TIENES QUE CERRAR EL CÍRCULO PARA ENCONTRAR LA VERDAD
CAPÍTULO I
-Nunca ha sido fácil… desde el principio todo fue extraño entre nosotros pero hoy… hoy no hay nada.
Tantos años junto no hicieron más que acumular dolor y frustración. En algún momento de la vida nos perdimos. Hoy no quiero verlo. No más, me hace daño su presencia, pero sobre todo los recuerdos.
No lo odio, no puedo. Eso sería casi imposible pero su simple presencia no hace más que recordarme el dolor sentido por tanto tiempo. Su presencia ausente, creo que nunca quise percatarme de ello. Siempre estuvo a mi lado sin estarlo. Estaba ciega, enceguecida por una pasión mal sana, o quizá, mejor dicho por una devoción enferma.
Me envolvió en su pasión, el huracán de sus dolores y sus deseos frustrados. Su búsqueda infructuosa y dolorosamente egoísta. No lo podía ver, era casi incapaz de darme cuenta de ello. Lo veía en la mirada de todos los que me amaban y no supe interpretarlo o comprenderlo. Di mi vida entera por él, figurada y literalmente. Lo perdí todo, incluso a mi hijo.
Aquello por lo que siempre luché era une espejismo, un hermoso espejismo… miento, siempre fue un doloroso espejismo al que, de la manera más masoquista me aferré. Quizás por inseguridad, quizás por el poco valor que le di a mi propia existencia, llegué al punto de desaparecer y convertirme en simplemente una dolorosa sombra; la sombra de su locura y deseos.
Ya no más, hace años que decidí que ya era tiempo de continuar. Aquello que durante años me pareció impensable e incluso imposible, se convirtió en un apremio, en algo que debía hacer si pensaba segur viviendo.
A su lado era imposible, me arrastró y me dejé arrastrar hasta un abismo de oscuridad y paranoia que nos fue envolviendo hasta que poco a poco nos consumió por completo.
Se lo dije muchas veces, no era capaz de escucharme, de comprenderme… siempre fui yo la encargada de ese departamento. Siempre fui yo la que debió comprenderlo, la que se arrastraba hasta el fin del mundo por el miedo a perderlo. No me importó… no me importé.
Han pasado años para que haya logrado ver la realidad, años para perdonarme por haber sacrificado más de la mitad de mi vida por seguirlo.
Ya me perdoné e incluso he logrado perdonarlo a él. Pero no puedo verlo, no puedo acercarme a ese remolino de nuevo. No soy lo suficientemente fuerte como para contenerme, no sé si sea capaz de lograr manejar mis emociones estando cerca de él. Tengo miedo de odiarlo definitivamente, tengo miedo de verdaderamente convertirlo en lo pero que le ha sucedido a mi vida.
-Pero Dana, ustedes siempre han sido uno. No recuerdo el día en el que ustedes hayan estado…
-Discúlpame Walter pero no quiero seguirte escuchando, de verdad es muy difícil para mí. La respuesta es no y no hay nada que me pueda hacer cambiar de parecer. Tú sabes que te debo mucho y no quiero que dudes del gran cariño y aprecio que siento por ti. De hecho, si hoy estoy aquí es únicamente porque tú me lo pediste.
-Por lo mismo, necesito que me escuches. Lamento en el alma lo que ha pasado y créemelo, ustedes dos han sido muy significativos para mí. Desconocía por completo esta nueva situación. Creo que siempre los di por sentado, en ningún momento de mi vida hubiera pasado por mi cabeza que ustedes pudieran no estar juntos. Ni en mis más locos pensamientos existía esa posibilidad.
-Créeme, durante muchos años pensé lo mismo. Siempre me vi a su lado, no cabía en mi corazón o mi mente otra opción pero eso se acabó. Fue él, fui yo y sobre todo la vida la que se encargó de nosotros.
Sabes, cuando era joven… cunado nos conocimos, yo tenía creencias, valores… ilusiones. Yo soñaba con una familia, con una vida estable… no era diferente a ninguna chica de mi edad. Quería demostrar que podía ser independiente y fuerte… en eso se me fue la vida Walter. Hoy estoy recogiendo los pedazos de mí. Me ha costado mucho pero lo estoy logrando, por favor no me hagas esto.
