Esta es una historia que traia vuelta loca mi cabeza...realmente no sé si se le entienda muy bien, pero hay va, si les gusta me dicen, si no...también por favor ^^
¿Cómo un viejo traume puede regresar a tu vida después de tantos años verdad?
Espero les guste ya que es la 1° historia hecha de las TMNT (las cuales no son mias ni aunque quisiera) hecha por mí jejeje, retocando, son humanos, no tortugas, tendrán una vida "normal" (cómo si eso fuera capaz xD), pero lo demás vendrá después.
Cuídense :)
Epílogo
La mujer limpiaba la casa con singular alegría, tal vez no podía hacer mucho por su enorme vientre que ahora portaba a sus hijos, pero aún así hacia el intento.
Su esposo; un neoyorquino que fue con ella a vivir a su lugar de origen, Japón; llegó por detrás de ella y la abrazó depositando un cálido beso es su mejilla. Kameco sonrió.
-te ves alegre, Kameco-le dijo su esposo, esta rió.
-claro que sí, pronto nacerán mis niños-dijo la mujer mientras acariciaba su vientre con suavidad al pensar una vez más en los nuevos integrantes de la familia que sería ahora formada.
-nuestros niños-corrigió Richard, y la besó una vez más, después de un momento se separaron por falta de aire, Kameco rió nerviosamente.
-será mejor que empaque, según el doctor nacerán por esta semana.
Richard asintió y la dejó ir con una sonrisa. Pronto sus niños nacerían, serian una familia y él un padre, ¡un padre!, eso quería hacerlo saltar y gritar de alegría ¡sería papá de 2 niños! ¡2 niños!
Ante tanta alegría apenas y escuchó el gritó proveniente de la habitación que compartía con su mujer, palideció y corrió costa arriba. Kameco se encontraba en el piso respirando con dificultad y agarrando con fuerza el cobertor que cubría su cama. Richard se acercó con prisa y tomó la mano de su mujer, esta lo miró con sus enormes ojos azules (algo que la identificaba mucho de los demás japoneses que conocía) los cuales daban a entender su dolor, entre sollozos dijo.
-ya…es…h-hora…
Richard se quedó inmóvil por un segundo. ¿¡Ya!?
Recobrando el dominio de su cuerpo, levantó a su mujer en brazos y se dirigió al auto, puso a Kameco con delicadeza en el asiento trasero del automóvil y con apuro corrió por la maleta de su mujer, regresando al auto con una increíble velocidad y ocupando su asiento delantero para dirigirse a su destino, el hospital.
Llegaron lo más rápido que pudo lograr Richard y ahí se llevaron a Kameco a la zona de parto.
El hombre tomó su celular y llamó a un viejo amigo de ellos, el maestro Splinter; un viejo señor que les enseñó el viejo arte del bushido y el ninjutsu cuando apenas habían comenzado su vida juntos en Japón.
-¿Aló?-contestó el anciano con voz ronca.
-¡sensei soy yo, Richard! ¡Kameco está a punto de dar a luz!-exclamó Richard en el micrófono del celular con felicidad y preocupación al mismo tiempo.
-¿Ya?-cuestionó el viejo maestro con sorpresa-Está bien mi estudiante, ahora iré para allá.
-Muy bien sensei, aquí nos vemos-se despidió Richard y colgó, suspiró y miró hacia la puerta donde había sido llevada Kameco. Tomó aire con profundidad, no sabía si entrar o no. Después de darle tantas vueltas en su mente a esa simple pregunta, entró.
Al fondo estaba su esposa mientras algunas enfermeras la intentaban calmar.
-respire hondo-le decía una, Kameco la miro con frustración. Otra contracción.
El doctor se acercó a Richard.
-Buenas tardes señor-le saludó el doctor, el hombre hizo una inclinación de cabeza en forma de saludo-señor, tendremos que hacer cesaría-empezó el hombre vestido de azul- tal vez…no son sólo 2 niños.
-¿¡Cómo!?-exclamó Richard sorprendido y alterado.
-creemos que son cuatrillizos.
Richard tardó en reaccionar ante tal declaración, veía al doctor con la boca completamente abierta, casi tocando el piso.
