La causa de mi resurrección.
Prefacio:
Mi mente se adentro tanto al subconsciente de mi tormento. La locura de amarlos se torno amarga e incoherente, la enemistad se volvió mi aliada, la tristeza se convirtió en estupidez pasada, y ellos; ellos se transformaron en mi eterna droga, en mi pequeña obsesión. El miedo es lo que me obligo a respetarles y obedecerles tal cual dios se ama en tierra de ateos. El dolor de no ser como ellos no supero el deseo de morir, a pesar de desearlos aun mas que la misma muerte. Es tan confuso.
Mi cabeza giraba a mil por hora, con la única idea de ser alguien más, alguien que no solo agradara a aquellos perfectos e impresionantes seres humanos (si es que se les puede llamar así). Alguien que tan solo por el placer de ser se volviera perfecta. Alguien que fuera lo suficientemente impredecible y aventurera ante la idea de tal tormento.
Tengo en cuenta que la idea de ser impredecible e irreconocible, me dará el coraje suficiente con un toque de valentía, y con estos dos elementos unidos lograr sobrevivir ante tales adversidades. Temerles no era una opción, quizás amarles era más acorde a lo que ellos deseaban; pero ser irrevocablemente diferente, totalmente una fenómeno salida de un manicomio, eso era lo que me daba la fuerza suficiente para no dejarme caer y llegar a sentirme inferior a ellos. El hecho de pensar siquiera en temerles no es lo que yo exactamente quiero, aunque ellos me obligan a hacerlo. Y es que me trataban como si mi deber y obligación era estar con ellos. Por alguna extraña razón yo no reclamaba.
Lo inevitable mueve su curso y se torna oscuro para que solo yo pueda ver la claridad de mi miedo, el cual se reflejara por la eternidad en su rostro, y quizás por eso me llegaron a odiar.
Pero el hacerle frente a sus problemas y arriesgarme a adoptarlos como míos es lo que me infringe suficiente valor como para no llegar a caer en el pánico y la ansiedad que yo, con toda certeza sabia que me iría a matar. Y para ser honesta era lo que con tanto fervor estaba esperando. Pero a pesar de sus pequeñas incertidumbres (de los míos sobre todo), ellos siempre serán mi apoyo inmaculado e intachable.
Quién diría que la vida diera vuelcos tan desastrosos y mataran cada desilusión que tenia y convertirla en un amor (casi venganza) y de alguna manera sin siquiera lograr percatarnos de lo antes dicho. Éramos tres tontos. Tratando de ser más maduros, más "normales", más como otros, y no como somos ahora.
Los dones, o como sea que alguien común o corriente lo diría, no ayudaban en nada. La metamorfosis de humano a eso, era la cusa de todos mis miedos.
Yo no era esta y nunca lo seria, porque no es lo que yo deseo. Mi único deseo es morir, morir y rencontrarme con mis seres amados. Como siempre debió de ser.
Muerte, qué significado tiene para mí la muerte, no es solo una simple palabra que llena un vacío en la vida de un ser humano común y corriente como yo. Sabía que esta cosa me ayudaría a salir de todos mis problemas y a detener todo ciclo que por obligación se tiene que seguir. Nacer, crecer, reproducirse, morir; que fácil suena. Pero cuando hablamos de madurar, las responsabilidades, la supervivencia, los sentimientos. Todo cambia y da un vuelco de ciento ochenta grados. Porque entonces nada nos parece igual.
El destino
(Bella)
¿Mis sueños? Yo no gasto mi tiempo en esas cosas tan superficiales y egoístas, no ahora que todo lo he perdido, y que sola he quedado. Los sueños son para la gente que tiene tiempo de ser alguien más sin tener que rendirle cuentas a nadie. Yo por otra parte, me evito la pena de tener más sentimientos que los el del sufrimiento que me causa mi existencia. "Nadie merece tu lastima o que tú la causes", decía mi madre.
Lo único que deseo es tenerla de regreso conmigo, como siempre debió de ser. Es lo único.
Bella
Las cartas de decepción nunca me salían bien era pésima.
Yo, en mi habitación como es de costumbre, en una silla gastada de madera, con un escritorio semi usado, escribiendo con la tenue luz de una lámpara en forme cónica, al lado izquierdo mi pequeña cama, de entre estas dos en pequeño mueble de madera que usaba para guardar libros y demás, del lado derecho del escritorio un pequeño buro como simulando un guardarropas, era lo suficiente para decir que no teníamos dinero ni para sillas.
Me encontraba en el pequeño escritorio en mi habitación. Bote el bolígrafo a un lado pera que no estorbase, metí la mano dentro del bolsillo de mi chaqueta negra donde encontré un papel de mi mejor amiga Ángela, "se feliz, no te deprimas", de un momento comencé a llorar. No podía creer lo infantil que me había vuelto. Mira que renegar mí presente, que idiota.
Soy Isabella Marie Swan, aunque prefiero que me llamen Bella. Tengo 16 difíciles años y comenzó a tener distintas ideas de los demás.
Mi patética vida no siempre fue amargura, aunque ahora solo me dedico a lograr lo que es muy fácil para mí y me evito el pesar de hacer bien las cosas, y por lo general he dado como un hecho que no lograre ni siquiera salir de este mugroso pueblo. Y tal pueblo lo llaman Hawthorne, Nevada. Así es vivo en Nevada, y para aquellos que no sepan nada de este estado, este pueblo ni siquiera está cerca de Las Vegas. Quizás más alejada de la sociedad normal no se puede estar.
