Summary: Kagome creyó que al aceptar un trabajo de niñera podría ayudar a su familia con sus problemas económicos, lo que no sabía era que tendría que lidiar con Inuyasha; quién no estaba contento con su llegada. ¿Qué hará Kagome cuando descubra que tiene que vigilar a alguien más grande que ella? ¿Qué hará Inuyasha cuando descubra que a sus 18 años tiene una niñera?

Disclaimer: Me canso de repetir esto, pero es necesario. Inuyasha y compañía no me pertenecen, lo único que me pertenece es la historia.

N/A: Es rara la forma en que mi cabeza funciona. No sé si se habrán dado cuenta pero comencé un fic nuevo hace un par de meses, del que publiqué un solo capítulo (bastante bueno cabe mencionar. XD) El punto es que traté de concentrarme en el fic, pero por alguna loca razón no lo logre y de pronto como por arte de magia apareció este. Comencé a escribirlo y no me pude detener, lo mismo me paso con mi fic pasado y para mi sorpresa se convirtió en un éxito… así que para no hacerles la historia más larga, decidí seguir a mis instintos y comenzar esta historia. No sé cuanto vaya a durar esta historia, pero me imagino que va a ser algo corto… once tal vez doce capítulos.

Antes de que se me olvide, esta historia es de AU pero trataré de mantener la personalidad de los personajes a la historia original. ¡Bien! Sin más que agregar… disfruten su lectura. (Eso espero.)

"Un golpeteo frenético, un latido alocado…

Un corazón en proceso de cambio"

Amanecer; Libro dos narrado por Jacob. Autora: Stephenie Meyer.

"Mi niñera"

Por

Kagome008

− ¡¿Inuyasha?! − Su cabeza palpitó de dolor. No sabía en donde estaba, solo sabía que alguien con le hablaba.

−¡Inuyasha!− Sip. Alguien le hablaba y no se escuchaba contenta. Sus parpados pesaban y su boca estaba seca. Intentó moverse, pero solo logró que un gruñido saliera de su boca. Sentía como si su cabeza fuese a explotar, si olvidar mencionar que le dolía la espalda como si hubiera estado durmiendo sobre algo duro y un extraño olor llegaba hasta su nariz.

Escuchó unos pasos acercarse acompañados de un ruido que no supo identificar… como si estuvieran arrastrando algo ¿Un cadáver tal vez? Saltó de su lugar cuando agua fría, mas bien helada cayó sobre su rostro y cuerpo, intentó gritar de la sorpresa, pero solo logró que el agua entrara en su boca impidiéndole respirar, tosió fuertemente y sus ojos se abrieron grandes, cuando la luz del sol pegó en sus ojos su cabeza palpitó nuevamente con dolor. Dio unos pasos hacía atrás cuando su mirada se enfocó sobre la de Sango y no se veía contenta.

−¡¿Se podría saber que demonios significa esto!?− Desvió su mirada al lugar donde ella señalaba y se dio cuenta de donde venía el extraño olor; había estado dormido sobre su propio vomito y lo peor era que estaba en du traje de Adán ¿Cómo era que había perdido su ropa? No lo sabía y no estaba seguro de querer recordar.

− ¡Estoy esperando una respuesta Inuyasha!

Tal vez se hubiera salvado de la ira de Sango si hubiera tenido una buena respuesta o mentira, pero lo único que logró hacer fue vomitar nuevamente, esta vez no fue en la blanca loseta del baño, sino en los brillantes y costosos zapatos de Sango.

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Sango se movía de un lado al otro de la sala y él la estaba siguiendo perezosamente con la mirada. Sabía lo que lo iba a sermonear y sabía que lo iba a amenazar, pero no le importaba. Siempre era lo mismo; Sango fingía indignación por su comportamiento y él fingía que había aprendido la lección por un par de días, para después volver a lo mismo. Era como la historia sin fin: se repetía una y otra vez.

Miroku los observaba desde un rincón con una sonrisa burlona; él siempre fingía estar de acuerdo con Sango, pero la verdad era que solo estaba ahí para verlo doblegarse ante Sango, y eso no significaba que lo hacía… simplemente Sango a veces gritaba demasiado fuerte y el solía quedarse sin buenos argumentos.

−¡Esta vez fue en el baño de la casa! Pero ¡¿Qué va a pasar cuando acabes tirado en alguna cantina o peor aún en la calle?!− Le gritó Sango de repente.

−Oh, pero si ya lo ha hecho− Comentó Miroku rápidamente.

Inuyasha le disparó una venenosa mirada. −No me ayudes Miroku.

