CAPITULO UNO

Tras echar una cariñosa y una mirada a los edificios de Melbourne, recortados contra un cielo totalmente despejado, Serena avanzó por la pasarela que llevaba al puente de embarque del CRISTAL DE PLATA, el crucero de lujo que era su hogar.

Al final del puente vio a un grupo de personas trajeadas que rodeaban un hombre alto que estaba de espaldas a ella. Se fijó en sus anchos hombros y en el pelo negro azabache que se afilaba al llegarle al cuello. El capitán del barco estaba a su lado y había varios grupos de curiosos que observaban desde distintos lugares del puente. Lo que probablemente significaba que ese hombre era «EL»

Seiya kou, el hombre que estaba en un punto de aquí, el CRISTAL DE PLATA, había llegado. Serena pasó al vestíbulo. Había sido invitada junto con los demás miembros que ocupaban un puesto de responsabilidad en el barco a la lectura del testimonio de DIAMANTE KOU, ya casi todos los de la misma pregunta en la cabeza ¿Qué piensa hacer? Seiya kou, su sobrino y heredero, con el barco una vez que fuera suyo?

Probablemente serena estaba más interesada en su huésped que la mayoría; a fin de cuentas, había pasado muchos años escuchando los comentarios que Diamante hacia de él.

Al acercarse al grupo oyó que el capitán Zafiro decía:

-Hay que examinar ese corte enseguida. Seiya kou alzó una mano vendada con lo que parecía un pañuelo azul. -no hace falta. Bastará con que me lave la herida y le ponga una tirita.

El capitán divisó a Serena. - Doctora Tsukino! Llega en el momento oportuno. El señor Kou se ha cortado y puede lograr un par de puntos sin par.

Serena sonrió y se acercó a él dispuesta a ofrecerle su ayuda. -buenas tardes sr. Kou si me sigue a la enfermería le echaremos un vistazo a su mano.

Seiya kou se volvió lentamente hacia ella y se deslizó su mirada azul por el rostro de serena antes de detenerse en sus labios. El aire parecía crepitar entre ellos y Serena sintio que se ponía la carne de gallina. ¿Estaría nerviosa porque de ese hombre dependía su futuro, o era su rostro de ángel caído, sus marcados pómulos, su nariz respingada y recta y sus sensuales labios lo que la perturbaba?

-Ahora que lo mencionan, puede que el corte algunos puntos- dijo seiya sin apartar la mirada de ella. El capitán asintió, satisfecho

-Yo me ocuparé del personal y luego enviaré aun sobrecargo a buscarlo al despacho de la doctora Tsukino.

El grupo se disolvió como una cámara lenta mientras Seiya Kou seguía una serena con expresión expectante. Serena sintio que la respiración se le agitaba y dejo de sonreir.

Aquello no podia estar pasando. Había jurado no volver a sentirse

atraida por ningún hombre. Y aquel en concreto estaba a punto de convertirse en su jefe. Negándose un ceder a la ciega reacción de su cuerpo, se irguió y logró sonreír de nuevo.

-Por aquí- dijo a la vez que señalaba la dirección con la mano y ponía en marcha. Seiya asintió y la siguió.

-Respóndeme algo doctora Tsukino - dijo en un tono grave y sexy, conquistó cuando se puso a la altura -¿Es normal tanta gente en el puente esperando recibir a los huéspedes?

Serena no respondió hasta que llegó al ascensor, donde pulsó el botón de la tercera planta. - no, pero usted tampoco el típico huésped. Seiya arqueo una ceja. -¿y qué clase de huésped soy? «El único que ha logrado que me debilite las rodillas» pensó serena.

-Hemos oído que va a aquí el Cristal de Plata. Los rumores se extienden rápidamente en un barco.

-¿Rumores? -Seiya volvió a alzar las cejas- ¿hay más de uno? En aquel crucero vivían y trabajaban trescientas treinta personas. Algunos empleados temporales que querían conocer el mundo, tendían un trabajo y divertían con la misma intensidad. Pero también había un sólido grupo que había llegado a formar una comunidad y el barco era su hogar. Ambos grupos estaban intrigados con la llegada de Seiya Kou.

