Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece
Este fic participa en el minirreto de octubre para El Torneo de los Tres Magos del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Temática: escribir sobre el asunto pendiente de un personaje sorteado
Personaje: Emmeline Vance
Miraba a través de la ventana. La fuerte tormenta golpeaba contra el cristal, de modo que sólo podía ver un enorme borrón gris, apenas podía vislumbrar la pared de ladrillos del edificio colindante.
Suspiró. La guerra había terminado y todos lo estaban celebrando, con fiestas en Ibiza, pero a ella le era imposible estar allí. Se había muerto.
―Hola, Hestia.
Hestia Jones acababa de entrar en la habitación. No se había ido por estar rota del dolor por la muerte de Emmeline, qué va, sino porque había perdido el traslador de aquella mañana con rumbo a las Baleares.
―Emmeline… Eres tú. Pero estás muy blanca y traslúcida, ¿qué te pasa?
Emmeline Vance rodó los ojos.
―Estoy muerta, Hestia. He vuelto como un fantasma. Pero no será por mucho tiempo. Tengo una cuenta pendiente contigo. He venido a devolverte algo.
―Ay, ¿el qué? ―preguntó, todo ilusión ella.
―Esto ―Emmeline le señaló la mesita de noche, donde descansaba un papel rectangular.
―¿Tu mesita de noche? ¿La del IKEA que tanto me gusta?
Emmeline volvió a rodar los ojos.
―No, Hestia… El papel. Cógelo.
La aludida caminó hasta la mesita y cogió el papel. Lo miró por un momento.
―¿Un talón por dos knuts?
―Sí ―asintió Emmeline ―. ¿No lo recuerdas? Me los prestaste antes de mi última misión. Te prometí que te los devolvería cuando volviese, pero… me morí, ya sabes. Un amigo me ha ayudado a hacerte el talón.
―Entiendo… ¿Esta es tu cuenta pendiente conmigo?
Emmeline asintió con la cabeza.
―Ya sabes que yo no puedo dejar nada a deber.
―Vaya, vaya… Tampoco hacía falta, mujer, que con dos knuts tampoco es que me vayas a sacar de la indigencia, pero bueno. Oye, ¿qué es eso?
De repente, un fulgurante haz de luz apareció de la nada, cegándola. Pero Emmeline miraba atentamente.
―Ahí está, Hestia. Con mi cuenta pendiente ya saldada, ha llegado el momento de irme.
―Vale, genial, escríbeme cuando llegues. Y cuídate.
Emmeline comenzó a andar hacia la luz. Se paró un momento, miró a Hestia y se puso unas gafas de sol. Sonrió:
―Tú también.
Y, finalmente, Emmeline desapareció, la fuerte luz con ella. Hestia, por su parte, miró el talón.
―¿Y para esto viene a verme? ¿Por dos knuts? Pero si pasaba de mí estando viva. Ay, de verdad. Bueno, voy a ver si puedo coger el traslador de las cinco para Ibiza. Yo no me quedo sin fiesta.
