Disclaimer: Pokémon y su trama no me pertenecen, son propiedad Game Freack y de la compañía Nintendo. La historia narrada aquí es completamente de mi autoría, cualquier parecido con otra historia es pura coincidencia.
Primer Memoria
Entrenador Grosero
—*—*—*—
—¿Quién eres tú?
El chico frente suyo no contestó, solo le miraba seriamente de pies a cabeza, haciéndole sentir algo estúpida y claro que lo era, ¿por qué no se paró a pensar un segundo otra forma de presentarse? Quizá, un «¡Hola! ¿Cómo te llamas?» o un «Soy Yellow, la guardabosque, ¿deseas salir de aquí?»… no, ese sonaba malísimo, pero aun así era mejor que el «quién eres tú».
Y es que había sido inevitable, las palabras se le escaparon de la boca, pues no todos los días veías a un muchacho tan alto –ella era bajita–, con presencia tan imponente y ojos rojos –que empezaban a intimidarla– en mitad del bosque Viridian con un Pikachu, su tío le había dicho que el bosque no era frecuentado por entrenadores profesionales y ese muchacho tenía cara de ser todo un maestro.
—Lo siento… —se disculpó suavemente, después de unos minutos de pensar en algo coherente y no tan cortante—. Lo que quería decir era…
—Nombre.
Yellow se cortó en mitad de disculpa/discurso, la voz del muchacho había sonado tan fría y demandante que la congeló por un segundo, sí, solo uno, pues después le miró confundida, tratando de no mostrarse indignada o molesta. —¿Disculpe?
—Nombre y apellido —repitió el entrenador sin mucho interés.
Como pensaba, ese muchacho había usado un tono mordaz con ella ignorando sus palabras anteriores, era una tontería, pero para ella se le hizo de muy mal gusto esa actitud tan altiva, habló con amabilidad. —Es de mala educación pedir un nombre sin haberse presentado antes.
—¿Importa?
Yellow se quedó callada, mirando al muchacho con seriedad, con una palabra firme en sus ojos verdes: «no contestaré nada». Lo que una persona naturalmente esperaría, es que se disculparan y decidieran ser más corteses, al menos así había pasado con casi todo el mundo con el que había hablado, pero siempre había una excepción y esa fue el chico de ojos rojos, que llamando a su Pikachu con una señal con la cabeza, se fue dándole la espalda.
Y no es como si no tuviese más palabras para callar a la chica, sino que no estaba interesado en seguir hablándole, aquello, Yellow lo supo cuando este misterioso chico la miró de reojo, sin inmutarse, como si estuviese viendo algo de poco valor.
Pero en lugar de sentirse contrariada o triste, Yellow se enojó. —Que chico más grosero.
Caminó entrando en el bosque nuevamente, iría a pescar, eso siempre la relajaba.
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Ser guardabosques implicaba mucho más que cuidar que las personas no botaran basura entre los arbustos ni se perdieran en el camino, también debía velar por los Pokémon, los chicos que se metían accidentalmente en los lugares más oscuros del bosque o que se desviaban por el risco que no estaba muy lejos de allí. Era un trabajo cargado de estrés, la chica había tenido que ir en el auxilio de más de un entrenador agudizando sus oídos para escuchar bien los gritos de ayuda, pues no tenía Pokémon que pudiesen alertarla.
Por su arduo esfuerzo, su tío jamás le exigía demasiado, buscaba siempre hacerle sentir cómoda, incluso incitaba a la flojera de vez en cuando, por eso, ahora estaba con su caña de pescar y el almuerzo en una canasta junto con los anzuelos, preparada para ir al lago para pescar, almorzar y luego dormir por lo quedaba de día. En caso de que hubiese algún Pokémon salvaje, su tío le había entregado su Doduo, al que ella había bautizado desde pequeña como «Doody».
Ese era un día prometedor, encima de Doody andaba con tranquilidad disfrutando de la suave brisa de verano y el sol que se filtraba por las ramas, sí, sería perfecto... O eso pensó hasta que Doody paró repentinamente, Yellow dejo de mirar al rededor para encontrarse con el chico grosero de la semana pasada.
