Aquí va otro fic VxB. Espero les guste!

Aclaraciones:

- - Guiones: diálogo

" " Comillas: pensamiento

Disclaimer: Dragon Ball Z pertenece a Akira Toriyama.


1- Cuídate De Quien No Gusta De Los Gatos

Ya rondaba la hora de almorzar y sin embargo Bulma decidió ir a dar un paseo por el jardín de su casa. Hacía unos minutos había detenido su trabajo en el laboratorio pero aún conservaba su chaquetilla blanca. Rehusaba cambiarse de ropa, como si eso significara una costumbre que debía respetar para que su suerte no cambiara.

Éste sería el segundo día de ausencia de Vegeta. Cada vez que le tocaba esperar a que reparen o repongan sus artefactos para entrenar, el 99% de las veces porque él mismo los descomponía, decidía desaparecer de la Corporación hasta que la terrícola o su padre terminaran con la labor. Si la familia Briefs no comprendía que a Vegeta no le sentaba pasar tiempo con ellos, esto se los terminaba de aclarar. Quién sabe adonde iría…, pero Bulma percibía que al príncipe no le agradaba perder el tiempo y que exigía puntualidad a la hora de obtener lo que deseaba. Y si bien el arreglo se había atrasado unas horas, a la joven le resultaba extraño que aún no hubiese aparecido haciendo sus típicos reclamos. O quizás su huída se debía a algo más…

-Vegeta…- susurró.

Flashback

Luego de la explosión de la cápsula de gravedad, Vegeta desatendió su estado de salud y continuó entrenando. Bulma se fastidiaba con esto. No había forma de hacer que comprendiera. Todo acababa en discusión y esa vez no fue la excepción. Luego de que Vegeta le hubiera contestado de forma agresiva, la científica había tomado la decisión más difícil hasta ahora: no dirigirle la palabra, ignorarlo completamente. Y sí, fue difícil, pero lo logró… a medias. Frente a él demostraba su indiferencia, pero tras sus espaldas observaba con atención. Vegeta se levantaba muy temprano en la mañana, apenas el Sol salía, y ella tomaba esa oportunidad para revisar su habitación. Por varios días continuos encontró sus vendajes arrojados a la basura, ensangrentados. Eso determinaba que sus lesiones aún no habían cicatrizado.

Fue entonces cuando deseó volver a hablarle: esto no podía continuar así. "Quizás sea un hombre con un cuerpo muy resistente…" pensó. Pero se equivocó. A los pocos días, el Dr Briefs llegó hasta donde Bulma y le explicó que la cápsula había estado encendida durante 24 horas seguidas y que ello había recalentado el sistema. Y lo peor es que Vegeta aún se encontraba dentro. Había pasado un día entero allí. Bulma dejó de lado su decisión cuando se vio invadida por la preocupación. Observó a través de las cámaras internas y encontró a Vegeta arrojado en el suelo. Con toda velocidad, apagaron la máquina desde fuera y fueron a su rescate. Esta vez lo llevaron a su habitación. La joven creyó que quizás allí se sentiría más a gusto y no intentaría escapar tan rápidamente.

Luego de 6 horas de sueño, Vegeta despertó repentinamente. Agitado. Vio a su alrededor y notó que estaba en su habitación; y no sólo eso, la mujer se encontraba a su lado preparando unas vendas. Tenía una mirada tranquila y una sonrisa relajada. Intentó chequear su estado pero al querer agachar la cabeza para observarse con detenimiento sintió una tensión en su cuello: estaba desprolijamente vendado, como si lo hubiese hecho un niño.

-¿Qué-rayos? ¿Acaso estás jugando conmigo?- preguntó Vegeta.

Bulma dejó salir una inocente risa.

-¿No crees que es divertido? Pareces una momia…- dijo sonriendo –¡Sería una excelente idea para una fiesta de disfraces!-

Con toda su brusquedad, Vegeta desprendió las telas de su cuello arrojándolas al suelo. Observándose el pecho, pudo recordar un sueño que estaba teniendo hace unos minutos y que había causado su despertar. En él, pudo verse a sí mismo en algún planeta lejano, quizás alguno de los que había conquistado. Estaba sentado alrededor de un montón de miembros de seres que él mismo había asesinado: brazos, torsos, piernas, cabezas… Y él… Hambriento. Desgarrando un brazo con sus dientes.

