N/A: He decidido hacer una sola "historia" con todos los drabbles que iré escribiendo a partir de ahora. Algunos pertenecen a los drabblethon en los que participo o participaré, otros son respuesta a mi meme de besos y alguno que otro es un drabble suelto. Las parejas varían, así como los géneros y la clasificación.

Sin más que agregar, espero que sea de su agrado :)


Título: Brillo
Personajes: Alemania, Italia
Género: Drama/Amistad
Clasificación
: G / K
Advertencias
: WW2
Palabras: 352
Nota: Para el drabblethon de musa hetaliana
Beta: Halfwolf

Los ojos de Alemania, azules como el cielo, solían tener un brillo particular. Cuando daba órdenes, trabajaba, conversaba con Japón, al despertarse a la mañana, al leer tanto un documento o un diario, incluso cuando regañaba a Italia. Al castaño le picaba la curiosidad cada vez que lo notaba, lo que le hacía preguntarse si ese brillo era una representación física de alguna característica del alemán.

No obstante, después de que poco a poco esa chispa tan especial fuera desvaneciéndose, terminó por morirse un día.

—¿Qué…? —preguntó atónito.

—Lo que acabas de escuchar —le dijo Alemania sentado sobre un sofá gris a causa del de polvo, cubierto en vendajes, al igual el italiano.

—No… no lo comprendo —aunque sabía muy bien que una parte suya lo comprendía perfectamente.

—Italia, ya está —hizo una pausa, incluso a él, al gran, decidido y poderoso Alemania le costaba decirlo—. Perdimos.

Sin poder articular ninguna palabra o sonido, el latino se arrodilló sobre el piso; sus piernas no pudiendo sostenerlo de repente. Pero así era la dura realidad: habían sido derrotados. No había que ser un genio para enterarse de ello: con sólo mirar su entorno, la habitación dónde se hallaban, lo que había sido un edificio gubernamental; todo destrozado. Con culpa, levantó la vista para toparla con opacos ojos celeste. Pero Alemania se le adelantó.

—No te preocupes.

—Lo lamento…

—¿Todavía en esta clase de situación me vas a hacer repetir las cosas? —lejos de enojarse, esbozó una sonrisa melancólica—. Estaremos bien.

—Nunca fui muy útil, ¿cierto? Nunca pude hacer nada por ti.

—Eso no es verdad. Ven, hay algo que todavía puedes hacer por mí.

Silenciosamente, el castaño acató la orden. Se levantó del piso sólo para volver a arrodillarse una vez al lado del otro hombre, quien lo tomó por los hombros.

Oh, allí estaba de nuevo. Agonizando, débil, pero Italia pudo reconocer ese brillo de los ojos alemanes.

Para su sorpresa, Alemania se le acercó lentamente para abrazarlo. Italia comprendió allí, en ese gesto, que el rubio había perdido toda esperanza, por lo que no tardó en derramar amargas lágrimas.