Escalera hacia la muerte

"El destino es la frágil barrera que separa nuestros deseos de la realidad, una condición impuesta desde nuestro nacimiento y, en teoría, inquebrantable.

El supersticioso lo busca, el escéptico reniega de él, el cobarde se esconde a su llegada. El sabio, sin embargo, sabe que las pautas de su vida no están marcadas con maldad, y de ser así, tal vez sea conveniente quebrantar esa barrera, que no es tarea difícil siempre que se conozca el conjuro adecuado".

Capítulo 1: Ojos de serpiente

No era la primera vez que percibía en él aquella mirada: tan austera y temible como podía recordar, la misma que se le aparecía en sueños, pesadillas; esos ojos que no trasmitían más que el odio más profundo hacia todo aquello en esencia agradable, y al mismo tiempo, una incontrolable y maquiavélica ambición. El ferviente deseo de poder afloraba en esos ojos a medida que se acentuaba en ellos el color rojizo de la sangre, y el crecimiento de aquella aspiración no le auguraba nada bueno.

Decidió olvidar esa imagen, y aunque sin evitar un escalofrío, entró en el vagón del tren que la llevaría a Hogwarts. La vuelta a la escuela nunca significó para ella un amargo acontecimiento, es más, adoraba su colegio. El simple contacto con la magia la colmaba de alegría, y teniendo en cuenta que aún no había cumplido la mayoría de edad (por lo cual no le estaba permitido practicar ningún tipo de hechizo o conjuro) y el hecho de pasar el verano en un pueblecito muggle (aunque sus padres eran magos) convertían sus veranos en una intensa espera hasta la llegada del mes de septiembre.

Guardaba buena relación con sus padres, pero su concepto de diversión era diferente al de una bruja quinceañera con ganas de aventura. Prefería a sus compañeros de casa, Ravenclaw, hogar de sabios, aunque de todas formas no se sentía demasiado sabia al recibir las notas de Historia de la Magia sin embargo era indiscutiblemente buena en Encantamientos, Transformaciones, Defensa contra las Artes Oscuras y Pociones. En general podía decirse que ella, Eva Laurens, era una alumna ejemplar.

Se sentó sin hacer ruido entre una alumna de pelo rizado y un chico moreno que ojeaba su manual de Cuidado de Criaturas Mágicas, mientras a su lado, una enorme lechuza parda ululaba en su jaula. El chico pronto desvió la mirada del libro y lo centró en la recién llegada.

-Parece ser que tampoco me libraré de ti este año...- le espetó con sorna- ¿No te llegaron las maldiciones imperdonables que te envié por lechuza?- dicho esto, la chica se levantó y lo besó en los labios.

-Tus intentos por asesinarme han sido en vano. Si mi padre descubriera cualquier tipo de ave con noticias tuyas rondando por mi casa, ten por seguro que la mataría a pistoletazos.- el chico hizo una mueca de dolor y se giró hacia la inquieta lechuza.

-Ya lo has oído, Athena, en casa de Eva no somos bienvenidos...

Shawn era el novio de Eva desde hacía casi un año; hijo de padres muggles, buen estudiante, prefecto, capitán de quidditch de Ravenclaw y básicamente perfecto a ojos de quienes no lo conocían demasiado; a excepción, tal vez, de su interés por cualquier animal extraño. Tenían la misma edad e iban a cursar quinto, y sabían que tal vez el estudio para los TIMOS se impusiera a su relación. Eva se lo había comentado, pero él insistía en que no podía vivir sin ella, y que sus notas seguramente empeorarían si lo dejaban. Shawn estaba demasiado enamorado de Eva, una chica guapa aunque no desmesuradamente, de ojos grises y pelo castaño varios centímetros por debajo de los hombros y apenas metro sesenta de altura.

Estaban a punto de volver a besarse cuando una voz procedente de la entrada los interrumpió.

-Me parece que alguien está olvidando sus labores de prefecto- Se burló una chica de enormes ojos castaños que en realidad daban un poco de miedo. La mejor amiga de Eva; Julia, experta en aparecer en el momento menos oportuno.

-¡Deja a mi novio en paz, pedazo de perra!- le gritó Eva desde la otra punta del vagón, y le lanzó un libro que ella paró con la varita evitando que le golpeara de lleno en la cara, y acto seguido, lo cogió.

-¿Libro Reglamental de Hechizos, Laurens? Esto no es propio de ti...

