Titulo: ¿Has notado lo fácil que es...?
Autor: Tsubame Gaeshi / Yahg Tao
Pareja : Mukahi Gakuto / Oshitari Yuushi
Advertencias: Drama, Angust, Lime, Yaoi
Notas antes de comenzar: Esta idea era originalmente mía, sin embargo con quien iba a compartir esta idea, se esfumó y cuando apareció solo dijo "Mis días de Pot, se acabaron", yo sinceramente me quedé petrificada gracias a eso pero bueno, mandé la idea al archivo y de nuevo se ha dado la oportunidad de sacar esta idea, y ahora con mi amiga Yahg que vamos a culminar esto, espero les guste o.o.
Esta idea está centrada en el por qué tanto Yuushi como Gakuto deciden separarse de ser pareja de dobles (es algo así como Secret Moon, otro fic de mi autoría que encontraras en mi perfil) así que sacaremos a flote el por qué, tanto uno como otro se separan llegando al resultado de los Nacionales en el partido contra Seigaku nuevamente. Bueno ya hablé mucho o.o ... ya me voy a hacer el primer capitulo que me corresponde a mi -., espero les guste.
Acotaciones: (Nunca suelo colocarlas pero bueno xD)
-Lo que está en cursiva es recuerdo y/o pensamiento.
Capitulo Uno: Recuerdo bajo la Lluvia
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"Juego y partido para Seigaku, Pareja Kikumaru-Momoshiro, 6 juegos a 4"Como olvidarlo cuando el árbitro cantó el marcador del partido de dobles 2, sentí que mi orgullo era pisoteado y mi estilo de tenis fue destrozado desde los cimientos, sin embargo podría decir que le vencí dando el espectáculo, pero no pude vencer realmente en sus habilidades...
Siempre tenía que ser superior...
Suspiré suavemente, la regañiza de Sakaki-san no era para menos en realidad, mi resistencia era una mierda, no podía durar saltando más de media hora o ya terminaba tenido en la cancha respirando agitadamente y no podía hacer nada, eso me había dado cuenta hace tiempo y había trabajado en ello, pero solo.
Nunca compartí ese pequeño detalle con nadie, ni con el que era mi pareja de dobles designado para ese partido, el famoso Tensai del Hyoutei, Oshitari Yuushi.
Me pregunto que sentirá él en este momento, su rostro sigue exactamente, su semblante arrogante y esa sonrisa landina que debo aceptar, es encantadora en sus labios, él parece tan perfecto, sin embargo yo...
Voy caminando lentamente con la maleta al hombro, llevo el uniforme café del instituto y la corbata del mismo color solo que más oscura, el saco... nunca suelo usarlo, y cuando uso algo para cubrirme es un suéter del color adecuado, detesto los sacos, me veo extraño.
Bufé suavemente y me quedé mirando hacia el horizonte deteniéndome en mi caminata, y es que el viento comenzaba a correr con suavidad pero estaba haciendo frío y el cielo comenzaba a oscurecerse, parecía que quería llover.
-Genial, lo ultimo que me falta es enfermarme...
Dije para mi mismo y apretando la maleta a mi hombro, comencé a correr gracias a que el cielo tronó anunciando que efectivamente iba a llorar y bastante fuerte si me lo preguntaban.
No bien llegué a la esquina y el agua comenzó a hacer aparición en forma de grandes gotas que atacaban a cuan desafortunado estuviese en la calle sin cubrirse en lo absoluto, incluyéndome a mi, por supuesto...
Me metí en un estilo restaurancito pequeño y me senté en una de las mesas dejando mi maleta junto al cristal y yo quedando al lado del pasillo, era mejor esto que nada, ya que me estaba maldiciendo internamente ya que había pedido a casa que iba solo caminando a casa de regreso.
Tenia que pensar, pero se me olvidó el detalle más importante : Estábamos en temporada de lluvias.
Una señorita amablemente se me acercó y me extendió un estilo menú plastificado y sacó una libretita.
-¿Puedo tomar su orden?
-Ah... bueno... pues quiero algo caliente, lo que sea pero dulce... y... tráigame un café con leche caliente y algo de pan dulce solamente...
-Claro, con su permiso...
La chica sonriente tomó el menú y se retiró y yo perdí mis azulados ojos en el lugar, había de todo tipo de gente, desde colegialas que me miraban incesantemente y chicos que me miraban con recelo, señores que seguramente eran trabajadores de oficinas como simplemente subordinados que tomaban café y pasaban de mi.
Ahora que recuerdo, mi uniforme de la escuela es muy característico, somos la escuela de "ricachones" de la ciudad, suelo toparme de vez en cuando con algunos chicos que quieren pelea o chicas que quieren algo más conmigo por solo ser de Hyoutei.
