Hola chicos, pues sé que han leído esta historia por allí con Joselin, su autora… la comenzaré a publicar en mi perfil porque ella casi no tiene tiempo y pes, para que engañarnos… no sabe usar el . Así que, me permitió publicarla acá. Disfrútenlo como lo hice yo
Autor: Joselin
Titulo: Luz en la oscuridad
Prologo
Vivir ya no tenía sentido, todo lo que hacía era esconderme y sobrevivir. ¿Cómo inicio todo? Nadie lo sabe al menos nadie de la raza humana, solo ellos lo sabían. ¿Estaba tan mal desear la muerte? En un mundo donde estoy solo y mi vida dejo de tener sentido… yo creo que no. Todo era tan monótono a mi alrededor, cuerpos sin vida y escombros.
Las calles de Seattle eran un cuadro bizarro de una película de terror o una catástrofe mundial. ¿Cómo he llegado al punto de no temerle a la muerte? ¿Cómo tan siquiera puedo estar cuerdo después de haberme enterado de sus muertes? Sí, ya recordaba la única razón que me ataba a este mundo de mierda y juro por cada una de las vidas de mis amigos y mi madre que mataré a cada mugriento ser de Korvens.
-Hey, Fred. Tenemos que mudarnos de locación, la sangre humana es muy fuerte y logrará llamar su atención –Ni siquiera me tomé la molestia de responderle. Hacerlo sería tan estúpido y fuera de contexto, ¿Por qué? Ella era uno de ellos y aunque no perteneciera a su bando, su raza era la culpable.
-Tranquilízate, podemos salir de esta –dijo otra, su nombre era Aien. De todos ellos, ella era la que me caía mejor.
Ellos tenían apariencia humana, es más, podría decirse que eran iguales a nosotros, pero con algunas diferencias; una de ellas era el desarrollo de sus sentidos.
Caminamos por los antiguos túneles del metro, si querías sobrevivir a todo esto debías escurrirte como una rata por los subterráneos o alcantarillados. No era agradable, pero por una extraña razón, ellos no se interesaban en buscarnos allí.
-Ya casi estamos fuera de Seattle, tenemos que estar alerta y buscar signos de vida humana o campamentos como el nuestro –ese era el líder, Vince. Un hijo de perra, si me preguntan, nos lleva como un pastor a sus ovejas. –Fred, como eres el más inteligente de este grupo, cargaras con armas digitales, Jolen te explicará cuando acampemos.
-Como sea… -murmure en respuesta.
Pasee mi mirada por todos los sobrevivientes que nos seguían. Había al menos tres niños, dos ancianos y varios adultos, todos en mal estado, hambrientos y se notaba a leguas la falta de sueño. Nos detuvimos, horas más tarde, en una de las estaciones en busca de comida. Rompieron la mayoría de las maquinas sin mucho éxito, al parecer otro grupo se nos había adelantado.
-Bueno, aquí tienen algunos chocolates y varias gaseosas o como le llamen –gruñó Vince chequeando todas las salidas, todo indicaba que este sería nuestro campamento.
-Chico, tienes que venir… -Jolen me estaba llamando. Sin muchos ánimos me acerqué y comenzó a explicarme todo sobre esas armas. Debo admitir que es una tecnología diferente y única, atrayente en todo sentido. Después de todo soy Freddie Benson, amante de las computadoras y casualmente esa arma era una.
Cuando terminó su explicación me deje caer en el frio y duro piso de la estación, todo estaba a oscuras y lo único que iluminaba eran las linternas. En eso se había resumido mi vida, había pasado un año desde la invasión y exterminio, había pasado un año desde que vi morir a mi madre, desde que los perdí y la perdí a ella. Lentamente me deje caer en un sueño intranquilo y desesperante.
Solo podía ver la espesa cabellera de Sam acariciando mi piel, hoy cumplíamos 6 meses de novios y no podía estar más feliz. La amaba, ella me amaba y nada dañaría ese momento. Sus labios buscaban los míos con urgencia mientras sus manos buscaban un contacto más íntimo. Busqué con mis labios la piel sensible de su cuello, el olor a rosas invadió mi sistema logrando que olvidara por un momento el lugar donde nos encontrábamos. Rompimos el contacto y dibujamos una sonrisa en nuestros labios.
-Te amo… -susurró Sam con voz rota a causa de la emoción.
-Te amo –le dije aumentando mi sonrisa.
Después de eso, todo pasó de forma rápida. Las explosiones y los temblores se hicieron presentes, mientras corríamos podía sentir los temblores de mi novia y los míos por igual. Tocamos con desesperación la puerta de Carly sin éxito alguno, ellos no estaban allí.
-Tenemos que salir de aquí, Freddie. –gritó Sam empujándome hacia las escaleras.
Una fuerte explosión seguida de varios escombros nos sorprendió antes de abrigarnos en la profunda oscuridad.
Trate de no gritar en el momento de abrir mis ojos, las lágrimas corrían libremente por mi rostro y los jadeos ásperos dolían. Esos sueños nunca se iban a acabar, a veces era con Sam y otras con mi madre, ambas igual de tramontes.
Escuché unos pasos provenientes del túnel. Me levanté y esperé lo peor, sería la primera vez que ellos buscaran bajo tierra. Me giré para observar a Aien haciendo una seña que guardara silencio, ellos también estaban alerta. Pude distinguir figuras entre la oscuridad, portaban armas y un equipo parecido al nuestro.
-¿Comando? –gritó una mujer desde la oscuridad.
-Vince –gritó él.
Las extrañas figuras bajaron las armas y se acercaron con sonrisas en el rostro.
-Vaya pudiste salir invicto, hermano –dijo una de ellas abrazándolo.
No los tomé en cuenta y decidí portar el equipo que Jolen me había dado. Unas lentillas especiales, guantes y una mascarilla para evitar el gas venenoso. De vez en cuando escuchaba las conversaciones que ese grupo mantenía, hablaban de los pocos sobrevivientes y de lo inútiles que podían ser algunos, pero no se podían deshacer de ellos.
También hablaban de mi como su trofeo, eso era yo, un simple premio de esta raza de demonios.
-Fred, ven aquí –apreté mis puños con fuerza y mordí mi lengua. Me trataba como un perro. –Ella es mi hermana, Aixa y yo decidimos en conjunto con los otros miembros evitar esta guerra y al menos salvar un porcentaje de la raza humana.
-Bien… -me limité a responder.
-Chico de pocas palabras, excelente espécimen –la miré a los ojos con fiereza. –Hmm, tiene mucho temple, pero no le gana a la mía. Ni siquiera habla, solo responde al llamado.
-Samara… -llamó uno de los hombres que estaba allí. –Cas, tu también ven.
-Ellas son mis descubrimientos y actúan por venganza…
Fije mi mirada en los fríos y violáceos ojos de ambas mujeres, actuábamos bajo un mismo llamado, la venganza.
