-¿Qué pasaría si te dijera que me gustas? –lo miró a los ojos con mucha ternura, amaba esos ojos, tan parecidos y tan diferentes a los suyos a la vez.

-Depende. –acercó su mano al rostro de la chica frente a él para acariciar su mejilla sonrojada y suave.

-¿De qué?

-De que tanto te guste. Podría gustarte como amigo o como algo más.

-Sabes a lo que me refiero.

-Pues… probablemente te tomaría de los hombros, te besaría y te pediría que saliéramos. Estaría muy emocionado, te diría lo bella que luces, lo dulce que me parece tu voz, lo coqueta que te ves con ese mechón sobre tu rostro, cuanto me encanta tenerte cerca, lo tierna que te vez leyendo, como me enamora tu risa, como me gusta perderme en tus ojos y como mi corazón se acelera al recordarte.

Posó sus ligeras manos sobre los fuertes hombros frente a él mientras danzaban a mitad del gimnasio. Era su primer baile de preparatoria, y posiblemente el más mágico de todos. Eran la mitad del otro, compartían escuela, casa, recuerdos, experiencias, algunos gustos, varias cosas. Eran tan unidos, que lo único que faltaba era dar el siguiente paso. El lugar con luces tenues, música suave, estrellas brillando desde las ventanas, flores por todas partes… era el ambiente perfecto para esa ocasión.

-¿Quieres repetir todo eso que dijiste, o vamos directo al grano?

-Basta con que cierres los ojos para saberlo.

Ella los cerró y él la besó suavemente. El primer baile, y el primer beso tan lleno de amor para ambos, y sin dudas, el más dulce de sus vidas.