Las puertas del ascensor se abrieron y serenas avanzaron por un alfombrado y el estrecho de un pasillo mientras seiya aguardaba pacientemente la respuesta -corren varios rumores -contestó finalmente finalmente Serena- aunque, probablemente, la mayoría no tenía una base real.

-¿Y cuales sean sean ese rumores? Serena sonrió sin pensar hablar de eso con el hombre que pronto iba a controlar su trabajo.

-No me parece buena idea contarle- cuando llegaron a la enfermería del barco se detuvo en la zona de recepción para hablar con la enfermera a cargo.

-¿Está el doctor Tomoe, Molly? Había en Seiya Kou algo que le afectaba más de lo debido. Probablemente se debió al poder que iba a tener en su futuro. O a su poderoso magnetismo de hombre. O que estaba nerviosa a la esperada, lectura del testimonio de Diamante y el recuerdo de su muerte, acaecida doce días atrás. En cualquier caso, dado que no se sentia totalmente cómoda. Lo mas adecuado seria que otro colega se ocupara de él.

Al escuchar su nombre, Souichi Tomoe salió de la consulta a la sala de recepción. Serena sintio que se relajaba al verlo allí -hola, Souchi. Puede que el señor Kou tenga puntos en la mano -se volvio hacia su paciente. -El doctor Tomoe se ocupará de usted.

Acababa de volverse para marcharse cuando la voz grave de Seiya la detiene. -No -¿disculpe? Dijo ella mientras se volvía. -si necesito puntos, prefiero que se ocupe personalmente de darmelos, doctora Tsukino. Serena miró a Seiya sin ocultar su desconcierto.

-Le aseguro que el doctor Tomoe es muy hábil dando puntos. Tiene experiencia en cirugía plástica, seguro que le deja menos cicatriz que yo.

-No me importa la cicatriz. Quiero que me trate usted, doctora Tsukino. Serena se preguntó si estaba flirteando con ella, ningún hombre lo había intentado desde ... .su marido.

Ella se ocupaba de cultivar una aura de inaccesibilidad para lograrlo. Pero Seiya Kou no parecía la clase de hombre que se fijara en esas cosas. Reprimió un suspiro. En cualquier caso. Era una profesional y podía ocuparse de tratar al sobrino de Diamante. . . Aunque su mera presencia hacia el pulso se la acelera.

-Por supuesto- dijo a la vez que le indicaba a Seiya que entrara en la consulta

-siéntese, por favor señor Kou.

-Seiya dijo el mientras obedecía. -preferiría seguir llamándolo señor Kou. -Dijo Serena, mientras que la colgará en la puerta blanca de la puerta -hay muchas posibilidades de que se convierta en mi jefe.

-Ya está a punto de atravesar la piel con una aguja, creo que podría prescindir de las formalidades. Serena pensó que, que quería ser su jefe, él mandaba, de manera que asintió.

-De acuerdo, Seiya.

Seiya se fijó en la placa que llevaba serena en la bata, Dra. Serenity Tsukino. ¿Puedo llamarte Serenity? Serena reprimió un estremecimiento. Solo su marido solía llamarla Serenity. La imagen del querido rostro de Darién surgió en su mente, amenazando con perder el control. Centro la mirada en Seiya. -prefiero Serena.

-Serena- repitió Seiya a la vez que parpadea lánguidamente -me gusta. Y ahora que has establecido una relación más cercana, ¿Qué tal si me hablas de esos rumores?

Serena fue incapaz de contener una risita. - bien jugado, Seiya dijo a la vez que se apoyó en el fregado y Cruzaba los brazos en el pecho. -¿De verdad quieres perder el tiempo hablando de esos rumores? Seiya la miró con seriedad. -supongo que no. Pero me gustaría preguntarte algo.

Serena suspiró y sonrió. -pregunta lo que quieras. ¿Quién dijo que alguien de los doctores del barco se ocupó de mi estado durante su enfermedad? Una mujer, -así es. -¿Fuiste tu?

La emoción fue aprendida por un momento la garganta, que tuvo que limitarse a asentir.

