Bad Girl, Good Girl

El lugar: la prestigiosa Academia de Artes de Odaiba. Miles de alumnos concurrían allí cada año para recibir clases de canto, baile, música, actuación…

El timbre sonó, y él apenas llegaba a tiempo. Por los pasillos corrían chicos y chicas de todas las edades con su misma misión: no llegar tarde a las clases. Llevaba su guitarra colgada al hombro y un par de cuadernos con partituras sueltas. Se cruzó con un par de sus amigos en el camino, pero no tenía tiempo que perder; si llegaba tarde otra vez, el profesor Gruwell lo sacaría.

- Hey Matt, ¡la próxima al menos péinate! – le gritó Tai, su mejor amigo.

Cuando estaba a punto de llegar, una chica vestida de negro lo chocó, haciendo que tire todo al piso, y sin siquiera pedirle perdón, siguió su camino.

- ¡Oye! ¡Ten más cuidado! – le dijo de mala manera, más por descargarse, que para que lo ayude o algo parecido. Terminó de juntar las cosas y entró al salón.

.oOooOo.

No podía creerlo. Cuando escuchó esa voz, se dio media vuelta y se quedó viéndolo recoger enojado sus cosas e irse. Pensó en ayudarle. Era él, y no la había reconocido. En realidad, ninguno de sus ex amigos la reconoció en el tiempo que había estado allí. Pero con él… era la primera vez que había tenido un acercamiento en esas dos semanas, y sinceramente no había sido un encuentro… amigable.

Ya en el salón, recogió su larga cabellera castaña con un rodete y comenzó a estirar antes de la clase, pero su cabeza no paraba de pensar… en como todo había cambiado en tan sólo un par de meses, sus amigos, los que amaba… pero eso había quedado atrás, había aprendido que debía cuidarse sola…por las malas. Se miró en el espejo que ocupaba toda la pared frente a ella. Su semblante era más duro, el brillo de sus ojos castaños se había esfumado hacía mucho tiempo ya. Miró de reojo a un grupo de sus compañeras que hablaba de ella sin pudor. Pensar que tan sólo unos meses antes, esas miradas la habrían hecho sentir incómoda. Ahora, tan sólo… no le importaba, había cosas mucho mas importantes en qué pensar, antes que lo que los demás digan de ella.

La profesora entró y se calmó. El baile, además de la música, era lo que alimentaba su alma, y ahora, era lo único que le quedaba.