Inuyasha y sus personajes no me pertenecen. Yo solo cogí parte de su hermosura

La historia se relata en un universo alterno

Su traición y abandono acabó por destrozar todo su mundo. Después de seis años, sale de la prisión con sed de venganza hacia aquella mujer y su pequeña hermana.


PRISIÒN

Capítulo 1

El principio del desastre



-Hijo por favor levántate. Tienes mucho que hacer hoy -dijo la madre de aquel joven. Ojos oscuros, de unos treinta y cinco años. Cabello completamente negro como la noche y el cual le llegaba hasta más debajo de la cintura. Su rostro era como una fina porcelana pero el cual se le notaba algunas arrugas en la frente notándose su mayoría de edad.

-Mmm… cinco minutos más por favor -susurró el joven sin abrir sus ojos. Su pelo era igual al de su madre. De un negro intenso, solo que este tenía un corte más moderno con varios flequillos cayéndole a su bronceado rostro que mostraba una masculinidad exótica-. Se encontraba en posición fetal en su cómoda cama y arropándose hasta más arriba de su cuello ya que su madre había descorrido las mullidas cortinas de su gran habitación dando paso al sol intenso del medio día

-No Inuyasha. Es más de las doce del día y tú aun sigues durmiendo. Pero que falta de consideración -dramatizó la mujer y luego prosiguió-: Así que mejor levántate ya porque tienes muchas tareas que hacer hoy jovencito. Dicho esto, camino haciéndose escuchar sus tacones en el suelo. Se acercó a la cama y con una mano agarró su cobija destapando al joven perezoso que intentaba taparse inútilmente sus ojos del sol

-¿Por qué lo haces Izayoi? -gruñó el joven-. Este poseía unos exóticos ojos color ámbar que eran solo heredados por su fallecido padre Inu No Taisho. Apoyó su espalda en la esquina de la cama notándose un fornido torso bronceado con varios músculos en sus antebrazos. Tenía solo puesto unos bóxers que estaban cubiertos por las blancas sábanas

-Con respeto Inuyasha. No me llames así. Dime madre -masculló- . ¿Te olvidas que hoy cumples diez y ocho años? Y según el testamento de tu padre. Que en paz descanse -se persignó- Al cumplir la mayoría de edad deberás hacerte cargo de la mitad de su empresa ya que Sesshomaru tiene el control en estos momentos.

-Tienes razón. Desde hoy soy mayor de edad y puedo hacer lo que quiera. Así que por favor Izayoi -recalcó el joven su nombre y luego prosiguió-: déjame en paz que aún es temprano para mí. Con esto se recostó en su cama y arropó completamente todo su cuerpo. Izayoi se volvió acercar y con sus dos manos arrojó a Inuyasha al suelo dejándolo sorprendido por su acción

-Lo siento hijito pero tenemos mucho que hacer hoy -sonrió mostrando su blanca dentadura- Te llamó Miroku hace unas horas pero le dije que estabas dormido y luego te llamo tu novia. Dijo que te visitaría a las tres para darte tu regalo de cumpleaños. Inuyasha se levantó rápidamente al escuchar lo último dicho por su madre

-¿Kikyô? -preguntó-. Si hijo. Kikyô. No sé qué otra novia tendrás pero la única que conozco es a esa muchacha

-¿Qué horas son? -preguntó Inuyasha sin darle importancia a lo que acababa de decir su madre-. La Sra. Taisho miro su reloj arropado por finas joyas de distintos colores y empedrería

-Falta un cuarto para las dos ¿Por qué? -preguntó-. ¡Dios! Tengo que arreglarme antes de que llegue Kikyô -exclamó el joven ambarino corriendo hacia la puerta del baño-

-Hombres… -murmuró la Sra. Taisho-. Ven una linda falda y ya van detrás de ella. Salió del cuarto de su hijo cerrando la puerta. En ese momento sintió una gran punzada en su pecho lo cual hizo que se arrodillara en el suelo y se agarrara con fuerza la parte izquierda de su corazón

-¡Kaede! -gritó la señora pidiendo ayuda-. Después de unos segundos llegó corriendo una mujer mayor de edad. Pelo canoso con varias arrugas en su rostro. Nana de Inuyasha y fiel confidente de la familia Taisho. Iba corriendo por el largo pasillo del segundo piso

-¡Por Dios mi Sra.! -ahogó un grito de sorpresa al verla de ese modo-. ¿No ha tomado sus pastillas aun?

