LA CHARLA

Entraron al portal y saludaron a Henry, el conserje, que les recibió con su habitual charlatanería. En cuanto las puertas del ascensor se cerraron, quedando fuera del alcance del solícito hombre, Castle la abrazó contra él.

- Ha sido un día extraño, te levantaste sin trabajo, Gates requirió de mi presencia, me han disparado, volvemos a la doce… ¡Auch! – dijo quejándose al notar la presión de la cabeza de Kate contra el impacto de la bala.

- ¿Te duele mucho? – preguntó ella dándose cuenta y separándose.

- Un poco… No sabía que podía doler así.

- Y tendrás un enorme hematoma durante días. Pero tuvimos suerte. No imaginaba que llevabas el chaleco en el maletero.

- Desde que entregaste tu coche en comisaría y guardamos tus cosas en el mío, se quedó allí olvidado.

- Me alegro que no lo sacases. Ahora ya sabes lo que se siente al ser disparado.

- Aparte del dolor lo que siento son ganas de matar a ese imbécil que quiso hacerse el héroe.

- Bueno, ahora también me entiendes a mí. Tú eras igual.

La puerta del ascensor se abrió y ambos salieron al rellano.

- ¿Yo? ¡Venga ya! Yo no me hacía el héroe.

- ¿Tengo que recordarte que tuve que esposarte a mi coche en una ocasión para que no te pusieses en peligro?

- Eso fue distinto, y te recuerdo que aun así te ayudé a detener al asesino.

- ¿Estarán todos en casa? – preguntó ella con cara de fastidio señalando la puerta del loft.

Castle se paró en seco y la tomó de las manos mirando fijamente sus ojos.

- Kate… Yo… Siento esto… Lo siento mucho.

Ella le correspondió a la mirada hundiéndose en el profundo azul de sus ojos.

- No... Castle… Lo entiendo – dijo lamentando haber hecho la pregunta al comprobar su reacción.

- No. No Kate. Sé que no es esto lo que esperabas. Es más, ni yo mismo esperaba esto. Yo también quiero que estemos los dos solos.

- Castle… No importa, es tu familia, yo… Lo entiendo. Yo ya sabía que estaban aquí. Es su casa.

- Kate, tú eres también mi familia, y ésta es también tu casa. Sé que tengo que hacer algo al respecto, pero me temo que si hablo con Alexis acabarán los dos viviendo en cualquier parte y eso…

- Lo entiendo Castle. Te entiendo… Si haces eso afianzarás su relación sólo por pensar que no la apoyas ni respetas.

Castle asintió. Era justo lo que temía. Si hablaba con Alexis y le pedía que Pi abandonase de una vez el loft, podría causar que ambos se fuesen juntos. Pero tampoco quería que Kate decidiese irse de allí al sentirse incómoda con su madre y su hija entrando a su antojo por la habitación de ambos, y mucho más que lo hiciese Pi como aquella misma mañana.

Iban a casarse, y que su novia se fuese a su casa justo unos meses después de decidir dar ese paso no era la mejor opción para ambos.

- Será mejor que dejes que Alexis reaccione por ella misma y se le pase el… el… el…

- ¿El? – preguntó Castle

- ¿El encaprichamiento? – finalizó Kate elevando las cejas y arrugando la nariz sin querer parecer que juzgaba a la hija de su prometido.

- Espero que sea únicamente eso…

- Créeme, seguro que lo es – sentenció la detective abrazándole de nuevo con cuidado.

- ¿Cómo puedes estar tan segura?

- No lo sé, pero yo también pasé por su edad… Y ahora entiendo por qué a mi padre no le gustaba Pa… - Kate cerró la boca de inmediato.

- ¿Pa? ¿Pa qué más?

- No importa Castle – dijo ella con una sonrisa.

- No estoy celoso Kate, puedes decirme como se llamaba, es tu pasado.

- Mmm… Ya… Pero creo que aún no estás preparado para conocer mi pasado.

- Vale, da igual – concedió Castle - ¿Crees que se le pasará? A Alexis digo…

- ¿Y tú eres su padre? ¿No te has dado cuenta que no se parecen en nada? Son completamente opuestos. Tarde o temprano esa diferencia estallará en sus caras.

- Tú y yo somos completamente opuestos y sin embargo…

- Castle, no somos tan opuestos.

- Ahora… Pero reconoce que eramos completamente opuestos cuando nos conocimos.

- Si claro, pero eso es por que tú – dijo empujándole en el pecho con su dedo índice - eras el niño rico malcriado y metomentodo al que se le antojó seguirme con permiso del alcalde y con la única misión de meterte en mi cama.

- ¡Auch! Eso duele detective.

- ¿Te duele que te llame niño rico y malcriado?

- No cariño, me duele que me claves el dedo en… - dijo señalándose.