Vivo con mis abuelos, Jeremy y Silvya. La historia de porque termine aquí es de hecho muy graciosa. Mi padre huyo de este bendito lugar por miedo a la paternidad y por explorar nuevos horizontes (yo no sé porque endemoniada suerte la gente tenía este sentimiento de cariño hacia lo desconocido), en tanto mi madre murió hace no más de 6 años, de cáncer en la sangre o Leucemia como sea mejor decirlo, da igual. Como sea ya me hice a la idea. De todos modos es el destino y nadie lo puede cambiar.
Aunque por el momento yo prefiero dormir ahora, ha sido un sábado agotador y no quiero pensar en más que el conciliar mí ya ligero sueño. Afortunadamente y para mí condenada suerte odio la lastima pero auto humillarse es mi deporte.
Que cansancio el trabajar en domingo, en un Mc Donald´s y en medio de la carretera. Lo peor es que la paga es un asco, por lo general el lugar se encuentra vacio y no vale la pena comer ahí ya que está lleno de polvo. Pero quién demonios querría comer una maldita hamburguesa en medio del desierto.
Llegue y comencé por colocarme el mandil de la empresa, en eso se me acerco Jessica, una compañera del trabajo.
-Que día más aburrido- dijo en tono irónico- no crees.
-Por supuesto, lo mismo de todos los malditos días- le conteste con carácter de pocos amigos.
En eso entro Lauren, otra compañera del trabajo, de hecho la encargada de caja.
-Han visto el día se ha nublado por completo- comento totalmente incrédula- no todos los días se ve algo así.
-Sera porque no eres de aquí linda- respondió Jessica en son de burla- eres nueva y crees que toda Nevada siempre va estar con sol, pero déjame infórmate que se llega a nublar y a veces ni el sol sale. Ah y por cierto deberías ver el espectáculo de los tornados son de otro mundo.
-Además ni Dios se atrevería a pasar a comer aquí por mucho que muera de hambre o de sed- inquirí.
-Toma aquella franela y comienza a limpiar las mesas- oí desde el fondo del pequeño local la voz de Mike que ya estaba más enojado que otra cosa.
-Ya voy- contesto Jessica y de inmediato volteo esos ojos de terrible indiferencia.
-¡Bella!, no te he dicho que cuando no haya clientes que atender…- no lo deje terminar la frase.
-Limpiara la más mínima y ridícula mancha de este cuchitril-conteste acabando con su inútil reproche.
-Parece que ya te aprendiste sus reclamaciones-susurro Lauren.
-Pues no sabe hacer nada más que quejarse- le dije- soy un blanco para sus ataques, como lo es Irak para E.U.A.
Mike regreso a su cuarto, donde se sentía más importante que nadie, ya que era el gerente lograba hacer lo que su gana le diera.
Antes él quería ser algo mas para mí. No lo deje. No deseaba a un meque trefe como novio, y él lo sabía por lo que nunca dejo de fastidiarme. Afortunadamente dejo de molestarme cuando Ben (amigo mío y novio de Ángela) le propino un par de balazos en la puerta de su garaje y lo dejo terriblemente asustado. Pobre iluso, nunca estaría con él ni aunque me lleve por cinco años, ni porque medio pueblo femenino lo desee como novio o yerno, ni porque tenga el mejor coche, o más dinero por ser el hijo del alcalde de Hawthorne.
En cuanto a mis compañeras de trabajo, Lauren llegaba a entenderme un poco mejor que Jessica, aunque las dos eran el mismo prototipo de chica (débiles, y controladas por la moda). No lograba entenderlas en absoluto, pero trataba de evitar esas cosas del feminismo superficial. No es que yo fuera una marimacha en proceso de convertirse en hombre, pero me resultaba más cómodo usar solo ropa más holgada y en negro (eso de tener que ver qué color combina con cual era demasiado frustrante). No era lo mío definitivamente.
En eso un sonido como de sorpresa me despertó de mi gran e inteligente pensamiento (nótese mi sarcasmo).
-¡¡Guuaau!!-Jessica se sobresalto- y esos lindos hombres que serán.
-Algunos rock stars por la vestimenta- completo Lauren.
-O modelos- continúo Jessica-o los dos.
Las dos estaban completamente entusiasmadas con la idea de atenderlos. Aun así me negué a mirarlos por el momento. Pero de repente en un solo instante en que volví la mirada a ese enorme cristal que simulaba una muralla de protección al exterior. Sin darme cuenta, la misma vida se encargo de hacerme saber lo idiota que he sido por dejar que mi vida se desperdiciara de tal manera que vivir no tenía sentido. Es como si existiera solo físicamente, pero mentalmente me encontraba navegando en aquel limbo de almas perdidas vagando sin sentido alguno sobre la tierra de los vivos. Era un alma en pena, era como si me hubiesen sometido al peor descanso ilimitado, donde aquellos hermosos seres humanos me hubieran rescatado de mi largo letargo. Esa ventana, si, esa ventana se volvió el televisor de mi vida y me mostro mi destino.
