¡Feliz navidad para ustedes!

Les traigo un nuevo fic de Haikyuu multichapter! espero que les guste.

Esta basado en el comic de Gerard Way el vocalista de My Chemical Romance que va por el nombre de "The true lives of the fabulous killjoys", es muy entretenido, pero no es necesario haberlo leído para disfrutar de la historia. :)

El fic es principalmente Kagehina y Bokuaka

Espero que lo disfruten, al principio puede que les parezca un poco complicado, pero si les gustan los AUs un poco fantásticos, entonces les gustará.

Haikyuu no me pertenece si no a Haruichi Furudate

The true lives of the fabulous killjoys le pertenece a Gerard Way

Muchísimas gracias a Renzo S. Kuznetsov por betear el fic.


Look alive, Sunshine

Buenos días, Ciudad Batería, parece que tenemos un grandioso día afuera. ¡Pero ¿cuándo no?!

Un anuncio de nuestro único y suficiente patrocinador: "La superior y única industria de Better Living, donde los sueños pueden ser alcanzados, si sus ingresos monetarios se consideran aceptables. «Nosotros, la organización, creemos firmemente en la santidad del monocromatismo.»

Aquí en BL/ind prometemos limpiar esas falsas necesidades aparatosas que no te ofrecen la felicidad. Tales como el amor, el sexo, el dinero, y el individualismo. Estás frívolas idiosincrasias que te dejan sintiéndote cansado, vacío y débil. ¡Pero ahora puedes estar satisfecho! Inunda tu corazón con felicidad sintética, borrando el dolor y digitalizando tus memorias.

¡No dejes que el mundo te derrumbe, derrumba al mundo contigo!

¿Cansado por un día largo en Las Zonas? ¿Necesitas reírte? ¿Cenar y beber con un viejo amigo? ¡No seas tonto! ¡Las emociones antiguas son inútiles a la larga y nunca podrán completarte! ¿Puedes revender una amistad? ¿Puedes cambiar el amor de una madre por una actualización? No, no puedes. No vuelvas a malgastar precioso tiempo construyendo falsedades.

Industrias Better Living es el único amigo que necesitarás, sin conexiones emocionales, con nuestro paquete medicinal como tu compañero, nunca más necesitarás verdadero amor o afecto otra vez. Deja que BL/ind sea tu Dios, suscríbete ahora y asegura tu puesto en el lado correcto del futuro".

En otras noticias, nuestro confiable y protector séquito de Exterminadores atrapó a un grupo de los rebeldes del desierto; autodenominados «killjoys», a las 300 horas exactamente. Intentando realizar contrabandos de los preciosos bienes de Ciudad Batería.

Pero descansen tranquilos, estás bestias serán castigadas por sus crímenes, y les aseguramos que jamás lo harán otra vez. Los anarquistas serán llevados a juicio, en donde se les dará a elegir si deciden reformarse y deshacerse de sus pensamientos individualistas, o ser mandados al «Tubo», en donde serán reprogramados y limpiados de las impurezas de sus vidas.

En noticias referentes a los enemigos de Ciudad Batería, se ofrece una recompensa. Compañeros ciudadanos, ayúdennos a mantener las calles de la ciudad y sus alrededores completamente libres. Como sabemos, la putrefacción viene del exterior.

A continuación se darán a conocer los nombres de los anarquistas más buscados:

"Cuervo Nicotina"

"Ala Revólv-"

"Panter-"

"Cen-"

Kkkkkkkkkkkkk…

Estamos experimentando problemas técnicos, espere por favor…

Estamos experimentando problemas técnicos, espere por favor…

Estamos experimentando problemas técnicos, espere por favor…

Kkkkkkkkkkkkkk…

¡Buen día para ustedes ratas de las Zonas, Reinas de choque y bebés de motores!

Interrumpimos las enfermizas radiodifusiones de BL/ind para traerles las verdaderas y únicas noticias que importan. Doctor D les saluda en vivo y encubierto en WKL, con el sonido que sus cerebros y cráneos necesitan. Con la resonancia sacrificial de cada mañana, haciendo ebullición como la sangre en sus venas.

Uniendo a nosotros, los Killjoys, un arma a la vez.

Algo grande explotó ayer, y no, no me refiero a la gran bola de radiación a la que llamamos sol y como ayer hizo combustionar a dos cabezas de onda. Aunque…hablaré de eso después.

Perdimos a tres de nuestros hermanos killjoys, en una redada en nuestra querida y distopica Ciudad Batería. Se reunirá un grupo a las 1800 horas cerca del Nido para guardar luto por nuestros compañeros que no lo lograron; y si eso no es lo suyo, el pequeño Chispa iluminará los cielos de metano con luces que dejaran ciego hasta la mismísima BL/ind, exactamente cuarenta minutos después.

Con eso me despido, mis compatriotas en crimen, mis hermanos malditos. No quiten su dedo del gatillo y mantengan siempre a su sombra cerca, porque en cualquier momento nos convertiremos en fantasmas.

Hasta la próxima, aquí Doctor Desafiando a la Muerte.

Kkkkkkkkkkkkkk…

El sonido blanco enmascaró todo el ruido proveniente del aparato. Shouyo giró el pequeño interruptor de su radio hasta que la estática se volvió un murmullo y luego desapareció. Tuvo cuidado de ver a su izquierda y luego a su derecha, para asegurarse que no estuviera siendo vigilado por «dracs» o aun peor, seguido por rebeldes anarquistas que solo les preocupa drogarse y escuchar rock 'n roll. Sabía que él no mostraba alguna amenaza para algún grupo; estaba completamente solo, y eso era su realidad.

Dejó de contar las millas y los días que habían pasado desde que dejó su hogar, su madre se había convertido en un fantasma a manos de los Exterminadores. Su padre, le habían dicho, que luchó en las guerras de helio, lo que los llevó a ser rebeldes; lo único que le quedaba ahora era confiar que sus almas fueran cuidadas por la bruja Fénix, y llevadas al más allá.

Subió el pañuelo que tenía en el cuello a su boca y bajó los goggles, una tormenta de arena parecía estar acercándose; y él había pasado la última estación de gas hace unos cuantos miles de kilómetros. Apenas eran las primeras ondas del sol de la mañana y ya sentía que su cuerpo estaba en un sofocante infierno.

