Disclaimer: Obviamente, Naruto y demás personajes no me pertenecen.

El Filo Ensangrentado.

Capítulo I: Cambio de aires.

El sol brillaba tenuemente sobre Konoha. La primavera se acercaba; los árboles comenzaban a asomar tímidamente sus hojas, verdes y frescas, cubriendo las ramas que por tres meses habían estado desnudas. Pequeñas flores comenzaban a brotar tanto en los majestuosos reyes de la naturaleza, como en el suelo, que comenzaba a deshacerse de charcos y barro y se animaba con un verde frondoso y sano. El frío que durante todo el invierno calaba los huesos de los habitantes de la aldea desaparecía poco a poco, dando lugar a un leve y agradable roce de los rayos de sol.

Tenten alzó el rostro, sonriendo, dejando que los leves rayos le acariciaran el rostro, algo más pálido que al comienzo de la época de lluvias, cuando lucía un saludable bronceado que era –si bien sonaba superficial- su orgullo físico.

Se encogió de hombros. Qué más daba. Tenía seis meses de calor y sol para recuperar el tostado de su piel. Y las ocasiones no iban a faltar; iba a tener misiones y entrenamiento de sobra. Y¿qué mejor día para empezar que aquel?

Bajó un poco la cabeza; frente a ella, a pocos metros, se hallaba la impresionante torre de la Godaime Hokage, el edificio más simbólico de la villa –si bien lo más característico eran los rostros de piedra de los Hokages-. Allí era precisamente donde se dirigía; a través de su sensei Gai, Tsunade la había mandado llamar. Según su animado maestro, era alguna clase de misión; su sensei se le había antojado muy contento…lo que de ninguna manera podía ser bueno para ella.

Dejando escapar un leve suspiro, la joven entró en el recinto; ya había estado allí varias veces, así que sabía a la perfección cuál era el lugar al que debía dirigirse. Subió las escaleras que conducían al despacho de la Hokage dando saltos. Al llegar allí se encontró con una joven esperándola: Shizune, la ayudante de Tsunade, acompañada cómo no por su cerdito Ton-Ton.

—Hola, Shizune –sonrió Tenten.

—Te esperábamos –dijo la chica, haciendo una leve inclinación de cabeza-. Tsunade-sama te espera.

Tenten asintió, y sin más entró en la sala del fondo, donde, como sabía, se encontraba el despacho de Tsunade. Abrió la puerta con cuidado; en la mesa del fondo, casi cubierta por la ingente cantidad de papeles –la mayoría por firmar, imaginó la joven- se hallaba la Hokage, de aspecto joven, como siempre, aunque medio dormida –probablemente se había pasado con el sake, como siempre-.

—Buenos días, Tsunade-sama –saludó la kunoichi, haciendo una pequeña reverencia.

—Buenos días, Tenten –devolvió el saludo la Hokage, quitándose la mano de la frente, donde la tenía colocada, probablemente para mitigar la migraña que le producía la resaca-. Tengo una misión para ti –dijo sin rodeos.

Tenten asintió, pero no dijo nada; Tsunade comenzó a buscar algo en su mesa, murmurando algo sobre "el estúpido de Jiraiya", escarbando entre todo lo que había allí colocado. La chica simplemente esperó hasta que su superior encontró lo que buscaba, un pergamino color rojizo, y lo abriera; Tenten se dio cuenta de que llevaba marcado el símbolo de la aldea de la Arena.

—Se te requiere para una misión en Suna –dijo Tsunade, leyendo el rollo-. Sobre armas –aclaró, mirándola-. Necesitan a alguien que les ayude en el terreno armamentístico, y realmente no tenemos a nadie mejor que tú en ese tema –dejó claro una vez más, ante la mirada extrañada de la muchacha.

Tenten sonrió vagamente, un poco halagada.

—Y… ¿usted está de acuerdo con eso, Tsunade-sama? Quiero decir, que vaya a Suna y les enseñe nuestras técnicas de forjado y demás –especificó al ver la expresión interrogante de la mujer.

—Claro¿por qué no habría de estarlo? –dijo con ligereza-. Nuestras relaciones con la aldea de la Arena son buenas, y ahora más que nunca –sonrió levemente, y Tenten supo que recordaba a Shikamaru, quien estaba allí por motivos "diplomáticos"-. Dudo que vayan a tener problemas con nosotros. No veo ningún inconveniente en el hecho de que te traslades allá. ¿Y tú?

—Yo…

—Acuérdate de la misión del país de la Hierba –la voz de Tsunade adquirió un cierto tono duro, y sus ojos se clavaron en la muchacha, mirándola severamente y logrando que un cierto tono rosado apareciera en sus mejillas-. No creas que lo he olvidado, dadas las circunstancias. Toma esto como tu castigo, si quieres.