No podia creer aún que Diamante se había ido para siempre. Era un hombre vibrante, intenso, lleno de vida, y ya no iba a poder volver a ser charlar y bromear con el. Además, la muerte de Diamante había hecho revivir el dolor de la muerte de su marido, fallecido dos años atrás.

-Gracias por haber hecho eso por él Seiya en tono solemne.

-No hay por qué darme las gracias. Considerar un Diamante un buen amigo, y merecía la oportunidad de pasar sus últimos días en lugar que quería.

-Hay algo que me confunde -dijo Seiya-. Ni yo ni nadie de su familia sabía que se estaba muriendo. Hable con varias ocasiones durante los últimos meses y nunca mencionó nada. Diamante solía ir a pasar un fin de semana cada tres meses con mi madre, y sabíamos que recientemente no había podido porque era malo, pero no sospechábamos que la cosa fuera tan grave.

-¿Por qué no lo sabíamos? - Serena había sugerido en varias ocasiones un Diamante que informaba a su familia de lo serio que era el cáncer que tenia, pero este siempre se negó.

No quería que vieran en el estado de fragilidad en que se encuentraba. Solía decir que quería que lo recordaran como era cuando estaba en plena forma. Pero Serena sospechaba que la presencia de su conservida familia lo habria obligado a tener que enfrentarse cara a cara con su propia mortalidad.

-Diamante era un hombre orgulloso y prefería que las cosas fueran así. -¿Cuánto tiempo estuvo enfermo? -hacía casi un año que tenía cáncer, y tuvo que acudir a una tierra para algunas sesiones de quimioterapia, pero las cosas empeoraron hace cuatro meses, aunque siguió ocupándose de dirigir el barco hasta las primeras tres semanas antes de morir.

-¿Sufrió mucho? - le administre morfina y otros medicamentos de manera que su sufrimiento físico fue mínimo.

-No pretendo ser irrespetuoso, pero ¿sabes si está viendo algo otro médico?

-Estaba al cuidado de un especialista del Hospital Royas Sidney, Amy Mizuno con la que yo mantenía un contacto regular. Puedo darte los detalles necesarios para hablar con ella -Seiya negó con la cabeza y Serena siguió hablando -. Durante los últimos meses de su vida Diamante decidió pagar un médico para que ocupara mi puesto mientras yo atendía. también contratamos a una enfermera especializada para que esté con alguien las veinticuatro horas del día.

Seiya asintió lentamente y suspiro. ¿Vas a asistir a la lectura del testamento?

-Si Diamante le había hecho prometer a Serena que asistirá y mencionó que el le había dejado algo

-Varios miembros de la tripulación han sido invitados a la lectura del testamento

-Espero que Diamante te dejara algo por lo que hiciste por él, si no, yo me ocuparé de que recibas algo significativo.

con el corazón encogido, Serena noto que la expresión de generosidad de Seiya le recordo a la de Diamante, y tambien a las historias que este contó sobre el hombre que tenía ante sí. se había preguntado a menudo si Diamante había exagerado en las historias sobre su sobrino, o si Seiya sería realmente un príncipe entre los hombres.

-Eres muy amable, pero no hace falta que se moleste. Yo estaba cumpliendo con mi obligación y, como ya lo había dicho, sentía un gran respeto por Diamante. para mi era un amigo.

-En cualquier caso, me alegra que puediera contar contigo. -Agradezco esas palabras- dijo Serena sinceramente. se había preguntado a menudo si la familia de Diamante la culpaba por no haberlos informado

-Y ahora, si quieres llegar a un tiempo a la lectura del testimonio, más vale que echemos un vistazo a tu corte. -Tienes razón -asintió Seiya mirando el reloj.

Seiya miró a la doctora Serena Tsukino a los ojos y apoyó la mano en la gasa con la palma hacia arriba. era una mujer intrigante. No se había tenido que haber tenido un resultado fácil de cuidar al testarudo de su muerte, aunque, según lo había informado el capitán, este había sido atendido maravillosamente hasta el momento de su muerte. Pero era algo más lo que había hecho insistir en lo que ella curaba la mano, algo que irradiaba de ella. Apesar de no ir a la maquillada, sus ojos color azul celeste le resultaban cautivadores. Poseían una profundidad especial, una clara inteligencia ... y la promesa de algo más.