Venía desde lejos; algunos lo llamarían un idiota y otros un soñador, había atravesado casi medio mundo, solo con un Célica del '78, una radio, un mapa, una barra de hierro y cambio en su bolsillo.

No sabía cómo se las había arreglado, conoció personas, killjoys se hacían llamar, Hinata dudaba que lo fueran, estaban lejos de la zona de guerra y no arriesgaban su vida más de lo normal para detener a la corporación que se adueñaba de sus almas. Kouji e Izumi habían sido chicos lo suficientemente generosos para compartir su techo y alimento con él.

Recordaba cómo ellos lo habían encontrado:

Enrollado en sábanas dentro de su auto, la temperatura sobrepasaba los cincuenta y cinco grados, pero las olas de radiación estaban en su punto máximo y, sabía que si salía de ahí, se convertiría en un fantasma en cuestión de segundos. Si se quedaba encerrado durante más tiempo, moriría de deshidratación.

El calor le hizo alucinar, de un segundo a otro se encontraba en su hogar. Sentado en la mesa del comedor con su madre dándole un sermón de cómo tenía que llegar a la mesa sin lodo en sus pantalones, él le contrarrestaba que eso sería muy difícil dando por hecho que todo el mundo era un completo desierto, debían aceptar que el lodo sería parte de sus vidas.

Su querida hermana Natsu se reía de sus payasadas.

Un toque sobre el vidrio lo trajo a la abrasadora realidad. Pensó que podría tratarse de draculoides en sus guardias; abrió su boca para decirles exactamente dónde podían meterse esas malditas máscaras, pero sus resecos y agrietados labios solo dejaron salir un lastimero gemido, su garganta no estaba mejor, podía sentir la arena hasta en sus pulmones.

Abrieron la puerta y dos pares de brazos lo tomaron.

Hasta hoy en día, Hinata no tenía idea porque ése par de chicos se había apiadado de él. Su madre le había advertido de los killjoys del desierto, no todos eran de fiar, y algunos eran peores que los Exterminadores de las industrias Better Living.

Se quedó con ellos por algunos meses, descubrió que tenían una comunidad, pequeña, pero que parecía funcionar. Había una metrópolis cerca, a unos cuantos cientos de kilómetros del engendro de la capital Ciudad Batería, no era ni un tercio de su tamaño, pero tenía exterminadores y draculoides aguardando en sus orillas; los obligaba a moverse de puntillas.

Hinata les preguntó una vez, ¿por qué no la tomaban?

Kouji se rio por un rato, luego notó que la pregunta iba en serio.

—No lo lograríamos —había dicho—, somos muy pocos y ellos están armados hasta los dientes.

—No nos metemos con ellos, y ellos tal vez no se meterán con nosotros. — Continuó Izumi.

Ese parecía un débil "tal vez".

—¿Qué hay de ti? ¿Qué hacías encerrado en ese auto? No pareces de por aquí cerca.

Shouyo les contó su precedencia y lo mucho que había viajado, los chicos se quedaron boquiabiertos. Sorprendidos, le preguntaron ¿qué era lo que buscaba?

—Quiero unirme a los killjoys. —Respondió con determinación.

Tímidamente lo intentaron convencer que él ya era uno, y ellos también. Hinata no lo podía aceptar, los killjoys representaban el verdadero levantamiento en contra de la corporación. Su madre le contaba historias de cómo ellos hacían planes para poder derrocar a BL/ind y cómo tenían enfrentamientos en el desierto con nada más que máscaras y armas.

Ellos no eran killjoys, vivir con cobardía tratando de no "meterse" con BL/ind no era lo que ser killjoy significaba.

Pensó que había hablado demasiado, siempre le sucedía, su boca seguía y seguía corriendo sin reflexionar en las palabras. Ahora lo echarían del único refugio que tenía.

Pero para su sorpresa, no fue así.

Kouji e Izumi quisieron saber más de las historias que su madre le narraba.

Hinata estaba extasiado, comenzó con el grupo originales de los killjoys, un grupo de rebeldes que decidieron no ir como rebaño a los brazos de la industria BL. Después de las guerras análogas, la tierra se volvió infértil y los océanos se secaron; el aire era tóxico, lleno de metano que aumentaba la radiación ultravioleta, y cualquiera que caminase por el desierto podría convertirse en polvo.

La corporación de Better Living se aprovechó del mundo roto y creó muchos oasis con electricidad, agua y plantas verdes. Tenían la ideología de limpiar la tierra y a los humanos, despojándolos de su libre albedrío y personalidad con pastillas que daban una euforia sintética y los dejaba deseando por más.

Los killjoys se formaron de un grupo sobreviviente de las guerras de helio. Su base estaba en las Zonas aledañas a ciudad Batería; los dos enemigos vigilándose constantemente.

El más reconocido de todos era uno al que apodaban «Pequeño Gigante», las historias decían que era el mejor tirador de todos; era de bajo tamaño pero podía traer a un exterminador al suelo con facilidad. El representaba la libertad que todos añoraban, BL/ind lo odiaba y solo eso era suficiente para aumentar su fama.

Algunos dudaban de que fuera humano, otros decían que era toda la esperanza y la ira de la humanidad que había tomado una forma física; como un ángel de la anarquía. En la radio se escuchaban sus hazañas, Dr. D siempre los mantenía actualizados con lo que pasaba en las trincheras, de la Zona 1 hasta la Zona 6.

No recordaba algunos de los nombres de los otros killjoys originales, los más notados eran Volumen Vibrante, Eclipse Impuro y el Pequeño Gigante.

Hasta que un día al Pequeño Gigante le dispararon.

Había sido injusto, fueron atrapados en una emboscada y él fue alejado a propósito de todo el convoy. Ocho draculoides y tres exterminadores lo rodearon y se aseguraron de acabar con él.

Todo el desierto se vistió de negro esa tarde.

Shouyo tenía quince años cuando su héroe murió en batalla, pero fue lo suficiente para darle un sentido a su vida. Él se convertiría en un killjoy y derrotaría a la industria de Better Living. Su madre no lo permitió, la base central de los rebeldes se encontraba cerca de las regiones de ciudad Batería, solo un suicida lucharía en esa guerra, como su padre.