—Pero…

— ¿Pero…?

Dos pares de ojos chocaron, ambos de color castaño oscuros. Sin embargo, unos bajaron, aceptando la derrota.

—No, nada; no hay problema –murmuró Tenten-. Ninguno en absoluto.


Algo bruscamente, la muchacha tiró un conjunto de ropa de corte chinesco a la cama. Sacó la cabeza del armario, para comprobar que no había caído al suelo. Al ver que, si bien arrugada, la ropa estaba sobre el lecho, volvió su atención hacia el armario, seleccionando unas pocas prendas más que necesitaría.

Bueno, la idea de pasar unas vacaciones en la aldea de la Arena no era tan terrible; incluso puede que llegara a agradarle, después de añorar el sol durante días y días. Pero el desierto no le resultaba tan simpático como para pasar tanto tiempo en él.

"Seis meses", había dicho Tsunade.

¡Seis meses! Eso era muchísimo tiempo; abarcaría toda la primavera y verano, hasta finales de éste. Si bien quería de verdad tener una misión decente –durante las lluvias torrenciales del último mes apenas habían hecho algo más que rescatar objetos perdidos en la riada-, pero tanto tiempo le resultaba…incluso molesto.

Distraídamente, comenzó a doblar con cuidado la ropa escogida y meterla en la mochila blanca –semejante a la que solía llevar su compañero Neji, si bien un poco más grande-, junto a varios pergaminos de invocación de armas y algunos simplemente repletos de teoría armamentística; también portaba algunos enseres de fabricación de armas –tales como un martillo pequeño-, todo mezclado con sus prendas e incluso su ropa interior. No le convenía llevar demasiado peso, y mucho menos cuando pensaba adentrarse en un lugar tan caluroso.

Se echó la mochila al hombro, comprobando con satisfacción que no resultaba demasiado pesada, y salió del cuarto, dedicándole la que sería la última mirada en varios meses. Cerró la puerta con cuidado, y bajó las escaleras dando saltos. Al pie de ésta, le esperaba una mujer de rasgos semejantes a los suyos, con la diferencia de que los ojos de la mujer eran negros en lugar de marrones.

—Mamá –la saludó Tenten-. Me marcho ya.

La mujer le sonrió.

—Bien. Cuídate mucho¿vale? –la chica sonrió, y su madre le dio un abrazo-. Escríbenos de vez en cuando.

—Claro. Dale recuerdos a papá de mi parte cuando vuelva¿eh? –le dio un beso en la mejilla-. ¡Hasta pronto! –exclamó, saliendo por la puerta y sonriendo ampliamente.

— ¡Hasta pronto! –respondió su madre, imitando el gesto-. ¡Cuídate mucho y pórtate bien con la gente de la Arena!

Tenten puso los ojos en blanco, y le hizo adiós con la mano, ignorando su último comentario -¡ya no era una cría, caray!- hasta que dejó de verla.

Se encaminó hacia la puerta oeste de Konoha, obviamente la idónea para un viaje hacia Suna. Por el camino, se fijó más que nunca en cada detalle: cada árbol, cada poste de luz, cada calzada…cómo iba a echar de menos todo aquello.

— ¡Tenten!

Escuchar su nombre gritado por una voz muy conocida la hizo pararse en seco y girarse: tal y como imaginaba, su compañero Rock Lee corría hacia ella, con un gesto de congoja no demasiado agradable pintado en su estrambótico rostro. Tras él iban Gai, quién parecía –por una vez- tranquilo, y Neji…que simplemente, era Neji.

— ¿Es verdad que te marchas a Suna de misión? –preguntó Lee, abriendo mucho los ojos.

—Ajá –Tenten asintió-. Seis meses.

— ¡No puedes irte! –exclamó su compañero, tirándose a abrazarla-. ¿¡Qué haremos nosotros sin ti¡Nos perderemos en un mar de tinieblas!

—Er…Lee…ya vale… -murmuró la chica, ahogada por los brazos de su amigo.

—Ya…lo siento –Lee la soltó, luciendo una de sus brillantes sonrisas de anuncio de dentífrico-. Te echaré de menos, compañera.

—Yo también –le dedicó una sonrisa.

Su sensei se adelantó hacia ella, mirándola fijamente.

—Ten mucho cuidado con la villa de Suna –dijo muy serio, cosa inusual en él.

La kunoichi tragó saliva. ¿Es que había algo que ella no supiera¿Algo muy importante sobre Suna que Tsunade había considerado no apto para serle revelado?

