Disclaimer: El mundo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling. Lo demás es cosa mía.

Línea de tiempo: Curso 1997/1998 en adelante.

Personajes: OCs, Hestia y Flora Carrow, Astoria Greengrass y Slytherins en general.

Advertencias: Violencia, tortura, muerte de personajes, sexo, drogas y palabrotas. Un cóctel de todo lo que vuestras madres no quieren que leáis, vamos.


Este fic participa en el reto anual "Long Story 3.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black


Capítulo Uno: Primero de Septiembre.

Mi padre solía decir que la vida es como una partida de cartas. A cada uno nos reparten unas cartas y debemos aprender a jugar con ellas. Los más astutos y capaces son aquellos que salen adelante y tienen éxito sin importar qué tipo de mano tengan, los que tienen suerte y reciben las mejores cartas vivirán bien si saben jugar. Los jugadores mediocres tendrán vidas mediocres, y los malos jugadores vivirán mal aunque les toquen las mejores cartas porque no saben tomar buenas decisiones. Él siempre hacía reflexiones de este tipo y yo, siendo pequeña, bebía sus palabras. Cuando crecí y llegué a la conlusión de que era estúpido hacer caso a un retrato, borré todo lo que tenía que ver con él.

Pero algo de todo eso debió de grabarse en mi memoria porque no podía dejar de pensar en qué tipo de mano me habría tocado mientras observaba a las figuras con túnicas negras que pululaban por todo el andén. Me ponían nerviosa y casi no podía controlar las ganas de sacar el cigarrillo que tenía escondido en el bolsillo interior de la túnica, pero mi madre estaba cerca y nunca le había gustado que fumara.

—¿Lo tienes todo? —me preguntó por enésima vez con la voz henchida de nerviosismo.

—Sí, mamá, no te preocupes —repliqué automáticamente mientras intentaba pasar por alto su aspecto cansado.

La verdad es que este verano había sido difícil. Mi madre estaba continuamente alerta y era incapaz de dormir más de dos o tres horas por las noches. Esperaba el momento en que ellos llamaran a nuestra puerta. No éramos una familia influyente ni especialmente rica como los Malfoy o los Black, pero nuestra sangre era pura y, por lo tanto, teníamos que cumplir nuestro deber. Nuestro deber para con el Señor Oscuro y los Mortífagos.

—Nos veremos por Navidad —dije sencillamente cuando se escuchó el primer bocinazo que avisaba de que la marcha era inminente—. Cuídate.

Nos miramos durante un segundo de más intentando decidir qué hacer a continuación. Mi madre era una mujer orgullosa y nunca había roto a llorar como el resto de madres cuando empezaba el curso, pero en ese momento la vi capaz de romper la tradición. Un poco incómoda, le aparté un mechón de pelo lacio y sin brillo de la frente y le di un beso rápido. No miré atrás mientras caminaba hacia el tren ni tampoco me asomé a una ventana para saludarla con la mano. No era propio de nosotras y no iba a cambiar esa costumbre por un par de túnicas negras.

Me acomodé en uno de los últimos vagones. Estaba vacío a parte de un grupito de nuevos alumnos, que cuchicheaban con excitación. Hice caso omiso de ellos, bajé la ventanilla y encendí un cigarrillo. Tenía un vicio serio al tabaco, pero no me sentía con fuerzas de dejarlo. Últimamente era lo único que conseguía calmarme.

Iba por el segundo pitillo cuando escuché los pasos de dos personas acercándose a mí. No me molesté en mirar, pero supe al instante de quién se trataba. Sólo Hestia y Flora Carrow usan tacones para viajar.

—Así que te escondías aquí —dijo Hestia a modo de saludo—. Ugh, ¿todavía fumas esa cosa? No entiendo ese vicio que tienes, en serio.

—El olor es asqueroso. Además, leí en Corazón de Bruja que el tabaco te deja los dientes amarillos. No conseguirás marido si te destrozas de esa manera —añadió Flora, arqueando las cejas en mi dirección mientras se sentaba junto a su hermana.