-Insisto, siento en el alma escucharte hablar de esa manera pero hoy tendré que hacer caso omiso. Esto… lo que me hizo buscarles es mucho más importante que ustedes. Creo que al final me lo agradecerás… se trata de los expedientes.
Esto pensaba tratarlo con los dos al mismo tiempo pero en vista de esta nueva circunstancia, me temo que no me queda más opción que tratarlo con cada uno por separado.
-No me interesa Walter, justamente eso es lo que acabó con mi vida… no estoy dispuesta a volver a escuchar de eso nunca más en mi vida.
-Sólo escúchame, es muy importante. Si después de escucharme sigues opinando lo mismo tendré que respetar tu decisión pero no pienso dejarte ir sin que me escuches.
La puerta se abre abruptamente y sin previo aviso.
-Disculpa la demo…
Un silencio sepulcral invadió la habitación.
Scully se levanta de su asiento como impulsada por un resorte.
-Yo me tengo que ir…
La voz de Mulder le retumba en lo más profundo del alma.
-No, si es por mí quédate, el que se va soy yo.
-No es necesario, yo ya escuché lo que tenía que escuchar. Me voy…
Skinner se levanta de su asiento y con la voz de mando más severa que puede encontrar, grita con la mandíbula apretada.
-Suficiente, no sé que ha pasado entre ustedes y francamente en este momento no me importa, hay cosas más importantes que debemos tratar y las trataremos los tres juntos… nadie sale de aquí hasta haberme escuchado por completo.
Dana mira a Skinner con los ojos centellantes y con el rostro enrojecido, aprieta los puños y se sienta murmurando entre dientes.
-Yo no soy la que se comporta como niña aquí…
Mulder con fuego en la mirada pero sin perder el humor ácido y negro que le caracteriza, responde.
-¿Quieres compartir algo con la clase Scully?
Scully a punto de responder, es interrumpida por un Skinner molesto.
-Ya está, o se comportan o los mando al demonio a los dos y créanme, a ambos les interesa escucharme.
Siéntate Mulder.
-Así estoy bien, gracias. Me falta crecer un par de centímetros… quizás deberías intentarlo Scully.
Scully enfurecida se levanta de su asiento, toma su abrigo y su bolsa y se dirige a la puerta.
-Suficiente, no tengo por qué aguantar esto, no hay nada que me haga soportar este infantilismo de nuevo…
El grito de Skinner la hace girar violentamente.
-William…
El rostro antes enrojecido de Scully se torna en un segundo en una palidez lívida. Casi sin pensarlo y como autómata se sienta de nuevo. Mulder por su parte cambia el gesto burlón de unos instantes por un gesto de pánico.
Scully ya sentada consigue articular algunas palabras que parecen provenir de lo más profundo de su miedo.
-¿Qué pasa con mi hijo, qué sabes de él? ¿Dónde está? ¿le ha pasado algo verdad?
Mulder con un gesto casi mueca, murmura entre dientes.
-Nuestro hijo…
Scully apenas atina a voltear hacia donde él se encuentra y le dirige una mirada fulminante, pero corrige.
-Por favor Walter, dinos que ha pasado con nuestro hijo.
-Se los diré pero antes tienen que escucharme con calma. Han pasado muchos años y en este tiempo las cosas han cambiado mucho. No quiero que se desesperen, necesito de toda su atención y paciencia.
Ambos asienten al unísono, ellos no se percatan de ello pero Skinner si lo hace. En el fondo siente un calosfrío recorrer su cuerpo, ese par significan mucho para él. Como le había dicho a Scully, en el fondo siempre admiró el amor que se profesaban y de algún modo le queda muy difícil creer que todo eso se hubiera acabado. Se niega a aceptarlo, él los conoce muy bien y no cree que todo ese amor, compañerismo, sincronía y entendimiento se haya acabado así de pronto. -Esas cosas nunca se pierden…- piensa para sí mismo, mientras toma fuerza y trata de ordenar sus ideas.
-¿Recuerdan el caso del niño con los estigmas? No recuerdo bien, creo que su padre lo protegía del mal que quería acabar con él. Un empresario que quería matarlo… no recuerdo bien…
Mulder y Scully al unísono dicen.
-Kevin…
Scully murmura.
