La vi, estaba sentada sola en la banca del parque desde hace ya algunas hora, estaba inmóvil, la mirada la tenía fija al frente y la luz de la lámpara al contraste de las oscuridad aunado a la soledad del parque le daban cierto aire de melancolía al ambiente.
Parecía una tétrica muñeca que dejaron abandonada apropósito, para jugar malas bromas a aquellas personas despistadas que pasaran por ahí. Sus ojos estaban entrecerrados y las lágrimas que trataba de retener daban un reflejo con la tenue luz de la lámpara que asemejaban pequeños diamantes.
Me acerque lentamente, estaba tan sumergida en sus pensamientos que no noto el sonido agudo de mis pasos aproximándome.
-Buenas noches
Bajo rápidamente la mirada hacia el lado contrario de donde estaba yo.
-¿Quién eres tú? y ¿¡Que quieres!?
-Solo soy una persona que gusta de dar de paseos nocturnos para relajarse y que ahora mismo está viendo a una dulce señorita en apuros.
-Si quieres ligar vete ya, no me interesa y no necesito de tu ayuda.
-Jamás he dicho tal cosa, solo quiero hablar.
Volteo la cabeza hacia a mí. -Si no eres un alíen, un viajero del tiempo o un esper, no me interesa hablar contigo.-
Trate de disimular lo mejor que pude para no reírme -bueno no soy ninguno, pero se cuando alguien necesita que lo entiendan-.
-Y tú qué sabes de eso, eres un humano con una realidad tan insignificante y corriente como la de un granito de arena, jamás podrías entenderme.
-Bueno creo que subestimas demasiado a los "simples humanos".
-Son todos aburridos y jamás les sucede nada extraordinario.
-Extraordinario- Repetí y gire la cabeza hacia la copa de un árbol y le hice señas para que dirigiera la mirada hacia allí.
Siguió mi petición y después de unos instantes una hoja se desprendió de una rama y empezó a caer al suelo; golpeo otras hojas y ramas antes de caer en el pasto del parque.
-¿La viste?
-Si- Acentuó, despectivamente.
Tú dirías que la misma hoja nunca volverá a caer de ese mismo árbol, ¿verdad?
-Sí.
-Tu entendimiento dice que es algo totalmente ordinario, pero solo hasta donde tu entendimiento llega. Mira otra vez.
Miro y automáticamente cayo una hoja, golpeo las mismas ramas y hojas que la anterior. Fue como ver una repetición instantánea en la televisión. Miro el pasto y solo observo una hoja.
-Mira- dije, señalando con la cabeza la punta del árbol -Ahí va otra vez la misma hoja.-
Nuevamente vio caer una hoja, con la misma trayectoria exacta de las anteriores. Cuando cayó instintivamente levanto la cabeza a la copa del árbol. La hoja caía una vez más.
-¿Qué hiciste?
Solté una carcajada – Yo no hice nada, fue el árbol el que hizo que la misma hoja cayera, una y otra vez para que tú, te dieras cuenta que cosas extraordinarias pasan a tu alrededor.-
-No es cierto.
-Es totalmente cierto, tienes cosas y personas extraordinarias –literalmente- en tus narices, pero tu manía te ciega.
Estuvimos en silencio por unos pocos minutos, luego dije:
-Es ya muy tarde, deben estar preocupados por ti en tu casa y a mi ya se me hizo tarde, sería un gusto poder continuar hablando en algún otro momento.
No respondió.
Me despedí y seguí mi camino de regreso a casa.