Gentuza que detesto por cierto.
Suspiré y desvié mi mirada hacia el cristal que estaba al lado de mi y noté como todo se había tornado gris de un solo momento, la lluvia parecía ser bastante fuerte ya que el ruido de cómo caían las gotas al suelo era bastante notorio.
Relajante.
Aunque me encante el sol, los días donde pueda estar en el parque de diversiones tomando un helado y divirtiéndome haciendo saltos y acrobacias, también me fascinan los días de lluvia y eso es por que alguna vez entendí lo que valían en realidad...
Todo por que él me lo mostró una tarde cuando salíamos de la escuela, me dijo que la lluvia era un hermoso espectáculo, que le inspiraba para hacer sonar su violín cerca de la ventana, como si acompañara el canto de las gotas de agua al chocar con el piso con su pista musical.
Al momento me quedé analizando lo que acababa de decir y después solté una carcajada divertida, yo odiaba esos días, me aburría en ellos, solo ver como el agua caía era algo tan aburrido que prefería dormir como oso invernando cuando llovía.
Pero esa tarde, serio como siempre, solo me llevó a su casa, aún no teníamos tanta confianza como para llamarnos por nuestro nombre...
Flash Back°°°°°°°°°°°°°°°°°°
-Si no te das prisa, la lluvia nos alcanzará antes de llegar a casa...
-Oshitari, no vayas tan rápido! – el cabello de color rojizo en tono cereza, venia volando en el aire mientras corría detrás de un peliazul que caminaba a pasos grandes y rápidos, sin inmutarse en lo más mínimo.
Recuerdo que le venía siguiendo los pasos apresurados, vamos, él era mucho más alto que yo y mis piernitas por mucho que lo intentasen, no podían dar los mismos pasos que él.
Sonreí ante el recuerdo...
El cielo tronó estruendosamente haciendo el pequeño de cabellos cerezas se adelantase al grado de rebasar al más alto a pasos rápidos, el peliazul solo le sonrió con suavidad, casi ni siquiera se notó esa sonrisa, nadie la vio más que el propio peliazul en sus labios.
Llegaron rápidamente a la casa del más alto y en la puerta ya los esperaban con dos toallas listas para secarse, y es que a pesar de comenzar a correr, la lluvia los había alcanzado metros antes de entrar al patio de la mansión y el llegar a la puerta principal fue una proeza que les hizo quedar empapados desde el cabello hasta la punta de los pies.
El menor comenzó a reclamarle al más alto del por que le hacia correr bajo la lluvia, mencionándole que últimamente andaba mal de salud, el mayor solo atinó a mirarlo y comenzó a subir escaleras arriba con la toalla en el cuello.
-¿a dónde vas Oshitari?
-A mi recamara, por cierto, si te quedas ahí, así si terminarás enfermándote, así que ven conmigo, te daré algo para evitar que te enfermes de gravedad...
-¿Por qué nunca pudiste ser realmente cariñoso conmigo...? –se preguntó con la manita en su mentón recargándolo en la mesita mirando la lluvia, en medio del recuerdo que ahora le asaltaba la mente, aquellos contados recuerdos que a pesar de ser extraños y quizá sin importancia para el otro, para él eran más que impredecibles guardarlos en su corazón.
Suspiró y en ese momento se dio cuenta que su café con leche había llegado y su pan de dulce también, la taza estaba humeante, seguramente estaba lo suficientemente caliente como para quemarle la lengua y sonrió.
Habían entrado ambos a su recamara y el peliazul estaba ya cambiado de ropa con algo mucho más cómodo que el uniforme de la escuela, traía un pantalón deportivo y una sudadera, ambos de color azul oscuro como su cabello, estando parado frente a las cortinas de su recamara, solo dio un paso más para abrir esta y ver como la lluvia golpeaba su cristal y el jardín era bañado armoniosamente con sus gotas.
Por su parte, el menor estaba sentado descuidadamente en la cama del otro con las piernas flexionadas en forma de flor de loto, también se había cambiado a algo que el mismo peliazul le había prestado, aunque claro le había quedado sumamente grande.
Era un suéter negro y un pantalón gris oscuro, el suéter parecía más bien de alguien obeso en el cuerpecito del pelicereza.
-Mukahi... ¿has notado lo fácil que es perder su mirada en la lluvia...?
-No, realmente yo detesto la lluvia, me aburre...-dijo despreocupadamente y se echó hacia atrás de la cama mirando el techo.
No se dio cuenta cuando el más alto sacó un violín y comenzó a tocar, solo la música comenzaba a hacer resonancia en sus oídos, era una hermosa melodía que lo hizo incorporarse en la cama y vio algo que nunca pensó ver, algo que le dejó anonadado, como en una ensoñación.