-…¡ay, no! ¡Me falta la mano derecha!- escuchó decir a Bulma.

Vegeta saltó desprevenido ante el comentario, casi con miedo.

-¿Qué? ¿Qué has dicho?-exclamó con nervios.

-Que no te muevas, aún me falta vendarte la mano derecha…- repitió seriamente.

Vegeta suspiró.

-¿Qué te sucede? ¿Acaso viste a un fantasma? ¿O es que las heridas te han dejado sin sangre en la cabeza?- preguntó desafiante.

Sin que el saiyajin pudiera contraatacarla, escucharon un ruido en la ventana y vieron a Tama sentado en el umbral de ésta.

-Ah, no es nada… Es el gato de mi papá.- dijo Bulma.

Vegeta se limitó a mirarlo con odio. Bulma pudo notarlo.

-Y, dime, Vegeta…- aclaró su garganta -¿qué te han resultado los animales de la Tierra? Seguramente son más bonitos que los de otros planetas…-

Al no escuchar respuesta de la otra parte, añadió otra pregunta.

-¿Te gustaría tener alguno en particular como mascota?-

-¿Para qué? Si para eso ya los tengo a ustedes…- respondió con una sonrisa malévola.

Bulma sonrió. Vegeta se quedó mirándola, era raro en ella que no intentase retrucar sus sarcásticas palabras.

La peliazul tomó la mano del joven, la extendió hacia arriba y pudo observar una herida en forma de cruz ocupando gran parte de la palma. La limpió, aplicó un poco de ungüento y la envolvió con las vendas. Vegeta vigiló todo el proceso.

-Bueno, eso es todo…- culminó sin salir de su asiento.

-Oye…- la llamó Vegeta.

-¿Huh?- lo miró expectante.

-¿Por qué haces esto?-

-¿De qué hablas?- preguntó sin entender.

-¿Por qué tienes todas estas atenciones conmigo?-

Bulma jamás pensó escuchar algo así de la boca de Vegeta.

-Pues porque soy una persona muy solidaria… ¿por qué creías?- contestó mirándolo de reojo.

Ante la respuesta y el gesto, Vegeta no pudo evitar sonrojarse.

-¡Pues! ¡Porque eres una mujer muy estúpida y no sabes con quién te estás metiendo!- alejó su vista hacia un costado.

La mujer volvió a dejarlo con la última palabra. Se levantó, se acercó hacia él y lo besó tiernamente en la frente. El rostro del príncipe se volvió completamente rojo.

-Descansa…- susurró.

En esos segundos pudo sentir la proximidad de su piel, la intensidad de su aroma, la calidez de sus labios. Tras esto, quedó solo en la habitación.

Horas después, Vegeta comenzó a sentirse impaciente y determinó que debía hacer uno de sus típicos escapes. Anteriormente éstos se debían a la inutilidad de sus artefactos para entrenar, pero esta vez había algo más: la vergüenza, el beso. ¿Cómo había sido el príncipe de los saiyajin capaz de permitirle algo así? Era una deshonra para la raza fijarse en una débil humana, y sin embargo, lo había hecho. Había notado cada uno de sus rasgos, se había detenido a apreciar cada una de las sensaciones que le provocaba. Gruñía cada vez que lo recordaba. Se vistió con un pantalón y una camiseta de modo que sus lesiones estuvieran cubiertas, abrió la ventana y salió volando de allí.

Poco tiempo después, el príncipe había llegado a una de las montañas donde sabía permanecer en momentos como ése. Allí no podía entrenar, pero en la casa tampoco así que estar solo era la mejor opción. Descendió. Se sentó cruzado de piernas y cerró los ojos. Un poco de meditación no vendría nada mal. De repente, a pocos metros de él vio una camioneta bastante deteriorada estacionarse y de ella, bajarse una anciana de baja estatura. Tenía el cabello blanco y largo y llevaba un vestido a las rodillas en tonos azulados. Bajó la colina, aparentemente a buscar algo. Ese algo era un perro. Forcejeó para levantarlo pero no podía, era un animal muy grande para los débiles brazos de la señora. Vegeta la miraba desde lejos, hasta que se dio cuenta que la mujer había notado su presencia y caminaba con todo el ímpetu que podía hasta él. No lo dudó: se levantó y comenzó a moverse lejos de ella.

-¡Disculpa, jovencito!- gritó con voz ronca.