De la nada entre el slogan de Mc Donald´s y el letrero de "se solicita empleado de piso", logre ver sus siluetas acercarse a la puerta dispuestos a entrar. Eran la visión más hermosa que jamás haya pasado esa condenada puerta. Aquellos chicos de cabello cobrizo, casi dorado y con esa piel tan blanca (aun más blanca que la mía) simulando mármol fino, pero sus ojos, eran tan impresionantes, el mayor tenía los ojos color verde y su acompañante de color azul ambos con los ojos de una electricidad increíble. Eran esa clase de ser humano que por envidia nadie describe, y si lo hiciera tendría que crear una religión con su imagen y la tendrían que adorar como a la santa cruz; de hecho se debería propagar por el mundo como si fuese SIDA. Pero no me atreveré a llamarles nuevamente seres humanos (porque eran todo menos eso, a mi parecer), por lo cual solo me referiré a ellos por el momento como los hombres perfectos.
-No hay nada mejor que esta porquería-comento el hombre perfecto de los ojos verdes, con un desagrado y acidez en sus palabras- espero que mínimo tengan el suficiente dinero.
-Suenas como si fueses a robarles- respondió su acompañante-pero tiene toda la razón Edward, no hay ni siquiera bellas mujeres-esto estuvo acompañado por un análisis para todas y venía con un tono burlón.
-En fin- concluyo Edward- Jasper, toma mi chaqueta y busca eso. Quiero que lo compruebes por ti mismo.
Todas nos quedamos boquiabiertas. En eso con una entrada algo dramática (típico de Mike) que apenas salía del pequeño cuarto que tenía como gerencia, donde por cuestión de espacio, también era el cuarto de limpieza. De inmediato Mike ordeno que atendiéramos a los clientes. Lo cual a las tres nos sorprendió bastante ya que él nunca nos había pedido que atendiéramos a alguien en la mesa. Supongo que para el significaba una amenaza que a simple vista le causaba temor; un temor que por extrañas razones estos hombres le provocaban a cada instante, por su constante movimiento nervioso.
En un extraño pero necesario movimiento el joven de nombre Jasper se sentó en el lugar más cercano a la barra donde se atiende a la clientela. Lo insólito como ya había dicho es que parecía como que mentalmente el otro joven, Edward, le estuviera dando órdenes de hacerlo, la señal de que lo hiciera era casi invisible, yo incluso dude en creer que sucedió. Acto seguido Edward tomo asiento. Las mesas que eran de un color semi blanco, por el pasar del tiempo, hacia que sus vestimentas oscuras lucieran aun más increíbles. Pero lo blanco de sus pieles era la que me hacia tener regresiones acerca de mi madre antes de que muriera; ver esas pieles era como ver a mi mama acostada en su cama esperando a que la muerte viniera por ella y encontrara el descanso eterno. Si exacto piel como de muerto, eso era.
-Se supone que el pedido se debe de hacer en caja- susurro Jessica.
-No te parece absurdo algo así- contesto Jasper.
Era muy raro que el lograra escucharla ya que para empezar ella solo susurro, y luego estábamos algo alejadas de estos individuos. Y yo ni siquiera logre escucharla bien.
-Ahora solo queremos agua- ordeno Edward- y aprisa que el tiempo apremia.
-Pero deben cons…-fui interrumpida por Mike.
-Ve por el agua Bella- ordeno Mike al momento que señalaba la máquina de refrescos, ya comenzaba a notarse aun más nervioso.
-Pero…- proteste- ¿donde consigo el agua? - hable con hilo de voz.
-Busca el modo joven Bella- dijo altanero Jasper.
Con esfuerzo que sabrá Satanás de donde saque, fui a buscar esa bendita agua. Tuve que salir en busca de alguna tienda cercana que me pudiera dar esa maldita agua, porque obviamente, en el local agua limpia no había (a pesar de que estuve tan cerca de dárselas para no salir del restáurate). Después de casi veinte minutos logre llegar con dos botellas de agua de un almacén que solo contaba con lo básico.
Es insólito como estos locales lograban sobrevivir en lugares como este, solitarios y casi espeluznantes; estos casos se daban solamente si el local era herencia familiar o una cadena de suma importancia como lo es Mc Donald´s, pero en fin eso ni siquiera tiene sentido, nadie en su sano juicio, pondría locales en son de comercio, en medio de la nada. Y seguramente ninguna persona cuerda iría a pararse ahí ese condenado clima.
-Ya tengo el agua- le conteste a Mike.
-Pues sírveselas y encárgate de llevárselas- gritoneo, como si fuese más que obvio el asunto- tus amigas se han ido y solo quedamos nosotros atendiendo.
-¿Qué?, no puede ser posible- dije con un hilo de voz- que par de cobardes.
Pero desde el fondo unas voces tan refinadas (pero sin dejar de ser imponentes) llamaron para que alguien les atendiera inmediatamente.
-Seguimos esperando- la voz varonil del chico de los ojos azules era inconfundible- estamos a punto de largarnos.
-Enseguida- grite, mientras vertía el liquido en los vasos con el logo de la empresa.
Cuando entre y camine en dirección a su mesa, dispuesta a entregarles los vasos, sentí un terrible y alucinante escalofrió que quizás en toda mi absurda vida lograría describir o siquiera que era lo que lo causaba.