-¿c-cuatro…?-susurró, el doctor asintió con la cabeza, esperando pacientemente la respuesta del joven. Richard entendió la mirada y asintió después de recuperar su postura.
-le pediré que espere fuera-declaró el doctor con una sonrisa y se dirigió a Kameco, esta miró a su esposo que aún seguía helado por la noticia hasta que lograron sacarlo de la habitación.
Después de varias horas de espera (en las cuales había llegado el maestro Splinter), dejaron entrar a Richard a ver a su esposa con el maestro detrás.
Richard la visualizó y fue con ella, esta estaba muy pálida pero al verlos llegar su semblante ya feliz cambió a rebosante de alegría, se ve tan frágil sobre aquella cama pensó Richard.
-Hola Maestro Splinter-susurró la joven, Splinter le sonrió, Richard tomó la mano de su amada y besó su frente.
-¿Estás bien?-Kameco sonrió aún más y miró a su lado derecho, Richard siguió su mirada y con lo que vio case se desmaya. Al lado de la cama de su mujer se hallaba una cuna grande, dentro de esta pudo ver 4 pequeños cuerpos envueltos en distintas mantas.
-¿e-esos…s-son mis…? ¿e-ellos…?-tartamudeó el joven mirando a Kameco y luego a los bebés junto a ella repetidas veces. Kameco asintió y rió.
El hombre se acercó a la cuna y sonrió, ahí se encontraban sus 4 hijos, sus hijos. Miró de nuevo a su esposa, la cual escuchaba algunas palabras de su sensei atentamente y de nuevo a los niños, pero encontró algo que hizo que sus ojos se abrieran completamente en la sorpresa.
El niño más pequeño tenia abiertos sus enormes ojos azules, Richard se quedó mudo por un momento y luego sonrió rebosante de alegría, se inclinó a la cuna y alzó al pequeño, este lo miraba curiosamente con esos enormes ojos que le recordaban tanto a los de Kameco.
-Hola pequeño, yo soy tu padre-le dijo con suavidad Richard, Kameco y Splinter lo miraron para luego embozar una sonrisa al comprender su habla-¿cómo te llamaremos?-miró a su esposa, esta se encogió de hombros y pensó por un momento, después dijo.
-¿Miguel Ángel?
Richard sonrió aún más y miró al niño nuevamente.
-¿Te gusta Miguel Ángel?-el pequeño aun lo miraba atentamente y rió un poco, todos sonrieron ante la escena, Richard se dio cuenta de que los otros tres niños comenzaron a despertar y le pasó a Miguel Ángel a su esposa. Tomó al niño más grande que los demás, este tenía los ojos de color miel, casi dorados.
-Tú, mi querido niño te llamarás…-empezó el hombre y miró a Miguel Ángel, una idea le vino a la cabeza al ver el libro que traía el maestro Splinter junto a él (el cual le sirvió mucho para la espera)-Rafael, tu nombre es Rafael-el niño lo miró con mucha cautela y Richard rió, luego se lo pasó también a su esposa con mucha cautela. Se inclinó para alzar a otro de sus hijos, este lo miraba con unos ojos café chocolate demasiado tranquilos.
-tu mi niño te llamarás Leonardo, supongo que eres el mayor de tus hermanos-dijo Richard al leer la hora en que nació y sonrió-deberás cuidarlos bien hijo mío.-el pequeño niño rió un poco, Richard rió con él, y después se lo pasó a Splinter para alzar al último de sus hijos, este tenía los mismos ojos que Leonardo pero un poco más claros, pero con ellos miraba todo con excesiva curiosidad e intriga.
-hum…ya está Miguel Ángel, Rafael y Leonardo…-Richard intentó recordar otro nombre del Renacimiento y miró a su esposa, esta dormía sus 2 hijos en sus brazos y se volvió a mirarlo y sonrió.
-Donatello es un lindo nombre.
Richard sonrió y miró a su hijo.
-¡Donatello serás mi niño!
Kameco y Richard se miraron y no pudieron aguantar el mostrar su alegría que sentían por tener ahí con ellos a sus hijos, a sus niños.
Al fin eran una familia, pero…¿por cuánto tiempo?...
Nos vemos ^^
