Mi más profundo agradecimiento a Mayra Exitosa por hacer este reto y a mi grupo de ALSS (El reto era hacer un fic através de las imágenes que hacían las chicas del gupo y yo elegí ésta), además de darme el empuje para escribir este fic a través de esta bellísima imagen de Oladys. Soy bastante cobarde a la hora de escribir y Mayra me animó a hacerlo. Le agradezco su apoyo incondicional. Espero que les guste el relato ambientado en una de las tribus guerreras más temidas del desierto de Sahara, los Tuareg o guerreros del velo. Un saludo a todas.

Candy, la princesa Tuareg

(Por Nerckka Andrew)

En una remota región del desierto del Sahara, en una famosa tribu de guerreros Tuareg en la cuidad de Amgar, la joven princesa Candy, recibía el sexto collar de uno más de los aspirantes a su mano.

A sabiendas que en esa rebelde tribu de guerreros, son las mujeres quienes eligen a sus maridos y que son los hombres a quien a la edad de 14 años, tras una ceremonia a la que hacen el juramento de los cuatro votos y son admitidos en su tribu como guerreros entregándoles su daga, su espada y el velo que cubrirá desde aquel momento su rostro el cual sólo su esposa y ninguna otra mujer podrá ver.

Candy estaba un poco cansada de esos obsequios, más que nada porque aún no recibía el que tanto deseaba tener, era la única de entre sus amigas que no recibía el collar de del guerrero que la gustaba.

Annie y Paty ya lo habían recibido de Archie y Stear, bueno no solo de ellos sino también de otros guerreros de la tribu. ¿Qué estaría esperando Albert? ¿Es que él creía que ella no se daba cuenta de cómo la miraba cuando pasaban cerca de ellos? Sentía sus ojos azules observarle desde lejos… y le hacía recordar aquel día que él le salvó la vida años atrás cuando aún faltaba poco para hacer el juramento. Recordaba su rostro y era simplemente perfecto, aunque sus ojos azules no eran muy diferentes de cualquier otro miembro de la tribu, tenía algo especial, un brillo diferente que no podía apartar de su vista…

-¿Candy, te pasa algo? Me alegra que hayas tenido esa reacción con mi collar, la verdad es que es muy hermoso y las piedras no son muy comunes…

- Disculpa Niel, no ha sido eso, es que recordé algo. Tu collar es hermoso pero sabes que recibirlo no significa nada entre nosotros.

- Para mí, sí significa, además tiene mucho más valor que los otros que tienes.

- Sabes perfectamente que no me fijo en eso Niel. Ahora me tengo que ir.

- Ya nos veremos en el torneo Candy, llevaré un…

- Niel no me digas nada, sabré a quien elegir.

En otro lugar lejano ahí…

- ¿Tom, has visto algo extraño? Preguntaba con desconfianza, el joven que robaba los pensamientos de la princesa.

- No, aún no se divisa la caravana espero que los Beduinos no la hayan atacado, es importante que llegue ese cargamento de cereal a la tribu, si se tarda tendremos que adentrarnos más en el desierto. Contestaba con tranquilidad Tom, el hermano de Candy. Después agregaba, Albert.

- Archie y Stear son buenos guías, llevan a tus mejores hombres Tom, García se lo pensará dos veces antes de atacarlos, sabe que estamos vigilando. Tom respondía.

- Van mis hombres y los tuyos Albert, tienes tantos guerreros como yo. ¿Estás practicando para el torneo? Este año se presentarán muchos por lo visto la mayoría de las tribus traerá más de diez guerreros. Candy se debe de decidir, así que muchos competirán para sorprenderla con sus presentaciones.

- Aún es joven si dice que no, no pueden obligarla. Y no creo que la sorprendan mucho. tu hermana es una de las mejores guerreras de la tribu.

- Sí, pero desde la muerte de nuestro padre, es su deber asegurar la jefatura de la tribu, tanto la próxima princesa como el jefe guerrero. Tomé el mando por la muerte de mi padre, pero el guía de los guerreros es el hijo de mi hermana, aún somos muy jóvenes pero en cualquier momento podemos caer en el combate, eso ella lo sabe y este año va a decidirse.

