Te lo he dicho Joey, te deseo, y serás mío a como de lugar- Se inclina sobre mi y comienza a lamer mi cuello- mmmh…que dulce sabor tienes-
Intento poner algo de resistencia y hacer que me suelte, pero mi cabeza me esta dando vueltas y apenas me quedan fuerzas para intentar empujarlo de encima mío.
- - Así Joey, resístete, lucha, dame más placer- siento como sus manos rodean mis caderas y levantándose de manera brusca me gira en el suelo dejándome de espaldas a el, quitándome la ropa interior de paso.
Veo como su mano se extiende y pilla lo primero que encuentra, es el peluche del dragón negro de ojos rojos que Yugi me regalo como regalo de cumpleaños hacia unas semanas, y levantando mi cadera lo pone debajo de mi abdomen.
Siento de manera nauseabunda como sus manos comienzan a recorrer mi espalda hasta llegar a mi cintura y rodeándola comienza a acariciar mi bajo vientre, llegando hasta mi flácido miembro, el cual comienza a estimular de manera ruda y dolorosa. Un quejido de dolor se escaba de mis labios resecos y una oleada de lágrimas comienzan a ahogarme. Esto no puede estar pasando! Tiene que ser una pesadilla.
Deja mi miembro y se dirige a mi culo, acariciando mis nalgas. Noto como sus labios las recorren de manera incesante. Un rayo de dolor se apodera de todo mi ser cuando noto uno de sus dedos hurgando de manera violenta en mi entrada.
- Ah…si…tu padre tenía razón eres muy estrecho…lo siento Joey pero no puedo esperar más, eres un suculento manjar- escucho como se baja los pantalones con desesperación y sin más mete su miembro de golpe y sin tardanza comienza a moverse con frenesí entrando y saliendo de mí.
Siento que me está partiendo en dos. El aire entra con dificultad en mis pulmones que se han cerrado en banda a causa del dolor…a lo lejos escucho los jadeos de Keiichi mientras la bendita inconsciencia se apiada de mí.
- - Aaah…mmmhh siii Joey, eres tan estrecho, me encantas-Keiichi seguía moviéndose en el interior del rubio con desesperación, cada vez que estaba cerca de ese niño, este le hacía perder la cabeza y por fin estaba cumpliendo su sueño de hacerlo suyo.
Con un sonoro jadeo llego al orgasmo, corriéndose sin pena en el interior del inconsciente rubio.
