sólo fue una pequeña improvisación.

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Le gritó. Él también. Se gritaron y la conversación acabó con un portazo por parte de Babs.

Aquella situación era la que Damian calificaría como excesivamente incómoda. Al fin, sólo fue una pequeñísima discusión entre Bárbara y Richard. Una que acabaría en una noche revoltosa; sí, todos en la casa sabían en qué terminaban sus discusiones y más si eran pequeñeces como la visita de un viejo amigo.

En realidad, Ricky era buen tipo... Lo aparentaba. Y Dick, como buen novio, era todo un terror/encanto cuando sufría de celos. Bárbara era una chica demasiado buena como para... correr al pobre Ricky. En síntesis, sólo fue una conversación de diez minutos, que ocasionó que Dick tuviera una crisis.

Damian, cotilla experimentado, no pudo evitar husmear desde el gran ventanal de la mansión Wayne. No los culpaba, recién comenzaban una relación de pareja.

Saltó a la siguiente rama del árbol, para poder observar a donde Bárbara había ido. Una pequeña biblioteca, de estilo sofisticado y decorado con grandes cuadros con paisajes pintados, bonitos, elegantes. Un lugar perfecto para tomarse un descanso, relajarse, quizá un vaso de Whisky y música clásica. El lugar de su padre para tomarse un descanso de todos sus hijos. Certera realidad.

Babs se había refugiado ahí, aunque lastimosamente no le duró demasiado porque tan pronto como Dick fue detrás de ella, ya se encontraban en una situación más comprometedora. Tanto que era imposible de defender en caso de que Bruce llegara a la mansión y los encontrara pegados a la pared, junto a sus bellos cuadros para encontrar la paz interior.

Dick tenía a Babs acorralada, entre sus brazos y su boca... bueno, su boca se encontraba sobre el cuello de la pelirroja, dejando besos húmedos que causó a Damian algo así como una extraña sensación. Era de los típicos niños que miraban películas prohibidas a la medianoche.

Pero a quién iba a engañar, no era la primera vez que se encontraba con un comportamiento indecoroso por parte de esos dos. Cuando esos creían estar solos, no desaprovechaban ni un sólo momento. ¿Para qué engañarse? Si con Tim rondando la casa de mañana junto con Steph, la privacidad era un lujo que no podrían pagarse ni con toda la fortuna que amasaba la familia Wayne. Damian recordó un día en que Babs se había quedado a cuidarlo, la chica descansaba con tranquilidad en su habitación luego de haberlo dejado "durmiendo". Claro, Dick no desaprovechó ni un sólo segundo, porque apenas pudo, ya se encontraba besando con hambre a su novia.

Como fuera, ahora los tenía a ambos ahí. Devorándose de vuelta y esa vez la cosa parecía seria porque el beso ese, era resultado de una pelea por celos. Entendible, al fin y al cabo. Damian terminó por apartarse, ahorrándose el hecho de que el descontrol comenzaba en breve.

Bajó del árbol a que se había trepado. Su caída fue precisa y perfecta, tanto que estaba parado cual gato al caer. Se acomodó la ropa, arregló el cabello y tan pronto como se dispuso a irse, se llevó la sorpresa de su vida.

Aquel hombre que se encontraba de pie, a unos escasos metros de donde él había aterrizado, se encontraba con una cara de pocos amigos que Damian reconoció al instante. Quizá, de haber tenido el traje de Batman, Bruce Wayne no hubiera dado una sensación tan... tétrica como en ese momento su padre se la estaba dando. Tenía el entrecejo fruncido, los labios en una perfecta línea, los manos apoyadas en las caderas, sobre el impecable traje negro que éste llevaba para ir a las Empresas Wayne.

Damian soltó un suspiro prolongado. Le iría bastante mal.

Peor que a Dick y Barbara.