-No he podido controlarme...- argumentó la chica castaña. Shawn se levantó ahogando un suspiro y le susurró un "te veo luego" antes de dirigirse a la puerta. Ella lo acompañó hasta la salida. Un grupo de estudiantes con la insignia de prefectos enganchada en la túnica se dirigía a su vagón correspondiente. Entre ellos estaba Riddle, con su porte firme y elegante, dirigiéndose a quien lo saludaba (que no eran pocos) con una amplia sonrisa que le iluminaba el rostro, nada desagradable, por cierto. Entonces, se preguntó Eva con inquietud¿Por qué le resultaba tan repugnante?

Todo transcurrió en un segundo: desde sus gélidos ojos clavándose en los de ella, como advirtiéndole del peligro que suponía observarlo de esa forma tan descarada, hasta el fuerte ruido de la puerta que cerró de golpe a causa de un temor momentáneo.

-¿Te pasa algo?- le preguntó una alumna de séptimo que estaba dentro del vagón, y con la que jamás había cruzado una palabra- Tienes mala cara¿seguro que no estás enferma?

Tardó unos segundos en responder.

-No... No, para nada, estoy bien, gracias.

No sabía por qué, pero se estaba obsesionando. Su instinto la obligaba a abandonar de inmediato y alejarse lo más posible de aquel chico tan siniestro, pero otra parte de su ser, aquella donde reposaba su espíritu aventurero, la impulsaba a la búsqueda de respuestas que le explicaran de una vez por todas cuál era la razón de ese mal presentimiento que sentía al ver a Tom Marvolo Riddle.

La soledad del trayecto y el constante traqueteo de tren hicieron que pronto cayera en un sueño profundo. Un bosque lejano se abría paso ante ella, de vegetación que jamás había conocido; un deseo la impulsaba a adentrarse en él, sucumbir a la aventura...

-Eva... yo de ti me despertaría... ¡¡Eva!!

-¡¡Oh!!- despertó de golpe y casi hizo que Julia, perdiera el equilibrio

-Gracias- pronunció cuando por fin la vio despierta.- Ahora recuerda: Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, Gran Comedor, Selección de las casas, Banquete anual... Oh Dios mío... ¡Pastel de chocolate!!

Y como si se les acabara de activar un muelle, ambas corrieron a toda prisa hacia el centro escolar, llegando a encontrarse con la multitud que atravesaba los pasillos y, finalmente, entrando en el esperado comedor. Las mesas aún no estaban llenas, pero Shawn y algunos amigos sí que se encontraban allí, charlando animadamente, probablemente sobre quidditch.

-¿Hablando de mí en secreto?- Eva apoyó los brazos en los hombros de Shawn y le habló casi al oído.

-No seas tan egocéntrica y deja de usar mis hombros de posabrazos.

-No te quejas tanto cuando tú usas mis pechos de cojín- los amigos de Shawn rieron, y éste se puso algo rojo ante la falta de vergüenza de la chica.

-Eso es... diferente.- carraspeó, y en un susurro sólo audible para ella, dijo- Mejor lo discutimos luego.

Una vez la sala se hubo llenado, el director Dippet pronunció su discurso anual, y entre el tintineo de las copas y el repicar de platos y cubiertos, la cena terminó y los estudiantes cansados se fueron a dormir.

El horario de ese año no iba a ser demasiado complicado para Eva, en un principio, ya que a demás contaba con algunas horas de estudio extras que la ayudarían a prepararse para sus TIMOS; y debía reconocer que no había empezado el curso nada mal, ganando varios puntos en Transformaciones y Herbología el primer día y sacando la mejor nota de su clase en el trabajo de Encantamientos que presentaron dos días más tarde. Tampoco pasó desapercibida en Pociones: el profesor Slughorn anunció al iniciarse la clase que sus alumnos de quinto predilectos estaban autorizados a asistir a sus "fiestas privadas", pues a los más pequeños, por órdenes del director, no se les permitía. Sin embargo, su falta de atención en Historia de la Magia no gustó al profesor Binns, cosa que le hizo perder diez puntos a Ravenclaw.

Llegó la segunda semana y con ella el primer partido de quidditch: Gryffindor contra Slytherin, duelo de titanes. Shawn pensaba que ese año podía llevar a su equipo a la victoria, y para ello decidió que debía analizar al oponente de forma precisa y así descubrir sus puntos débiles.

Así fue como ese mismo sábado por la mañana, Eva, Shawn, Julia y Derek (el hermano menor de Julia y un buen amigo de los chicos) se dirigieron al estadio de Hogwarts con sus bufandas azules y plateadas bien sujetas al cuello. Era un día ventoso, pero el tiempo no frenó a los jugadores, que tras el pitido del árbitro se alzaron en el aire y se esparcieron por todo el campo. La buscadora de Gryffindor, una chica pelirroja de tercero, revoloteaba incansable en busca de la pelota dorada frente a un fornido joven de sexto que jugaba en su misma posición, pero en el equipo contrario.