Cuando llegue a la mesa, ambos me miraron con un tremendo asombro (del cual quizás no lograban salir) y cuando deposite los vasos al mismo tiempo en su respectivo lugar, ambos hombres tomaron mis manos, cada uno con la que le correspondía y después se miraron entre ellos para luego volver a mirarme a mí.
-Vaya jovencita- reclamo petulante Jasper –si ese es el servicio que ofrecen prefiero ir a comer a Paris. De menos las mujeres ahí son más coquetas y carecen de servicio lento.
-¡¡Jasper!!- grito Edward bastante molesto- déjala, y mejor cállate que comienzas a enfadarme.
Era extraño como estos dos personajes se complementaban el uno al otro. Era como una balanza, donde Edward era el que perdía el control de una manera inigualable, mientras que Jasper era el clásico bromista al que deberían encerrar en un manicomio por desquiciado abusivo. Pero eso no era todo, también el que sabia controlarse más rápido era Edward, mientras que Jasper parecía que si llegase a enojarse le duraría días enteros. Aun así eran realmente atractivos para cualquiera.
-Lo peor es que ni siquiera respondes- exclamo Jasper es que eres inútil o incapacitada.
-No soy retrasada- conteste a gritos- tal vez sea lo más desagradable del lugar pero entiendo- pause un segundo y después proseguí- en cuanto a ti púber malcriado es que no eres lo suficientemente perspicaz como para entender que no me agradan los muchachos con tu actitud. Ahora si no es mucho molestar son diez dólares, los vas a pagar aquí o prefieres llevarme la contraria e ir a pagar a caja.
- ¡¡Bella!! Te puedes comportar- reclamo Mike luego de haber escuchado todos los grito desde su oficina- puedes dejar para luego tu papel de señorita actitud.
-No de ninguna manera- renegué de toda posibilidad de mostrar amabilidad a tan hermosos clientes- y sabes algo Mike Newton o Sr gerente o lo que se te dé la gana ser; RENUNCIO.
-Bella, ¡¡Bella!! –Rogaba apenado, mientras los cliente se quedaban atónitos ante el rostro que tenia- vuelve por favor. Te necesito y lo sabes. Lo siento mucho.
Yo escuchaba como iba rogando, mientras yo caminaba en dirección a los pequeños casilleros que se encontraban en el almacén donde se guardaban materiales para cocinar. Pero no pude evitar que seguirá como perro faldero tras de mi así que voltee la cara y le di frente a lo poco que quedo de la queja que había hecho.
-Sabes algo, ya estoy hasta la madre de ti, con un carajo, no te soporto ni a ti, ni a este trabajo, ni siquiera a esta maldita clientela, con una paga de mierda. No más desgraciado, y mejor tu los atiendes, que se ve que les tienes más paciencia, porque de la mía ya no queden ni despojos. Quedas advertido, no molestes más.
Me costaba respirar, y estaba realmente encabronada no daría oportunidad a nadie para que me traten como basura y me pisoteen como papel.
Oí algo a lo lejos que trono, pero me imagine que sería algún relámpago, por lo que no hice caso omiso.
Salí disparada de la puerta, mientras me colocaba mi chaqueta negra y me dirigía al estacionamiento de tamaño ridículo, ya que solo había espacio para cuatro automóviles; entre dos líneas amarillas que indicaban el límite para cada coche, se encontraba el auto más hermoso que jamás haya visto. Un Mustang color rojo, convertible, del 88, totalmente restaurado. Ese auto era un sueño, muy lejano he imposible para mí. Era un clásico al que había que alabar. Perfecto como sus dueños (suponía que era de ellos porque eran los únicos que se encontraban aun en el restaurante).
De repente comenzó a llover, pero no era cualquier lluvia, sino más bien como un diluvio. Comenzaba a empaparme y lucia como si hubiera entrado en una alberca con toda la ropa puesta, y tanto así con solo exponerme al diluvio por solo dos minutos. Corrí hacia la parada de autobús, pero yo sabía de antemano que el transporte tardaría alrededor de hora y media en llegar, así que me di otro momento a solas con ese increíble coche; cuando voltee la vista para observarlo nuevamente la lluvia con una escena como de cine logro que el carro luciera aun más increíble, ya que el agua amoldaba a la perfección su hermosa figura. A lo lejos logre percibir el sonido de un motor, así que di un giro a mi cabeza para ver si mi suerte comenzaba a cambiar y fuera el autobús que venía en mi dirección. Pero como siempre a mí la fortuna me aventaba una cubetada de agua helada. Era un automóvil cualquiera que pasaba por la carretera, quizás algunos turistas en dirección a Eikos (un buen lugar para hacer rapel y acampar, aunque algo frio). Era fácil atinar a tal conclusión por el equipo de acampar y los lazos que llevaban en el toldo de su automóvil negro.
Para matar el tiempo regrese la mirada al mustang, pero cuál sería mi sorpresa al no hallarlo. De todas las maneras posibles me hacia quemar las neuronas para saber donde demonios se encontraba aquella belleza, pero no logre atinar a ninguna respuesta. Ni el sonido del motor, o un indicio de las voces de los hermosos jóvenes, incluso el rechinar de llantas y su salida del estacionamiento.
-Te llevamos.
