-O sea, como que tu gusto por la moda ha ido volviéndose un poquitito más aceptable.
-¿Qué dices? A mí me agrada como me visto –La húngara se echa un vistazo rápido, conforme con su vestimenta. El rubio, que se mantenía caminando a un lado suyo negó levemente con la cabeza.
-Ya, pero insisto en que deberías abusar más del rosa ¡Como que es el color más bonito! Y a ti, se te vería ultra bien.
-No lo sé, a mí no me gusta tanto el rosa como a ti, Feliks –Comenta divertida la castaña, picándole un poquito para molestarle.
El polaco le mira más que indignado ante semejante comentario, si la chica no le conociera, en ese momento estaría segura de que le estaría tirando alguna maldición por pecadora.
- ¡Debería! –Se cruza de brazos en manera de regaño, provocando que la castaña soltara una que otra risita por lo infantil que era su amigo, sobre todo en esos temas.
Ambos se encontraban sentados uno al lado de otro en una de las tantas juntas mundiales, desde hace bastante tiempo que habían agarrado por sentarse de esa manera, no por algo eran los mejores amigos ni nada. Hasta tenían un día para celebrar la amistad entre polacos y húngaros, día completamente sagrado para ambos.
- Hallo marimacho, chico rosa –Saluda uno de los hermanos germánicos, situándose de mala gana en el asiento a mano izquierda de la húngara.
-Menudo entusiasmo, o sea, como que qué te pasó?
-Déjame adivinar –Se lleva una mano a los labios, pensativa- Te peleaste con Lud –Afirma a los pocos segundos, como si fuera una cosa obvia y pan de cada día.
-Ja..-El albino levanta las piernas y reposa sus pies sobre la mesa, acurrucándose en su silla, enfurruñado- no es culpa mía, West está cada vez más irritable.
La húngara le dirige una miradita a su amigo rubio, mientras ponía los ojos en blanco, provocando la risita de este.
-Como que mejor me voy a hablar con Liet.. –Se excusa al sentir la mirada disgustada del albino sobre su persona.
Elizavetha apoya sus brazos sobre la mesa, mirando de reojo al prusiano, invitándole a que continúe con su relato.
-Tsk.. ¡Es una tontería! –mira la chica como se fuese una insensatez- ¡Se ha enojado porque he reventado sus condones con vaselina en el living! ¿Puedes creerlo?!
-…..-Apoya su cabeza en una de sus manos- Te creo, y merecido que te lo tienes. Sólo a ti se te ocurre hacer esa estupidez –Responde con tranquilidad, compadeciendo al pobre alemán que tenía el albino por hermano.
- ¡Maldita traidora! ¡Ya te estás poniendo de parte suya! Debo decirte que eso no es para nada awesome! –Se incorpora rápidamente, señalándole con el dedito acusador.
-No seas idiota, cualquiera se enojaría si revientas condones en su living, además de que es un desastre limpiarlo –Saca la lengua disgustada al pensar siquiera en ello- Yo en su lugar, te hubiese cortado la cabeza.
-¡Pero ni siquiera fue idea mía!
-¿De quién fue entonces?
-Del jodido gabacho –se cruza nuevamente de brazos- ha sido una penitencia por no querer haberme tirado a una tía, que por cierto, estaba buenísima.
-Oh Gilbert, mon ami, tú estuviste de acuerdo al momento de trazar las reglas- El francés se desliza por medio de los presentes hasta llegar a un costado del albino y posar sus manos en los hombros de este- Antes no te quejabas –Murmura cerca de su oído de manera sugerente, de manera que la húngara pudiese escucharle también- ¿No es así, Antoine?
El español no demoró en hacer acto de presencia, acercándose hasta el lugar de la mesa en que se encontraban su par de amigos.
-Claro, antes ni asco le hacías –Responde sonriente, posicionándose en el costado libre del alemán.
La húngara, ya harta de los comentarios depravados de ese trío se puso de pie rápidamente, incómoda.
- ¿Ungarn?
-Podrían mantener estas conversaciones en privado ¿Saben? No todos queremos enterarnos de sus jugarretas sexuales y sus estúpidas consecuencias –Revisa su entorno rápidamente, buscando una cara familiar con la cual poder hablar sin tener que pasar malos ratos como ese. De inmediato, reconoce las facciones del austríaco, sonríe, abriéndose paso entre el trío de idiotas para poder dirigirse hasta él.