Suspiré con hastío, pero no dije nada. Nada de lo que pudiera argumentar las convencería así que no valía la pena molestarme con ellas. Ellas, acostumbradas a mi silencio, pronto comenzaron a charlar sobre el corte de pelo de una chica a la que no conocía. Nunca entendí por qué esas dos se empeñaban en estar continuamente a mi alrededor. No éramos amigas. No teníamos nada en común y mi indiferencia hacia ellas estaba patente en mi rostro y mi actitud. Sin embargo, nada de lo que yo dijera o hiciera las alejaba ni tampoco a Astoria, Kevin o Jackson. Increíblemente, y a pesar de todos mis intentos, tenía un grupo de amigos.

—¿Qué pasa, chicas? ¿Cotilleando tan pronto por la mañana? —exclamó Kevin nada más vernos desde el otro lado del compartimento—. Hola, Bardshow, ¿qué tal el verano? —Me tensé ligeramente cuando el idiota pasó su brazo por encima de mis hombros, pero seguí mirando por la ventana sin contestarle—. Nethara, ¿qué te he hecho yo para que me desprecies de esta forma? —preguntó en tono dramático.

—Nacer. —repliqué sin poder contenerme. Sabía que más tarde me arrepentiría, especialmente porque Kevin necesita muy poco para seguir molestando.

—Uh —gritó Jackson, apareciendo de la nada. Esto siempre era igual, mis compañeros iban apareciendo a cuentagotas, buscándome como si fuera un maldito galeón de oro—. Creo que acaba de darle una patada a tu orgullo, Kevin.

—Cállate, Jack. Por lo menos a mí me queda algo de orgullo. Lo último que quedaba del tuyo se evaporó justo como el zumo de calabaza que te tiró encima esa chica de Ravenclaw.

Jackson le mandó a la mierda con un sutil corte de mangas y pronto Hestia, Flora y Kevin se pusieron a rememorar ese desayuno con la única intención de molestarle. Me pregunté distraídamente dónde podría haberse metido Astoria, pero imaginaba que estaría acosando a Draco Malfoy de nuevo. Llevaba loca por él desde que su hermana Daphne invitó a varios Slytherins a pasar unos días en su casa, Draco entre ellos.

Empezó a llover cuando ya era noche cerrada. La lluvia, salida de la nada, nos sorprendió a todos, pero especialmente a Hestia y Flora, que murmuraban preocupadas por lo que le podría pasar a su pelo perfectamente alisado. Secretamente también me preocupé por el mío, pero más por la de tiempo que iba a llevarme secarlo que porque se me estropease el peinado. Lo cierto es que no lo llevaba de ninguna manera específica. Liso, pero porque era así, pero sabía que las gemelas lo tenían rizado y se gastaban un buen pellizco en pociones alisadoras.

—Mujeres, todas sois iguales —se quejó Kevin, ganándose una mala mirada por parte de las tres. No habíamos tenido tiempo de replicar cuando un libro se estrelló contra su cabeza, arrancándole un grito.

Levanté la mirada a tiempo de ver a Astoria guardándose la varita en la túnica del colegio. Eso me recordó que debíamos cambiarnos antes de llegar y, a juzgar por las luces que ya se intuían en el horizonte, no nos quedaba mucho tiempo.

—Te lo merecías —dijo la muchacha mientras se sentaba al lado de Flora. Me sonrió con picardía y me guiñó el ojo como si fuéramos grandes cómplices de una conspiración. Cabeceé en su dirección, pero nada más—. Pásame el libro, anda.

Kevin se agachó refunfuñando entre dientes y recogió el libro, pero no se lo pasó inmediatamente. Le echó un vistazo a la portada antes de lanzárselo a Astoria como si quemara. Yo también lo miré por un segundo, sonriendo cuando vi que se trataba del libro de texto de Cuidado de Criaturas Mágicas. Kevin aún tenía pesadillas con esa asignatura según Jack.

