Matthew estaba sentado frente al gran ventanal, mirando como las hojas otoñales caían de manera curiosa, haciendo acrobacias en el aire. Le dolía... le dolía el corazón. La imagen de Francis diciéndole "J'ai te aime"se repetía una y otra vez en su cabeza. Intentaba por todas las maneras pensar que decía la verdad, pero en el fondo lo sabia, era mentira.
El ultimo recuerdo que tenia del francés era de hacia una semana. Cuando salia de la conferencia, escucho unos ruidos que venían del cuarto mas apartado de la sala. Se acerco a ver que era, aunque en el fondo tenia un poco de miedo. Lo que vio en ese momento no se borrara de su mente jamas. Ahí estaba Francis forcejeando con Alfred, metiéndole mano a pesar de las suplicas del otro. Esa imagen duro solo unos segundos, hasta que Matthew se dio cuenta de que estaba corriendo mientras intentaba ocultar sus lagrimas.
Recordó también, como horas antes de la reunión, Arthur le reprendía diciendo que no valía nada estar con Francis, que lo dejara, que solo le causaría problemas y probablemente alguna decepción. A su lado, Alfred jugaba con un videojuego, sin saber lo que el destino le tenia preparado.
Ahora que lo pensaba, no había vuelto a hablar con ellos después de eso, para ser exacto no había vuelto a hablar con nadie.
Matthew se levanto de su asiento y se acerco al teléfono con la intención de llamar al francés. Si hablaba con el, seguro que las cosas se arreglarían... y entonces se dio cuenta. Siempre le seguía a todas partes, siempre intentaba arreglarlo todo y mientras tanto, Francis le traicionaba. Por mucho que le costara reconocerlo, las cosas jamas acabarían bien y probablemente su amor tampoco seria correspondido.
-Ese hijo de... me ha utilizado desde siempre...
En ese momento cayo al suelo, mientras lloraba desesperadamente y agarraba con fuerza su pecho. Cada vez le dolía mas y su respiración estaba entrecortada. Grito como pudo y lo ultimo que escucho fue una voz lejana que le llamaba...
…
-¿Mathieu? ¡Mon amour! ¡¿Estas bien?!
Matthew miro hacia todos lados, suponía que estaba en el hospital, y no se equivocaba. A su lado estaba Francis, que le miraba con ojos cariñosos. ''Parece preocupado...'' pensó en un momento de debilidad, al fin y al cabo nadie se podía resistir a los ojos del francés... nadie menos Arthur, pero eso es otra historia.
-¡Tu! ¡Cabrón! ¡Me engañaste! T-te od... - no pudo acabar la frase, ya que las lagrimas volvieron a apoderarse de el.
El otro paso su mano por encima de el, abrazándole y secándole las lagrimas.
-¿Se puede saber quien te ha dicho eso? ¡No es posible!
El canadiense alzo su mano y separándole de el, le propino un bofetón.
-P-pero si yo... ¡Lo vi! ¡Vi como manoseabas a mi hermano!
-¡¿A tu hermano?! ¡No tengo ningún interés en tocar al come-hamburguesas!
-Entonces... ¿Que hacías después de la conferencia de hace una semana?
Silencio absoluto.
-Estaba contigo.
No. No se podía creer que estuviera pasando lo que el pensaba. Otra vez no. No los podía haber... confundido... ¿O si?
-Yo volví a casa, después de verte metiéndole mano a Alfred.
Francis hizo una mueca de disgusto.
-Creo que entiendo el porqué Arthur me dio una patada en el estomago al día siguiente.
-Pero... ¿Entonces no me traicionaste? Me refiero, ¿a que no lo hiciste queriendo?
-¡Yo jamas te pondría los cuernos, mon amour!
Matthew se sentía idiota, había estado una semana encerrado en su casa, llorando y lamentándose, por culpa de un malentendido que pasaba a menudo. Hundió su cabeza en el pecho de su amante, llorando, pero esta vez de felicidad.
-Francis... M-¿Me quieres?
La respuesta fue la mas dulce que el joven pudo esperar, un beso.
