Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, si así fuera pues... mejor me abstengo(?. FT es propiedad de Hiro Mashima y este fic participa en el reto: Cumplir la petición del foro Cannon Island.
La canción es: You are my sunshine - Johnny Cash.
Advertencias: Ya que al parecer no debo reiterar mis "discursos de políticos", no advertiré nada. Podrán notar los errores por su cuenta(?.
Notas de Autora: Iseeeeee *hearts* mi mamá gallina, esto no es digno de ti. No leas, POR FAVOR NO LEAS, me avergüenza. Este fic nació como un OS bien hurt/confort, pero mi horrible suerte con la tecnología quiso que mi lap se fuera a dormir con lo peces y debiera reescribir en menos de dos horas... ¡explícame cómo es que he cambiado toda la trama! xD
Antes que nada: NO, NO DEJARÉ A JUVIA ASÍ. Todo tiene una explicación lógica que ¡Oye! tú conoces bien, Ise 7u7
Este fic será una serie de no más de tres drabbles, espero eso no te incomode. Y bueno, apesta, pero me niego a no cumplir contigo. Gracias por la hermosa persona que eres y por el cariño.
Don't take away my sunshine away.
—He's gone—
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"You are my sunshine, my only sunshine. You make me happy when skies are gray."
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No.
Él dijo que no.
Te quedas ahí, observando cómo se aleja. Observas su ancha espalda y reprimes el deseo de correr detrás de él y abrazarlo con fuerza, aprisionándolo entre tus brazos para siempre y así jamás tener que verlo partir.
Continúa andando, no mira atrás. Se aleja de ti y a cada paso que da en dirección contraria a la que te encuentras, puedes sentir que un abismo se forma y va ganando tamaño entre los dos.
«¿Por qué?»
¿Por qué no dijo que sí? ¿Por qué él tampoco ha podido aceptarte? ¡Se supone que el sería diferente!
«Por favor, quédese.»
«Por favor no deje a Juvia.»
Deseas gritarle, suplicar que no te abandone y que te brinde una última oportunidad —una oportunidad para ser mejor, una última oportunidad para amarlo—, pero no puedes.
Tu garganta duele y tu voz se ahoga entre los sollozos que hacen temblar tu frágil cuerpo. Porque sí, así te sientes: frágil y desprotegida; sin sus fuertes brazos para protegerte y sin su cálida sonrisa para darte valor.
—Lo siento Juvia, no quiero estar contigo.
Sus palabras no dejan de repetirse dentro de tu cabeza. Su voz resuena como un interminable y violento eco, golpeando fuerte y evitando que cualquier pensamiento coherente logre hacerse paso por tu mente.
Duele; duele como nunca nada había dolido antes, excepto quizá, su muerte.
Su imagen se hace cada vez más distante, su figura se difumina y no sabes si es a causa de las lágrimas que no dejan de brotar o porque tu cuerpo se rinde poco a poco a causa de la tristeza.
No quieres una vida sin él, no la concibes. Tu cuerpo —irónicamente— lo reclama como al agua, esencial para mantenerse en funcionamiento. Todo tu ser suplica que lo detengas, que lo hagas cambiar de parecer.
Tu existencia lo reclama casi con egoísmo, quieres su felicidad pero no entiendes por qué no puede ser contigo —si tu vida le pertenece—.
—No somos compatibles.
«No es cierto.»
—No serás feliz conmigo.
«Nada podría hacerla más feliz.»
—Y yo no lo seré jamás contigo.
«¿Por qué?»
—Lo siento, Juvia. Simplemente no sucederá.
Y los fragmentos de tu ya partido corazón, vuelven a desmoronarse ante la reiteración masoquista del discurso homicida en tu mente.
¿Acaso fue tu insistencia? ¿Lo presionaste?
¿Acaso fue el obsequio que con tanto amor escogiste? ¿No era adecuado?
¿Acaso… no fue suficiente? ¿Tú no fuiste suficiente?
Nunca lo fuiste y nunca lo serás. Podrás cambiar tus ropas, tu cabello y hasta tu modo de actuar, pero no puedes cambiar lo que eres y siempre serás. Eres la mujer de la lluvia, aquella que acarrea consigo la miseria; alguien solitario e indigno de amor.
Alguien que no es merecedor de la magnificencia del sol.
Por eso tu astro ahora se hace distante, tanto que su luz ya no es capaz de alumbrar tus tinieblas y las nubes grises se forman sobre tu cabeza, dispuestas a darle compañía a tu nueva soledad.
No sabes cuando, pero tus rodillas ceden; te caes al sucio suelo y tus uñas se entierran en la tierra, mientras un único grito desgarrador se escapa de tu garganta haciéndolo detenerse en su trayectoria.
El mundo se paraliza, la tierra detiene rotación y traslación. Una chispa de esperanza se enciende en tus orbes zafiro y tus labios tiemblan, casi deseosos de sonreír.
Él voltea, gira su cuerpo y te observa llenandote de vida por un instante —porque ese es el poder que tiene sobre ti—, pero cierra sus ojos y es como si apagara las luces y te dejara varada en la completa oscuridad.
«No.»
Gira sobre sus pasos y vuelve a darte la espalda.
«Por favor, no..»
Y nuevamente inicia su andar, ampliando la distancia entre ambos y llevándose tus deseos de vivir en su bolsillo.
La lluvia empieza a caer, de principio como una suave llovizna que acaricia tu rostro y mimetiza tus lágrimas, pero pronto se intensifica y te ves perdida entre la tormenta, incapaz de divisar el más mínimo rastro de su figura.
Se fue.
Se fue y te dejó sola.
Se marchó y consigo se llevó tu alma, volviéndote nada más que un recipiente vacío.
Se marchó y con su ausencia volvió la lluvia, porque el cielo llora las lágrimas que tú no puedes. Porque el dolor es tanto, que tu pequeño cuerpo no alcanza para expresarlo.
Porque lo amas, lo amaste desde el primer momento y no tienes dudas de que siempre lo harás. Porque él es el dueño de tus cielos despejados, él es tu sol.
Pero la mujer de la lluvia, no es digna de tanto esplendor.
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—777—
—Gracias por leer—
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*Por cierto, escogí no concretar aún —aunque el Gale lo haré para esta semana seguramente— las otras dos peticiones, debido a que tratan directamente con el manga y no e gusta ir en su contra u.u