- Ya he visto que le llevan collares…

- Si y será mejor que pronto le des el tuyo, hoy vi a Niel llevarle otro, con este van seis. Así que ya sabes. Además si ella me pide un consejo, amigo te daré mi voto.

- Muy gracioso Tom, sabes que sólo somos amigos, no creo que ella me vea de esa manera.

- Desde que la salvaste de aquel pozo, el día que nos fuimos a estudiar a Trípoli, creo que no ha tenido más ojos que para ti, así que creo que tienes que hablar con ella.

- Creo que lo mejor será adentrarnos al desierto, ya me están preocupando.

- Tienes razón, ven. Aunque creo que podemos seguir hablando por el camino.

- ¿Qué quieres saber?

- Hay algo que no entiendo, aún no has regalado a ninguna mujer de las tribus ningún collar, tampoco has aceptado a ninguna que se te haya declarado, la última fue Elisa y se llevó una buena desilusión. Eso sólo me hace pensar que has estado esperando a alguna de las chicas jóvenes de la tribu. Prácticamente te veo hablar con mi hermana siempre, por eso pienso que es ella.

- Tom, creo que hasta tú hubieses rechazado a Elisa, y no olvides que he sido maestro de tu hermana, tanto en armas como en sus estudios, además fue a petición de tu padre ya que quería que instruyera a su hija por haber sido el mejor alumno de la tribu, si aceptaran a las mujeres estudiar en Trípoli no me habrían encargado este trabajo a mí. Queda claro.

- Si y no… No veo el por qué no te puede gustar mi hermana.

- No hay nada malo en tu hermana y como dices es el mejor partido de la tribu, no solo por el rango si no que también en belleza, eso todos lo sabemos.

- Entonces ¿Por lo menos te gusta?

- ¡Tom!

- No veo el misterio Albert, sé que le gustas y está esperando que les des una prueba.

- Tom, tu padre me dejó a cargo de los estudios de Candy y no quiero faltarle a él.

- Albert, sabes que mi padre estaría feliz contigo, además si él te eligió para la formación de mi hermana fue porque ella misma se lo pidió y ya sabes que mi padre no le negaba nada…

- ¿Qué dices? Albert se quedaba muy sorprendido al saber esta información, era por ella desde aquella ocasión, fue ella quien lo había elegido.

- Lo que has oído hermano, mira ahí vienen tus sobrinos vamos a recibirlos.

Albert se quedaba mudo, recordando aquél día en que rescató a Candy del pozo, no es que hiciera mucho pero con un movimiento en falso habría caído en su interior. Su adorado y mimoso camello estuvo a punto de tirarla en su interior mientras lo acariciaba, ella era aún una niña… tendría unos diez u once años, y mientras le acariciaba la cabeza de su querido klin, el camello giró y si él no hubiese estado ahí se habría caído en el interior. No pudo seguir recordando más, Tom lo apremiaba a continuar rápido para saber el por qué del retraso de la caravana.

Candy se encontraba con sus amigas esperando en el pozo a sus amigos. Era lo bueno de esta tribu que tanto chicos y chicas podían estar juntos libremente, todos sabían las normas y entre los votos de los guerreros estaba el guardar a sus mujeres, quien rompía el voto era expulsado de la tribu, para después ser llevado a través del desierto y sin provisiones hacia una muerte segura, así que ante este castigo ningún guerrero o futuro guerrero había faltado a alguien de su tribu y ellas ya estaban admirando el collar de su nuevo pretendiente.

- Vaya que Niel lo tenía bien guardado, esa es una buena joya seguro que su hermana nunca tuvo algo así y estará que echa chispas en cuanto te lo vea.

- Puede ser Annie, pero no me interesa Niel, lo sabes, tuve que aceptarlo pero nada más. Paty comentaba.

- Annie, sabes que Candy nunca nos habla de su amor secreto y es seguro que cuando vea que tiene un nuevo pretendiente… por fin se declare y ella nos dirá por fin quién es. Se reían y jugaban, a lo que Candy respondía.

- ¡Chicas!, si les digo quien es, no pararan de molestarme, y él se dará cuenta, además no creo que lo hayan visto nunca.

- ¿Y por lo visto tú lo conoces muy bien?

- Si, no puedo apartar su sonrisa de mi mente desde que lo conocí…

- ¡Su sonrisa! Dijeron sus amigas a la misma vez.