Apartó la mirada y la frunció el ceño. No hay tiempo para pensar en un modo de la doctora que se haya ocupado de su muerte.

-Cómo te has hecho la herida? -con un vaso que se rompió mientras iba en el coche. Serena lo miró con extrañeza -en el coche? -he venido en limusina para aprovechar el viaje manteniendo una reunión con algunos empleados. Yo estaba sirviendo agua en un vaso cuando el conductor tuvo que dar un frenazo y el vaso se rompió y me corto.

Serena asintió y luego le aplico anestesia con dos pequeños pinchazos. Después deslizó con delicadeza un dedo por el índice y el pulgar de Seiya. -Dime si sientes esto. Seiya asintió -estaba comprobando si había un trocito de cristal mientras que el efecto se anotaba antes. Serena antes de tomar un par de pinzas - Esto no dolerá.

En circunstancias normales, Seiya había invitado un rato, tal vez a cenar, pero, dado que pronto iba a ser una empleada suya, no podía permitírselo. Además, por las señales que lo estaba enviando, no creía que hubiera aceptado la propuesta.

Serena deslizó un dedo por una estrecha y larga cicatriz que tenía en el pulgar de Seiya. -ya te cortaste ahí hace mucho. Seiya sonrió levemente. -un accidente de infancia -contesto, aunque no fue tal accidente.

en realidad fue un pacto de sangre que sello a los trece años con los amigos, se hizo hermanos de sangre en el interior. El se hizo un corte más profundo para que el lazo fuera más fuerte, y tal vez lo logró, porque aún tenía una relación más cercana con Taiki y Yaten que con otra persona del planeta. Serena se concentró en su trabajo. Tras aplicar el tercer punto, se quitó los guantes.

-Te han puesto recientemente la inyección de tétanos? -hace más o menos un año.

-Eso bastará. El corte era limpio y no necesitaras antibióticos.

-Tienen que quitarte los puntos dentro de siete días. Si sigues aquí, Souchi o yo nos ocuparemos de quitartelos.

-solo voy a estar aquí por un par de noches llamado Seiya. Había acudido allí para la lectura del testamento de Diamante y pasar un par de días evaluando las operaciones del barco. Desembarcando cuando llegaran a Sidney.

-¿No fue a quedadorte durante el crucero? -pregunto a Serena, extrañada-¿No quieres disfrutar la experiencia de cruzar el Pacífico en el Cristal de Plata? En ese caso tendremos que ver con su propio médico dentro de una semana. Solo Serena en tono profesional.

Seiya, comprendió con sorpresa que la consulta había acabado. Estaba a punto de irse y lo más probable era que no volvería a verse ... aunque tal vez eso sería lo mejor. El impulso que había experimentado invitarla a salir podría resurgir, y no podía comenzar nada con una futura empleada que nunca pasaba más de una noche en la misma ciudad. De manera que se levantó y fue hasta la puerta.

-Gracias por haberte ocupado de curarme -De nada, señor Kou -contestó Serena en tono impersonal. Había algo en esa mujer que lo intrigaba ¿y si, a pesar de los obstáculos ...?

cuando salió tuvo que contenerse para no echar un vistazo por último por encima del hombro a la doctora Serena Tsukino.

Serena avanzó rápidamente por los pasillos en la dirección a la sala de juntas, donde probablemente ya se comenzó a leer el testimonio de Diamante. Odiaba llegar tarde. Lo odiaba, llegar tarde significaba atraer la atención sobre sí misma, algo que la incomodaba enormemente.

Tras la marcha de Seiya de la consulta había tenido algunos pasajeros, miro el reloj: solo las dos y tres minutos. con un poco de suerte, los demás aún estarían ocupando sus asientos. Cuando abrió la puerta de la sala de juntas respiro aliviada. Aunque la gente ya estaba sentada, aun tenía un murmullo general mientras que un hombre de pelo gris revisaba un papel en el escritorio principal.

