Helga lo hubiera dado todo, pero tenía su orgullo.

Y un orgullo herido a veces es más difícil de curar que la sola idea de un amor no correspondido, por lo menos para ella. Porque para Arnold Shortman ese castigo estaba siendo lo más devastador de sus últimos años de existencia.

No, no es que fuese masoquista es que simplemente se daba cuenta de que una mujer podía tener muchas más aristas de las que él imaginaría alguna vez, la rubia era todo lo complejo que alguien podía llegar a ser.

La invitó.

Lo rechazó.

Se confesó.

Ella se burló.

¿Cuándo acabaría ese martirio? ¿Cuándo obtendría el sí deseado?

Ya no podía soportarlo, habían pasado los años, seguían pasando y ella lo miraba con indiferencia y lo hacía sufrir. Claro, no es como si la distancia fuera un simple desvío de la ecuación ¡Oh no! Era el problema en sí mismo.

Se comía las uñas, se le caía el cabello del estrés, su gastritis estaba empeorando y aún así no se sentía capacitado para seguir insistiendo. La vio irse por 5ta vez ese mes y su corazón sentía el molino que lo trituraba como recordándole que no era ahora el momento. ¿Pero cuándo sí? ¿Y si al final ella lo odiaba por su insistencia? ¿Y si él tenía que replantearlo?

Se insinuó.

Le cerró la puerta.

La abrazó.

Recibió una bofetada.

Estaba triste, harto, pero más que nada desesperado. Sentía que cada vez la perdía más. Fue hasta una noche, se revolvía entre las sábanas, sudaba frío pensando en lo que podría ocurrir si continuaba presionando… lo odiarían.

Ella se sentó a los pies de la cama y como si la acabaran de herir de muerte buscó refugio entre sus brazos. Él suspiró, le dio el calor de su cuerpo como si también para él ese fuera el refugio de su alma.

— Después Arnoldo ¿Está bien? Ahora tengo miedo.

Y él comprendió. Porque Helga fue una niña herida y olvidada. Mientras que él tuvo una infancia abandonada…

— Tienes razón Miss G, cuando estés segura lo afrontaremos juntos… al final serán nuestros hijos, no los de nuestros padres.

Y ella lo besó, con la ternura de quien no puede vivir sin el otro.

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Ya me salió. Cortito 3