Nombre: Nostalgia naranja.
Colección: Nostalgias.
Estilo: Drabble.
Orden: 6
Personajes: Ichigo Kurosaki. Rukia Kuchiki.
Basado en: Bleach, escrita y dibujada por Kubo Tite sensei.
Canción: "Es la nostalgia", Jairo.
La miró, lo miró. No le dijo absolutamente nada, no se atrevió. Ella se fue. Nunca más la vio.
Un niño pequeño le toca la manga derecha del saco de gabardina marrón. Le da unos tirones. Él, un anciano ya, lo mira y le sonríe. Está sentado en un parque otoñal, sobre un banco de piedra, descansando sus viejas piernas entumecidas de tanto andar.
– Señor, ¿por qué las hojas se cayeron de los árboles? – la pregunta inocente del pequeño arranca otra sonrisa más pronunciada que la anterior.
– Las hojas – comienza a explicar el anciano, con su voz ronca y gastada – caen porque no sirven más. Pero no te preocupes – lo mira seguro y confiado – volverán a nacer en primavera – el pequeño sonríe, contento y se va corriendo hacia el lugar donde una pareja agita sus brazos, llamándolo.
Ve alejarse al pequeño, sentado, allí donde se quedaría. Allí donde seguiría esperando revivir aquel momento, aquella despedida breve y concisa que decidió el resto de su vida.
Lo miró, la miró. Le dijo un adiós profundo y sentido con el corazón. Le agradeció desde lo más hondo de su alma y su ser. Nunca más lo volvió a ver.
Se sienta en la cama de golpe, en la cual dormía profundamente desde la noche anterior. Vira sobre si misma y baja las piernas al suelo. La alfombra es suave. Mueve los dedos de sus pies desnudos y siente cosquillas. Estira sus brazos y sus piernas, desperezándose con energía. Bosteza.
Abre sus ojos y se pone de pie. No encuentra sus pantuflas, pero no le interesa. Gira alrededor de la cama de dos plazas y cae al suelo parte de la sábana anaranjada que cubre su cuerpo. Se acerca a la ventana, que está tapada con la cortina y espía el exterior. El cielo está despejado, pero el viento arrastra las hojas secas que cayeron de los árboles gracias al otoño. El suelo se había cubierto de colores, entre marrones y naranjas.
Acomoda la cortina y continúa su camino hasta llegar al lado opuesto de la cama donde dormía. Se inclina y se detiene justo en el preciso instante en el que él abre sus ojos, recién despabilados. Se miran. Sus ojos se miden en una riña caprichosa. Él mueve su mano hasta el rostro de ella, la acerca y la besa suavemente en sus labios.
Se miraron, se observaron. Luego el silencio los envolvió. Ella se fue, él no pudo seguirla. Nunca más se volvieron a ver.
El viento levanta las hojas secas que se habían juntado entre los pies del anciano, y las eleva hacia el cielo. El hombre observa cómo se alejan de él.
"Es la nostalgia un verso de Martí […], pero el silencio es al cabo quién me dará su verdad, y en tanto la vida gira…"