Encontró un asiento vacío en la última fila. traspaparlo saludo a la mujer que tenía a un lado. - ¿Me ha perdido algo? - Susurro. -No -dijo Luna- el abogado acaba de pedirnos que nos sentemos. Aún no me puedo creer que Diamante se haya ido para siempre, y menos aún que esté aquí, todos los nombres para hablar de su dinero, Luna dirigida al departamento de gastos y que haya tenido una relación cercana con Diamante, como la mayoría de los que ocupan puestos de responsabilidad en el barco. Serena tuvo un parpadeo para alejar unas repentinas lágrimas. -Una pesadilla de saber lo que está enfermo, una parte de mi no deja de pensar que la vez saldría adelante.

-Diamante también pensó que iba a salir adelante Luna con una sonrisa cargada de pesar. Todavía estaba haciendo planes, la última vez que lo vi. Serena suspiro.

-Probablemente fueron su optimismo y su determinación los que le permitieron vivir bastante más de lo que esperaba su especialista. Luna la toma de la mano y se estrecho con delicadeza. -Tú también tuviste tu parte en ello, Serena. Todos sabemos cuanto te esforzaste en cuidarlo, y el tambien. No paraba de hablar bien de ti cada vez que podía y de expresar lo agradecido que estaba.

Serena logró sonreír, pero tenía un nudo en la garganta y no pudo decir nada. Afortunadamente, el hombre de pelo gris carraspeo en ese momento y se presentó como el abogado y albacea de Diamante Kou.

Tras terminar de leer los preámbulos del testamento, llegó a la parte de la división de bienes. Diamante había dejado una maravillosa colección de primeras ediciones a su cuñada, Neherenia la madre de Seiya, quien, según el abogado, no había podido asistir.

También había algunos objetos personales, como gemelos y corbatas, algunos de los miembros de la tripulación. - en cuanto al Cristal de Plata ... - el abogado hizo una pausa para ver y echar un vistazo rápido a su alrededor - dejó la mitad a mi sobrino, Seiya Kou. La sala se sumió en un arrepentimiento e intenso silencio, como si todo el mundo se hubiera quedado conmocionado. Unos momentos despues comenzo a surgir un murmullo entre los presentes.

Seiya había heredado solo la mitad del barco? La mirada de Serena voló hacia la espalda de Seiya, que sentado en la primera fila, permanecía recto y quieto. Si el futuro de los empleados del crucero estaba en el aire hacia cinco minutos, en esos momentos, se había vuelto aun más impredecible.

-La otra mitad se la dejo a la doctora Serena Tsukino -concluyó el abogado. Sus palabras acallaron al instante el creciente murmullo de perplejidad, y el silencio que las siguió resultó atronador.

El corazón de serena dejó de latir un instante antes de desbocarse en su pecho. ¡Cielo santo! La gente se volvió a levantar con sus asientos, algunos boquiabiertos, otros con expresión confundida e incrédula. Serena sintió que estaba a punto de dejar escapar una risa histórica, pero la feroz miraba que la dijera en ese momento Seiya la dejó petrificada.

Se apoyó contra el respaldo del asiento. De pronto, seiya se levanto y todas las miradas se volvieron hacia el. Avanzó por el pasillo hasta el asiento de Serena y se detuvo ante ella. - Doctora Tsukino - murmuró sin apenas mover los labios, si no importa, querría hablar con usted en privado.

Alargó la mano hacia ella, esperando que se levantara y lo precediera saliendo de la sala. Serena siente que las rodillas se ha vuelto a la gelatina, pero después de una instantánea vacilación, logró levantarse. A pesar de todo, al girar perdió el equilibrio, Seiya la sujetó rápidamente y con firmeza por el codo, salvandola de caer. Se volvió a querer las gracias, pero fue incapaz de decir nada con la mirada de la mirada.

Esforzándose por mantener la calma, permitir que la ventana exterior de la sala ... ¿Alguna habitación vacía en la que poder hablar sin ser molestados? - preguntó él en cuánto cerró a sus espaldas. Serena estaba teniendo auténticas dificultades para poner en marcha su cerebro, y se limitó a una una a la izquierda. Seiya la condujo hasta esta vez la soltarla del codo y entraron.

