Quizás por un breve y efímero momento llegaste a pensar que podías salvar algo tan pequeño he insignificante como tu vida misma. Pero debido a las circunstancias, ya no era así. ¿Y que mas daba si había fragmentos lo suficientemente buenos como para sentirte vivo? Porque venga, si que los había, Pero no ahora. No siempre. Porque en algún rincón de tu cabeza, a pesar de los buenos momentos siempre estaba aquella palabra, aquella acción, aquel sentimiento en tu cabeza, ahí, escondido, asegurándose de salir siempre que había debilidad en tu corazón, en tu mente.

Porque así de horrible era, porque así de cruel se sentía.

Te sientes avergonzado, porque aquellas marcas en tu cuerpo nunca se irán, y al mismo tiempo, te sientes orgulloso por haber aguantado un día mas, un año mas.

Y no es tan simple de evitar como todos decían. Porque no era tan fácil de dejar de lado como todos hacían creer. Y te dolía. Te dolía como el infierno estar solo, saber que morirías solo, que creciste solo.

Invierno de 1985.

Por un momento penso que alejarse de todo aquello debia ser suficiente como para sanar su mente. Pero no asi, con el coche descompuesto justo sobre un puente cerca de los barrancos de Derry. Abrio la puerta de su auto y salio al paso a espera de que algun otro coche entrara a su campo de vision. Pero el quejido entre la ligera lluvia y el eco a lo profundo le hizo sentir un escalofrio tan intenso que su mente le grito que huyese de inmediato. Pero no obedeció a ese pequeño aviso de su cabeza. Abrazo su cuerpo con ambos brazos enfundados en una chaqueta de cuero estilo motociclista en color negro ceñida al cuerpo. Los jeans, antes secos ahora estaban humedos por la llovizna, dandoles un aspecto moteado entre un gris claro, y un gris muy oscuro. Un paso frente al otro, con botas militares enfundadas. Un soplido salio de sus labios, dejando ver el frio que se colaba por sus pulmones y dejaban su rastro en tonos carmín sobre sus mejillas y nariz.. Alejo sus manos de su cuerpo para posarlas sobre la cerca sobre el puente y agacho la mirada en busca de un probable animal herido. Su vista vago por los arbustos, y la poca visibilidad no ayudaba.

— ¿Estais bien? — Grito haciendo eco, con una fina y casi silenciosa voz. Pues no era una mujer de voz grave.

Y otro quejido se escucho.

No lo pensó dos veces antes de guardar firmemente las llaves de su choche entre las bolsas de su chaqueta. Para despues comenzar a bajar apresuradamente hacia aquel lugar tratando de seguir los quejidos que hacian eco desde alguna parte.

Su gorra negra quedo atrapada entre unos arbustos detras, pero no se dio tiempo para regresar por ella. Y ahi, frente a la luz nocturna del tenue reflejo de la luna sobre el rio que corria frente a ella, su cabello, largo y rojizo brillo. Solto un bufido cansado, y continuo alerta buscando el origen de aquel sonido. Y ahi, a lo profundo de los barrancos, habia un gran y profundo tunel oscuro.

— Alejate... — Escucho en lo profundo.

Un sonido quejumbroso, mezclado y distorsionado. Pero no escucho.

Tomo unos cuantos pasos mas llegar hasta la entrada de aquel lugar, pero sin pensarlo mucho -Porque pensar dos veces no era su fuerte- entro en el tunel, viendo, a unos metros mas adelante, un par de destellos casi extinguidos entre la tiniebla.

— ¿Es que estas sorda? Mocosa, te he dicho que te alejes. — Bramo aquella voz con un tono lugubre, pero cansado.

— Para tu informacion no soy una mocosa. —

Camino unos cuantos pasos y alumbro con la mecha de un encendedor que llevaba en el bolsillo trasero de su pantalon. El extraño reuyo de la flama brillante y se giro casi escandalizado. Tenia muy pocas fuerzas.