— ¡Allí hace siempre mucho calor y puede que se seque la ternura de tu corazón juvenil! –exclamó con angustia-. ¡No soportaría que mi querida alumna perdiera el fuego de su pasión!

Por segunda vez en lo que iba de día, Tenten puso los ojos en blanco.

—Sí, claro, lo que tú digas –espetó bruscamente, con algo de impaciencia-. ¿Y tú¿No tienes nada que decirme? –dijo volteándose hacia Neji, quien miraba la escena como quien ve llover.

—Sí.

Tenten alzó las cejas, sorprendida. Neji se limitó a sonreír socarronamente.

—Disfruta del calor.


Hacía sólo unas horas había dicho que echaba de menos el sol, el calorcito, la sensación de los cálidos rayos acariciando con suavidad su piel¿verdad?

Pues bien¡lo retiraba!

Llevaba ya dos días y medio de viaje, y se encontraba en mitad del desierto. Hacía un calor aberrante, del tipo que se pegaba a la piel, haciendo que a su vez se le pegara la ropa. Por suerte, tuvo el sentido común de coger una capa de viaje por si acaso, pero aún así, era sumamente desagradable. El aire de poniente se colaba por los huecos que su manto no cubría, haciendo que se le secara la piel de las espinillas y los ojos le lagrimearan, aparte de que le cayera el sudor por la frente debido al calor. Y, por si esto fuera poco, el viento había comenzado a levantar arena, provocando que ésta se le metiera en los ojos; obviamente, era molesto. Muy molesto.

"En qué mal momento acepté esta maldita misión", refunfuñó mentalmente, apretando la tela contra sus ojos, dejando el suficiente campo de visión, pero ayudando a protegerse de la arena, "Joder¿cuánto faltará?".

Recordando el viaje de tres años atrás –en la misión para salvar al Kazekage de los Akatsuki- calculó que apenas quedarían a lo sumo unas tres horas. Se paró, dando un bufido, sacando una cantimplora de su mochila y dando un largo y ansioso trago de agua. Deslizó los ojos rápidamente hacia la izquierda, mientras bebía. Con una rapidez inusitada, sacó un kunai y lo lanzó al suelo con un movimiento seco; un escorpión negro y reluciente quedó ensartado en él, sin vida, muy cerca de su pie siniestro. Tenía la cola levantada, con el aguijón brillando; resultaba más que evidente que había estado a punto de picarle.

Cogiendo el arma blanca –la limpió en la tela de su capa y después de aquello la guardó- y con renovada energía gracias al refrescante líquido, la kunoichi continuó con su camino, rogando por abandonar el lugar lo antes posible.


La sensación que se apoderó de Tenten al ver a lo lejos la villa oculta de la Arena fue de un alivio tan intenso que le resultó totalmente imposible traducirlo en palabras. Con una ancha sonrisa de alivio grabada en el rostro, la chica caminó hacia las puertas del lugar –habría corrido, sí, pero la pesadez que sentía en sus piernas, especialmente en la zona de los gemelos, se negaba a permitírselo-. Al llegar al lugar, uno de los jounin de Suna le salió al paso, mirándola inquisidoramente.

— ¿Quién eres¿Qué te trae aquí?

—Soy Tenten de Konoha –dijo la chica con seguridad, sacando un rollo de entre sus ropas-. Me envía Tsunade-sama en misión diplomática.

El hombre cogió el salvoconducto que la muchacha le tendía; al comprobar que aquel era realmente el sello de la Hokage de Konoha y comprobar el contenido de dicho mensaje, asintió, apartándose del camino de la chica.

—Muy bien, Tenten-san; pase.

La joven contestó con una inclinación de cabeza, sin demorarse más y entrando en el lugar.

Apenas había estado allí una única vez –una misión sin apenas importancia, años atrás; en la de tres años atrás no había llegado a entrar-, pero lograba recordarlo levemente, y podía decir sin temor a equivocarse que no había cambiado en nada. Las casas seguían siendo casi iguales unas a otras, hechas de algo que parecía arena –pero que, sin duda, no debía de serlo; el material no era tan resistente como para ello-, la gente seguía yendo de un lado para otro con prisa, mezclándose shinobis, kunoichis y gente de a pie que paseaba o iba de compras. Si bien era una aldea ninja también, distaba mucho de tener la tranquilidad que su Konoha natal solía exhibir.

Oh… Suspiró con pesadez. Sabía que la iba a echar de menos. Mucho, mucho de menos.

— ¡Tenten-san!