Tendría que atravesar todo el océano si quería llegar a la Zonas 3, donde se rumoraba que estaban situados

Ciudad Batería era tan grande como un país completo, tenía más de cuatrocientos mil kilómetros cuadrados, rodeado por una muralla y guardias para mantener lejos a los anarquistas. El terreno que se extendía a la redonda de ahí se conocía como la Zona 1, unos cuantos cientos de kilómetros después empezaba la Zona 2, progresivamente hasta el resto del mundo.

Iba a ser un largo trecho, pero se decidió por emprenderlo cuando los exterminadores y los monstruos enmascarados irrumpieron en su hogar.

Hinata nunca había matado a alguien, pero perdió toda moralidad cuando vio el pequeño cadáver ensangrentado de su hermana.

Ella tenía ocho años.

Tenía solo ocho años.

El sonido que salió de su boca fue entre un sollozo y un grito, Shouyo todavía encontraba difícil de creer lo que había sucedido y lo que pasó a continuación, encontró un cuchillo de cocina en el suelo; seguramente su madre había intentado defender a su familia antes de ser vaporizada. Hinata se lanzó encima del exterminador y acuchilló al hombre.

En su rostro.

En su pecho.

En su cráneo.

Cuando el cuerpo cayó al piso para convulsionar, tomó la pistola que sostenía en la mano. Comenzó a disparar y disparar, como si fuera un maniático, sin pensar en apuntar. Asesinó a los dos draculoides de la escolta; todo parecía tan irreal, el refugio en el que vivían, estaba hecho un desastre, los vidrios rotos y los cuerpos sin vida de su familia.

El viaje no había sido corto, pasó un par de años, haciendo lo suficiente para vivir, trabajaba de lo que podía, en posadas de otros rebeldes, lavando platos y autos. Lo suficiente para tener gasolina y salir a la carretera, buscando a la resistencia.

Agradeció a sus amigos por compartir con él, Izumi y Kouji tenían algo bueno ahí, con su grupo. Pero eso no era para Hinata, él debía estar en las trincheras y luchar esa desequilibrada guerra; estaba convencido que encontraría a los killjoys, no los conocía pero sentía que eran sus hermanos.

Cuando se despidió de sus amigos siguió su camino, con su tanque lleno de gas y de latas con comida prefabricada de años. La carretera desértica no hacía promesas, los días eran ardientes y las noches congelaban sus dedos, y aun así, todas las mañanas escuchaba las ondas de radio del Dr. D, su única conexión con los rebeldes del gobierno.

Por lo que había aprendido, el jefe del movimiento era Cuervo Nicotina, pues era a quién más mencionaban en cada reportaje de las industrias Better Living y de Dr. D. También había escuchado hablar de Ala Revólver y Pantera Anfetamina, Ácido Lunar y Chispa Neón; los nombres eran demasiados pero Shouyo no veía la hora de conocerlos.

Había llegado a la Zona 4 y necesitaba información acerca de su base, el problema era que, al parecer, nadie sabía dónde estaba ubicada. Había más rebeldes ahí, buenos para nada que no hacían más que drogarse con la radiación del sol y robar lo que podían.

Como si no tuviera suficiente con los exterminadores respirando en su cuello.

Pasó unos días en una comunidad de mala muerte, y tuvo que vender su Célica para obtener pedazos de información acerca de la base de los Killjoys. Así que ahora ahí se encontraba, en un lugar extraviado cerca de la Zona 3 y la 4.

Si veía al horizonte, podía ver el vapor que salía de la carretera pavimentada; como si fuera agua derramada en la grava ardiente. Las botas quemaban desde sus pies hasta sus rodillas, sus dientes rechinaban, llenos de arena. Pero estaba confiado, lo lograría.

Por Natsu, lo lograría.

Era peligroso seguir a orillas de la calle principal, la ruta Guano; pero sabía que no duraría más de tres horas, solo y perdido en el árido desierto.

Le pareció ver una ilusión a lo lejos del paisaje oxidado y naranja, pero estuvo seguro cuando escuchó el rugido de un motor que se acercaba a gran velocidad, se congeló cuando miró el logo de BL/ind grabado en la pared de una camioneta.

Corrió a la calzada de la carretera, deslizándose sobre un montículo de arena para poder ocultarse. La tierra estaba tan caliente como un horno y lo sentía a través de sus guantes.

El automóvil paró bruscamente y seis draculoides se bajaron al localizarlo. Eran peones controlados por una máscara blanca, sin ojos ni boca que les lavaba el cerebro, y les hacía tener horrorosas visiones. Ellos eran el eslabón más bajo de toda la corporación, fácilmente reemplazables, fácilmente controlables.

Había escuchado historias de killjoys convertidos en dracs.

Eran seis contra uno, pero Hinata no era de los que se rendían; se impulsó de la arena y saltó sobre uno, arrojándolo al piso. Tomó la barra de hierro de sus pantalones y atacó a su presa, sintió un punzante dolor en su costado, y no fue hasta que el cielo roñoso estuvo frente a él que supo que un draculoide lo había pateado.

Sintió otro golpe en su mandíbula, esa vez vio estrellas.

Probó la comisura de sus labios y sintió el sabor metálico de sangre, los anteojos protectores y el pañuelo habían sido tirados a un lado; ahora las cámaras de seguridad de las industrias BL podían mirar su rostro.

Sintió otro golpe en su estómago, los monstruos blanco y negro parecían no dispuestos a dispararle, quizás ahorraban balas y no lo veían como una amenaza para gastar los, oh, benditos bienes de Ciudad Batería. Uno pateó su mano y escuchó un suave chasquido seguido de la ola de dolor, dejó salir un quejido, y apuñó sus ojos llenos de arena.

¿Aquí terminaría todo entonces?

Como un rebelde sin nombre que no representaba amenaza para BL/ind.

El golpe que siguió fue para su cabeza, lo sintió como un zumbido solamente.

Lo siguiente que escuchó fue un impacto de algo sólido… pero el dolor nunca llegó y los golpes cesaron.

Shouyo no había sido el blanco esa vez.