-"Tienes que cerrar el círculo para encontrar la verdad"
Mulder se concentra en los labios de Scully tratando de entender sus palabras. Sin percatarse se pierde analizando sus facciones. Hacía tanto tiempo que no la veía que comienza a estudiar de nuevo todo en ella. Al principio sus labios, observa hipnotizado el movimiento, luego sube un poco la mirada hacia el contorno de su perfil; alcanza a ver el claro azul de sus ojos, sus pestañas y las arrugas que ahora enmarcan la mirada de ella. Son pequeñas líneas que le dan un toque interesante para su gusto. De pronto se sorprende pensando que Scully está más bella que antes, tiene un toque distinto, una madurez hermosa. Esas pequeñas líneas de expresión le dan un toque de serenidad y fuerza que antes no tenía. Antes su rostro era casi infantil, muy al principio parecía casi una niña y al paso de los dolores que su incansable culpa le atribuía a él mismo, ella había ido cambiando, su rostro se había ido transformando más severo, triste quizás. –Todo por mi culpa- pensó.
Al salir de su letargo reflexionó.
-¿Qué tiene que ver ese caso de hace tantos años con mi hijo y sobre todo, para que nos llamaste?
Scully aclara de inmediato.
-"Nuestro hijo" y sí, para qué nos llamaste. No entiendo.
-Ese chico ha vuelto y los ha buscado a ustedes.
Mulder, ya un poco exasperado.
-Sí, pero qué tiene que ver eso con "nuestro hijo".
Esta última parte la enfatiza, tratando de poner punto final a esa pequeña lucha estúpida que han iniciado.
-El joven asegura haber encontrado al "Mesías"…
Scully ya en tono desesperado. No aguanta estar más tiempo cerca de Mulder, tiene una mezcla de sentimientos que la incomodan, quizá no logra identificarlos todos pero el que resalta es exasperación. Su sola presencia y sus actitudes la sacan de quicio y las ideas vagas de Skinner aumentan su desesperación
-No entiendo qué tiene que ver eso con William (tratando de evitar ya la discusión de la propiedad filial)
-Él asegura que el mesías es William y que sabe como encontrarlo.
Ambos sienten un vuelco en el corazón, el tema de William ha sido factor fundamental en su separación. El dolor de perderlo, la imposibilidad de buscarlo y el silencio al que los confinó. Ambos sienten la necesidad de abalanzarse contra Skinner e interrogarlo cual delincuente. Miles de preguntas se agolpan en sus mentes pero Skinner no les da oportunidad.
-Pero eso no es lo más importante…
Ambos intentan reaccionar pero Skinner continúa sin hacerles caso.
-Le he dicho que muchas cosas han cambiado y cosas muy importantes que los involucran a ambos. Existe una nueva organización, un nuevo "Sindicato" y está buscando lo mismo que ustedes… a William.
Es urgente que nosotros nos adelantemos a encontrarlo, por el bien de William pero sobre todo, por el bien de todos.
Aparentemente a lo largo de estos años, las piezas del ajedrez se han recuperado y reacomodado. Están trabajando de nuevo y la única manera que tenemos de ir un pazo delante de ellos es reabrir los Expediente X de inmediato.
Ya he hecho las diligencias necesarias para que eso suceda, me ha costado mucho convencer a las altas esferas de que es necesario y lo he conseguido pero no puedo hacerlo sin ustedes. Créanme, a nadie más que a ustedes les interesa hacerlo.
Creo que no tienen mucho tiempo para pensarlo, de hecho deben decidirlo en este momento. Lo más que puedo hacer por ustedes es dejarlos solos un momento para que lo discutan, pero necesito una respuesta ya.
Se levanta de su escritorio y sale de la oficina.
Scully clava su mirada en sus manos y Mulder en el cabello largo y pelirrojo de ella.
No hubo gritos ni llanto, el dolor ya había logrado sobrepasarlo todo, era tan grande y había permeado hasta los más profundo de su relación.
Fue un acuerdo callado, sin palabra, así como había sido casi toda su relación.
Ni ella ni él podían recordar el momento en que se hubieran sentado a hablar de ellos, siempre evadían las palabras. Habían confiado tanto en su conocimiento muto que olvidaron hablar. Hay ocasiones en que las miradas no son suficientes, hay momentos en que los gestos se pueden malinterpretar.
Su relación como su amor fueron admitidos de facto, decidieron estar juntos sin decirlo, simplemente se fue dando. A la vuelta de los años se descubrieron como una pareja que vivía junta, sin casarse. Conociéndose tanto pero a la vez tan poco.