EL DESCUBRIMIENTO
(EDWARD)
-Te llevamos- dije en son de invitación amistosa- te podemos dejar en tu casa para que no pesque un resfriado.
-No gracias, muy amable- contesto la chica, estaba nerviosa y castañeaba los diente del frio, aunque su actitud seguía presente.
-Vaya, ¿se te paso tu enojo?- Jasper ere el peor para entablar una charla o arreglar sus fechorías, aunque él sabía muy bien que su actitud en nada ayudaba.
-Ya basta Jasper no eres nada gracioso –le reclame.
-Ok, perdón Edward, los siento- contesto el aludido.
Mire a la chica más detenidamente, solo para darme cuenta de muchos detalles que ya con anterioridad había notado, pero no había apreciado. Desde afuera del auto, con toda esa lluvia mojándola parecía un ángel de piel pálida y vestimenta negra. El cabello lo tenia de un color peculiar, porque de las puntas era de color rojizo mientras que el resto era negro azabache; sus ojos eran los que más me impactaron ya que su color era de un purpura exótico en combinación con verde, e hicieron que cayera en cuenta de que era ella lo que estaba buscando; el cuerpo que poseía era el de una diosa, a pesar de los años que aparentaba (que a mi parecer era como de dieciséis años), las facciones de su rostro eran tan finas y adecuadas para ella, como si solo ella tuviera la oportunidad de lucir tan perfecta a los ojos de todos; su altura no rebasaba el metro setenta (que para mí no era muy alta, ya que yo mido un metro noventa), lo más lindo y quizás lo que la hacía lucir aun más delicada era que tanto sus manos como sus pies eran realmente pequeños. Era bastante apetecible. Pareciera que le mismo amor se hubiera encargado de dibujar cada una de sus facciones. Solo me venía una palabra a la mente. Perfecta.
-Entonces, ¿vienes?- volví a preguntar- en serio que te vas a enfermar.
En ese momento en su mente escuche lo que ella estaba pensando (tengo el don de leer las mente al igual que Jasper). "El maldito autobús no va a llegar", luego suspiro. "Una hora más, mi abuelo me va a asesinar", y de nuevo suspiro con desgane.
-¿Piensa esperar una hora en el frio o vas a venir Bella?- dije mientras Jasper salía del auto, en señal de haberme leído la mente y entender que quería que abriera la puerta de la parte trasera para ella- vas a llegar tarde a tu casa y te van a regañar.
-Tienes razón- suspiro- pero que les quede claro que no voy a hacer nada que esté en contra de mis principios, o algo por el estilo.
-Nos quedo claro, pero ahora solo limítate a subir al coche que yo también me estoy mojando- manifestó Jasper desesperado por la actitud de Bella– vamos ¿quieres?
Ella subió a la parte trasera y se acomodo en el asiento de cuero, el cual le amoldo a sus perfectas curvas. Esto me llamo mucho la atención, y no solo a mi sino también a mi acompañante, que por mucho que estuviéramos muertos, lográbamos sentir ese calor como de deseo carnal; lo cual era muy grosero de nuestra parte. En instantes ambos nos sobresaltamos, Bella decía para sí. "Vaya par de tipos, que mala suerte que no sea lo suficiente parar ellos, pero si no me los tiraba ahora mismo". Uff, increíble. Pero lamentablemente lo acomplejada lo seguía teniendo.
-No deseas quitarte esa chaqueta, está muy mojada- dije dubitativo, ya que no sabía cómo iría a reaccionar- te puedo dar la mía si a si lo deseas.
-No gracias, me encuentro bien- contesto todavía castañeando esos dientes que lucían tan parejos y del color de las perlas- estoy bien no hace falta.
-No le ofrezcas nada aun- Jasper como siempre arruinaba las sorpresas- la va a necesitar para después, mejor quítatela o ahora que bajemos la vas a mojar, y debes mantenerla seca, para ella.
-De que está hablando me harías el grandísimo favor de decirme- me miro a los ojos con claro desagrado y una acidez en su voz que para un masoquista como yo adoraría- me están poniendo nerviosa, y soy realmente muy buena gritando, aparte la gente en este lugar me conoce.
-¡Te puedes callar!- el desagrado de sus insulsas amenazas me habían irritado tanto que las ganas de gritarle se me escaparon de la boca- perdón; no hagas eso que nadie te va a hacer daño. ¿Te quedo claro?- ya no tenía más que decirle, realmente trataba de calmarme para no perder el control de la situación, así que mi voz se torno solo un fantasmas del grito que le había propinado hacia unos segundos atrás.
Nos detuvimos frente a la bodega de una antigua fábrica abandonada. No era el momento para bajar del auto, todavía teníamos que hacerla caer en cuenta que lo que le iba a suceder no era malo, o algo que la fuera a perjudicar.
Mi plan era llevarla a una fábrica de textiles, donde había restos de telas en el estacionamiento. El exterior era totalmente un lote baldío, las ventanas estaban totalmente rotas, y había tantos grafitis que era ya muy difícil percatarse de que el color real era gris. De ante mano sabia que ella se aterraría con la idea de entrar en aquel lugar, incluso me atrevo a mencionar que si yo fuera humano también me encontraría horrorizado. Y aunque tenía en cuenta su miedo, y de hecho yo mismo le tengo consideración y me apena verla triste y asustada, muy en mi interior la deseaba para mi, y en la mente de mi acompañante la misma idea le asaltaba el pensamiento. Nuestra para toda la vida, nuestra en todas las formas existentes y pronto a existir. Nuestra como nunca nadie podría entregarse a su ser amado. Y para su mala suerte esta era la única manera de que así suceda. Que se dé cuenta de sus dones.