La ignoró.

-¡Jovencito! ¡Se nota que eres un muchacho muy fuerte!- exclamó sonriendo.

No sabría explicar por qué pero el comentario llamó la atención de Vegeta, tanto como para voltear a verla. Ella se notaba muy feliz de haberlo encontrado.

-Como podrás ver soy una humilde anciana que rescata animales indefensos y los llevo a mi hogar. Allí los cuido y son realmente felices… Pero resulta que este grandote me está trayendo algunos problemas…-

Ante la ya sabida continuación de la historia, el saiyan volvió a su camino con su reacción indiferente.

-¿Podrías ayudarme, por favor?- rogó la ancianita pero no recibió respuesta a cambio.

Vegeta caminaba empecinado hacia adelante, haciendo oídos sordos al humilde pedido.

-¡Vamos! Puedo ver que eres muy fuerte… ¡No te costará nada!-

Hasta que perdió la paciencia.

-¡Ya déjame en paz!- le gritó y continuó caminando.

Ya se había alejado pero aún podía verse la silueta de la señora. Sus ojos vibrantes, su ceño fruncido, su sonrisa temible.

-Te arrepentirás por esto, jovencito…-

Alzó sus brazos hacia adelante, extendió sus manos y sus ojos viraron a un amarillo brillante. Bajó sus manos y rió.

La noche siguiente, Vegeta decidió abandonar las montañas puesto que para ese entonces la máquina ya debería estar arreglada. O al menos eso le había prometido Bulma. Sabía que tendría que toparse con ella pero entonces ya tendría planeado cómo esquivarla.

Voló hasta llegar a la Corporación. Llovía y se agradeció el haber vuelto antes que el tiempo empeorara. Bajó hasta al jardín pero apenas tocó suelo comenzó a sentirse mareado. No prestó caso y continuó caminando hacia la máquina. Veía doble. La puerta de la cápsula se encontraba abierta, signo de que aún la reparación no había concluido. Apenas dio el primer paso dentro, sus piernas temblaron y cedieron el peso de su cuerpo. Cayó de lleno al piso.

Fin del Flashblack

Bulma miraba el cielo esperando ver volando a Vegeta hacia allí… pero nada. Miró hacia la puerta abierta de la cápsula. Siempre permanecía de esa manera cuando necesitaba una reparación. Como su padre intentaba ahorrar energía eléctrica, cortaba el suministro mientras durara el trabajo y sin ella era imposible abrir la puerta. "Quizás supo que no estaría lista y por esa razón no ha vuelto aún…" pensó. De pronto, vio algo de color negro moverse en la entrada.

-¡Ha vuelto!- exclamó de felicidad -¡Vegeta!-

Corrió hasta la cápsula pero la imagen con la que se encontraba no era la esperada. Vegeta no estaba. El color negro era… de un… ¡gato! Y no era ninguna de las mascotas de sus padres.

-¿Un… gato?- dijo dudosa.

El gato estaba acostado con su cabeza apoyada sobre sus patas delanteras. Era completamente negro, ni una mancha de otro color.

Apenas Vegeta despertó de su desmayo, comenzó a sentirse extraño. No recordaba muy bien lo que había sucedido durante la noche. Vio hacia arriba y tuvo que contenerse del susto. Era Bulma pero… ¡gigante!.

"¿Qué-qué-qué demonios? ¿Acaso estoy soñando?" pensó.

-Tranquilo, gatito, no te haré daño…- escuchó decir a Bulma.

Tras ella, su padre.

-¡Vaya! No parece ninguna de las mascotas de los vecinos, ¿será un callejero?- notó el Dr Briefs

Se sentía observado por ambos.

"¿'Gatito'? ¿Acaso dijo 'gatito'?" se cuestionó con temor.

Salió corriendo por el jardín hasta que se topó con un charco de agua dejado por la lluvia nocturna. Se miró a través, como en un espejo.

"¡No! ¡No! Esto no puede ser posible… ¡Tiene que ser una broma!" miró a todo a su alrededor "No puede ser que me haya convertido en un… en un… en un… ¡maldito gato!"


En el próximo capítulo, Vegeta recuerda el causante de su estado y sufre un ataque de histeria. Sin embargo, pequeñas razones lo hacen permanecer así un rato más... ¿cuáles serán? Lo sabremos en el siguiente episodio: "Apareció Completo Y Orgulloso".