En cuanto la puerta se cerró, Seiya soltó una Serena y se puso en jarras. Su mirada, y todo su cuerpo irradiaba rabia y suspicacia. - ¿podrías decirme exactamente qué hiciste por mi tío para conseguirlo con la mitad del barco, doctora Tsukino? Serena necesitó unos segundos para asimilar el significado de aquéllas palabras. Seiya Kou pensó que había usado su cuerpo, que se había vendido por dinero al dulce y encantador Diamante. Una intensa rabia le recorrió en las venas. Antes de darse cuenta de lo que hacia su mano voló como un misil en la dirección del rostro de Seiya, que abrió los ojos de par en par el rostro ... Aunque no lo suficientemente rápido.

El violento encuentro de mano y mejilla restallo en el silencio de la sala. Serena experimentó una punzada de dolor y un ardor intenso en la palma de la mano, ya continuación se quedó paralizada. Dirigió la mirada hacia la palma de su mano. Luego la alzó con el rostro de Seiya, hacia el interior del contorno de la mano impresa en su mejilla ...

Y una oleada de náuseas le atenazó el estómago. Seiya masculino una maldición. Jamás lo había abofeteado y, tras haber vivido la experiencia, no había ningún deseo de repetirla. La mejilla le ardía como si acabaran de marcarlo con fuego.

Serena sigue sosteniendo la mano en el aire, como si no supiera qué hacer con ella. Estaba paralizada. Estaba claro que abofetear no era una de sus costumbres. Lo que realmente importaba era que él y él tenía que estar de acuerdo con su genio genio y, si querían conseguirlo, debía mantener el control. El control sobre sí mismo le llevaría a manejar la situación. Debía mantener la cabeza fría.

¿En qué está el estado pensando? Diamante para ponerlo en esa situación? Se hizo ambas manos por el pelo y exhalo lentamente.

-cuándome ha dado los puntos, ¿sabías que diamante había dejado la mitad del barco? -preguntó con suavidad. Serena tenía una silla, tenía la cabeza inclinada y las manos en el regazo; con la izquierda sostenida la muñeca derecha como si la muera lo que fuera hacer a continuación.

-no- murmuró sin alzar la mirada -. No tenía ni idea. Seiya la miró un momento. Serena era la doctora que se había ocupado de Diamante en la parte final de su enfermedad, cuando más vulnerable estaba. ¿Habría utilizado la situación para influir en él y obtener algún beneficio económico?

-es un regalo bastante considerable como para ser una sorpresa, ¿no te parece?

-Diamante manifestó en más de una ocasión que agradecería mucho que me hubiera ocupado de la atención en el barco.

El Cristal de Plata era su hogar y el temia que no lo dejaran permanecer en el. Por qué se esforzó en ocultar los síntomas hasta el último momento. También me dijo que me dejaria algún detalle en su testamento. Le dije que no hacía falta, que solo estaba cumpliendo con mi trabajo.

-pero hiciste algo más que eso, ¿no? Estuviste a su lado casi constantemente.

-sí- contestó con calma -Quería a Diamante y había hecho cualquier cosa por el. Se lo que estas sugiriendo, pero no estaba interesada en ninguna clase de compensación. Diamante formaba parte de mi familia a bordo, y también lo considero mi mentor y amigo. seiya se puso a caminar de un lado a otro de la sala.

¿Diamante era la «familia» de serena, su «amigo»? ¿Por qué no acudió a él su tío? El hubiera dejado todo sin pensarlo en un abrir y cerrar de ojos si hubiera sabido que su tío estába enfermo. el hecho de estar a su lado, hablar con él, sostener su mano, cuidarlo ... Una intensa emoción le atenazó la garganta.