Después de tanto esperarla decidí que era el momento de que se enfrentara a su destino. Casi de inmediato (no tan rápido para que no se asustara y juzgara lo que soy realmente) abrí la puerta de atrás para que saliera, pero Bella se negaba una y otra vez (supuse que con el tiempo que le había otorgado se le calmarían los nervios) hasta que Jasper con su don del convencimiento logro sacarla, pero casi inanimada como si solo fuese el cuerpo el que nos obedeció y no su mente. "Malditos, ¿porque es que no me puedo oponer a sus órdenes?", "Parece que no tuviera voluntad propia", "Me he vuelto tan inútil, es como si todo lo que mi abuelo me decía se volviera real", "no es que me asuste la situación pero es que no creo que haya sido por el incidente de el restaurante, porque de ser así bien merecido me lo tengo, si he de morir, que así sea, pero que sea ya". ¿Esta chica jamás dejaba de pensar?, todo lo tenía que meditar consigo para después ponerse hipótesis, y luego ver si ella fue la culpable (ni siquiera se ponía a pensar que alguien más tuviera que ver con estos pequeños grades problemas). Se transformo en la mente más compleja que en toda mi vida hubiese leído. La única manera en que ella impide que su mente sea un libro abierto como el de los demás es que cuando entra en trance me es imposible leérsela.
Caminamos en dirección a la entrada de dos puertas que se abrían empujándolas, cuando logramos entrar, el olor a podredumbre lograba penetrar el sentido del olfato hasta que dejaba casi embriagado de tan fétido olor. Era como una combinación de humedad con moho y salitre, quizás en algún momento, muy en el pasado hubo pordioseros que llegaron a morir aquí. Y es que era una mescolanza de aromas tan desagradables.
En el interior del lugar había cientos de cajas de cartón con pedazos de tela, algunas incluso con polillas, el techo era como de lámina por lo que con el calor de las tardes y la humedad que dejaban las lluvias, hacían lucir al lugar como si entráramos en un cuerpo en descomposición. La lámina tenía tantos agujeros, por lo que el lugar estaba totalmente mojado por la lluvia de la tarde. El frio calaba los huesos, y de no ser un fenómeno, lo sentiría.
Nos colocamos frente a un poste de metal, el cual, supongo sostenía lo que quedaba de la construcción. Ambos miramos a Bella a los ojos, lo que le provoco un notable temblor.
-Ahora vas a tener que hacer lo mismo que hiciste en el restaurante- Jasper ya se encontraba totalmente emocionado con la idea de saber más sobre lo que le había contado sobre el dije y la relación que Bella tiene con este- por favor, te lo ruego hazlo de nuevo.
-¿Recuerdas lo que hiciste dentro del restaurante?- dije en tono amable para no alarmarla- podrías volver a hacerlo.
-¿Qué?, ¿de qué demonios habla?- pregunto dubitativa- ¿se refieren a lo del mi manera de actuar con ustedes?, si es así, realmente no me siento culpable, y si me van a hacer algo, háganlo de una buena vez.
-No, y no seas ten engreída, parece que te causa placer que te vayamos a lastimar- le conteste siguiéndole ese tonto juego.
-Pues algo así- suspiro- aunque pensándolo bien, hasta un pequeño orgasmo tuve- dijo con un gemido fingido que logro estremecernos, y sin dejar ese sarcasmo, y acercándose aun más a mí.
-No es sobre eso sobre lo que nos estemos refiriendo- le interrumpí- es sobre lo que hiciste con el vaso de la cafetera y sobre el incendio de la misma.
-Fue increíble- comento emocionado Jasper- he visto gente con la habilidad de la telequinesis, incluso en el pasado vi a muchos brujos quemar cosa usando solo la vista. Pero hacerlo al mismo tiempo, eso sí que es de otro mundo.
-¿A que te refiere con eso?- Bella respondió a la ofensiva, ya entrando más en sospecha y curiosidad y dejando a un lado su altanería- ¿has dicho que soy una bruja y no obstante un fenómeno?- ahogo su reclamación en un grito que se volvió un balbuceo, pero afortunadamente si separarse de mí.
-Sí, pero ustedes ya basta de tanto coqueteo- dijo burlón Jasper, y en ansias de ver aquellos poderes de esta chica- ¿la vas a provocar?, porque al parecer es la única manera de que lo haga.
-Todo a su momento Jasper, primero deja que le enseñe la razón de porque la búsqueda y mi emoción por descubrirla- recalque para que dejara de lado su maldita ansiedad.