Él sabía del dolor profundo que el alma de Scully cargaba pero no hizo nada, no dijo nada para confortarlo. Ella nunca lo permitía, las pocas veces que él intentaba hablar del tema, ella respondía con su clásico "estoy bien Mulder". En algún punto esa frase comenzó a sentirse como una barrera infranqueable. Él sabía de su dolor, pero él cargaba el propio. Ella sabía del dolor de Mulder pero, por no lastimarlo evitaba tocar el tema para no recriminarle. En el fondo ella se sentía tan culpable por haber abandonado a William y fue transformando su culpa en recriminación. De algún modo él la había dejado sola y ya no estaba segura de haber tomado la mejor decisión, si él hubiera estado con ella, quizás las cosas hubieran sido diferentes.
Como bola de nieve, esos pensamientos y sentimientos escondidos se fueron acumulando hasta aplastarlos.
Él en algún momento, cuando fueron buscados nuevamente por el FBI, trató de salir del letargo en el que había caído. Ella aparentemente se sentía bien con su nueva vida, "una vida normal" como ella la llamaba. Ella creía tener un hogar, pero en el fondo eso que tenían nunca llegaría a ser un hogar sin William. La imagen y el recuerdo de su hijo comenzó a ser una sombra y una lápida que arrastraban ambos.
Él se recluyó en su estudio durante años, mientras ella jugaba al doctor. Mulder sentía que le estaba pagando a ella los años de entrega y pérdida, él sentía que de alguna forma debía sacrificarse por ella, como ella lo había hecho por él durante años.
Eso lo fue hundiendo y perdiendo, al tiempo que a ella le pasaba lo mismo. Terminado su nuevo acercamiento a esa vida pasada, vida que a él le revitalizaba, supo que si volvía a ser él, la perdería definitivamente e intentó rescatar lo que quedaba.
Eso no duró, el intento fue infructífero. Al volver de esos maravillosos días juntos en esa isla en el caribe, la realidad los golpeó de pronto. Nuevamente el encontraste con la vida que pudieron haber tenido junto a su hijo, ensombrecía cualquier posible futuro sin él.
Sentados en el borde de la cama, con el corazón hecho pedazos, ambos en silencio decidieron terminar.
No había más intentos por hacer, finalmente la vida había logrado lo que nadie había podido… separarlos.
La voz profunda y un poco ronca de Mulder finalmente rompió el silencio.
-Es por él…
Scully entendió el mensaje o eso creyó, la expresión de Mulder le sonó definitiva, ya no tenían nada más en común mas que su hijo. Sintió una punzada en el estómago o más bien en el corazón y respondió con toda la frialdad de que fue capaz.
-Exacto, solamente por él.
Las palabras de Scully le helaron el alma, no sabía cuanto le dolía todavía hasta que escuchó las frías palabras de Scully. Ya no tenían nada más en común.
No se dieron cuenta de que nuevamente, sin palabras volvían a estar de acuerdo.
Ambos salieron del despacho de Skinner y al verlos éste supo que se habían puesto de acuerdo.
-Vamos a su oficina…
Ambos, como autómatas pero sin percatarse, sus cuerpos se dirigieron sin pensarlo hasta el elevador y Scully pulsó el botón del sótano.
No cayeron en cuenta que a pesar del tiempo, aquello era tan cotidiano. De alguna forma era reconfortante para sus cuerpos y sus almas el volver a aquél lugar tan familiar.
Skinner observaba sus movimientos tan cotidianos y fluidos que le pareció que el tiempo no había pasado. Al abrirse las puertas del elevador, caballerosamente ambos dejaron que Scully se adelantara e inmediatamente después, Mulder la siguió poniendo su mano en la cintura de ella. Un gesto tan de ellos, tan de antes que Skinner no hizo mas que sonreír. Parecía que ninguno de los dos se había dado cuenta de lo natural que era para ellos, para sus cuerpos el estar en constante contacto, ese contacto tan sutil pero reiterado.
Unos pasos adelante, ambos parecieron darse cuenta porque de inmediato ella aceleró el paso y él retiró la mano de su cintura, en un gesto casi infantil de haber estado tocando algo prohibido.
Skinner sonrió de nuevo, parece que volveremos a las andadas pero ahora de forma diferente. -Volveremos al estira y afloja de este par-.