-No Kaede. Iba a tomármelas cuando me dio este ataque. Por favor. Ayúdame a levantarme. No quiero que Inuyasha se entere. Kaede ayudó a la Sra. Taisho a levantarse mientras la dirigía a su dormitorio que era unos cuatro cuartos más adelante que el de Inuyasha

-Mi Sra. ¿No cree que es momento de decirle la verdad al joven Inuyasha? -preguntó la anciana Kaede mientras le daba a beber un vaso de agua-. No Kaede. Inuyasha nunca sabrá de mi enfermedad y el día en que lo sepa yo estaré ya muerta –respondió la Sra. Taisho con seriedad-

-¡Dios y la santísima virgen nos libre de eso Sra.! –Se persignó varias veces la anciana Kaede-. No te preocupes Kaede -la reconfortó Izayoi-. Mi marido murió buscando una cura para mi enfermedad y yo no quiero que le suceda lo mismo a mi Inuyasha. Si apenas es un niño –dijo mostrando una melancólica sonrisa en su rostro- No puedo darle ese mismo destino a mi único hijo Kaede y espero que sigas guardando mi secreto por favor. Él solo lo sabrá en mi lecho de muerte. Hasta entonces quiero que siga pensando que estoy completamente sana. Dicho esto se recostó en la cama matrimonial de su cuarto, cerrando sus ojos y pensando en el futuro de su querido Inuyasha.

-Está bien mi Sra. Lo que usted diga –respondió la anciana Kaede dejando el cuarto-

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Media hora después Inuyasha salió del baño dejando ver su corto cabello negro mojado y escurriendo agua de sus puntas. Su cuerpo cubierto solamente por una toalla a su cintura. Buscó en su armario algo que ponerse. Escogió una blusa negra de mangas cortas con unos jeans sencillos pero a la moda. Se colocó un tenis de marca junto con una cadena en su cuello viéndose más masculino de lo que era. Se perfumó con una fina colonia de hombre y se miró en el espejo dándose una arrogante sonrisa

-Qué guapo eres Inuyasha –se dijo así mismo el joven- Con esto salió de su cuarto dirigiéndose hacia las escaleras. Antes de bajar se encontró con la anciana Kaede saliendo de uno de los cuartos

-Hola Kaede –saludó el joven-

-Hola joven Inuyasha. Veo que hoy se levantó más temprano que de costumbre -sonrió la anciana-

-¡Keh! No estoy para tus chistes Kaede –renegó-. Por favor hazme el desayuno que tengo mucha hambre

-Sera el almuerzo joven Inuyasha… -murmuró la anciana por lo bajo-. Ya se lo sirvo. Con permiso. Bajó por las escaleras para dirigirse hacia la cocina. Inuyasha la siguió con la mirada y luego bajó junto a ella

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Corría por el pequeño patio de su casa persiguiendo a su gordo gato Buyo. Tenía puesto un lindo vestido de flores que le llegaba hasta más arriba de las rodillas y unas sandalias blancas. Su pelo de un color azabache que llegaba hasta sus hombros junto a un flequillo desordenado. En su rostro se podía observar la más infinita y pura inocencia de sus quince años. Su piel era una tibia porcelana completamente virgen y blanca junto a unos grandes y expresivos ojos marrones llenos de felicidad. Su estatura era pequeña para su edad pero poseía un lindo cuerpo notándose sus traviesas curvas

-¡Kagome! ¡A almorzar! -anunció su madre-. Esta era igual a su hija a excepción de su pelo más corto y del mismo color. De estatura media. Sus ojos expresaban la misma felicidad y armonía de su hija

-Ya voy madre –respondió la joven atrapando a su gato entre sus brazos-. Se dirigió a la pequeña sala de su hogar encontrándose en el camino con su hermana mayor

-¿Para dónde vas Kikyô? -preguntó curiosa la joven- Kikyô fijó la mirada en su pequeña hermana. Le regaló una gélida sonrisa y se dirigió hacia ella –No le digas a nadie Kagome, pero voy donde mi novio. Hoy cumple años y le voy a dar un regalito

-¡Ahh! ¿Y cómo se llama? -volvió a preguntar con inocencia Kagome- . Cuando regrese te lo digo Kagome. Hasta pronto -se despidió Kikyô rápidamente desapareciendo en la puerta de salida-. Kagome la siguió con la mirada y luego de sus labios apareció una gran sonrisa

-Algún día quiero ser como tu hermana Kikyô -murmuró por lo bajo Kagome-. Para ella, Kikyô, además de ser su hermana gemela, era un modelo a seguir ya que era muy distinguida y refinada. Cosa que no era ella ya que siempre la tachaban de desordenada y muy exasperante. Varias veces escuchaba lo mismo ¿Por qué no eres igual a tu hermana? O ¿Por qué no aprendes de Kikyô? Y muchos comentarios más. Eso en vez de causarle tristeza por las comparaciones, le daba motivos para mejorar y querer ser igual a su hermana mayor

-Kagome. El almuerzo está servido. Ven -volvió a anunciar su madre-. Ya voy -respondió la pequeña corriendo hacia la cocina.