Del bolsillo de mis pantalones de gabardina negros, saque el dije que ordene a Jasper, sacara cuando estábamos en el restaurante. Acto seguido se lo mostré a Bella y ella tuvo una increíble mezcolanza de pensamientos encontrados. "¿Como lo hizo?", "¿en qué momento?", "será que alguna vez…", "no, es imposible, nunca lo haría", "aunque, bueno en esos momentos… hasta el nombre olvido", "pero lo dudo". Vaya que era tan extraño como esta joven lograba sacarme de mis casillas con sus pensamientos, lograba alborotar cada una de mis neuronas. Había momentos en los que pensaba por dos, era como si tuviera una batalla dentro de esa cabecita. Esto hacia que quisiera tenerla para mí, desearla aun más que la misma sangre. Bella seguía analizando el dije. Lo abrí para que viese la foto que tenia, pero su sorpresa se convirtió en enojo, y en un arrebato de coraje la arranco de mi mano, pero en su desatinado movimiento el dije salió volando. De suerte Jasper reacciono y corrió así la dirección donde se supone caería el collar. Fue entonces cuando ella nuevamente entro en pánico, odio que lo haga porque su reacción es quedarse pasmada y no decir nada, además que viene el problema de no poder leerle esa enredada mente.
-Soy yo, ¿Cómo sucedió?- dijo incrédula ante lo que tenia aquel dije- esa soy yo, es imposible, nunca pierdo el conocimiento de esa manera, a menos que… Pero lo dudo nunca caigo así.
¿Drogas? Lo que acabamos de leerle en la mente es verdad. ¿Drogas? Increíble, esta chica realmente estaba muy jodida, y no le tenía el más mínimo respeto a lo que a nosotros injustamente nos arrebataron hace tantos años. La vida.
-¿Qué tú haces qué?- respondió Jasper impresionado- Bueno eso no es nuestro asunto. Preocúpate por lo que te vamos a decir después.
-Déjala- le gruñí a Jasper-no es de nuestra incumbencia, pero… sinceramente, es que no te puedes respetar, ¿estás loca o algo así?-vaya que me había sorprendido sus actos tan inmaduros- En fin, pero basta de tus vicios ¿sorprendida?- la tome de la mano y de inmediato la coloque en mi hombro para animarla a que me abrazara- te puedo explicar todo si así lo deseas. No te limites en tus preguntas.
Ella seguía sin reaccionar, y claro como la iba a hacer si casi la hago llorar de la tristeza, realmente ella se dio cuenta de lo que le estábamos hablando y se percato de que era por sus adicciones, y de menos asimilo que atinamos con esa idea porque sus palabras tal cual las dijo, hasta un sordo las interpretaba como drogadicción.
-Parece que la mataste de un susto- Jasper no dejaba de reírse y de burlarse de ella- eres un bastardo, y ahora, ¿qué demonios vamos a hacer con el cadáver?
-¿Puedes cerrar la maldita boca?- de la nada Bella ya había reaccionado- ¿Cómo lo lograste?, es que no le encuentro sentido, en qué momento sucedió, mi madre no puede ser porque ella no se parecía en nada a mí, y luego esa ropa, es que… demonios, ¿que eres?, ¿que buscas?, ¿es por esto que me buscabas?, ¿por esto llegaste a mitad del la nada?, porque por un mísero vaso de agua lo dudo. ¡MIERDA!
-¿Te puedes calmar? Por favor-trataba de tranquilizarla- no te dramatices, solo pregúntame lo que me tengas que pregunta, y toma un poco de aire que comienzas a ponerte morada.
-¿Sabes…- nos miro a ambos- no, los dos, saben algo, lo de bastardo se queda corto, no, los dos son unos cabrones, unos imbéciles, unos maricones. Y de hecho yo me largo. ¡Adiós!.
-¡No!- corrí hacia la dirección donde ella se detuvo- detente, no lo hagas, tarde siglos para encontrar a alguien con tu sangre. Alguien descendiente de los Gwendal o los Byron.
-¿De quién demonios estás hablando?– gruño mientras volteaba en dirección a donde yo estaba- explícame que no te estoy entendiendo. Para empezar mi apellido es Swa…
-Ya sé que tu apellido es Swan- le tome nuevamente de la manos- pero si tan solo me dejaras explicarte. Puedes dejar a un lado ese drama tuyo y escucharme solo un minuto.
-No, no quiero- contesto- y no lo voy a aceptar, no quiero escuchar nada de un tal Guindal o Bearon, ¿y sabes porque?, porque me importan un enorme y reverendo carajo.
-Me vas a escuchar quieras o no- le dije gritando y la arroje a un muro donde la aprese para que no se pudiese mover- me vas a obedecer, y sabes porque- dije sarcástico y con una carcajada- porque tu a mí también me importas un reverendo carajo, ya me traes harto maldita.
-¡Edward!- me grito Jasper- no se trata de asustarla si no de…
-¡Cállate bastardo, hijo de puta- reclamo Bella- no estoy asustada, estoy muy encabronada, y de poder matarlos así lo hacía.
-¿Ah sí?, y ¿Cómo?- la rete- deseo verte con todo mi negro y muerto corazón. Eso que sería realmente muy excitante- mientras decía esto me le acercaba cada vez más en dirección a su hermoso rostro, quedando a unos dos escasos centímetros de sus labios.
-No me retes- al momento de decir esto sus ojos se transformaron, y dejando de lado el hermoso color purpura, cambiaron a un color carmín; su respiración se hizo más acelerada-. Son unos bastardos, mal nacidos y me las van a pagar.