Las cortinas de los ventanales estaban abiertas, afuera se veía todo gris oscuro, y frente de él, el peliazul tocando con una finura su violín, una elegancia se desprendía del otro que parecía hipnotizarlo, quizá idiotizarlo y se le quedó mirando.
-La lluvia es el llanto de alguien... es como si tu dejaras caer una lágrima por tu mejilla y llegara después al suelo...
-... un lamento...
El pelicereza terminó la frase y se sentó correctamente en la cama y después se incorporó acercándose al más alto, mirándolo directamente a su rostro, parecía tan calmado, parecía que nada le afectaba, era... después de el capitán, el más fuerte del equipo en cuestión de tenis, en juegos de palabras era difícil derrotarle, el único que lo había logrado era Atobe, y solo contadas veces.
Era el príncipe perfecto...
-El príncipe Yuushi... – susurró tomando un pedazo de pan y llevándoselo a la boca para disfrutar de la dulzura de este mirando hacia fuera, el cielo completamente oscuro y con el llanto de forma desesperada.
-Un lamento... –sonrió divertido y sonrió suavemente.
El sonido del violín había logrado calmar al aburrido pelicereza y ahora estaba observando atentamente el paisaje, el jardín de la mansión de su compañero cubierto por un cielo gris que lo oscurecía todo pero por primera vez en su corta vida había visto la lluvia tan hermosa como hasta ahora, la melodía del violín y la compañía del otro hacían que el momento fuera sumamente especial.
-Se acerca el torneo de Kantou... –dijo el peliazul sin dejar de tocar, el más bajo solo asintió y se giró a verle.
-Lo sé, el entrenador seguramente nos llevará al torneo como cada año...
-Déjame jugar dobles contigo...
El pelicereza se giró a verlo atentamente, la melodía no cesaba y los ojos del peliazul estaban cerrados, estaba tan concentrado en tocar y en su petición, se veía... inquebrantable.
-No tenemos experiencia jugando juntos... no hay confianza aún como para jugar bien y aún quiero ser titular...
-¿Eso crees? ... tu y yo estamos más conectados de lo que crees...
-... conectados... verdad?... –una sonrisa escapo de sus labios cuando dejó la taza de café con leche caliente frente de si, susurrando las palabras con suma suavidad, los recuerdos a veces le hacían sentirse como en aquella ocasión.
Levantó la mirada y volvió a clavarla en el cristal que estaba ya escurriendo de gotas de lluvia siguiendo un camino de una gota que bajaba de forma impredecible.
-... podremos hacer grandes cosas juntos...
-Dudo que Sakaki-sensei nos deje estar juntos sin experiencia, sin tener compatibilidad ni confianza...
-¿Confianza? ... eso falta para que digas que si?...
-Sí, supongo que si... aunque te conozco desde primer año, tu y yo casi no hemos convivido mucho... la verdad en este momento no sé por qué estoy aquí...
-¿Más pruebas quieres de que estamos conectados...?
-No entiendo... –
La música dejó de tocar y en ese momento Gakuto supo que en realidad era algo que esperaba, exactamente sabía que iba a hacer el más alto, sabia como, y en que momento lo haría, la caricia, aquel beso, aquella ternura... parecía conocerlo desde hace tanto tiempo...
No supo como pero su cuerpo reaccionó solo, sus manos le rodearon el cuello al mayor mientras que era abrazado por cu pequeña cinturita... al separarse del beso...
-Oshitari...
-No... dime Yuushi... desde ahora dime Yuushi...
-Yu... Yuushi... – le mayor sonrió y le volvió a besar con suma suavidad, temiendo lastimarlo, romperlo...
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Fin de Flash back
Cerró los ojos y dejó que el frío se impregnara en sus huesos y le hiciera sentirse solo por un solo momento y después se giró a ver la ventana...
Todo había pasado tan rápido, los entrenamientos juntos, el partido contra Seigaku que perdieron y su mente hecha jirones junto con aquel recuerdo, lo único hermoso que realmente tenía del peliazul, y es que la escena jamás se había repetido aunque el pelicereza lo buscara, nunca se podía volver a dar... nunca.
Y jamás volvieron a tocar el tema aunque se llamaban ambos por su nombre desde entonces.
Dolía en el pecho ya que jamás pudo volver a tocar a su príncipe de la forma en la que lo había prácticamente hecho suyo en un beso aquella tarde lluviosa hace tiempo... y esperaba algo, esperaba a alguien, y apareció...
Oshitari estaba ahí, caminando debajo de la lluvia como si nada pasando al lado de donde el estaba sentado, y como si realmente estuvieran conectados, como aquella tarde de lluvia donde se dieron su primer y único beso, ambos voltearon a verse a los ojos.
-Yuushi... –susurró suavemente al verlo parado ahí