—¡Woo! ¡Uno más para mí! —gritó una voz.

Los draculoides no hablaban…

Abrió sus ojos de un disparo, una ola de dolor abrasador recorrió todo su cuerpo y las zonas que habían sido golpeadas; pero fue lo de menos pues frente a su nariz estaban sus salvadores.

Eran tres, notó.

Uno usaba un casco, dos usaban máscaras.

El drac al que habían atacado estaba en el suelo. El que usaba un casco negro corrió en dirección de él, girando en el camino y usando el impulso y la gravedad sobre el hacha que sostenía en las dos manos, embistiendo al enemigo con máscara blanca antes de darle la oportunidad de sacar su arma.

El cuerpo inerte cayó al suelo, a su lado; el del casco hacía parecer como si su enorme arma no pesara nada.

—Ése es mío —canturreó con voz apagada, el sonido obstruido por la pieza en su cabeza—, llevo la delantera, Revólver.

¿Revólver?

¿Ala Revólver?

¿Podría ser?

—No, no, no —dijo uno de los enmascarados—, estaba distraído, eso es todo.

El llamado Revólver arrojó el bate al aire, cuando el objeto bajó, lo agarró con destreza y golpeó al otro de los peones con lavado de cerebro. Hinata pudo distinguir con ojos entrecerrados un alambre de púas enredado sobre la punta del arma.

Los dos ruidosos rebeldes acababan con facilidad con los draculoides, el del casco negro saltaba hábilmente, pateando el pecho de sus víctimas para derribarlas y luego acertar el último golpe. Revólver se apoyaba más en la fuerza bruta y golpeaba con puños y a veces cabezazos.

El tercer hombre solo estaba mirando a su alrededor, vigilando; notó que tenía dos armas de fuego, una en cada mano. Shouyo se había apoyado en sus codos para ver mejor a sus acompañantes, con el dorso de su mano se limpió un pequeño caminillo de sangre que bajaba por su nariz. Lo único que logró fue regar arena mezclada con sangre sobre su rostro, pero no le hizo caso.

Eran killjoys, se dio cuenta.

Eran los verdaderos killjoys.

—¡Eso es un empate! —exclamó con júbilo el del bate con alambre de púas, Hinata notó que tenía cabello blanco apuntando hacia el cielo.

Solo quedaba un enemigo más y ambos hombres ruidosos se miraron por un momento, decidiendo quién sería el más rápido y ganaría la competencia. Antes que cualquiera de los dos pudiera hacer algún movimiento, el sonido de un disparo los tomó por sorpresa y el draculoide cayó a la arena.

Ambos miraron al tercer y silencioso enmascarado de las dos pistolas.

—¡¿Por qué?! —Gritó con desesperación Revólver, cayendo de rodillas en el desierto— ¡Iba a ser mío!

—Ustedes dos causan demasiado alboroto, terminemos con esto y volvamos a la base. —Sentenció, él tenía cabello negro y corto.

El del casco se acercó a Hinata.

—¿Puedes moverte?

Asintió rápidamente con su cabeza, en segundos el calor se le subió a las mejillas.

—¿Qué hacemos con él? ¿Lo dejamos en la estación de gas más cercana?

—¡No! No… —intentó Shouyo—… yo… un killjoy… ¡Quiero unirme a ustedes!

Pudo ver ahora de cerca, el casco del rebelde tenía dos pequeños aditamentos puntiagudos en la parte superior, que resemblaban… ¿dos orejas negras?

Al escuchar las palabras se quitó el casco, lo primero que Hinata notó fue su cabello negro apuntando en todas direcciones, cubriendo casi la mitad de su rostro; piel bronceada, ojos entornados, pero de alguna manera parecía que le daban un aire de bribón; sus labios parecían estar sonriendo, pero torcidamente.

—¿Y esto? —preguntó divertido.

—¿Y esto? ¿Y esto? —se acercó Revólver, levantando su máscara y sonriendo con complicidad de oreja a oreja, tenía ojos grandes y ámbar.

—¿Quieres ser un verdadero killjoy, pequeño cuervo? —el pelinegro con cabello extraño hizo énfasis en la palabra.

—Sí. —Contestó Hinata rápidamente, sin dejar espacio para dudas—. Quiero ser uno de ustedes.

Él parecía escéptico, eso lo tomó por sorpresa, cuando la gente solía preguntarle; la respuesta dejaba un sentimiento de respeto, otros simplemente decían que estaba demente. Nadie había sido tan intrépido de tomarlo como si fuera una broma.

Como si no supiera de lo que estaba hablando.

El de cabello blanco parecía tener mechones de rayos negros que salían de su cuero cabelludo; estaba mirando de reojo al pelinegro que lo cuestionaba.

—¿Pantera? —preguntó Revólver.

El aludido se rascó el mentón, hundido en pensamiento, mientras lo miraba inquisitivo; de repente, Hinata se sintió muy consciente de sí mismo. ¿Pensaba que él era un traidor?

—No lo sé —habló por fin—, digo, pareces un niño. ¿Por qué quieres luchar una guerra que tal vez no ganaremos?

—Pantera, eso es bastante cínico. —Bromeó el hombre de cabello como ceniza.

—Solo digo la verdad.

No notó cuando el tercero se había acercado, quitándose la máscara para observarlo bien.

—Tal vez deberíamos llevarlo a la estación del doctor Muerte, ahí es bastante seguro —lo pensó por un momento y agregó—, hasta que sus heridas mejoren.

—¡No! —exclamó Hinata, un poco más demandante de lo que quería, pero no estaba dispuesto a desperdiciar una oportunidad como ésta. En donde los killjoys con mayor renombre venían solamente para salvarlo y arreglar sus heridas— ¡Estoy bien! —Urgió, pero cuando se iba a mover para ponerse de pie, un dolor punzante y caliente viajó desde su mano por todo su cuerpo, tal vez tenía algunos dedos quebrados— Lo prometo. Esperen, ¿son amigos del doctor?

El de sonrisa enigmática, Pantera, se rio entre dientes, como si Hinata hubiera contado una broma.

—No es tanto como amigo… sino, un conocido más bien. Es un tipo bastante raro.