Después de haber repetido estas palabras (y digo repetir porque con anterioridad ya nos las había dicho), todo el ambiente del almacén se había alterado, el ambiente ya era muy denso, y me costaba pensar o si quiera razonar algo que solo fuera mi asombro al ver lo que esta hermosa chica había logrado. Un bote grande de butano estallo cerca del material textil que se encontraba en unas cajas de cartón cercanas a nosotros y los restos de telas quedaron en el aire suspendidos como si hubiera alguien que los estuviera sosteniendo. De inmediato cubrí a Bella con mis brazos simulando un escudo y Jasper logro ocultarse detrás de un poste. Afortunadamente para lo que quedaba del almacén, la mayoría de las cosas se encontraban húmedas por la lluvia de la tarde.
¿Qué si me moría de ver este increíble espectáculo?, pero por supuesto. Era todo lo que estaba esperando desde que tengo uso de razón, imaginar en todo lo que ella podría hacer si tan solo la convirtiera en uno de nosotros. Me ilusionaba tal idea, era, delirante, excitante, me estaba volviendo loco el simple hecho de pensar en esa situación. La quería visualizar así, deseaba ser una persona con el don de adivinar el futuro, o de moldearlo a mi manera. Solo por el simple hecho de querer ver a ese ángel hacerse más poderoso e irremediablemente mía. Mía como ninguna otra, se estaba volviendo mi obsesión y sabía que no descansaría hasta tenerla conmigo, en mis brazos, para siempre mía. Sonara extraño pero no me sentía así desde que estuve con aquella mujer del retrato. Esme. Ella siempre fue tan igual y tan diferente a Bella.
-Me largo- Bella salió del almacén, al parecer la lluvia ya había parado pero hacia mucho frio, y aun había relámpagos-. No sé que sean o que jodidos quieran, pero no voy a formar parte de su juego maniaco depresivo. No es coherente y no los quiero cerca de mí para nada. De hecho no caminen, no respiren, ni siquiera se atrevan a pensar cerca o sobre mí. Les quedo claro- al parecer no se percato del daño que le causo al almacén-.
-Por supuesto- contesto Jasper altanero- pero ese tratado se acaba cuando nosotros queramos, y nos volveremos a ver, quieras o no. Somos tu DESTINO, y no te vas a deshacer de nosotros tan fácil. ¿Te quedo claro?
-Ya descubriste lo que realmente eres Bella- reclame, y ella se detuvo en una esquina pero sin darme la cara- no reniegues tu presente. Eso es lo que eres y lo serás para siempre. Incluso me atrevo a decir que esto ya lo sabías hace mucho tiempo. Diez años para ser exactos. ¿No es así? Pero por miedo no dijiste nada. Tu familia se tacha de ser muy católica, vas a misa cada domingo rezándole a Dios que te quite esta maldición, pero te has dado cuenta que tus plegarias no son escuchadas. Sufres días enteros. Tienes que darte cuenta que yo soy tu solución, desde que pase por las puertas de ese condenado restaurante, lo notaste, sabías que tu vida daría un cambio total y que quizás era lo que siempre estuviste esperando.
Cuando termine de decir esto ella solo comenzó a caminar por la acera. Corrí tras ella y la detuve, le dije que esperara y me dirigí hacia el auto para sacar la chaqueta seca. Se la entregue y le dije que se la pusiera, repitiendo que le daría un resfriado por el frio que se sentía.
Antes de que siguiera caminando le dije que si la acompañaba lo que restaba de camino hacia su casa, Bella accedió. Jasper solo asintió con la cabeza "tendrás que regresar lo más antes posible", "yo aquí te espero".
Bella se encamino antes que yo, para que luego yo la alcanzara después. La plática fue nula, no decíamos nada, solo nos mirábamos. Lo que ella no sabía era que yo podía leerle la mente. "¿Porque todo lo que este idiota dijo tiene tanto sentido para mí, porqué es que me infringe tanto miedo y a la vez tanta curiosidad?". La curiosidad de saber qué es lo que tramaba tan complicada mentecita me estaba matando. "¿Por qué es que siento una inmensa atracción hacia estos hombres?; ¿será porque siempre he estado sola?; sola, sola, sola; nunca nadie se ha preguntado por lo que yo estoy pasando o lo que estoy sintiendo, o siquiera preguntado por cómo me siento hoy; nunca nadie; ¿Qué es lo que no logro entender?, si todo esta tan claro; no, no lo es". Vaya como demonios hacerla parar, era como leerla la mente a dos personas al mismo tiempo, pero aun así era ahora mi pequeña obsesión.
Llegamos a una casa pequeña de solo un piso, de color azul claro y con la puerta de color blanco; solo tenía dos ventanas que daban a la calle.
-Gracias- dijo como final-. Yo no sé si quieran volver a verme, y en todo caso que lo quieran hacer, pues búsquenme. ¿Sí? Cuídate.
¿Se había tranquilizado?, todo fue tan extraño, como si tuviese que consultar estas tonterías entre ellas y sola las resolviera. Me estaba sorprendiendo su autocontrol y luego su manera de estallar, era delirante verla actuar así. La deseo con todo mi corazón.
Cuando ella hubo entrado a su casa, lo único que logre ver fue a su abuelo que tenía una cara de pocos amigos. Y de repente las cortinas se cerraron.
-Sabes que no soporto tus retrasos- una pausa- ¿Me estás oyendo?