Al oír su nombre, la kunoichi se giró, si bien recordaba a la perfección aquella voz femenina pero potente, con un inconfundible tono de mandona. Tal y como imaginaba, al girarse se encontró con la mujer de cabello rubio recogido en coletas que la había humillado en la prueba de acceso a chuunin, aquel día, tantos años atrás –apenas era capaz de recordar los hechos borrosamente-. Junto a ella –tampoco se sorprendió al verlo- estaba Shikamaru Nara, quién lucía su habitual expresión de "¿qué me importa el mundo cuando hay tantas nubes por observar?". No se le escapó el hecho de que la figura de la kunoichi de Suna estaba más abultada de lo habitual. Ahora entendía a qué se refería Tsunade cuando se refería a "misión diplomática".

—Temari-san, Shikamaru –saludó Tenten, haciendo una respetuosa inclinación (protocolo, ante todo)-. Me alegro de veros a las dos. Y…felicidades –añadió, mirando el vientre de Temari.

Nara se limitó a hacer un vago gesto con la mano, sin perder la expresión de póquer, pero la joven de la Arena sonrió.

—Gracias. Yo también me alegro de verte; por un momento, pensé que te habías perdido –el comentario ofendió levemente a Tenten, si bien no dejó que la rubia se percatara de ello-. Es una suerte que hayas aceptado la misión. Justamente, necesitábamos a alguien con experiencia en el terreno armas –bien, este halago mitigó un poco su indignación frente a las dudas sobre su sentido de la orientación.

— ¿Fuiste tú la que me solicitó?

La hermana mayor de los Sabaku negó suavemente, sonriendo.

—No. Pero ese no es tema a tratar ahora. Debes de estar cansada –Tenten asintió, consciente de nuevo del dolor de sus extremidades-. Te acompañaremos hasta casa, síguenos.

Casi sin darse cuenta, Tenten siguió a la pareja hasta una amplia calle; al final de ésta se encontraba la enorme y majestuosa mansión Kazekage que, quizás por el cansancio, a la muchacha se le asemejó a una enorme colmena.

Al llegar al pie de ésta, alzó la cabeza, francamente impresionada; a lo mejor era la falta de costumbre –probablemente lo era-, pero se le antojaba más majestuosa que la torre Hokage de su villa natal. Temari tomó la delantera, haciendo un gesto como saludo a uno de los guardias que estaban apostados por el lugar y entrando en el enorme edificio, siendo seguida de Shikamaru –quien murmuró algo parecido a "qué problemático"- y Tenten, que no dejaba de mirar hacia todos lados, curiosa.

—Primer piso, tercera puerta a la izquierda –indicó la muchacha de Suna-, comenzando a subir las escaleras para indicarle su cuarto-. Me gustaría hablar contigo, pero estoy segura de que prefieres descansar hasta mañana que escuchar mi charla.

Tenten esbozó una sonrisa cansada.

—No te ofendas, pero tienes razón.

Temari esbozó una leve sonrisa.

—Me lo imaginaba. Es aquí –le indicó la puerta-. Siéntete en tu casa. Que descanses.

La chica de Konoha se despidió también y entró al cuarto. Era bastante agradable y acogedor; no demasiado elegante, pero tampoco austero. Una cama de aspecto cómodo resaltaba en el cuarto, un armario empotrado con papel pintado se hallaba frente a ésta, y un escritorio se encontraba bajo la pequeña ventana.

No le prestó demasiada atención a todo aquello; simplemente, dejó la mochila en el suelo, se dejó caer a la cama y casi instantáneamente se quedó dormida.

Notas de la autora:

¡Hola a todos y muchas gracias por leer el primer capítulo de mi nuevo fanfic!

Ya sé que la pareja principal es de lo más raro (y el KankuSaku tampoco es muy habitual), pero buah, me apetece probar con algo nuevo n.n. A ver si la mezcla resulta bien.

Independientemente de la pareja, pondré todo mi esfuerzo en que los personajes estén lo más IC posible (si veis algún signo de OoC no dudéis en decírmelo). Vamos, que Gaara no va a ser el caballero atento y enamoradizo que sale en muchos fics; será Gaara, más bien frío y antipático. Y Tenten…también será Tenten XD, si bien ella me da un poco más de margen.

Sé que está bastante flojo, pero bueno, tengo preparada una buena trama –creo XD-. Esto es una especie de prólogo introductorio :P. Ya tengo hecho el esquema del desarrollo del fic, así que termino con Caminando (que, por cierto, ya tengo en fase final :D) y me pongo con este n.n.

En fin, que me enrollo como una persiana. Nada, en cuanto lo termine subiré el segundo capítulo. Mientras tanto, mandadme reviews aunque sea para decirme que es un horror --…aunque ya lo sé XD.

¡Nos leemos en el capítulo II!