-Creo que la hemos cagado –Comenta un español arrepentido, esperando la reacción del albino.
-Ya se le pasará –El de la melena rubia procede a ocupar el puesto anteriormente utilizado por la húngara, cruzándose de piernas- O quizás no, ¿Qué piensas hacer, cher?-Pregunta, refiriéndose al alemán.
-¿Por qué debería hacer algo?-Les observa completamente perdido, provocando un largo suspiro en el español y el francés.
-Y yo pensaba que tú eras el lento, Espagne
El aludido levanta una ceja al no enterarse a qué se refería el francés. El galo entorna los ojos, preguntándose en qué momento decidió juntarse con ese par de bobos, quizás fuese el destino el que quiso que estuviese a su lado para ayudarles, pero en ciertas ocasiones le resultaba un poquito frustrante.
- Vue, Gilbert –Señala a la húngara, que se había visto interrumpida en su camino de saludar al austríaco por una desagradable sorpresa.
-Anda ya, ¡esos dos se van a matar! –El español observa preocupado el futuro desenlace del encontronazo. El prusiano abre los ojos de par en par, sentándose correctamente en la silla con una rapidez increíble. Por otro lado, el galo sonríe satisfecho, debido a la reacción inmediata de su amigo albino.
El ambiente rápidamente se tensó, la ultima vez que ese par se pusieron a pelear en una de las juntas ninguno de ellos salió bien parado.
-¿A quién le dices plagio de Edward Cullen, tú, jodida húngara?-A metros de distancia se podía sentir como el rumano intentaba contener el odio y la cordura en esas palabras, en cualquier momento explotaría- Sin ofender, Anglia.
El sonido de la loza inglesa chocar no demoró en escucharse. La taza derramó un poco de té sobre aquel refinado plato, mientras que el británico alzaba las cejas con sorpresa, pues aún no entendía por qué demonios siempre utilizaban ello como insulto.
Pobre Arthur.
Desde otro punto de la sala, el bad friend trio no pudo evitar reír de manera ahogada, recibiendo una mirada ácida por parte del inglés.
-Uy, que cuco joder –Se mofa el español, incitando al francés reír aún más.
Un fuerte sonido hizo estremecer a los presentes, la húngara había golpeado con fuerza la mesa como único método de desahogo disponible para no matar allí mismo al rumano. Dios sabía que estaba usando todo su autocontrol y mucho más.
-Caramba, me perdí.. ¿Qué le dijo? –Pregunta el español, más que perdido por la distracción con el inglés.
-Mierda, ni idea, sus risas me desconcentran –Reclama el prusiano molesto por no haber logrado escuchar nada.
-Pero si te reíste con nosotros, cher.
-Shhtt!
-¿Qué? ¿Lo vas a negar? Sólo te falta la brillantina para ser idéntico, de seguro te llevas un premio por ser una buena imitación, o mejor, quizá incluso te confunden con él. Aunque me parece, que el solo hecho de compararte con él, es un insulto para el pobre, me retracto de mis palabras, cualquiera sentiría asco al ser comparado con semejante aberración.
Aunque estos comentarios intercambiables entre ellos eran únicamente de adorno, con el solo hecho de mirarse podrían ponerse a pelear.
Polonia, molesto por la situación carraspeó.
- ¿Es que como que nadie piensa detenerlos?
Silencio general.
-Sólo un poco más, Da.. –El ruso observaba todo completamente intrigado, la última vez fue un completo espectáculo para la vista, quizá esta vez también lo sería.
Un escalofrío recorrió la espina del prusiano al escuchar hablar al ruso, seguramente decía eso porque quería esperar hasta la parte en que ambos sangraban y seguían golpeándose. Recordarlo no le hizo ni una pizca de gracia. Se acomodó el cinturón de sus pantalones, atrayendo la mirada de sus dos amigos.
-¿Prusia? –preguntan al ver como el albino se arreglaba de repente.
-Ya está bien, ninguno de los dos son ni un octavo de lo awesome que soy yo y aún así se llevan toda la atención –Intenta parecer molesto, aunque lo único que quería era detener esa pelea sinsentido.
El español y el galo apoyan una de sus manos en cada hombro del albino, dándole su completo apoyo.
-Creía que vendrían conmigo..
-¿Estás loco tío? Tengo razones para seguir viviendo –se excusa el hispano, soltándole.
-Lo lamento, ami, pero no quiero terminar con dos costillas rotas y la nariz chueca otra vez, bonne chance –Retrocede un paso, poniéndose a un lado del español.