Sus ojos brillaron de felicidad, lo había logrado, de verdad lo había logrado. Después de esos incontables, miles y miles de kilómetros, había llegado al núcleo de la rebelión. Igual que el Pequeño Gigante.

—Llevémoslo al auto. —El estoico de los tres sugirió, tenía ojos almendrados y una nariz fina.

—¡Esperen! ¡Quiero unirme a los killjoys! ¡Luchar contra la industria de Better Living!

—¿Qué edad tienes? —reprendió Pantera— ¿Quince?

—Tengo veintidós. —Aclaró, sintiéndose un poco ofendido.

El pelinegro sonrió ampliamente, de una manera perezosa.

—Oh, de verdad eres bajito.

Hinata se mordió la lengua, no podía estar pasando esto, no había atravesado la mitad del mundo solo para recibir la golpiza de su vida y ser mandado de regreso.

Ni siquiera tenía un hogar al que regresar.

—Voto porque lo llevemos con Nicotina —Revólver habló después de un rato, era visible en sus facciones que pesaba las opciones—, él da las órdenes; y… no sé, hay algo en este chico. —Sonrió con ojos entrecerrados, Hinata se sintió helado con anticipación—. Tal vez necesitamos más killjoys como él.

El de cabello desarreglado pareció satisfecho, se alejó de Shouyo para mirarlo mejor, cruzándose de brazos igual que Revólver. El pelirrojo no pudo evitar sonreír, era difícil de explicar, ellos tres… tenían una presencia diferente, jamás había conocido a otras personas así. Era como el aura de un depredador, y el primer instinto que experimentaba era el de huir.

—Caballeros, les aconsejaría que nos apresuraramos, acabamos de hacer polvo a una patrulla de dracs y seguimos a medio desierto. —Interrumpió el imperturbable de ojos rasgados—. Tenemos que regresar a la autopista antes que tengamos más compañía.

El dinámico par de killjoys lo levantaron del suelo con facilidad y lo llevaron al asiento trasero de un Chevrolet Nova del '74 en buen estado… relativamente. Tenía un arácnido plasmado en el capó, grafiti sobre toda la carrocería, diversos stickers de animales como búhos y gatos.

¡Era lo más genial que Shouyo había visto!

El rebelde de la sonrisa torcida tomó el asiento del conductor y avivó el motor en segundos, los otros dos se sentaron atrás, uno a cada lado de Hinata.

—Lo siento, renacuajo —aclaró el pelinegro de ojos astutos—, pero esto solo es protocolo.

Quedó confundido por unos segundos, no parecía como si de verdad sintiera la disculpa. Hasta que un saco fue puesto sobre su cabeza, cortando su vista.

—No lo tomes a mal —vino una voz a su izquierda—, pero no podemos dejar que todos sepan el camino. ¡Oh! —Pareció recordar algo— mi nombre es Ala Revólver, si te vuelves uno de nosotros te diré mi verdadero nombre.

—¡¿De verdad?! —Hinata brillaba de optimismo— ¡Qué genial!

Revólver pareció reírse a carcajadas.

—Aquí va otra vez. —Escuchó la voz apagada a su derecha.

—Es tan denso a veces… —murmuró el conductor.

—¡No hablen de mí como si no estuviera aquí! —Exclamó Revólver, ofendido, luego Hinata volvió a llamar su atención—. El chico de cabello horrible…

—¡Ey! —reclamó.

—Se llama Pantera Anfetamina y el de aquí a tu otro lado es Histeria.

—Gusto en conocerte. —Saludó tranquilamente, como si Hinata no tuviera un saco en su cabeza, como si no estuvieran en el maldito apocalipsis.

—¡Gusto en conocerlos!

No sabía si habían sido la dulce canción de cuna proveniente del caucho de las llantas contra el pavimento, o el hecho que no había dormido más de tres horas en una semana, o los interminables kilómetros que habían recorrido, o el saco en su cabeza que cortaba su suministro de aire, pero se quedó dormido en el camino.

Lo último que escuchó fueron los dimes y diretes entre Pantera y Revólver, seguido por los resoplidos exasperados de Histeria.

Un codazo suave lo despertó, seguido por una risita.

—No puedo creerlo, el renacuajo se durmió. —La voz era extraña, pero estaba seguro que ya la había escuchado.

Fue entonces que todos los eventos regresaron a su cerebro. Abrió los ojos y sorprendentemente no fue asaltado por los virulentos rayos del sol, miró a su alrededor, todavía estaba en el auto. Sus ojos viajaron a la derecha, para descubrir el asiento libre, luego al lado contrario, se sorprendió al ver al rebelde de cabello monocromático.

—¡Buenos días! —brilló.

—…pasaron solo dos horas. —Comentó Histeria fuera del auto.

Hinata salió del automóvil, completamente despabilado para explorar sus alrededores. Claramente no estaba en el desierto, había paredes y techo…todo el lugar se sentía más frío, en comparación con la mortal radiación del sol. ¿Pero cómo? Todo el mundo era un infierno, ¿cómo podía estar más gélido?

—Estamos bajo tierra, renacuajo —explicó el de cabello negro y puntiagudo, leyendo sus pensamientos—, ahora ven con nosotros.

Los tres comenzaron a adelantarse y él se apresuró para seguir su paso. Claro, el aire se sentía cargado y un poco abrumador, después de pasar toda su vida en el exterior. Una inquietud se posó sobre su estómago y se sintió un poco claustrofóbico. Pero cuando lo pensaba, ¡era brillante! Por esa razón podían esconderse a plena vista de los satélites y cámaras de BL/ind.

El lugar era estrecho aunque estaba lleno de diferentes automóviles, motocicletas y un par de camionetas. Hinata comenzó a entusiasmarse, los killjoys, de verdad eran geniales, ¡como todas las historias decían!

Sus guías salieron por una puerta, Shouyo los seguía de cerca, pero era difícil; salieron a una habitación enorme, estaba llena de murmullos y personas. Seguramente era el salón principal, chicos y chicas de diferentes edades platicando, afinando armas y construyendo. Algunos lo miraban con curiosidad, otros se acercaban y saludaban a los tres que caminaban frente a él.

Podría explotar de felicidad; su sueño se había hecho realidad.