- Lo siento… lo siento, no me acordaba – dijo ella de inmediato retirando el dedo y posando sus labios sobre la zona dándole un suave beso.

- Creo que va a dolerme toda la noche – afirmó divertido.

Kate elevó la cabeza y se acercó hasta su boca para besarle negando con la cabeza por el comentario.

- No aguanto a ese tío ¿Sabes? – confesó Castle molesto.

- ¿Te enfadas si te digo que yo tampoco?

- ¿Enfadarme? ¿Pero qué dices? Me empezaba a volver loco pensando que únicamente me caía mal a mí.

- Es… Es tan diferente a Alexis, él es tan… raro… No termino de entender que ha visto en él. Me saca de quicio su falta de respeto por las normas sociales más básicas.

- Sí. Eso es lo que más me fastidia. Ésta mañana entró en nuestra habitación y…

- Ni siquiera avisó que entraba.

- Sí. Exacto. ¿Y si llegas a estar desnuda o…? Imagina que nos pilla mientras…

Kate asintió en silencio mientras Castle se quedaba pensativo.

- Creo que finalmente tendré que hablar seriamente con Alexis. ¡Y con mi madre!

- Sí – dijo Kate riendo – eso también estaría bien. No es que no me gustase el café de está mañana pero...

- Creo que voy a hacer algo más…

- ¿Qué?

- Le diré a Henry que ponga un cerrojo en la puerta.

- No creo que esa sea la solución.

- No, pero al menos, intentaré que nuestra habitación no parezca…

- ¿El camarote de los hermanos Marx? – preguntó Kate frunciendo el ceño.

- Exacto – dijo Castle arrugando la nariz – esta mañana no cabía más gente.

Castle volvió a besarla.

- Creo que deberíamos entrar en casa – dijo finalmente Kate separándose de él – parecemos dos adolescentes en la puerta escondiéndose de sus padres.

Castle asintió sacando la llave de su bolsillo

- Creo que merecemos algo de tranquilidad. ¿Qué te parece si el fin de semana nos vamos a Los Hamptons? – dijo él mientras abría la puerta.

- ¡Genial papá! Así se lo enseñamos a Pi – dijo Alexis.

Kate le miró con cara de pánico, ¿No había forma de librarse de ellos?

- Alexis cariño, tenemos que hablar – proclamó Castle con decisión.

- Hola señor C, hola futra señora C – dijo Pi mientras se dejaba caer sin cuidado sobre el sofá y varias palomitas caían desde sus manos aterrizando sobre el mismo sin que el muchacho hiciese nada por recogerlas.

- Hola – contestó Kate mirando directamente las palomitas sobre el sofá.

- Ahora no papá, vamos a ver un documental sobre una tribu amazónica – contestó Alexis sentándose casi encima de Pi.

- Ahora es el momento justo en el que debes de entrar en mi despacho – advirtió Castle a su hija mientras señalaba la puerta del despacho.

Kate huyó hacía la habitación, con la intención de darse una ducha y quitarse del alcance de Castle y Alexis por si el primero tenía un arrebato de cobardía y decidía que ella le ayudase.

- Kate – la llamó Castle.

- Estaré en la ducha – contestó ella sin girarse.

Alexis miró a su padre sin moverse del sofá.

- He dicho ahora Alexis – dijo tan serio que la pelirroja le miró frunciendo el ceño y levantándose con desgana del sofá.

- Podéis hablar aquí – soltó Pi desde el sofá metiéndose un puñado de palomitas en la boca.

- Ni hablar – contestó Castle tomando a su hija por el brazo y llevándola hasta su despacho.

Castle la hizo entrar y cerró la puerta tras ella. Pi, desde el sofá, miró a través de las estanterías de cristal, apagó la televisión y se acomodó buscando el ángulo adecuado para ver a padre e hija.

- Tú dirás – dijo Alexis cruzando sus brazos delante del pecho.

- Alexis, siempre he confiado en ti. He confiado en ti incluso cuando ni siquiera confiaba en mí.

- ¿Quieres decir que ya no confías en mí? – preguntó la chica extrañada.

- No… Quiero decir, sí, sí confío en ti. Aunque tal vez, y digo sólo tal vez, puede que te estés equivocando cariño.

- ¿En qué?

- Verás… Esto es complicado.

Castle hizo un silencio, justo para oír a lo lejos como comenzaba a sonar el grifo de la ducha e imaginó a Kate desnudándose para meterse bajo el agua.

- Cariño, respeto tus decisiones, y te apoyo incondicionalmente en todo lo que decidas hacer, te equivoques o no.

- Lo sé papá, ¿Pero?... Por qué supongo que esto lo dices por qué hay un pero…

- Lo hay… Mi pero es Pi.

- ¿Pi? – preguntó la chica extrañada.

Castle afirmó en silencio.

