Onegai Goshujin-sama

Prólogo

El festival de la academia Muneshi fue un completo éxito, las personas que visitaron las instalaciones se quedaron maravilladas con cada una de las actividades. Además los alumnos se divirtieron como nunca.

Los padres de Yuzuki se sorprendieron al ver el talento de su hija al cantar, y la felicitaron en cuanto bajó del escenario. Algo que no era muy común en ellos, ya que solo reconocían los logros académicos.

Ashita ha convivido más con su abuelo desde que lo dieron de alta del hospital, solo que su madre sigue muy ocupada con el trabajo y casi no la ve, pero ya no le afecta demasiado. Lo ayuda en casa mientras sus piernas recuperan la movilidad, y le cocina como su abuela en vida le enseñó.

Naguisa estuvo usando la botarga de oso durante todo el día, era muy grande para ella y caluroso una vez dentro, pero debía cumplir con el reto. Se sentía algo avergonzada de traerlo, ya que capturaba las miradas de muchas personas, en especial se imaginaba que la jefa y sus compañeras del maid-latte le tomarían miles de fotos en cuanto llegaran.

En cambio Tomoe seguía con la misma rutina que desempeñaba desde hace 10 años, cuando kurama desapareció sin decir nada. Los miércoles siempre salía a comprar lo que necesitara para el templo (ya sea para limpiar, madera para arreglar la entrada, pintura, papel y tinta para los sellos protectores, etc), usando el dinero que las personas donaban cuando iban a rezar. No le gustaba convivir con los humanos, así que no se demoraba mucho cuando tenía que salir, pero aquel día había mucho revuelto en una academia cercana al templo. Tenía que pasar en frente para llegar al supermercado, y extrañamente estaba interesado en el evento que tenían.

Sin darse cuenta una persona con una botarga de oso chocó contra él derribándolo, y ambos fueron a dar al piso.

Al mirarla se dio cuenta de que era una chica, ya que la cabeza de la botarga se le había caído.

Tomoe se paralizó, no pudo reaccionar, su corazón latía de una manera anormal, y la sangre se le subía al rostro. De repente se le vino a la mente una palabra, tal vez era un nombre. Así que se le acercó dudando y dijo:

-Nagui- al mismo tiempo que esa extraña chica pronunciaba -Tomo- y sus voces eran acalladas por el coro de gritos enérgicos.