No pudo evitarlo, cuando pasaron frente a una habitación miró adentro. Un chico de su misma estatura tenía en sus manos un pequeño frasco con líquido cristalino. Hinata quiso verlo más cerca, el killjoy tenía cabello negro puntiagudo y unos cuantos mechones dorados cayendo en su rostro; con sumo cuidado, agregó otra sustancia al frasco.

Todos sus sentidos se dispararon con la explosión y él fue arrojado hacia atrás; todo su rostro estaba lleno de polvo negro al igual que la habitación del chico. Shouyo entró en pánico, ¿el chico habría muerto?

Para su sorpresa el de mechón dorado solo pareció reírse del asunto.

Otro chico alarmado entró a la pieza horrorizado, empujando a Hinata hacía un lado con facilidad, era un gigante y él no representaba amenaza para ese rebelde.

—¡Oh! Lo siento. —Se disculpó con Shouyo al darse cuenta de lo que había hecho, después de eso corrió a la habitación llena de hollín y levantar al de cabello puntiagudo con cuidado.

—Ey, no te quedes atrás. —Vino la áspera voz de Revólver.

Shouyo dejó la escena y regresó con el trío, aun así sus ojos eran testarudos, miraba en donde podía; se sorprendió cuando vio una habitación llena de cables y computadoras, ¿cómo podían tener acceso a eso? Better Living los despojó de toda la tecnología después de las guerras. Su boca se abrió en un pequeño "Wow"; un rubio con anteojos que tecleaba ávidamente lo notó, mirándolo de soslayo.

No le dedicó más atención y dirigió sus ojos ámbar a la pantalla. Shouyo hizo una mueca, ¡había algo en la manera que lo había mirado que lo había hecho enojar! ¿Quién se creía ese tipo?

Histeria se aclaró la garganta y Hinata los alcanzó, juntos entraron a una nueva estancia, en medio se encontraba una mesa grande que abarcaba casi todo el cuarto, había sillas a cada lado. Lo primero que pensó era que parecía una habitación para conferencias.

Aparentemente los killjoys eran más organizados de lo que pensaba.

—Nicotina. —Llamó Pantera.

Al fondo, estaba un hombre, de hombros cuadrados y cabello cuidadosamente cortado; a Shouyo le recordó a un general.

—Encontramos a un pequeño cuervo. —Cantó el gran chico de cabello blanco.

Cree que quiere unirse a nosotros. —Continuó el alto pelinegro.

—¿Cómo te llamas? —se acercó Nicotina.

Hinata retrocedió sin pensarlo, su presencia era bastante severa.

—Shouyo Hinata —aclaró, un poco asustado, pero no permitió que se transmitiera en su voz.

—¿Por qué quieres unirte?

—¡Quiero luchar! ¡Como el Pequeño Gigante!

Esto tomó por sorpresa al rebelde con rasgos fuertes, como si él veía algo que Hinata no.

—No todo es tan glamoroso como dicen las radiodifusiones, nada te asegura vivir más del año, y lo más probable es que mueras en la primera salida.

—¡No importa! —Devolvió Shouyo— Quiero hacer una diferencia, quiero que mi muerte signifique algo; pelear por lo que creo es lo correcto y golpear a toda esa corporación en los dientes cuando menos lo esperan. ¡Que sepan que un enano puede acabar con un gigante también!

Se quedaron en silencio, lo único que se escuchaba eran las respiraciones forzadas de él. Había dejado salir la punta del iceberg solamente.

—De acuerdo. —Aceptó el líder, lo miraba con fuego en sus ojos; Hinata sentía anticipación crecer en su pecho. Por primera vez, después de tres años, por fin su vida comenzaría a tener sentido.

—¡Muy bien! —celebró el de cabello blanco, arrojando un puño al aire y flexionando sus brazos con emoción.

—¿Estás seguro de esto? —Preguntó Pantera, con incertidumbre—. Quiero decir, sigue siendo un chico.

—Comenzará como ayuda, con los quehaceres para mantener la base. Los mejores miembros de la vanguardia le enseñarán cómo defenderse decentemente. Será un hermano más. —Sonrió con amabilidad, a Hinata se le dificultaba creer que era el mismo hombre con aire severo que acababa de ver—. Luego veremos en qué rama puede sobresalir.

—¿Rama? —preguntó el más bajo.

—Funcionamos como un cuerpo —explicó con paciencia el líder—, cada órgano es igual de importante para mantener un equilibro constante y poder funcionar.

—Entiendo… —murmuró Hinata confundido.

—Bokuto y Akaashi —llamó, Revólver e Histeria se acercaron—, muéstrenle todos los alrededor y presenten a los killjoys a nuestro nuevo miembro.

Shouyo brilló de alegría.

—¡Bienvenido, hermanito! —Saludó Revólver dándole los cinco— ¡Mi nombre es Koutaru Bokuto! Ala Révolver es mi alias.

—Tetsurou Kuroo. —Se presentó Pantera Anfetamina.

—Keiji Akaashi. —Dijo Histeria.

—Y yo soy Daichi Sawamura, bienvenido hermano.


Un suave beep activó su sistema, el cuarto de compresión en donde se encontraba se abrió, liberando aire y vapor. Kageyama abrió los ojos, se tardó de un par de segundos para enfocarlos, haciendo un leve chirrido e iluminando la pieza.

Hizo una lista, temperatura corporal: aceptable; lingüística: encontrada; algoritmos genéticos: listos; redes neuronales: aceptables.

Las palabras subían detrás de sus ojos con rapidez, el inventario de todas sus funciones terminaron y los sistemas se actualizaron para funcionar normalmente. Probó el movimiento de sus extremidades y salió para prepararse para el día.

Caminó por su apartamento hasta el frigorífico en la esquina, sacó un pequeño cubo blanco con el logo de las industrias Better Living en negro. Lo colocó en su espalda, y se adhirió a su piel hasta desaparecer. Sus sentidos se dispararon hasta el límite; plus siempre le hacía eso, pero era lo que lo mantenía vivo. Dándole carga a su batería y vida a su núcleo.