—¿Todavía te meas en los pantalones cada vez que ves al semigigante, Kev? —se burló el chico en cuestión, coreado por las risas de las gemelas y la sonrisa de Astoria.

—¿Os acordáis cuando huyó de Transformaciones porque esa bestia quería hablar con McGonagall y le asustó? Fue tu mejor momento, Kevin, en serio —continuó Hestia, echándose a reír descontroladamente.

Desconecté en ese momento e intenté salir de la esquina en la que me habían arrinconado Jackson y Kevin, pero ellos no parecían por la labor de levantarse. Me encogí de hombros y coloqué mi pie estratégicamente entre las piernas de Jack, me impulsé hacia arriba y después salté sobre mi otro pie al pasillo, cogí mi mochila y eché a andar. Los nuevos me miraron embobados mientras pasaba a su lado y probablemente también Jack y Kevin, que habían conseguido una primera plana de mi ropa interior. Odiaba las faldas.

Me lavé la cara en el minúsculo baño y me miré en el espejo. No tenía mal aspecto, pero una sombra de ojeras se intuía debajo de mis ojos, y mi piel, más pálida de lo normal, me daba un aspecto algo enfermizo. Suspiré y me pellizqué las mejillas intentando conseguir algo de color. Hestia y Flora no tardarían en ponerse hacerme preguntas si me veían mal, y yo no tenía ganas de explicarles que temía lo que los mortífagos le harían a mi madre cuando la encontraran y ella se negara a unirse. Según ella, había tenido suficiente de esa vida durante la Primera Guerra. No quería volver a luchar.

Sacudí la cabeza e intenté desterrar todos esos pensamientos mientras me cambiaba de ropa. La túnica de Slytherin parecía pesar más ese año. La serpiente del escudo, recortada contra un fondo de hilo plateado, brillaba inquietantemente bajo la luz mágica del baño. Por un segundo quise arrancarlo de la túnica, alejarlo de mi corazón, que bombeaba dolorosamente rápido en mi pecho. Estaba asustada. Aterrada por lo que nos esperaba este año. Nadie había hablado de eso en todo el viaje, pero yo lo había visto en sus ojos. Estaban entusiasmados, contentos y también tenían mucho miedo, porque no estaban seguros de lo que implicaría ser de Slytherin este año. Todos nos habíamos percatado de las túnicas negras, de los mortífagos que nos vigilaban en el andén. ¿Qué iba a pasar este año?

El tren se detuvo con un traqueteo que me sobresaltó y, segundos después, unos golpes en la puerta volvieron a asustarme.

—¡Nea! ¡Nethara, hemos llegado! ¿Estás lista? —Era Astoria.

Salí del baño a modo de respuesta y pasé por su lado sabiendo que me seguiría. Efectivamente, no pasaron ni dos segundos antes de tenerla caminando junto a mí. Nos reunimos con los demás en la salida. Hogwarts se recortaba contra el cielo en lo alto de la colina y, por un segundo, fue como si nada hubiese cambiado. Los sonidos y el ambiente eran los mismos. Cerré los ojos y respiré hondo.

Estaba en casa.


Hasta aquí el primer capítulo, que es más una introducción que otra cosa. Ya habéis conocido a Nethara, Nea para los amigos, y a los que serán los protagonistas del fic. He elegido esta Casa porque parece que todo el mundo se olvida de ella y estos personajes en concreto porque también parecen estar siempre en segundo plano. Personajes canon son Hestia, Flora, Astoria y Kevin (aunque probablemente no le conocéis. Kevin Bletchley, buscadle en Google). Jackson y Neathara son OCs. Podría haber escrito desde el punto de vista de un personaje canon, pero cuando empecé a escribir no estaba segura de por dónde iba a ir la historia así que preferí usar una creación mía que pudiera cambiar a mi antojo.

En fin, muchas gracias por leer el primer capítulo y ya sabéis: Comentar es amar :D