-¿Quién les dijo que esa seguía siendo su oficina?
Ambos voltearon al unísono, Skinner sonrió de lado y caminó hasta la puerta de la mítica oficina de los Expedientes X. Cruzó entre los dos para abrir la puerta y entró.
Ambos se quedaron paralizados unos pasos antes sin siquiera asomarse, eran tantos años de recuerdos, de vivencias, que todo se les agolpó de pronto. Nueve años de su vida ahí pero sobre todo las consecuencias de esos nueve años.
-¿Se van a quedar ahí todo el día?
A Skinner le parecieron un par de niños asustados al verlos asomar por la puerta.
-Lo único que no pude conseguir fue ese extraño poster que tenías Mulder. Bueno, en el escritorio está el expediente del chico, Kevin. Cualquier cosa, ya saben donde encontrarme.
Skinner sale del despacho sin decir más. Ninguno parece percatarse, están tan ensimismados observando la oficina, todo parece estar igual, parece que el tiempo no hubiera transcurrido, excepto por la computadora, el teléfono y que ya no hay fax.
La primera en hablar es Scully.
-¿Sólo un escritorio?
Mulder molesto, recordando un viejo incidente contesta ácidamente.
-Espero que no te vuelvas a hacer un tatuaje sólo por eso.
Scully cansada de su agresión le contesta alzando la voz. Ellos nunca han discutido a gritos, nunca se lo han permitido pero su tono es claramente molesto.
-No pienso volver a lo mismo contigo, hagamos lo que tengamos que hacer. Recuerda que sólo estamos juntos por William… trabajando de nuevo, quiero decir.
El titubeo de ella al pensar que Mulder pudiera malinterpretar su expresión pero sobre todo usarla en su contra con un mal chiste, le produce a Mulder una gran ternura. Ella nota ese cambio de expresión en su mirada y siente que un golpe de sangre le sube a la cabeza, más bien le recorre todo el cuerpo… esa mirada… esa mirada siempre la desarma… ¡desarmaba!, se corrige y reprime a sí misma. Trata de retomar la compostura y hecha un manojo de nervios comienza a revolver entre los papeles que hay en el escritorio.
Él la observa con más ternura aún, sus movimientos llenos de nervios tratando de ocultar su rostro sonrojado, lo mata. Siente correr por su cuerpo un calor intenso, al principio lo identificó como coraje por la expresión de ella sobre "sólo un escritorio", pero sobre todo recordó los celos que le produjo el saber que una simple discusión la había arrojado a los brazos de un sicópata. Pero después, ese primer impulso se confundió con la ternura que ella le sigue produciendo cuando trata de hacerse la fuerte y templada y su rostro la traiciona sonrojándose.
La observa, todos sus movimientos son un poco torpes. Él se da cuenta de que el folder en el que ella busca la información del chico no contiene más que una hoja con un número de expediente. Rodea el escritorio y se sienta en la que solía ser su silla y enciende la computadora.
-Préstame el expediente…
Ella voltea y lo ve sentado frente a la computadora y se siente en ese momento un poco tonta y anticuada. -Por supuesto, ahora los expedientes deben estar en la máquina y no impresos Scully- se recriminó.
Rodeando el escritorio, se coloca detrás de él. Sin percatarse, se inclinó hacia él por su espalda y recargó una mano sobre el escritorio tratando de ver con más claridad las pequeñas letras en el monitor. Si antes necesitaba lentes para leer, ahora ya le eran indispensable. Pero su gesto es un poco… provocativo. Su pecho se recarga parcialmente sobre la espalda y hombro de él. El escote de su blusa de seda deja al descubierto la mitad de su pecho. Él sin pensarlo voltea hacia ella y la observa pero su mirada queda fija sobre su escote –Ahora usa blusas de seda- pensó. Ella le mira a los ojos y se percata de a dónde está dirigida su mirada y es en ese momento en el que él levanta la vista y se clava en los ojos azules de su compañera.
Eso nunca les había pasado antes, sus acercamientos en otras épocas eran sutiles; roces, miradas, sonrisas. Pero ahora se sentía diferente, ahora habían compartido tanto tiempo la cama juntos, que las cosas se sentían diferentes.