Bien podría ignorarlo como él hizo con ella cuando se conocieron, pero Yellow no era no grosera no mucho menos rencorosa, trataría de empezar de nuevo. —Buenos días.
El chico la observo de nuevo, aunque ahora era más bajo que ella –gracias a Doody–, seguía teniendo una presencia tremenda, tal era que ni los Pokémon salvajes se les acercaban y menos esos chicos de los pantalones cortos y Rattatas.
—Nombre.
—¿De nuevo con eso? —Preguntó la chica decepcionada y ligeramente indignada por no haber sido saludada de vuelta—. Primero debes saludar, luego preséntate y ahí sí puedes exigir…
Pero ni siquiera le bufó o chasqueó la lengua, sólo se dio media vuelta y caminó en dirección contraria a ella, que se quedó impresionada con la altanería del oji-rojo. ¿Quién se creía que era? Frunció el ceño.
—¡Dime tu nombre primero y después te diré el mío! —Le gritó la chica desde su lugar, que aunque quería sonar enojada e intimidante, sólo sonó adorable y frustrada—. Vamos Doody.
Era tonto discutir por sólo un nombre, Yellow lo sabía bien, pero aquello iba más allá que simplemente terquedad, ese chico estaba rompiendo la delgada línea de cortesía que ella exigía como mínimo, no era demasiado, solo amabilidad o una respuesta bien dada, no un «nombre» y ya.
Se devolvió a casa, de repente, ya no le apetecía ir a pescar.
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Trabajar en un bosque era más complicado de lo que parecía, en especial cuando eres tan pacifista como lo era Yellow. La chica no aprobaba los combates que los chicos de pantalones cortos hacían ocultándose en la hierba, generalmente los reprendía pero ellos jamás le escuchaban, incluso, se pasaban un largo rato hablando de los cómodos que eran los pantalones cortos. Claro que no solo había chicos molestos como ellos, había personas muy amables con ella, en especial las colegialas y domingueras, que cuando se extraviaban les ayudaba a salir del bosque, llevándolas fuese a ciudad Verde o a ciudad Plateada, aunque a veces le preocupaba que las chicas rieran tanto y se coloraran cuando les sonreía, era extraño.
En cuanto se dio cuenta, habían pasado ya dos semanas desde que llegó al bosque Viridian y como su tío le había dicho, se había adaptado de maravilla al lugar, incluso, ya casi se lo aprendía de memoria y lo bueno es que jamás se perdía gracias a los Pokémon. Prácticamente todo estaba muy bien, a excepción por el pequeño inconveniente que tenía con el chico de ojos rojos, que por cierto, no dejaba de cruzarse con ella todo el tiempo y empezaba a dudar que fuese simple coincidencia.
Fue toda la semana: El lunes fue a la tienda Pokémon de ciudad Verde para comprar una poción que su tío le había encargado, y en cuanto terminó la compra y salió de la tienda, chocó contra él, cayendo y rompiendo el frasco de la poción, cuando le iba a reclamar éste se le adelantó chasqueando la lengua y mirándola sin interés. Luego se fue.
El martes, pudo verlo seguirla por todo el bosque mientras hacía su trabajo, no fue difícil saber que el chico estaba ahí, sentía la presencia del muchacho y escuchaba a la perfección los quejidos de aburrimiento que soltaba de vez en cuando, sin embargo, cuando fue a preguntarle si necesitaba algo éste se había ido sin dirigirle siquiera la palabra.
El miércoles había sido lo mismo, como un acosador la siguió por todo el bosque, pero fingió no darse cuenta, quizá así se aburriría de nuevo y no la seguiría más; pero el jueves, cuando llevó a Doody a revisión en el centro Pokémon, se había sentado en la sala de espera y pensó en tomar una revista para entretenerse, pero justo en ese momento alguien se la arrebató de las manos y se sentó a su lado, estaba más que claro quién era.
—¡Oye —el azabache pasó una página—, eso fue muy descortés! —Fue ignorada, frunció el ceño—. ¿No te vas a disculpar?
—De ti solo me interesa el nombre —dijo el chico de ojos rojos con tal frialdad que Yellow se sintió indignada.
—Ya te dije que solo te diría mi nombre cuando tú me dijeses el tuyo —le recordó tratando de calmarse, esa semana había tenido los nervios al máximo por culpa de ese acosador chico grosero.
