¿Por qué eres tú?

Suponte, cariño, que tuvieras la poca suerte de toparte con el Conde Milenario en una noche de pálida luna llena. Supón también que eres lo suficientemente valiente o lo bastante tonto (quizás un poco de ambos) como para no huir a pesar de que seguramente eso sería lo más sensato, en tal situación.

El Conde es alto, más que cualquier otro hombre y en verdad, no es humano. Un sombrero oscuro de copa-no necesariamente negro, pero si lo miras fijamente, ese color , durante mucho tiempo, es probable que hiera tu vista- que descansa en su cabeza y un abrigo de enormes botones son sus prendas más impresionantes. El decorado al tope es una luna creciente que sonríe – tal vez se trate de un hombre de nieve en miniatura que se apoya contra un delgado poste de luz. El Conde nunca usa el mismo sombrero dos veces, pero sólo él sabe eso, porque casi nadie ha vuelto a verlo por segunda vez. Usualmente, el primer encuentro es también el último.

Pero tal vez podrías hacerle una pregunta…

¿Tú quién eres?

El Conde reiría tontamente, como lo hacen las colegialas, pero mucho más inquietantemente en una manera que no podrías describir, sólo sentir. Su amplia sonrisa crecería incluso más que antes, amenazando con partir su cara en dos. Entonces, te hablaría, con una voz tan increíblemente simpática y jovial que no podría ser más que parte de una gran farsa.

-¿Por qué me lo preguntas? ¡Soy el Conde Milenario, desde luego!-Chillaría él, agitando su paraguas a tu alrededor como si fuera un palo de golf. Entonces, tras haberte dado una respuesta que no te dice realmente nada, el Conde te ofrecería traer de vuelta a tu hermana, que murió hace una semana de neumonía, o a tu esposa, la que fue asesinada por un ladrón loco anoche. Te presentaría con una muñeca que curiosamente , tendría forma de esqueleto…

¿Qué dices? ¿Qué no es esa la respuesta que esperabas? Bueno, es obvio que no, tontito. Tú-o el tú que serías en ese caso-has hecho la pregunta equivocada. Lo que debiste preguntar es,

¿Por qué eres tú?

El Conde se congelaría por el más breve de los momentos , un instante tan corto que es probable que pienses que ha sido imaginación tuya. Entonces, él inclinaría su cabeza de manera que la mitad de su rostro se oculte en las sombras provocadas por su sombrero de copa, permitiéndote ver sus pupilas rasgadas detrás de sus anteojos normalmente opacos. Su sonrisa se achicaría, de alguna forma, pareciendo cada vez menos una expresión de felicidad y más una mueca en los labios, sin significado alguno, de quien ha olvidado cómo actuar de otro modo. Y con una voz más antigua que el tiempo mismo, el Conde Milenario te diría por qué él es.

Te diría por qué decidió rebelarse, hace mucho tiempo atrás. Por qué eligió ir en contra del creador de Todo. El por qué de crear los akuma. Todo. Luego, por supuesto, te mataría, porque el Conde retiene sus secretos demasiado cerca de su corazón.

¿…Qué?

¿Te preguntas cómo sé todo esto? Tonto yo, olvidé que no puedes verme claramente en una noche como ésta, cuando la luna oculta su cara tras las nubes. Aquí, permíteme encender la luz…¿Serías un amor y sostendrías mi paraguas por un momento?

Por qué, si. Esto tiene una calabacita al final. ¿No es de lo más peculiar? Tee heee…

¿Dónde está el interruptor de luz?

Oh…Aquí.

Click

Por si no lo has adivinado, el narrador en ésta historia no es otro que el mismísimo Conde Milenario. Qué le hará a su desafortunado oyente-y cómo diablos terminó él en un cuarto a oscuras con el Conde en primer lugar- es algo que dejaré libre a vuestra imaginación.

Sin embargo, les daré una indirecta: No es nada agradable.

Autor original:Oishii.