- ¡Cómo has podido Candy, te tomas unos derechos que no te sirven por ser princesa! Exclamó Annie muy molesta.

- Pero de qué hablan, derecho ninguno, simplemente lo conocí antes que la impusieran el velo, el día que se fue a estudiar a Trípoli ¡Y es el guerrero más hermoso del mundo!

- Bueno Candy, discrepo en ello, para mi Archie es el mejor guerrero y seguro que para Paty lo será Stear. En todo caso nuestra tribu tiene a los mejores hombres.

- Me imagino que sí Annie, pero veremos quién sale ganador en el torneo.

- Candy, Annie, creo que los chicos van a tardar porque no nos vamos a entrenar para el torneo, las demás están al otro lado y debemos de ocupar nuestro puesto.

- Muy bien dicho Paty, mientras vamos espero que Candy nos cuente más de su guerrero de hermosa sonrisa.

- Más, creo que ya he dicho demasiado – Ante la cara de "cuéntanos por favor" de sus amigas Candy tuvo que ceder, pues sabía que no pararían – Está bien, lo conocí hace unos seis años aquí mismo en el pozo. Klin estuvo a punto de tirarme dentro en un descuido mientras lo acariciaba y él llegó en ese momento y me salvó.

- ¡Candy, que romántico! ¿No crees Annie?

- Desde hace seis años que lo conoces y no nos has dicho nada ¡Eso que somos tus mejores amigas!

- Nada de eso Annie, simplemente es mi secreto. Al principio creí que era un sueño, nunca había visto unos ojos más hermosos y una sonrisa más radiante, su rubia cabellera con sus veinte trenzas cayendo en su espalda me hizo creer que estaba soñando, él era simplemente perfecto – Dijo en un suspiro Candy, dejando a sus amigas en el mismo estado que ha ella no le pareció nada bueno – Y eso fue todo.

- Nada más ¿Pero no te habló?

- ¿No lo volviste a ver?

- ¿No sabes su nombre?

- ¿A qué tribu Tuareg vecina pertenece?

- Si, lo sé todo de él y si me habló.

- ¿Entonces por qué no nos cuentas?

- Mientras sigan babeando, cuando les hablo de él no lo haré. Parece que desde este instante ya no recuerdan a Stear ni a Archie.

- No es eso Candy, pero lo describes con tanta pasión que parece que lo estamos viendo, si suspiramos lo hacemos por ti, porque vemos lo enamorada que estás de él ¿Verdad Annie? Confirmaba emocionada Paty.

- Claro Candy, no creo que Paty a estas alturas quiera cambiar a Stear, ni yo dejaría a mi Archie por nadie del mundo. De Elisa te puedes cuidar, sabes que es una envidiosa, pero de nosotros… ¡Somos tus amigas y queremos lo mejor para ti!

- Perdón chicas, es que yo…

- Nada, no te disculpes, mejor síguenos contando de tu misterioso y guapo guerrero, qué si llevaba sus trenzas sueltas quiere decir que es un noble. Así que puede que sea alguien conocido y aunque no sepamos su nombre, puede que lo hayamos visto en algún momento junto con nuestros chicos – Candy sonrió y aceptó pues podía ser así.

- Pero esto en el máximo secreto ¿Me lo prometen?

- ¡Siiiiiiii! – Dijeron las dos chicas sin pensarlo, jamás habían pesado que su amiga había guardado ese secreto por tanto tiempo y lo que más les intrigaba era el hecho que no lo conocían.

- Bien, pero no les diré su nombre ya que puede que venga hoy con Tom, no quiero que me pregunten cosas acerca de él y menos ver sus caras preguntándome indirectas.

- Puedes seguir Candy.

Candy continuó con su relato ante las exclamaciones y preguntas de sus amigas. Les contó en el momento que le habló y que su suave acento hacía más profunda su voz, no hablaron mucho en ese momento pero se presentaron. Con el susto y el movimiento brusco que Klin hizo hacia Candy a ella se le cayó una de sus pinzas de plata repujada con el símbolo de su familia con la que se sujetaba una de sus doce trenzas.

- Creo que es tuyo, lo habrá tirado tu camello – le dijo Albert observando el escudo familiar – ¿eres la hermana de Tom, la princesa Candy? Tu hermano me habla mucho de ti, parece que eres tan traviesa como me cuenta.