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Después de comer Inuyasha se levantó de su silla dirigiéndose hacia las escaleras. Sonó el timbre de la puerta y antes de que Kaede contestara Inuyasha corrió rápidamente hacia ella

-Hola hermosa -saludó Inuyasha dándole una sensual sonrisa y apoyándose en la puerta-. Antes de que Kikyô dijera algo. Inuyasha la acercó a su cuerpo dándole un pasional beso en sus rojos labios.

-Feliz cumpleaños Inuyasha -dijo Kikyô con una sonrisa gélida-. Inuyasha no pedía mucho de ella ya que entendía que Kikyô era así con todo el mundo, su frialdad se veía en sus marrones ojos lo cual hacia que se vieran opacos. Aunque no se debía ocultar para nada que Kikyô era muy hermosa y con un aura de misterio que lo había cautivado en segundos. -¿Qué quieres hacer hoy Inuyasha? -preguntó coqueta Kikyô-.

-No sé. ¿Qué me aconsejas? –Le siguió el juego-

-Pues…que pasemos un rato solos y luego salir a divertirnos –dijo Kikyô acercándose más a Inuyasha-

-Me parece una gran idea… -susurró en su oído-. La agarró de la mano y subieron juntos las escaleras hasta llegar a su dormitorio

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-¿En qué piensas Inuyasha? -preguntó Kikyô dándole pequeñas caricias en su pecho destapado-. Este estaba mirando el techo de su habitación con los brazos cruzados en su cabeza

-En nada Kikyô. Pero dime una cosa ¿No te regañarán si llegas demasiado tarde a tu casa? -preguntó Inuyasha-. Kikyô fijó su mirada en el ámbar de él y luego se recostó en la cama tapándose el cuerpo por encima de sus pechos

-No lo creo. Además… no me gusta estar en mi casa. Un templo descuidado no me llama la atención y para lo único que me necesitan es para ser una sacerdotisa. Pero yo no quiero tener ese horrible destino. Yo quiero conocer el mundo. Viajar y no quedarme encerrada en ese lugar. En cambio. Mi querida hermanita menor daría todo por serlo

-Y dime Kikyô ¿Cómo es tu hermana? -preguntó curioso Inuyasha y apoyando su cabeza en una mano-. Digo…si es tu hermana debe ser igual de hermosa que tu ¿verdad?

-Para nada –corrigió de inmediato- Es una niñata. Demasiado exasperante y muy desordenada. No veo la hora de irme de la casa para no tener que estar soportando sus berrinches de adolescente. Es una pulga para su edad.

-¡Keh! Kikyô. Si te oyeran otros, pensarían que la odias –se burló Inuyasha-. Pero lo que él no sabía era que Kikyô guardaba un cierto rencor hacia su pequeña hermana ya que según ella. Kagome disfrutaba de una libertad que ella no poseía. Por ser la hermana mayor, a ella le tocó ser la sacerdotisa del templo. Una vida encerrada y sin ningún lujo. Sentía que Inuyasha la podía liberar de ese destino que para ella era un infierno. Que podría ser una mujer normal llena de lujos y al lado de un guapo hombre como él.

-Y dime Inuyahsa ¿Cuándo te harás cargo de la empresa de tu padre? -volvió a preguntar Kikyô-

-No sé. De eso me habla mi madre pero la verdad es que no quiero hacerme cargo de esa empresa. No quiero quedarme tan cuadrado como mi medio hermano Sesshomaru. No entiendo como Kagura lo soporta

-Bueno. No te pongas así Inuyasha. Ya sé. Para que disfrutes aun más tu cumpleaños, salgamos

-Pero yo quiero seguir así contigo querida Kikyô -murmuro por lo bajo Inuyasha dándole pequeños besos en su cuello-

-No lo siento Inuyasha –respondió Kikyô dándole una sonrisa-. Con esto se zafó de sus brazos y besos. Se sentó en la esquina de la cama y se empezó a vestir

Salieron de su cuarto abrazados dirigiéndose al garaje para salir en el porsche plateado de Inuyasha

Unas cuadras de su hogar, Inuyasha dirigió a Kikyô a una de las discotecas más visitadas por la gente importante de Japón. Pidieron unos tragos y comenzaron a darse una serie de besos apasionados sin darse cuenta que una mirada oscura los observaba a lo lejos con rencor mientras apretaba fuertemente su copa de whisky hasta el punto de quebrarla e incrustarse algunos vidrios en su mano

-Maldita perra –murmuró por lo bajo-

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Salieron de la disco abrazados y un poco pasados por los tragos. Se dirigieron al porsche plateado y mientras él incrustaba la llave para entrar una sombra en el retrovisor lo dejó alertado mas sin embargo no le dio mucha importancia y entró en el auto dándole paso también a Kikyô. Se dieron un beso y cuando iba a encender el auto sintió un frio en el lado izquierdo de su cabeza. Al intentar voltear, notó que una fría arma se posicionaba allí

-Bájate –murmuró el extraño hombre-

Mientras que Inuyasha obedecía la orden del extraño hombre, Kikyô los observaba con sus ojos desorbitados y con un pequeño jadeo. Estaba completamente pálida. ¿No será…?