- Cuando volviste de Costa Rica con él, supuse que serían unos días. Jamás te he negado que cualquiera de tus amigos durmiese en casa pero…

- Pero ahora con Kate aquí todo cambia.

- No.

- ¿No?

- No es por Kate, al menos, no es sólo por Kate. No estoy cómodo en mi propia casa desde que… Esto no funciona Alexis – sentenció con seriedad– no puedo estar pendiente de alguien que se dedica a vaciar mi nevera de fruta y ensucia mi cocina, se cuela en mi habitación sin llamar y altera mis conversaciones, por no decir que no puedo disfrutar de mi sofá por que duerme en él. ¿Lo entiendes? No es por el hecho de que sea tu novio y estéis juntos, yo respeto tu decisión y si tú has decidido que él es tu novio, yo te apoyaré. Pero, cariño, no puedes pedirme que yo tenga que convivir con él…

- Ah… Es eso…

- Sí. Es eso. ¿Cuánto lleváis aquí? ¿Un mes y medio? Yo creo que ha tenido tiempo suficiente de gestionar su pasaporte.

- No quiero que se vaya papá.

- ¿Y que pretendes que haga yo Alexis? ¿Darle cobijo de forma indefinida hasta que…?

- ¿Hasta que se me pase? – preguntó molesta Alexis.

- No sé lo que quieres hija, pero creo que he tenido la suficiente paciencia.

- ¿Tú o Kate?

- No metas a Kate en esto Alexis. Y ya que la mencionas, ella no tiene por qué soportar que Pi entre en nuestra habitación cuando y cómo le dé la gana.

Ambos hicieron un silencio. Castle fue consciente del silencio que imperaba en ese momento.

- ¿Y si te digo que me iría a Holanda a estudiar con él?

- Te he dicho que respeto tus decisiones, aunque no las comparta. Tú elegiste Columbia y yo respeté tu espacio como me pediste. Si eliges ir a Holanda, no lo compartiré, pero no por que elijas estudiar en el extranjero, si no por elegir irte y no comprenderme.

- ¿No comprenderte? ¿Ella si puede quedarse en casa y él no? – dijo refiriéndose a Kate.

- Eso es un golpe bajo Alexis. Nosotros somos dos adultos que vamos a casarnos, y si no recuerdo mal, cuando te pregunté, antes de proponérselo, te tiraste a mi cuello para darme la enhorabuena y desearme suerte. Tú sabes lo que me ha costado llegar hasta donde he llegado con Kate como para compararlo con una relación de dos meses de dos adolescentes – soltó Castle elevando la voz.

- Adolescentes.

- Sí. Es lo que sois ambos, y como tales debéis vivir el amor de la forma que lo viven el resto de adolescentes. Cada uno en su casa, luchando por sus estudios, saliendo al cine o con los amigos, quedando a cenar… Pero no viviendo en el sofá de la casa del padre de uno de ellos y descuidando el resto de cosas. ¿Qué pretendes? ¿Acaso has pisado la Universidad en estos días? ¿Has salido con Phoebe a tomar un helado y reíros? ¿Has ido de compras con la abuela o de cena de chicas? ¿Acaso no te das cuenta que estás cambiando tu vida por un pasaporte?

- Papá, si él vuelve a Holanda no le veré.

- ¿Cómo que no? Podrás verle de vez en cuando, tú puedes viajar, él puede viajar, hablaréis por Skype…

- No será igual.

- ¡Claro que no! Y tendrás que luchar para que funcione, y si lo hace, será que él es el adecuado.

- Papá…

- Ven aquí – dijo Castle atrayendo a su hija a sus brazos – sé que es difícil cariño, pero…

- Lo siento papá, no era mi intención ponerte las cosas difíciles con Kate.

- Cariño, Kate tiene mucha paciencia… ¡Hasta ha accedido a casarse conmigo!

- Hablaré con Pi.

- Gracias.

Alexis salió del despacho y se sentó junto a Pi, que depositó las palomitas sobre la mesa y se dispuso a escucharla.

Castle entró en su habitación y cerró la puerta.

- ¿Estás bien? – preguntó Kate acercándose a él.

- No quiero que se vaya.

- No creo que lo haga, lo has hecho genial – le dijo abrazándole.

- ¿Estabas escuchando?

- Lo siento. No pude evitarlo – dijo encogiéndose de hombros.

- ¿Crees de verdad que todo irá bien?

- Seguro. ¿Para qué me llamabas antes?

- Para… - dijo agachándose y tomándola en sus brazos – que esperases antes de meterte a la ducha.

- ¡Castle! – le regañó ella divertida al verse por los aires.

- Shissss… Afortunadamente detective, el baño tiene pestillo en la puerta...

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MIL GRACIAS POR LEER. ESPERO NO DEFRAUDAR A NADIE.