La inercia y costumbre ahora le permiten a Mulder observarla de diferente manera que antes. Ahora Mulder conoce su cuerpo a la perfección; su cuerpo desnudo y vestido. Su aroma, pero no el aroma del perfume que en otros tiempos le enloquecía, sino el aroma de su piel, el natural… su humor; ese aroma que sólo en pareja identificas y que tu cuerpo reacciona ante ello sin pensarlo. Es cotidiano a pesar de haber pasado tanto tiempo sin haber estado juntos.
Él no se percata pero más allá de ver el escote de Scully, lo que su cuerpo está haciendo sin pedirle permiso es inhalar profundamente el aroma de la piel de Scully.
Es un instante en el que ambos se pierden, se pierden uno en la mirada del otro. Scully sin darse cuenta tampoco, ha hecho lo mismo, al estar tan cerca del cuello de Mulder ha inhalado un poco y su cerebro recuerda de golpe el cuerpo desnudo de él sobre su cama. El aroma combinado de ambos la golpea de repente y la saca de su letargo. Un calosfrío recorre su espalada, toda la piel de su cuerpo se eriza y la impulsa a alejarse de golpe, su respiración se acelera levemente y se entrecorta.
Él también trata de alejar ese pensamiento de su mente y concentrarse en la pantalla de la computadora. Con un tono de voz que suena un tanto amodorrado, casi como de recién despertado de un sueño profundo, le pide a Scully.
-Me puedes dictar el número de expediente por favor.
Esa voz… profunda y seria de él le suena tan…
Ella busca en la bolsa de su abrigo las gafas para leer el expediente. Él la observa nuevamente con ternura. Se ve tan adorable frunciendo levemente el seño para tratar de enfocar.
-Yo tampoco alcanzo a leer sin lentes ahora.
Ella sonríe un poco de lado y esa arruguita junto a sus labios le parece espectacular. Él sigue observando cada uno de sus gestos. Ahora le parece una mujer tan atractiva, madura y brutalmente sexy. Algo ha pasado con Scully que el tiempo le ha sentado mejor que a nadie. Ya no se ve dolorida como cuando estaba a su lado -estar lejos de mí le ha sentado de maravilla- pensó Mulder mientras la observa embelesado. –Ya no es tu mujer Mulder- se repetía una y otra vez. De pronto un pensamiento que había sido recurrente en él todos estos años, asaltó su mente de nuevo atormentándolo –¿Estará con alguien?-. El sólo hecho de pensarlo nuevamente le hizo hervir la sangre.
Mientras ella permanecía ajena al soliloquio mental de Mulder, ella se debatía igualmente en su mente. –Dana Katherine Scully, recuerda que no debes permitir que tus sentimientos te traicionen, estás aquí por tu hijo y nada más que por eso. Recuerdas a Daniel, también pasó. Mulder pasará… algún día, pero pasará-. Trataba de auto convencerse de ello con todas sus fuerzas. De inmediato su propio pensamiento la desmintió… -Cómo puedo comparar a Mulder con Daniel, Mulder es el padre de mi hijo… el hombre que más he amado… pero también el que más me ha lastimado… recuerda Dana, por más amor que haya habido entre nosotros o quizás más bien de mi parte, eso no quita el hecho de que la persona que más amas en el mundo es aquella que también tiene el poder de destruirte por completo. No lo permitas de nuevo Dana, no te lo permitas-.
Mulder seguía esperando a que ella le diera el número de expediente para ingresar en la computadora, pero mientas lo hacía observaba el caleidoscopio de emociones que transitaban por el rostro y sobre todo la mirada de Scully. Por un momento vio como su rostro se enrojecía un poco y los ojos se le aguaban. Vio dolor pasar por su mirada y mucha tristeza. De pronto se descubrió controlando su impulso de pararse y abrazarla. Abrazarla tan fuerte que lograra absorber ese dolor, pero si no pudo hacerlo mientras estuvo con ella, mucho menos lo lograría ahora, después de tanto tiempo. Él atribuyó ese dolor en la mirada de Scully al recuerdo de su hijo, en ningún momento pensó que él fuera el causante de ello. Nuevamente se repitió aquella consigna y promesa que se hizo a sí mismo… -La única manera de devolverle un poco de lo que le he quitado es lograr regresar a nuestro hijo a su vida-.