—Bien —no dijo nada más, se levantó de su lugar y la dejó sola.
Yellow se cruzó de brazos, estaba enojada, mucho y la verdad, era la primera vez que se sentía de esa forma, jamás se había enojado tanto, es más, casi nunca se enojaba, aquello era nuevo. Decidió relajarse leyendo la revista ahora que el chico de gorra se había ido… y fue entonces cuando su enojo se incrementó, se había llevado la revista.
Y si aquello la había puesto con los pelos de punta, solo era de ver el viernes, donde no lo vio en todo el día, ni siquiera se lo había encontrado en ciudad Verde cuando fue a comprar algunas verduras para el almuerzo o en el bosque donde la había seguido por los dos días anteriores, creyó que ese, quizá, sería un buen día, posiblemente que al ver que no pensaba ceder ante sus peticiones no volvería a insistirle nada y la había dejado en paz. Por eso llevó su típica sonrisa todo el día, emocionada ayudando a todos los entrenadores y ya cuando oscureció volvió a casa pensando en qué haría para la cena y entonces… el mundo se le vino a los pies.
Su tío Wilton se estaba despidiendo del entrenador azabache con una sonrisa, el chico se alejó y caminó a su lado sin siquiera mirarla, casi rozándole el brazo. Yellow se preocupó más por su tío que por el acosador, ¿qué le habría dicho?
—Tío… ¿qué hacías con ese chico? —Preguntó acercándose a él.
—Oh, solo nos daba la bienvenida —le dijo con una sonrisa el mayor, pero luego se mostró preocupado—. Y a quejarse… Yellow, me dijo que estabas siendo muy grosera con él. ¿Me podrías explicar eso?
Pero Yellow se había quedado de piedra, sonriendo forzadamente, porque por muy enojada que estuviese –y que estaba– no se desquitaría con su tío, solamente le entregó la caña de pescar que traía consigo.
—Disculpa tío, iré a mi habitación por hoy, estoy algo… cansada.
Agradeciendo el silencio de la sorpresa por parte de su tío, subió las escaleras de la cabaña, se metió en su habitación y cerró con candado, inmediatamente se acercó a su escritorio, donde tenía varias hojas de papel en blanco, al lado de una lata decorada con papeles y brillantina que tenía dentro algunos lápices de colores. Tomó ambos lo los dejó en el suelo antes de empezar a dibujar.
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Dibujar era uno de sus Hobbies favoritos y era muy buena en ello, desde pequeña había perfeccionado su estilo de dibujo a tal grado que ahora, a los quince dibujaba de una forma que la satisfacía, lo hacía decente, eso se notaba, en especial en el dibujo que había hecho del chico misterioso y que ahora sostenía sobre su cabeza.
¿Qué hacía con un dibujo del dichoso entrenador? Pues ese era uno de los muchos que hizo la noche anterior para desahogarse, siendo el único en el que el chico no tenía colmillos enormes, una mueca o un tachón en toda la cara. Aunque se sentía mal por albergar tanto enojo, no se arrepentía de sus acciones, pues había sido muy maduro de su parte afrontarlo sola y no desquitándose con nadie.
Bueno, casi, pues se había desquitado con sus hojas de papel y sus lápices de color, con los que cuando se tranquilizó, hizo el dibujo normal del chico, en el que se esforzó demasiado por hacer, incluso se entretuvo bastante haciendo los ojos rojos que tanto la intimidaban; el problema era su boca, siempre lo había visto serio, inmutable, jamás sonreía, por lo que por boca tenía solo una línea recta.
Y no es que fuese por burla, sino que Yellow no estaba acostumbrada a dibujar bocas lineales y rostros serios.
—¿Pika?
El sonido la alertó, dobló inmediatamente el dibujo y se sentó mirando a todos lados, buscando al que le llamó, encontrándose con el Pikachu del entrenador de la gorra, que le observaba curioso, Yellow se preguntó qué hacía ahí, en ese lago que estaba en las entrañas más recónditas del bosque.
—Hola, ¿estás solo?