Ella le miro curiosa y expectante. Casi vislumbrada por aquellos colores frente a ella. — ¿es que eres un payaso? — Pregunto al extraño arrinconado.

El asintio. Y nego al mismo tiempo.

— Dejame ayudarte—

Se acerco, acortando completamente la distancia entre ambos y lo vio claramente. Tenia los ojos azules y el cabello anaranjado, aunque por momentos se le apetecia de color carmin. Envuelto en plateado con pompones en naranja y con una piel demasiado palida como para ser maquillaje comun. Por un momento divago entre sus pensamientos, tratando de recordar el nombre de algun carnaval cercano. pero le fue imposible, tenia un aspecto que le recordaba a Ronald McDonald pero con toques mas clasicos y extravagantes. El extraño la observo, entre moribundo y molesto.

Ella reacciono.

—¿Estas herido?. —

El nego. por un momento parecio observarla alarmado y retrocedio. — Alejate. Tu y esos mocosos pueden contar sus dias. —

—¿De que hablas?—

El extraño payaso comenzo a observarla con mas atencion y sus ojos se entrecerraron, dejando ver un destello en tonos naranja muy brillantes, casi dorados. Aquella mujer era identica a la niña que menos miedo le tuvo en su reciente pelea. pero lucia mas joven, menos madura.

Y quiza era porque simplemente aquella chica era muy parecida a Beverly.

—Tu no eres ella. — murmuro.

Sin pensárselo mucho se acerco al extraño payaso y paso un brazo por su cintura para ayudarlo a ponerse de pie. — Te llevare a donde me digas. mi auto esta encima del puente. — Sintio el peso del cuerpo masculino sobre su costado y se dio cuenta de que era mucho mas grande de lo que habia aparentado cuando lo vio escondido en el rincon.

—No ire a ningun lado. Dejame aqui. — Dijo el. Si no hubiese sido por el reciente encuentro con los perdedores estaba seguro que pudo haber atormentado a esa jovencilla en cuanto tuvo la oportunidad. Pero estaba cansado en su forma fisica, y su poder estaba en reposo casi absoluto, justo como sucedia cada que comenzaba su invernacion.

— No deberias ser tan necio.—

El no dijo una palabra mas y se dejo llevar por la pequeña mujer a su lado. estaba cansado y muy molesto. Pero en cuanto lograra recuperarse se alimentaria de esa mujer y cazaría a los perdedores antes de regresar a su invernacion nuevamente.

Puente de los besos 10: 27 de la noche.

Quizas no habia pasado mucho tiempo desde que se adentraron en el coche y lo vio quedarse dormido de forma casi inmediata. Por un instante un antiguo rumor se colo en su cabeza, pero lo deshecho de inmediato. Lo vio hacer una mueca furiosa mientras dormia. Pero mas alla de eso, estaba tranquilo. presto atencion al hombre acostado en el asciento trasero del auto, ahora con mas atencion gracias a la luz. Dio un vistazo a su propia ropa, buscando un rastro de pintura blanca, despintada de aquel hombre, pero no encontro nada. Parecia casi intacto. Tenia la piel blanca, fantasmal y requebrajada en la frente, junto a unas marcas rojas nacientes desde sus labios cruzando el centro de sus ojos y las cejas. Cubriendo un gran campo de su rostro. Su ropa era extraña, como si fuese de aquellos payasos en los mas antiguos circos y carnavales marcados en la historia, de un color plateado brillante, con grandes y chillantes pompones en su pecho y zapatos. Un recuerdo vago la asalto, uno en donde ella visitaba el circo cuando niña. En donde a lo lejos habia un jovial payaso, muy paresido a este frente a ella. Pero menos herido y mucho mas alegre. Despues de aquello sus padres no la llevaron mas a ese tipo de lugares, y en cuanto pregunto, el silencio les abrumaba. Nunca logro entender el porque.