-Y bien…
Scully reaccionó ante la voz profunda de Mulder, casi se sobresalta al escucharlo y sentirse un poco descubierta en su ensimismamiento. Se pone los lentes y comienza a leer. Al pasar por sus ojos el nombre de aquél muchacho, de golpe recordó un poco de él. Sus manos ensangrentadas y su mirada angustiada. Prácticamente no recordaba detalles del caso, quizá grandes rasgos pero nada concreto, habían pasado tantos años.
-XF-10131568
Scully lee con pausa, Mulder ahora se percata del tono un poco más profundo de su voz, más controlado, un poco más serio.
Mulder teclea; ella observa sus manos. La desconcierta encontrar de pronto un tatuaje en su dedo anular. ¿Se habrá casado, significará un compromiso?, debe ser algo muy importante para él. –Qué esperabas Dana, que siguiera enamorado de ti, que le hubiera puesto pausa a su vida. Si tú no lo hiciste, por qué habría de haberlo hecho él-. El se da cuenta de inmediato de lo que ella observa y en tono casual dice.
-Es un recordatorio… algo así como el hilo rojo en el dedo para no olvidar algo…
Ella no sabe como interpretar su explicación, le suena más a justificación.
-No te he pedido explicaciones, es tu vida y puedes hacer con ella lo que te plazca.
El tono agresivo de ella lo hacer reaccionar, en ocasiones siente que con ella no se puede controlar, ni para bien ni para mal. Esa mujer revuelve su vida, sus emociones y sobre todo sus pensamientos. Siempre pensó que la conocía a la perfección pero al tiempo descubrió que sabía menos de ella de lo que creía, sobre todo cuando se trata de sus emociones, recordó aquellos momentos en los que no pudo entender las acciones de Scully, el tatuaje por una discusión por un escritorio, su huida misteriosa con el fumador. –Hay días en que siento que no la conozco-.
-Claro, como tú con la tuya. Cada quien se tatúa lo que quiere y por las razones que quiere.
Zanjando el tema ella le da vuelta a la página de inmediato, no quiere comenzar ese tipo de discusión. Ya fueron muchos años en que los reclamos velados les hicieron mucho daño.
-¿Qué dice el expediente?
Nuevamente ella se reclina sobre de él para tratar de leer en el monitor, ahora Mulder se deja llevar y se reclina hacia atrás para acercar un poco más su cuerpo al de ella y sentir su pecho sobre su espalda; ella por su parte no se retira. Ambos alcanzan a percibir sus respiraciones un poco aceleradas y entrecortadas. Ambos piensan que quizás se deba a su enojo o tensión. Sus alientos tan cercanos, nuevamente respirando el mismo aire, compartiendo el mismo espacio personal, invadiéndose y dejándose invadir. Tan cotidiano para ambos, se siente tan reconfortante la cercanía.
Ambos sienten dificultad para concentrarse a pesar de saber que el asunto que les ocupa es de suma importancia. Poco a poco van dejándose llevar por la cotidianidad y aquellos años juntos. Comienzan a leer al tiempo y Scully de pronto murmura entre labios "Tienes que cerrar el círculo para encontrar la verdad". Mulder voltea abruptamente, lo que lo deja muy cerca de los labios de Scully. Por un instante ambos contienen la respiración, pero pasado un instante Scully se aleja.
El gesto de ella le ha parecido claro, ella no quiere estar cerca de él, por lo menos no de esa manera o bueno aparentemente ni de esa ni de ninguna otra. Él aclara un poco la garganta y pregunta –¿A qué te refieres?. Ella trata de recomponerse después del pequeño momento. Inhala aire profundamente y le explica.
-Desde que Walter nos mencionó el caso, de golpe recordé esa expresión. Recuerdas que…
El hace un gesto de inmediato, un gesto un tanto arrogante. Ella resopla un poco y dice en un tono casi sarcástico.
-Ya sé, tú recuerdas todo.
Él sonríe de lado con expresión de niño que ha ganado algo.
-Pero si recuerdas todo como dices, entonces por qué me preguntas a qué me refiero.
La pregunta le saca un poco de balance, efectivamente puede recordar muchas cosas pero la memoria fotográfica no funciona de esa manera. Son imágenes las que recuerda con claridad, -Como por ejemplo tu cuerpo- piensa para sí. La mente es tan increíblemente rápida que en ocasiones somos incapaces de seguirla o de controlarla. Este pensamiento lo ha asaltado e incluso tomado por sorpresa, lo que lo hace balbucear un poco.