Encendió la televisión en su sala de estar, cambiándola al canal de las noticias; entró al baño mientras escuchaba el sonido del aparato. El presentador de las noticias matutinas sonreía de oreja a oreja mientras celebraba un hermoso día en Ciudad Batería; Kageyama se miraba en el espejo, halando levemente un parpado para observar cada fragmento de su rostro.

Estaba siendo infantil.

No era como si él pudiese cambiar, su físico artificial era permanente; a veces no podía evitar sentir un poco de envidia de los humanos, ¿envejecer? La palabra era tan extraña, despertar un día con la piel flácida, amarillenta y el cabello blanco…

Pero, de nuevo, hace años que no veía un ser humano de esa edad.

Encendió la cabecera de la ducha y dejó que el agua se llevara sus pensamientos; eran extraños y peligrosos.

Cuando salió del baño, escuchó el sonido del comunicador de su apartamento.

Buenos días, jefe exterminador Tobio Kageyama —era el líder de la corporación, él se tensó, esperando escuchar sus órdenes—, necesitamos tu presencia en el edificio "G", en la madrugada se atrapó a tres killjoys y es tu deber castigarlos como es debido. Eso es todo, ten un mejor día.

La estática se escuchó por un corto tiempo y luego desapareció.

Kageyama ya estaba listo, solamente terminaba de ajustar el cinturón de sus pantalones blancos. Usaba su uniforme de siempre, camisa de algodón blanca con una chaqueta de cuero del mismo color. Tomó su pistola de mano M9 y salió del edificio, él vivía en el piso número dieciocho.

Al llegar al sótano, saludó al portero quién le sonreía con felicidad artificial y montó su motocicleta, despertando el motor ruidosamente.

La maquinaría vibraba entre sus piernas, las luces blancas y cegadoras de Ciudad Batería se deslizaban sobre su forma mientras aumentaba la velocidad a la que iba. Paró frente a un semáforo y miró a su alrededor, todos los ciudadanos usaban sus respectivos audífonos de manera obligatoria y caminaban sin detenerse. Las calles estaban patrulladas por policías que espantaban a los niños pequeños que mendigaban por un pedazo de comida, demasiado pobres para comprar las pastillas obligatorias de BL, demasiado jóvenes para ser llevados al Tubo y convertirlos en draculoides o exterminadores.

Sus ojos se enfocaron en la pared de un rascacielos, un gigante holograma de su líder, se reproducía repetidamente dando el mismo mensaje cada vez. Vestía de blanco, a él le dio la impresión de tratarse de un dios inmaculado, pero eso era lo que él era, ¿no? Hacía contraste con el café de sus suaves rizos y sus ojos avellana. Tooru, era su nombre.

«Recuerden ciudadanos, no existe tal cosa como el "amor"; es una ilusión capaz de controlarte a hacer cosas peligrosas, una emoción mejor adecuada para las bestias del desierto.

Ciudad Batería prospera en la honestidad, es indispensable para mantener la seguridad de nuestros ciudadanos. Recuerden, los secretos son el postre del demonio; si tienen información acerca de los enemigos de Better Living, deben compartirla de inmediato con su exterminador o policía más cercano.

Ellos son los parásitos del mundo y no hay nada más sucio que ideas en el pensamiento.

¿Has sonreído hoy? »

Al lado de la proyección estaban los afiches correspondientes a los rebeldes más peligrosos; Cuervo Nicotina, Ceniza Radiante, Pantera Anfetamina y Ala Revólver. Una fotografía de su rostro mirando en frente, sus ojos estaban cubiertos por una línea negra con las palabra «exterminar» en letras blancas, y estaban cruzados por una X roja.

Era enervante para Kageyama, todos eran tan diferentes, podía ver en sus expresiones lo desiguales que parecían. Pantera sonreía como si sólo él pudiera derrotar a las industrias de Better Living; Nicotina parecía como si no tuviera miedo de ellos, era lo que más le irritaba a Tooru; Ceniza y Revólver tenían cabellos… blancos, la sola idea era absurda. Seguramente se trataban de depredadores sin ningún tipo de humanidad.

La luz del semáforo cambió a verde y él siguió con su camino.

Llegó al edificio "G" y mostró sus credenciales para obtener la autorización y poder pasar. La mayoría de las veces no era necesario, él tenía el récord por el mayor número de traidores llevados a la justicia y castigados por sus crímenes. Miró hacia arriba, a las innumerables ventanas del rascacielos que iban desde el primer piso hasta el último; las paredes lisas compuestas por paneles blancos.

Entró, sus botas negras y gruesas hacían ecos con cada paso pesado que daba. La instalación solamente consistía en suelos y paredes de color blanco, frente a él estaba el escritorio de la recepcionista, el resto estaba artificialmente desértico.

La chica asintió con su cabeza y le indicó que podía pasar; Kageyama alcanzó el elevador y con la punta de su dedo apretó el pequeño botón que decía "S5".

Era el piso de purificación.

Las puertas se abrieron con un suave pitido y fue asaltado por los quejidos y gruñidos de los rebeldes detenidos. El techo estaba lleno de lámparas halógenas que llenaban el lugar, no había ni un milímetro en sombras; todo estaba construido con concreto.

Los tres rebeldes estaban siendo sostenidos por policías, con las manos atadas en la espalda; todos tenían golpes en sus rostros y algunos cortes con sangre, producto de haber creído ganarle alguna vez a Better Living.

Otro exterminador le dio la lista con toda la información de los criminales.

—¿Yuuji Terushima? —Kageyama preguntó.

El rebelde tenía cabello rubio en la parte superior de su cabeza peinado hacia atrás, lo demás estaba rapado y era de color negro. Terushima lamió la comisura de sus labios, en donde tenía una cortada y sonrió, pero no parecía con felicidad. Sus ojos brillaban con puro e incorruptible odio, Kageyama tragó pesado sin saber por qué.

—Vete al diablo maldita máquina. –Mofó.

El exterminador a su lado lo agredió con un arma de electrochoque liberando cuatrocientos voltios en su cuerpo. Paralizó su cuerpo inmediatamente, aun así su rostro se contraía en una mueca de aversión. El pelinegro se puso en cuclillas para estar al mismo nivel del rebelde, mirándolo cara a cara; eso aumentaba la accesibilidad del escucha y tal vez podría llegar a él.

