Los héroes estaban luchando con un Akuma, donde en ese instante Chat Noir había sido enviado lejos por él, cayendo en un callejón y ante esa distracción que se generó, su Lady aprovecho para tomar el objeto Akumatizado y purificarlo, derrotándolo en el proceso.
— ¿Chat? —Pregunto Ladybug, girando su cabeza, mientras observaba a su alrededor por si lo divisaba y así poder realizar su habitual saludo de victoria.
Siguió haciéndolo por un rato, hasta que lo encontró en un callejón dentro de una pequeña caja estando volteada de un costado, sobresaliendo por la misma desde su torso para arriba, quien tenía una sonrisa de oreja a oreja y los ojos dilatados estirando sus manos para atrapar esa mariposa que volaba cerca suyo.
— ¿Q-que estás haciendo? —Le pregunto Ladybug llegando hacia él, sentándose en cuclillas. Una parte de ella quería reírse por lo que presenciaba y otra le provocaba ternura lo que estaba viendo. Sonrojándose levemente en el proceso y sin poder evitarlo, esbozando una boba sonrisa.
—Solo me dieron ganas de entrar en la caja. —Le dijo el minino sin borrar esa enorme sonrisa. — ¿Quieres acompañarme? —Le pregunto con un tono sugerente, moviendo las cejas de arriba hacia abajo.
—No. —Contesto cortante, parándose y optando una actitud seria, cruzándose de brazos, una razón era porque no quería y otra era porque si quería (algo imposible) no se podía, ya que no había lógica de que pudiera caber en esa pequeña caja que se le notaba que a Chat Noir le fascinaba.
Al escuchar Ladybug los pitidos de su aretes. No perdió un segundo más y se despidió del gatito que seguía disfrutando felizmente estar en esa posición, observando como la mariposa se alejaba.
— ¡Diviértete con tu pequeña caja! —Exclamo dándole la espalda, encaminándose hacia la salida del callejón, mientras desaparecía de la vista del gatito, sin hacerle el menor caso a sus suplicas porque se quedara, quien también había empezado a escuchar el pitido de su Miraculous.
Entretanto Ladybug tiro su yo-yo y se fue balanceando a su hogar, mientras una sonrisa surcaba por su rostro, acompañándola una leve risa, al imaginarse que algún día se le dé por jugar con su yo-yo como si fuera una bola de estambre.
Podía suceder. Con ese gato tonto todo podía pasar.
Y al llegar a su casa y al destransformarse otra vez rio, al recordar a Silly Kitty con su Little Box.