-Esa es Sarah Wood. Es buena. El año pasado nos dio problemas.- aclaró Shawn, al encontrar a Eva observándola.

-A mí me da más miedo su contrincante- expuso Julia.

-Sí, parece más grande. Dolohov es realmente temible, incluso en la vida real. Pero me temo que de nada sirve ser grande en la posición de buscador- aclaró el capitán de Ravenclaw, que no paraba de anotar datos en una libreta.

-Entonces¿por qué es titular?- preguntó un confuso Derek.

-Verás... Slytherin no tiene las mismas ideas del quidditch que el resto de las casas.

En ese momento, Wood, quien parecía haber divisado algo, después de ser perseguida por Dolohov, fue empujada violentamente por éste sin que el árbitro lo viera.

-A eso me refería...- insistió Shawn.

Las gradas rugieron en señal de desacuerdo, pero eso no impidió que Dolohov siguiera con su estrategia. De hecho, minutos más tarde derribó a la pequeña Wood y se hizo con la snitch. Slytherin había ganado el partido por 210 a 180. Paradójicamente, los ganadores recibieron abucheos por parte de todas las casas menos la suya.

-Jamás te fíes de un Slytherin, es ley de vida.- concluyó Shawn antes de reunirse con su equipo de quidditch para aclarar una serie de puntos.

-Yo creo que exagera.- opinó Julia.

La tarde del sábado pasó volando. Tras deducir que quedarse en los jardines de Hogwarts no era una buena idea a causa del mal tiempo, permanecieron en la sala común jugando a naipes explosivos y riendo al ver la cara de frustración de Derek cada vez que perdía. El domingo transcurrió aún más rápido que el sábado y de repente ya estaban a lunes. Con el cansancio reflejado en su cara y pocas ganas de atender, por primera vez en dos semanas, Eva tenía ganas de tomarse unas vacaciones. Todo le parecía realmente aburrido y pensó: "¡ya podría ocurrir algo interesante!"

-¡Buenos días, buenos días!- repitió el siempre alegre Slughorn meneando su panza mientras andaba a trompicones por la clase.- hoy tengo una sorpresa preparada... pero por favor¡sentaos!

Los alumnos se miraron con expresión desconcertada. No se hacían a la idea de cuál podía ser la sorpresa.

-Bien. El otro día me comentasteis que teníais problemas para realizar la poción Multijugos.- inmediatamente se corrigió- ya sé que no sois todos, disculpad que generalice... ¡Pues bien!, yo hice todo lo posible por explicarla, y creo que los apuntes quedaron claros.- hizo una pausa para tomar aire- La cuestión es que en este colegio tenemos una serie de estudiantes con claras aptitudes para el estudio de pociones que obtuvieron en sus TIMOS excelentes calificaciones. Afortunadamente, algunos de ellos tienen esta hora libre y se han ofrecido a ayudaros... ¡Sed agradecidos!

Dicho esto, un conjunto de chicos y chicas de séptimo, de Hufflepuff y Slytherin entraron en el aula. Eva se estremeció. Se había olvidado de él pero allí estaba; con esa apariencia serena, andando con seguridad y a la vez envuelto en un aura de falsa modestia. Al repartirse los ayudantes rezó para que no le tocara con él. De alguna forma, sus oraciones hicieron efecto y Tom Riddle se sentó al lado de un grupo alejado de chicos de su curso, entre ellos Julia.

-¡Tú!- la zarandeó una chica de Slytherin, devolviéndola a la realidad- No tengo todo el día.

Más que ayudarla, la Slytherin parecía empeorar su trabajo. No dejaba de dar órdenes molestas y la mayoría incorrectas. Mientras regañaba a dos de sus compañeros, Eva se giró y lo vio. Como si del profesor de pociones se tratara, guiaba al resto con seriedad, y por la expresión de sus caras diría que estaban obteniendo buenos resultados. De pronto algo le ocurrió mientras los chicos añadían unos ingredientes por su cuenta y frunció el ceño. Dio media vuelta y la miró directamente. Tom Riddle la estaba sonriendo desde el otro lado de la sala.

-¡Se te quema la poción, imbécil!

-¡Oh, oh vaya!- respondió al grito de la Slytherin. Afortunadamente Slughorn no evaluó esa poción, y Eva, desconcertada, se quedó con la imagen en mente de aquella aparentemente amable sonrisa.


NDA:

·Editado de nuevo, nunca acabará de gustarme este capítulo, parece ser...

·Gracias a Cherry Moon, mi Beta, por el tiempo que se ha tomado corrigiéndolo (una gran ayuda). Ala, le dedico el capítulo xD.