−¡El punto es que esto no puede seguir así! ¡Te comportas como un niño travieso Inuyasha! No podemos vigilarte día y noche, va a llegar…

−El día en que ya no estemos para ayudarte.− Imitó pobremente la voz de Sango. Sabía cada uno de los argumentos de Sango, los había repetido hasta el cansancio, pero realmente no había surtido ningún efecto positivo en él.

Sango lo observó con impaciencia. A pesar de sus intentos por mantenerlo al margen de los escándalos, Inuyasha cada día estaba más descontrolado, no sabía si lo hacía para verla estallar de los nervios ó si realmente él no tenía ninguna intención de cambiar, de lo único que estaba segura era que no la habían contratado para hacerla de niñera. Había estudiado en "Princeton" lo menos que se merecía era cuidar a un tonto adolescente con problemas psicológicos.

−Bien, me voy− No pudo dar dos pasos cuando Sango lo jaló por el cabello y lo hizo sentarse de nuevo. −¡¿Por qué fue eso, perra?!

−¡Nadie dijo que hubiéramos terminado!

Inuyasha luchó por una escusa. −¡Yo lo dije!− Sango jaló una vez más su cabello y él la miró ofendido. −¡Auch! Ya no existe el respeto jefe-empleado.

−Nada de fiestas.− Le advirtió en tono peligroso, mientras se sentaba junto a Miroku al otro lado de la habitación.

Inuyasha sonrió y mostró la mirada más inocente que tenía; esta tal vez hubiera funcionado si Sango y Miroku no lo conocieran ó si fuera lo suficientemente tontos como para creer que él daba miradas inocentes, pero lo único que logró fue que ambos lo miraran como si repentinamente le hubiera crecido una segunda cabeza.

Dejó caer su cabeza en el respaldo de la silla. −No tenía planeado nada para esta semana…Todos mis amigos entran a la universidad ¿Recuerdas?− Error. Aquí venía un nuevo sermón.

−Tal vez deberías de hacer lo mismo.− Sugirió Sango

−Ir a la universidad no me va a dejar nada bueno.− Una sonrisa se formó en su rostro. −Mira en donde acabaste tú.− Miroku tosió tratando de disimular una carcajada, pero realmente no era muy bueno ya que Sango se dio cuenta y le frunció.

− No estamos hablando sobre mí.− Comentó entre dientes. "¡Dios! Dame paciencia."

− ¡Oh! Claro que no, estamos hablando sobre la única cosa importante en esta casa… ¡YO!− Sango rodó los ojos y Miroku no pudo evitar soltar un carcajada. Definitivamente eso era demasiado para su presión sanguínea.

No era su culpa pensar de esa manera. Su madre lo había tratado como si fuera la persona más importante del universo y su padre no hacía otra cosa más que complacer a su esposa. No había nada que se le negara al pequeño Inuyasha, solo tenía que estirar un poco su mano y las cosas parecían como por arte de magia, no tenía que esforzarse o desgastarse para conseguir algo; era billonario y el dinero no estaba próximo a terminarse. Con la repentina muerte de sus padres, Inuyasha había heredado cada centavo.

Un mes después de la muerte de sus padres, la custodia de Inuyasha había pasado a su tía Kaede, quien no tenía la intención de dejar su pequeña casa en el campo para regresar a Tokio y cuidar a un "mocoso latoso". Tras cinco meses de constantes peleas en los juzgados, Sesshomaru aparentemente decidió hacerse cargo de su medio hermano… contrató a Sango; está tenía veinte años cuando obtuvo el cargo de mentora oficial del chico de quince. Miroku había entrado a trabajar unos meses después, cuando Sango creyó no poder sola con la responsabilidad de Inuyasha.

Habían sido tres difíciles años de constantes pleitos y sermones. Este año nuevamente la historia se volvía a repetir… Inuyasha se estaba volviendo alguien difícil de controlar y necesitaban a alguien que los ayudara.

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−¡Me voy!− Gritó desde la entrada de la puerta y probablemente la hubieran escuchado si Souta no hubiera tenido la televisión encendida a todo volumen.

− ¿A dónde?− Preguntó una voz desde el comedor.

−A la casa de Uyiko, ya te lo había dicho abuelo. Tengo que cuidar a Kusei.

−¿Es el chico que siempre te da regalos?

Kagome roló los ojos. Su abuelo tenía la costumbre de olvidar y confundir a las personas −Ese es Houyo abuelo… vuelvo más tarde.