-Dile a tu noviecita que se baje también. Tenemos muchas cosas de que hablar los tres –dijo el hombre de mirada fría con una perversa sonrisa en su rostro y manteniendo su arma en la cabeza de Inuyasha-

-Na...Naraku -murmuró por lo bajo Kikyô con los ojos desorbitados-. Inuyasha alcanzó a oír lo que acababa de decir Kikyô

-Vaya Kikyô. Veo que aun me recuerdas. Eso debe ser un alago ¿verdad? -se burló Naraku-

-¿Kikyô? ¿Quién es este tipo? -preguntó incrédulo Inuyasha-. Kikyô no salía de su asombro al encontrar después de varios años a Naraku. Era algo inconcebible

-¡Oh! Qué pena el irrespeto. Me presento. Mi nombre es Naraku el novio actual de Kikyô y futuro esposo –dijo el hombre con una gran sonrisa-. Inuyasha no caía de su asombro. Es decir que… ¿Kikyô lo había estado engañando?

-Dime que no es cierto Kikyô -dijo Inuyasha con tristeza- Dime que lo que dice este hombre es mentira y te creeré. Al no recibir respuesta de Kikyô sintió como su corazón se quebraba en pedazos dentro de él y como en vez de dolor aparecía una completa ira hacia aquellos individuos que tenía al frente

-¡Maldita sea! ¡¿Por qué no dices nada Kikyò?! -explotó el joven ambarino- . Por todo el estacionamiento se escuchaba una estruendosa risa. En ese momento, como si llegara a la realidad Kikyô fijo su opaca mirada marrón en el ambarino de sus ojos brotando de su blanca piel unas pequeñas lágrimas saladas que surcaban toda su mejilla derecha

-Eso es mentira -murmuró por lo bajo-. Este hombre que vez aquí Inuyasha está loco. Si. Una vez. Hace tres años salimos juntos pero no soportaba la obsesión que tenia conmigo. Tuve que llamar a la policía y ponerle una caución porque amenazó con matarme si no me casaba con él. Kikyô tenía su cabeza baja sin notar como los puños de Inuyasha se iban encrispando cada vez mas dejando sus nudillos completamente blancos por la fuerza ejercida y sus uñas marcadas en las palmas de sus manos

-Eres un…despreciable -murmuró Inuyasha entre dientes- . Naraku al oírlo, soltó una estruendosa risa burlona que resonaba por los oídos de los dos jóvenes torturándolos de una manera sicológica. Inuyasha no lo soportó más y como un reflejo rápido empujó a Naraku haciéndole perder el equilibrio y caer al frio asfalto mientras que la mirada asustada de Kikyô los observaba.

Empezaron una fría pelea, con puños y patadas que hacían ver a los dos contrincantes como dos salvajes animales peleando por un trozo de carne. El arma de Naraku había sido bloqueada de su mano y alejada hasta el auto plateado de Inuyasha. Los dos tenían el labio roto y saliendo del un hilillo de sangre y otras magulladuras en las costillas y en el rostro. La pelea se estaba extendiendo mucho. Inuyasha paró en seco un puño directo a su rostro al escuchar el sonido de un arma. Retrocedió unos pasos observando como Naraku se desplomaba en el suelo dejando ver por detrás a una Kikyô con el arma y sus manos salpicadas por la sangre de aquel hombre

La mujer que decía ser el amor de su vida y la madre de sus hijos para un futuro había terminado con una vida humana, que por más insignificante que fuera, no tenía ningún derecho de acabarla de esa manera. A sangre fría. Sin más, se desplomó él también en el suelo poniendo su mejilla magullada en el asfalto y viendo como Kikyô corría desesperada dejándolo solo con un cadáver a su lado y herido hasta el alma y el corazón

Fin del capítulo 1


Hola. Vengo con otra historia. Se me ocurriò en un dìa que no tenìa nada que hacer xD. Espero que les guste y plisss reviews sip? jajaja xD asi sean buenos o malos. Se aceptan de toda clase jejeje x3