El Pikachu no contestó, solo la miraba fijamente, interesado. Yellow le mantuvo la mirada por unos minutos antes de entender lo que le estaba pidiendo, sonrió buscando entre sus bolsillos y sacando una baya Aranja que hizo que el ratón eléctrico chillara de emoción, arrancándole una sonrisa a Yellow.
—Aquí tienes —se la dio en el hocico, inmediatamente el Pikachu empezó a mordisquear ansioso, parecía hambriento—. ¿Tu malvado entrenador olvidó alimentarte? —Una mirada ansiosa después de haber acabado con la baya fue su respuesta, esta vez, Yellow sacó el sándwich que sería su almuerzo y se lo entregó.
—¡Pika pi!
—No hay de qué —le sonrió—, soy Yellow, Yellow of Viridian Grove, ¿cuál es tu nombre?
Y esa era la manera correcta de pedir un nombre, pensó Yellow con orgullo de sus buenos modales, alguien debería a ese chico a utilizarlos.
—Pika.
Se congeló, porque ese no había sido el Pikachu, había sido la voz de un chico que conocía muy bien –no demasiado–, el Pikachu saltó, pero en lugar de ir con su entrenador, se acurrucó en el regazo de Yellow, devolviéndola a tierra. ¿Desde hace cuanto había estado ahí?
—Pika, vámonos ya —repitió el chico sonando algo aburrido, como si en lugar de haber llamado al Pokémon una vez lo hubiese hecho diez.
Refunfuñando, Pika obedeció no sin antes agradecerle a Yellow rodeándola dos veces, luego, volvió con Red, que se dio la vuelta. Yellow estaba anonadada, porque no lo había sentido llegar y porque había dicho cosas imprudentes pensando que él no estaba ahí, se levantó y dio unos pasos dispuesta a seguirlo.
—O-oye... —«¿desde cuando estabas ahí?» esa era la pregunta que quería formular, pero él le respondió algo completamente distinto incluso antes de formularla.
—Red Tsukusama —dijo sin detener su marcha.
Yellow parpadeo un par de veces confundida, deteniéndose. —¿Cómo?
—Mi nombre, no lo olvides, Viridian.
Siendo esas las palabras más amables que le había dicho hasta ahora, se retiró dejándola sola. Yellow había perdido, le dijo su nombre antes de que él le dijera el suyo, pero curiosamente, ya no estaba enojada, incluso, se sentía aliviada, como si hubiese salido de un ciclo. Sonrío satisfecha y recogió su caña de pescar, sentándose en la orilla del lago lista para pescar algunos Magikarp. La verdad, Red le quedaba muy bien a ese entrenador.
Y fue entonces cuando cayó en cuenta de algo, lo había llamado «malvado entrenador».
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Por fin ese obstinado muchacho se había dignado a decirle su nombre, así que ahora podía reportárselo a Lorelei para que ingresara los datos en la información de la Liga. ¿Por qué tomarse tantas molestias con un solo muchacho? Pues resultaba que en parte, sentía curiosidad por quién era ese chico, pero también porque si solo le preguntaba a Wilton su nombre, seria aburridamente fácil y digamos que en esos días estaba más aburrido de lo normal.
Ahora, estaba el factor de que había visto a Yellow of Viridian Grove en aquella visión, con la diferencia de que en aquella visión, era una chica, no un muchacho temperamental e inocente que le llamaba «malvado» habiendo mejores insultos para un tipo que se había dedicado a acosarlo toda la semana.
Pero y si...
—¿Viste bajo el sombrero de Viridian? —Preguntó a Pika, el Pikachu negó—. Ya veo...
Ya sabía qué iba a hacer al día siguiente.
ACTUALIZADO 22/06/2015
Notas finales de capítulo: ¡Hola a todos! Tal y como dije, iba a empezar a editar las historias, empezando con Memorias y prontamente con la SdlC, agradezco a Zard por los vídeos de líneas temporales y datos curiosos, espero les haya gustado la edición del cap y si desean, pueden dejar un review informándome que tal les pareció.
¡Por cierto! ¿Les gustaría que publique la actualización de Memorias en un fic nuevo o como hice aquí mismo? También cualquier duda que tengan pueden comunicármela, muchas gracias por leer.
¡Nos leemos!