Se hacía tarde así que cruzó el patio de su templo corriendo, bajó las escaleras de igual manera. El sol había comenzado a ocultarse y el frío se hacía más intenso cuando llegó a casa de Uyiko, quien la esperaba en la puerta con Kusei en brazos.

−Hola, lo siento el abuelo me entretuvo un poco. − Sonrió de forma nerviosa y Uyiko le entregó al bebé mientras susurraba un "No hay problema"

Había comenzado a cuidar a Kusei tres meses atrás cuando su abuelo había enfermado y su familia necesitaba algo de dinero extra. Lo que en un principio iba a ser algo temporal, terminó convirtiéndose en un trabajo permanente. Había dejado la escuela por tiempo indefinido, en lo que la situación de su familia mejoraba. Aún tenían una fuerte deuda con el hospital, y ya que su padre había decidido abandonarlos para irse con una rubia de senos grandes, su familia estaba pasando por una severa crisis económica y ella tenía que ayudar, pero por más que se esforzaba el dinero parecía nunca parecía ser suficiente.

Se había convertido en el soporte de su familia ya que su mamá tenía que cuidar al abuelo todo el día y Souta a penas y sabía atarse los cordones de los zapatos… realmente no era muy útil. Había días en los que quería huir y convertirse en una chica normal de diecisiete años, quería divertirse con sus amigas, ir a la escuela… pero nunca abandonaría a su familia, ellos eran lo más importante.

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−Sango, nena ¿Cuánto es lo que te pago?− La voz de Sesshomaru se escuchaba aún más terrorífica al teléfono.

Trató de controlarse, pero Sesshomaru parecía oler su miedo. "Como buen perro" − ¿Lo suficiente?

−Exacto.−Era increíble como entre más calmado se escuchaba, más la asustaba. Sabía que de un momento a otro, esa aparente mascara de tranquilidad podía caerse.−Así que… ¿Podrías repetirme porque tengo que contratar a alguien más para que te ayude con Inuyasha?

−Realmente me ayudaría a controlarlo… y sería más fácil saber en donde esta y con quien.− Llevó una mano a su cabeza y la rascó con nerviosismo… ¡Demonios! Iba a ser más difícil de lo que pensaba.

−Creo recordar que me dijiste la misma basura cuando contrataste a Miroku… y aún no eh visto resultados. Realmente me haces dudar de tus capacidades muñeca.− Esperó a que Sesshomaru terminara de destrozarla, pero no escuchó nada, tal vez ahora sí había muerto de tragarse el coraje, ese hombre era demasiado inexpresivo para todo, a veces tenía el presentimiento de que iba a explotar e iba a matar a todos… incluida ella. Estuvo a punto de decir algo cuando Sesshomaru−Demostrando que aún no había muerto− la interrumpió.

−Contrata a quien tú quieras Sango.− Dijo finalmente. Realmente no era tan malo ¿verdad? −Pero si fallas esta vez… tú cabeza va a rodar.− Era peor de lo que imaginaba.

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−¿Estas seguro de que te quieres comer eso?− Preguntó Kagome al pequeño niño frente a ella. La verdad es que no estaba segura en dar toda esa cantidad de cereal con chocolate a un niño tan pequeño, pero si él no tenía problema con la cantidad, ella tampoco. −Esta bien… ¡Atáscate!

El pequeño niño comió rápidamente y ella no pudo hacer otra cosa mas que observarlo. Ella había sido pequeña pero jamás había comido esa exorbitante cantidad de chocolate, la verdad era que tenía miedo. El chocolate en cantidades excesivas, en especial en niños pequeños era peligroso… algo sobre hiperactividad.

−¿¡Pero que demonios?!− Esto no podía ser bueno. Uyiko estaba parada en la puerta de la esquina, observando a su hijo comer chocolate como un pequeño niño hambriento de África; y a ella la estaba observando como si quisiera matarla… probablemente eso pasaba por su mente.

¿Por qué presentía que su trabajo como niñera de Kusei había terminado?

Continuara…

"Jacob tenía razón. Había tenido razón todo el tiempo. Era más que un amigo para mí. Ése era el motivo por el cual me resultaba tan difícil decirle adiós: porque estaba enamorada de él…"

Fragmento de "Eclipse" Autora: Stephenie Meyer.

N/A: ¡Dios, como odio ese fragmento del libro! Pero tenía que ponerlo, para que lo odiaran conmigo. Bella es tan… ¡Desesperante!

¡Ejem! Volviendo al fic. Espero que les haya gustado y que me dejen sus cometarios. El próximo capítulo se va a llamar: "Mentiras blancas"

XOXO Diana.

16 de febrero del 2009. Puerto Vallarta, Jalisco; México.