- Vaya parece que mi hermano te cuenta cosas de mí, pero al parecer ha olvidado presentarnos.

- No es eso, simplemente nos conocimos hace poco cuando nuestros padres se pusieron de acuerdo para enviar a los próximos jóvenes a estudiar a Trípoli.

- ¿Entonces te irás hoy?

- Sí, he venido a buscar a Tom y creo que llegué justo a tiempo para evitar un disgusto.

- Gracias, toma te regalo mi pinza como recuerdo de este día. Le tocaba las manos la princesa, con suavidad al entregarle su pinza del cabello.

- ¿Y tú, no puedes quedarte sin ella? Argumentaba él por caballerosidad.

- No te preocupes no me dirán nada. Puedo usar alguna de mi padre.

No le dio tiempo a decir nada más, Albert tomó una de sus trenzas, y cambió una de sus pinzas por la que le dio Candy Y con una arrebatadora sonrisa le dijo:

- Así ninguno de los dos olvidará este día – Tomando la trenza suelta de Candy hizo el cambio – ahora princesa me tengo que marchar, su hermano me estará esperando espero que nos volvamos a ver cuando regrese de mis estudios y tenga cuidado.

Candy miraba a sus amigas mientras le mostraba la trenza que tenía el regalo del misterioso guerrero (como ya le llamaban ellas) no era muy diferente a las que usaba ella y por eso nadie se había dado cuenta del cambio, la diferencia era del escudo que este tenía un águila.

- Qué lindo recuerdo Candy, y lo has vuelto a ver.

- Si, muchas veces pero ya con el velo.

- Entonces creo que ya has elegido marido.

- Sí, pero no sé si él se declarará abiertamente, en todo caso no me importa hacerlo, aunque no tenga un collar suyo de hecho para mí esto – dijo sujetando su trenza – significa más que todos estos collares. Démonos prisa o llegaremos muy tarde.

Albert y Tom no tardaron en llegar a la caravana sus bravos guerreros estaban cubiertos de polvo, por lo que no tardaron en darse cuenta que la causa de su tardanza fue una tormenta de arena.

- ¿No han visto a García?

- No, pero nos enteramos que estaban hacia el sur cerca de Birket, al prever la tormenta adelantamos durante la noche así que adelantamos mucho camino, nos habrán esperado pero nosotros ya estábamos lejos de ellos. Y nos refugiamos tranquilamente durante la tormenta qué borró todos nuestros rastros.

- Muy bien Stear, me alegra que estuvieras al mando.

- ¡Alguien se acerca a la caravana!

- ¡Es Candy!

- ¿Qué hace la princesa aquí?, además no viene sola

- No lo sé Albert. No creo que sea porque está desesperada por verte – le dice Tom a su amigo en voz baja – nos iba a esperar en la entrada del pueblo.

- No estoy para bromas Tom, tu hermana no vendría hacia aquí sin ninguna razón. Algo tiene que haber pasado, vamos a su encuentro.

- Si, tienes razón. Stear, Archie quédense con el grupo iremos a ver qué pasa – Con un rápido movimiento mientras subían a sus camellos ellos cubrieron su rostro con el velo para que las chicas no les vieran la cara, esto era algo sagrado y se consideraba como un deshonor que una mujer pueda ver el rostro de un hombre Tuareg (excepto su esposa) toda la caravana hizo lo mismo y se cubrió esperando que llegara su princesa.

Sus camellos parecían volar sobre la arena, tanto Candy como sus amigas eran buenas cabalgando en el desierto y aunque el camello no es el animal más veloz si es el más resistente y ellas sabían cómo sacarle el mayor provecho a su cabalgadura en estas circunstancias.

A lo lejos habían divisado la caravana, aunque no era esa la que les interesaba en ésta ocasión. Al llegar al lugar en que el practicaban las demás jóvenes no habían encontrado a nadie, sólo huellas de que se había librado un buen combate. Obvio que las chicas no eran muchas pues armadas estaban para enfrentarse; no había dudas que habían sido secuestradas por un grupo numerosos de hombres armados, debían darse prisa si querían recuperarlas pues no había duda que se las llevaban para venderlas en el mercado de esclavos en Trípoli.

Continuará...

Muchas gracias a todas por leer.