-Excelente.. –Murmura desanimado el de ojos rojos, dirigiéndose hasta el centro de la disputa, poniéndose al medio de ambos y separándolos con los brazos para mantener una distancia prudente entre ellos.
Cosa que ni el rumano ni la húngara parecieron notar, su existencia era como si fuese un poco más de aire entremedio que no les permitía acercarse más. Pero ello no fue impedimento para que ellos siguieran intentando agarrarse y golpearse, aplastando al pobre prusiano que intentaba retenerlos como podía, doblándose de maneras completamente antinaturales.
Pasado un rato el albino creía que moriría de asfixia o por un golpe, los cuales no había podido evitar que se diesen entre ellos completamente, el rumano poseía el rostro arañado puesto que solo las uñas de la chica lograban alcanzarle y la húngara tenía uno que otro moretón en el rostro. Cuando pensó que nadie podría detenerlos, porque él ya casi ni sentía los brazos, apareció el anfitrión del lugar.
-STOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO OOOOOP! –Grita el estadounidense, haciendo acto de presencia- Someone need help?! –El radar de ayuda del norteamericano estaba encendido al 100%.
-Bastard, you are late! –Reclama el inglés, con los nervios de punta. Y quién no. Hasta a Suecia se le veía tenso.
-It's OK! Here is the hero! Hahahhahahaha –ríe escandalosamente, para luego observar la escena, reparando en que los países en conflicto no eran más que Rumania y Hungría.
Yao Ming.
Estuvo a punto de hacer eso, pero no tenía de otra, después de todo él era un héroe. Se acercó rápidamente hasta ellos, obteniendo la atención de la pareja para alivio del albino, quien comenzó a respirar como Dios manda luego de salirse de entre ellos.
-Hey, Hey! What's the problem?
-Ha sido Rumanía quien ha comenzado –Responde sin apartar la mirada de su oponente, en caso de que quisiera comenzar nuevamente la pelea.
-Ya claro, es bastante fácil echarle la culpa a los demás ¿No, Ungaria?-Cuestiona con ironía.
-OK, Stop please! Debo informarles a ambos que la última vez dejaron destrozado mi salón y no fue un chiste repararlo, yo sé que soy un héroe y todo pero no me hace gracia el que destruyan mi casa cada vez que vengan, it's clear?
Ambos guardaron silencio, la castaña bajó la vista avergonzada por su comportamiento, mientras que Rumanía simplemente asintió con la cabeza.
El albino agradece la intervención del americano, suspirando notablemente aliviado, cosa que no pasó desapercibida por el francés, quien le dio un leve codazo al español para que prestase más atención y mirara a su amigo.
- ¡Cómo que quedaste horrible! –Chilla el polaco mientras corría al encuentro con su amiga, inspeccionando si tendría algún daño irremediable o algo- ¡Deberías verte el rostro! Como que ya sé que soy un súper genio con el maquillaje y tal, pero esto no podré cubrirlo solo con una capa de base ¿Me oyes? –Y como siempre comienza a regañarle, recibiendo a cambio el silencio de la húngara y agradecimiento.
-Serás torpe –El albino se acerca hasta la castaña y el rubio, una vez hubo recuperado el color natural de su piel en un vago intento de disimular su preocupación- ¿Cómo estás?
-No ha sido nada, no exageren –Responde incómoda, pues la mayoría de las miradas se centraban en ella y sus raspones, la otra mitad en el rumano, que era atendido por Bulgaria mientras este mismo le regañaba.
-Elizavetha y Feliks, fuera –Sentencia el recién llegado alemán, que con el solo hecho de verle las caras los presentes sabía que ocurría- Luego se les informará sobre la reunión.
-Ve..
Los aludidos no pudieron hacer más que obedecerle, saliendo lentamente en fila india de la sala. Seguramente reprendería primero al rumano y luego a ella en privado.
-Chica, Tremendo escándalo
-Lo odio, juro por Dios que lo odio –Comenta molesta, eran contadas con los dedos de las manos las veces en que terminaba de esa manera y montando ese tipo de shows. Ahoga un grito de frustración, todo era por culpa de ese .. ese… rumano- ¿Qué es lo que hice mal para merecer esto?
-Venga, primero vamos a camuflar esos golpes, como que pareces cualquier cosa menos tú.
Y con ese comentario, ella sonrió.
Solo esperaba que su castigo no fuese demasiado desproporcionado.