-Eh… Eh… recuerdo el caso y la frase, pero lo que quería saber es por qué la recuerdas tú con tanta insistencia.
-¿No te parece obvio? Fue lo que nos llevó a resolver el caso.
-Te llevó a ti, a resolver el caso.
Él la corrige tratando de ser caballeroso pero el tono le sale mal. Ella frunce un poco el entrecejo y levanta su ceja derecha hasta casi tocar el nacimiento de su cabellera.
-Porque tú nunca me creíste, cuando se trataba de mis creencias religiosas tú eras el hombre más escéptico del planeta. Espero que en esta ocasión abras tu mente a otras posibilidades.
Mulder al escuchar esta expresión salir de los propios labios de Scully no puede contener una sonora carcajada.
-¡La escéptica doctora Scully pidiéndome a MÍ que me abra a las posibilidades…!
Lo dijo sin pensarlo dos veces, de verdad le causaba gracia la expresión de Scully.
Scully sintiéndose presa del gesto de burla de Mulder arremete contra él.
-Yo me abrí a las tuyas sin pensarlo…
-Por favor Scully, no hay nadie que nos escuche… huéleme… soy yo. A quién quieres engañar, pasaste casi nueve años sin creerme.
-Quizás no te creía pero te seguía, nunca te dejé solo en tu búsqueda…
-¿Mí búsqueda? Creí que era nuestra búsqueda, creo que nunca te obligué a seguirme.
-NO me obligaste, lo hice porque te amaba demasiado como para dejarte solo…
La acalorada discusión y las últimas palabras de Scully le gestan a Mulder un impulso incontrolable. Se levanta de golpe de la silla y se abalanza contra ella en un sólo movimiento. La toma por la nuca y la acerca un poco a su cuerpo, pero el gesto de desconcierto de ella; su mirada, el impulso de echar su cabeza hacia atrás, poner sus manos sobre su pecho en una acción defensiva, lo hace reaccionar. La hubiera comido a besos de no haber reaccionado ella de esa manera, el nunca la besaría a la fuerza y mucho menos en contra de su voluntad. La respeta demasiado, pero en ocasiones siente que no puede controlarse con ella. En otras épocas siempre lo logró, siempre pudo controlar sus impulsos pero ahora es diferente, no ha dejado de sentirla suya. De alguna manera su cuerpo le exige que la tome, que es de él, pero su razonamiento lo limita. -Ya no es tu mujer Mulder, no tienes ningún derecho.-
Ella no puede pensar, de la nada él ha saltado de la silla y abalanzándose sobre de ella la tomó con fuerza. Mil pensamientos cruzaron por su cabeza pero sólo un sentimiento invadió su cuerpo, pasión. No pudo pensar, simplemente su cuerpo reaccionó de forma defensiva. El fuego en la mirada de Mulder la asustó pero sobre todo su movimiento intempestivo. Al detener él su movimiento apresándole la parte posterior del cuello y atrayéndola un poco hacia él, sintió una descarga eléctrica que recorrió todo su cuerpo, la sangre subió hasta su cabeza de golpe y le hizo contener la respiración. Un instante que se prolongó en el tiempo lo suficiente como para que ella sintiera la respiración agitada de Mulder bajo sus manos; sus manos que se posicionaron sobre el pecho de él. En un gesto casi involuntario, movió un poco sus pulgares sobre aquél pecho fuerte y esculpido. Sintió el fuego que quemaba su rostro, la mirada centellante de él sobre sus ojos, sus labios. Por un instante ambos se olvidaron de respirar.
Igual que como inició, terminó. Él la soltó de pronto, se tomó la frente con la mano y comenzó a caminar de un lado para otro murmurando.
-Perdóname… perdóname… no debí… esto no está bien… no sé si pueda soportar esto.
Tomó su abrigo y azotando la puerta tras de sí, salió sin decir una palabra más.
Scully se quedó de una pieza, casi petrificada sin hacer movimiento alguno, recordó que debía respirar. –Qué diablos fue eso Mulder… maldición, qué carajos fue eso…- pensaba mientras trataba de acompasar su respiración y los latidos de su corazón. Llevó su mano a su pecho tratando de controlarse y fue el momento en que lo sintió. Sintió ese calor que se expande por el pecho y que prácticamente lo hace estallar. Lo tenía tan controlado que pensaba que ya nada la haría sentir eso de nuevo. –Maldita sea Mulder…-