—¿Sabes por qué estoy aquí? —cuestionó Kageyama, apacible, sin mostrar emoción en su voz.

—Puedes irte a la mierda. —El killjoy escupió en su rostro, el pelinegro cerró los ojos pero sintió el líquido caer en el puente de su nariz. Llevó unos cuantos dedos y se limpió.

Tobio miró su rostro, Terushima se lamió los labios, vislumbrando una pequeña bola de metal en su lengua. El exterminador a su lado le propinó una patada en su rostro, el rebelde fue arrojado sin cuidado a un lado. Kageyama le indicó a su compañero que parara, no veía la necesidad de violencia sin sentido.

Además él estaría formando parte de sus rangos dentro de poco.

Si escogía bien.

—Joven Terushima —volvió a dirigirse a él, esta vez manteniendo su distancia—, vengo para darte una salida para todos tus crímenes y estilo de vida sin sentido. Puedes formar parte de nosotros, industrias Better Living te aceptara como un miembro de nuestra familia en donde podrás rehacer tu vida de una manera honesta.

El de cabello llamativo escupió sangre al piso, producto del golpe de antes y se comenzó a reír a carcajadas. Kageyama estaba perdido, no entendía que había causado esa reacción, no había dicho nada divertido a propósito; miró a los demás miembros de Better Living, ninguno parecía entender de qué se trataba aquello.

—Tú crees… —exclamaba entre jadeos y carcajadas—…¿¡Crees que me quiero unir a ustedes!? —Terushima se arrojó al suelo, por lo visto no podía contenerse de la risa; Kageyama no podía hacer nada más que mirarlo boquiabierto, ¿había sido algo que él había dicho?— ¿¡Ser un maldito perro faldero!? ¿Dejar que derritan mi cerebro con sus medicinas? Prefiero pudrirme en el infierno.

El pelinegro parpadeó una, dos, tres veces. Esto era innecesario, siempre lo había pensado. Pero esos rebeldes parecían siempre elegir el camino más difícil. La solución era sencilla, unirse a ellos y conservar su vida, tal vez no su identidad, pero podrían respirar un día más.

Siempre era lo mismo.

—Llévenselo. —Ordenó Kageyama.

Lo levantaron del piso, sus pies se deslizaban en el concreto blanco, Tobio miró su rostro; sus facciones se contorsionaban en una danza entre la felicidad pura y el miedo absoluto. El exterminador ladeó su cabeza, jamás entendería a los humanos.

—¡Killjoys! —Exclamó desgarradoramente a los otros dos chicos, estaban temblando visiblemente— ¡No hay lugar para disculpa! ¡Es muerte o victoria!

Después de eso lo amordazaron y llevaron a la otra habitación, donde su cuerpo sería purificado por las llamas. Se escuchó el nauseabundo chirrido de la gigante compuerta al ser abierta, seguido por la estridencia de la maquinaria puesta en acción.

Kageyama miró a los rebeldes restantes, sus ojos iban desde ellos hasta la puerta en la que purificaban sus cuerpos y regresaban. Algo constreñía su pecho metálico, no era una mal función, pensó; su chequeo había sido hace solamente cuatro semanas y tomó su dosis de Plus en la mañana, aun así no podía sacudirse el extraño sentimiento.

—¿Hayato Ikejiri? —preguntó el exterminador mecánico siguiendo con la información en sus manos.

El chico tenía cabello castaño corto y pecas en sus mejillas, dejó salir un pequeño lloriqueo de su garganta cuando Kageyama lo miró desde arriba.

—N-no…t-te acerques a-a m-mí. —Tartamudeaba, intentando mostrar más coraje del que sentía, castañeando los dientes con terror puro.

La salida era fácil, pensaba Kageyama. ¿Por qué no elegían vivir? Elegir la opción correcta.

—¿Eso es un no? —preguntó el exterminador que estaba a su lado, era seguro que su paciencia se había acabado.

Parecía un infante; el sentimiento que recorría los engranes de su torso volvió.

—Llévenselo. —Declaró el otro, volvieron a repetir el proceso, tomándolo de sus axilas, lo amordazaron y llevaron a rastras.

—Kaname Moniwa. —Tobio llamó, dirigiéndose al último rebelde, este tenía ojos grandes, y cabello corto y negro. También daba la impresión de ser de baja estatura—. ¿Qué será?

El lastimoso chico solo negó ávidamente; estaba llorando libremente, sollozando como un animal moribundo. Saliva caía de su mentón y mocos salían de su nariz; el androide pelinegro retrocedió un poco, sorprendido por la cruda honestidad del prisionero.

¿Eso quería decir que elegía ser purificado?

—Sáquenlo de mi vista. —Siseó su compañero, Kageyama solo miró como lo llevaban a la otra habitación de concreto.

Se aclaró la garganta y puso en orden los papeles que tenía en sus manos, un poco decepcionado de como resultó la situación. No había podido salvar a ninguno de ellos.

El exterminador a su lado se rio entre dientes, el sonido de llamas ardiendo con ira detrás de ellos.

—Malditas ratas, ¿eh? Nunca aprenderán, si fuera por mí no les daría ni la oportunidad de respirar el aire de Ciudad Batería. Todos ellos deberían morir. ¿Cómo pueden estar en contra de Tooru? Nuestro líder es un genio, ellos están mal de la cabeza.

—Bueno —murmuró Tobio pensando—, en eso tienes razón.

No quiso quedarse más tiempo, necesitaba llegar al edificio "A" para poder comenzar con su día de trabajo. No necesitaba distraerse con rebeldes siendo purificados o algo por el estilo.

Salió del rascacielos con prisa, todavía tenía el rostro del último chico en su mente; moviendo sus facciones, con lágrimas formándose en las esquinas de sus ojos y saliva cayendo de su mandíbula.

Fue entonces que la respuesta lo golpeó.

Compasión.

Lo que había estado sintiendo era compasión.


Siempre me han atrapado este tipo de historias, y me gusta poner a mis personajes favoritos en esas situaciones, es entretenido y espero que ustedes se sientan igual.

Espero que les llame la atención y me acompañen en esta nueva historia.

Me encantaría leer sus opiniones así que son bienvenidas (os) a dejar sus comentarios.

Nos leemos luego.