Prólogo
Bella sentía su corazón palpitando con fuerza. Nada de lo que hiciera o dijera el hombre grande, apuesto y sensual que tenía enfrente la libraría de la humillación que suponía el: "No te quiero de esa manera" que acababa de decirle. Y es que Edward Cullen no entendía que con sus palabras había destrozado no solo sus sentimientos, su corazón, sino también su alma enamorada. Todos los sueños que se había echo en su imaginación se deshacían frente a sus ojos color cafés.
¡Maldita sea!, pensó dolida.
—Creo que debería marcharme —dijo compungida, pero Edward la detuvo justo cuando iba dar el primer paso.
—Bella espera —Bella se topó con sus preciosos ojos esmeralda, ¡como odiaba que la miraran con ternura y lástima! la hacía sentir peor de lo que ya se sentía—. No quiero que por esto.. —dudó, no sabía como llamar a lo que acababa de pasarle con ella— no quiero que nuestra amistad cambie, que te...
—¿Disculpa? Las cosas no pueden seguir igual después de esto, Edward —recalcó el "esto" para demostrarle que le había dolido que llamara así a sus sentimientos expresados—. No, lo siento, pero no podemos seguir siendo amigos. Ya no.
—¿Porqué?
—Estás bromeando —dijo arreglándose el saco negro, y mirándolo por última vez—. No entiendas mal, acepto tu decisión —torció la boca, abrumada por la situación—, por eso te pido que aceptes la mía, de alejarnos al menos hasta que lo supere.
—Esta bien —aceptó de mala gana—, ¿vendrás a mi fiesta de Bienvenida? —Bella negó—. Entiendo.
—Adiós —mi amor, quiso decir. Inhaló profundamente y se dio la vuelta para marcharse, no podía seguir ahí. Tenía que huir porque el momento había sido muy incómodo, por no decir doloroso y estresante.
Edward vio como Bella se marchaba a través de las gotas de lluvia, estaba oscuro y ya era tarde.
Se habían encontrado de casualidad en aquel callejón y de un segundo a otro observó a Isabella sonrojarse, entonces lo supo: ella le declararía sus intenciones. Aquellas que ya conocía y por lo tanto, correspondía, pero ella no podía saberlo.
No después del papelón que su familia la había hecho pasar en su mansión, no podía relegarla a una vida donde siempre la harían sentir como un insecto y que siempre le sacarían en cara su clase. También lo muy por encima que estaba Edward en comparación. No, era mejor así. Mentir para salvarla de la opresión que su familia le tenía preparada a la pobre Bella. No podía hacerle eso porque jamás se lo perdonaría. Y aunque le doliera horrores dejarla ir dolida, lo haría.
Así debía ser.
—Adiós mi amor —dijo susurrando en la oscuridad. Estaba seguro que la vida le pasaría factura por aquella decisión.
¡Buenas a todos!
Aquí vuelvo con una nueva historia, espero que de corazón les haya gustado este pequeño prólogo ya que lo hice con amor xD
Nos estaremos leyendo seguido, bye bye!
