Primero que nada, Assassin's Creed ni ninguno de sus personajes me pertenece, he hecho este fic con el simple hecho de entretener y promover la lectura (creo), aun así, he preferido colocar nuevos personajes porque sería interesante ver las hermandades de los otros estados italianos ;) espero les agrade.
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Venecia 1503
Empezaban a sonar las campanas de la iglesia, era domingo y empezaban las misas, era hora en que las personas salían de sus casas cargadas de dinero para el diezmo a la iglesia, por tanto era una muy buena oportunidad para asaltar, saquear y robar, no muchos eran discretos y los guardias siempre los reprendían y se los llevaban a la horca.
El robo era un crimen grave, pero una necesidad. A pesar de la necesidad y la desesperación por un poco de comer, Leandro era un muchacho de principios, honrado y trabajaba mucho y aunque recibiera una miseria de salario, no se quejaba ni se dedicaba al robo, así es como su abuelo lo había educado desde que lo acogió al ser abandonado por sus padres. Él era alto, delgado, pero en buena forma por sus distintos trabajos, de cabello corto y negro y ojos azules.
Leandro había ahorrado mucho dinero, suficiente como para comprar un traje nuevo, después de todo, necesitaba un traje para conseguir un nuevo y mejor empleo. Paseaba por las calles venecianas cuidando de su dinero, era domingo, bien sabía y era cuando ladrones estaban al asecho de las personas adineradas, miraba por todos lados vigilando a su alrededor, si veía a alguien sospechoso se apartaba.
Se escuchaban unos cuetes tronar, el carnaval estaba en vísperas y por tanto había muchas personas. Tanto extranjeros como locales vestían llamativos antifaces y máscaras, sin mencionar a los bufones y arlequines que rondaban entreteniendo a las personas.
Leandro se quedaba extrañado al ver a una chica mirarlo entretenida, ella llevaba un traje bastante extraño: una túnica blanca con una capucha, unos pantalones cafés oscuros y unas botas hasta las rodillas, tenía una mirada que lo ponía nervioso. Desviaba sus ojos azules de aquellos ojos verdes que lo veían y continuaba caminando, pero al volver a ver dónde se encontraba ella, ya no estaba, miraba alrededor sin ver rastro alguno de aquella hermosa dama, así que se encogía de hombros y llegaba con el sastre.
—¿En qué le puedo servir, joven? —preguntaba un hombre.
Antes de que Leandro pudiera hablar y mostrarle el dinero al sastre, se percataba que ya no tenía su pequeño saco con su dinero, de inmediato empezaba a buscar quién podría haberse llevado su dinero, miraba por todas partes hasta que decidía usar su habilidad especial que había descubierto desde pequeño, a veces podía ver lo que otros no, como dibujos, símbolos, bocetos y más. Miraba cerca de una de las fuentes viendo a una persona que resaltaba más entre la multitud, corría rápidamente esquivando a las personas.
—¡HEY! —gritaba Leandro persiguiendo a aquella persona.
Aquella persona corría velozmente hasta que quedaba atrapada en un callejón sin salida y volteaba a ver a Leandro, quien acababa de llegar tras perseguirlo, era un ladrón ya grande, no se veía de buen humor y sacaba un cuchillo, también se veía desesperado.
—¿Qué quieres? ¿EH? Es mío, este dinero es mío —gritaba histéricamente el ladrón.
Leandro daba un paso atrás asustado, pero en cierto modo sentía ganas de enfrentarse ante el ladrón, tras años de diferentes trabajos en los cuales necesitaba de todas sus habilidades, había aprendido a hacer de casi todo, no era tan hábil, pero tampoco era tan tosco. El ladrón estaba por abalanzarse sobre él hasta que alguien caía desde el techo cayendo sobre aquél ladrón. Leandro quedaba impactado ante aquél acto y miraba hacia el techo, no estaba tan corta la distancia, sino que era una altura bastante alta, volvía a ver a su salvador reconociendo esas prendas, era aquella joven que lo había estado observando, se levantaba lentamente con un porte elegante, sin embargo una de sus manos estaba manchada de sangre, sangre de aquél ladrón.
Aquella joven le ofrecía el dinero que le pertenecía a Leandro. Leandro tomaba el saquito con su dinero, pero antes de que ella se acercara más a él, éste salía corriendo asustado, temía por su vida, no deseaba morir, no aun teniendo a su abuelo ahora a su cuidado y no al revés, corría hasta chocar con unos guardias.
—¡Hey! ¿Por qué tanta prisa? —se quejaba uno de los guardias.
—¿Qué tienes ahí? ¿A caso te lo has robado? —preguntaba sospechando otro de los guardias.
—No, no... Allá... —señalaba Leandro por donde había venido —allá... —no podía decir las palabras, aun estaba absorto.
—¡Guardias! ¡Guardias! —llegaba corriendo una mujer —hay un hombre muerto y le han robado.
—Con que por eso huías ¿No es así? —decían los guardias.
Leandro no sabía qué decir, así que lo primero que se le venía en la mente era correr y así lo hizo, empezó a correr lo más rápido que sus piernas podían, no podía creer en el lío que se había metido y todo por una extraña joven de ojos verdes. Esquivaba a las personas a otros guardias que recibían la alarma de quienes lo perseguían, luego escuchaba cómo otros empezaban a enfrentarse a otra persona, pero ignoraba aquél enfrentamiento, tenía que correr por su vida, creían que era un asesino y un ladrón, y aunque no lo fuera, no le creerían y lo mandarían a la horca. Llegaba cerca de donde había un pequeño espectáculo, estaba cansado, sus piernas ya no podían más y miraba alrededor en búsqueda de dónde ocultarse de los guardias.
—No te muevas —escuchaba hablar a alguien a un lado de él.
Al voltear a ver, era ella, aquella joven que había asesinado a aquél ladrón, ella se quitaba la capucha mostrando una larga cabellera achocolatada, traía una capa con la que se cubría tanto a él como a ella dejando descubierto sus caras, ella lo abrazaba y lo besaba. Leandro abría los ojos enormemente, estaba sorprendido, pero al ver a los guardias pasar cerca, la abrazaba con fuerza y cerraba los ojos.
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Es corto, pero es para ver su opinión, no prometo actualizar pronto ( =S ) pero en cuanto escriba el capítulo que sigue, lo subo ;] SALUDOS!
