Rin rin rin sonó mi despertador que simulaba la figura de un tierno sapo verde anunciando el comienzo de un nuevo día ¡Clack! Sonó el pequeño aparato al ser apagado por una mano que salía de un bulto de sabanas de colores pastel adornadas con flores blancas.
_Maldición, no otra vez.
Eran las 5 am. Replique contra mí misma por haber vuelto a desvelar me la noche anterior, pero no era una opción para mi rechazar las invitaciones de mi mejor amiga al club Lucero, su temperamento al ser rechazada no era algo que me gustaba ignorar además después de todo es allí donde trabaja el chico que tanto me gusta.
Me levante con pereza de la cama y encendí la luz de la habitación en el interruptor junto a mi cama. Después de adaptarme a la luz abrir mi armario para ver que me ponía el día de hoy, estaba decidida a conseguir el trabajo en la nueva cafetería junto a la escuela. Opte por un pantalón negro semi formal, una blusa blanca en cuello V que se ajustaba a mi cuerpo y una chaqueta rosa pálido con unos zapatos de tacón bajo que hacían juego con esta. Peine mi cabello dejándolo suelto y recogí mi fleco con un prendedor dejándolo de medio lado.
Prepare café y unas tostadas para comer en el transmetro. Antes de salir me eche un vistazo en el espejo y salí de mi apartamento.
El café Shikon siempre había sido un lugar donde jóvenes se reunían a pasar la tarde, charlar entre amigos y olvidarse de los problemas de la vida disfrutando de un buen café. Siempre había querido trabajar allí y ahora que había conseguido la entrevista no perdería la oportunidad.
El transmetro me dejo en la parada y camine unas cuantas cuadras al café. Era un lugar agradable, decoración de los años 80 todo estilo retro. Me senté en una de las mesas acolchonadas a esperar con otras colegialas interesadas en el puesto. Algunas se miraban bastantes serias con falda, saco y un maquillaje sobrio. Las demás contrastaban vistiéndose con faltas cortas, blusas demasiado pegadas para mi gusto y un maquillaje exagerado. Sinceramente yo nunca he tenido la necesidad de usar maquillaje, me gusta mi rostro tal y como es.
Fui la última en ser llamada. La entrevista transcurrió de maravilla y el café me había caído de maravilla para aliviar el malestar del desvelo. La dueña quedo en llamarme esa misma tarde. Teniendo el día libre decidí dar una vuelta por el parque.
Apenas eran las 7 de la mañana cuando caminaba sola por el parque. El viento soplaba suave causando una agradable brisa y se podía emanar el aroma de todos los rosales del parque pero algo no estaba bien. Yo no era la única en el parque a esa hora y me sentía vigilada.
Poco a poco fui aumentando la velocidad al caminar para poder llegar a un lugar seguro pero la persona salió de entre los árboles y apresuro el paso igual que yo. Llevaba un jeans, playera corinta, una chaqueta de cuero y su rostro estaba cubierto por una gorra negra. Era más veloz que yo por lo que empecé a gritar pero era inútil no había nadie cerca del parque. Corrí por todo el lugar intentando lo perder escondiéndome detrás de unas estatuas enormes e intente bajar mi respiración. Durante unos minutos no vi pistas de esa persona que me vigilaba y me decidí a salir. Unas manos me atraparon por atrás y me llevaron a un rincón entre los matorrales, luche logrando me zafar al meterle una patada en la entrepierna pero rápidamente se recuperó y me volvió a agarrar golpeando me contra la pared hasta que ya no pude más. Se abalanzo encima mio y empezó a retirar mis prendas a la fuerza. Llore en vano, solo me quedo cerrar mis ojos y esperar lo peor.
_¡Déjame maldito!
Abrí los ojos estupefacta al ver un lobo, más bien un perro blanco como la nieve abalanzándose sobre el bastardo que había intentado violarme. Le había mordido la pierna dejándola ensangrentada y el hombre intento huir pero el animal no lo dejo lleno de furia acorralándolo y clavando su mandíbula en su cuello mientras se retorcía del dolor hasta que el cuerpo quedo sin vida.
Yo había cerrado mis ojos y llevado mis piernas al pecho abrazándolas para protegerme. Tenía miedo. Cuando deje de escuchar los gritos y el silencio inundo el lugar abrí los ojos para encontrarme con la mirada fija de ese perro caminando lentamente hacia mí con un porte elegante. Esos ojos dorados ya los había visto antes.