-Era un amigo con la capacidad de convertirte en una mujer muy rica- dijo con más aspereza de la que pretendía. -pues impugna el testamento- los ojos azules de Serena parecieron destellar, y sus pómulos se sonrojaron. Estaba preciosa enfadada- llevalo a los juzgados. haz que parezca que Diamante no estaba en su sano juicio. . .

esas palabras hicieron pensar a Seiya. Iría en contra de sus principios, manchar el recuerdo de Diamante alegando públicamente que al final de sus días no estaba en su sano juicio. Pero tal vez no iba a quedarle otro remedio. Aquella era su herencia. . . ¿Cómo iba a permitir que se la quitara? Alguien llamó a la puerta y Seiya casi se sobresaltó.

Un miembro de la tripulación se asomo por esta. -El abogado ha pedido que el señor Kou vuelva a la sala para seguir la lectura del testamento. Seiya asintió y luego se volvió hacia Serena. -Esta conversación no ha terminado.

-Estoy deseando continuarla- replicó ella con firmeza, ya continuación salió de la sala con la cabeza erguida. Seiya fue incapaz de no fijarse en el equilibrio de sus caderas bajo la delicada tela del pantalón que vestía, el bamboleo de sus rubio cabello sobre los hombros. . . y suspiro.

Aquello no podia dificultar las negociaciones. Lo último que necesitaba era aquel hirviente deseo, aquella chispa con la doctora de su tío, y la dueña de la mitad del barco. Pero la próxima ocasión en que se vieran tendria sometido su cuerpo y su genio con puño de hierro.

Serena se sentó en la última fila durante la lectura del resto del testamento. Aunque trato de evitarlo, su mirada no dejaba volar hacia Seiya Kou, y sus acusaciones no dejaban de repetirse en su mente. Pero, a pesar de lo mucho que le dolían, lo cierto era que Seiya no la conocia lo suficiente como para saber que ella jamas seria capaz de caer tan bajo.

Había un aura de tensión contenida en torno al cuerpo de Seiya mientras permanecía sentado en primera fila. Era posible que otros no lo notaran, pero ella sí. Probablemente estaría apretando los dientes de rabia. Seguro que la vida fue siempre fácil para él, con las ventajas de que el dinero, el buen aspecto, el encanto y la inteligencia, y probablemente no esté acostumbrado a sufrir frustraciones como aquella.

Pero aquel no era su problema. y si Seiya quería impugnar el testamento, que lo hiciera. Diamante había estado lúcido hasta los últimos momentos de su vida y un buen grupo de gente a bordo que podía testificar. No esperaba que Diamante le dejara algo así, pero tampoco estaba dispuesto a renunciar al barco solo porque un millonario como Seiya estaba acostumbrado a salirse siempre con la suya. Necesitaba un tiempo para pensar en todo aquello, para dejar que se asentara en su cabeza.

En cuanto terminó la lectura del testamento salió de la sala y fue a su camarote. No estaba en condiciones de seguir con la conversación que había dejado a medias con Seiya. Tras preparar un café y tomarse un respiro, llamo a sus padres para averiguar si estában al tanto de las intenciones de Diamante. A pesar de que su padre había llegado a ser un buen amigo de Diamante mientras era capitán del CRISTAL DE PLATA, se sorprendio tanto como ella por el testamento pero también encantados.

Para cuando llegó la hora de comer, no había llegado a ninguna conclusión, pero tenía algo que sabía con certeza: debía hacer frente al resto de la tripulación.Sin duda, lo que sucedió habia corrido como reguero de pólvora y todo el mundo estaba hablando de ello. Pensarlo le hizo encogerse, pero se negaba a permanecer oculta en su camarote. El capitán la esperaba para cenar en su mesa aquella noche. Se puso su vestido favorito, que siempre le hacia sentirse bien. Finalmente estuvo lista para salir, dispuesta a enfrentarse a las miradas, dispuesta a enfrentarse a Seiya Kou.

Hola que tal pues al fin me anime a subir una historia les acalaro no es mia es una adaptacion de una novela que lei hace mucho tiempo y me encanto.

espero sea de su agrado y ya saben se aceptan reclamos jejeje solo no sean tan crueles es mi primer participacion y soy nueva en esto

quiero agradecer a mi amiga "Key Sk"si tu ayuda no me habria animado a hacerlo gracias tkm