Disclaimer: Dragon Ball Z y sus personajes pertenecen a Akira Toriyama.
¡Hola! Primera vez que publico en esta página, así que espero haber subido bien el fic porque el inglés no es mi fuerte xD También tengo que advertir que el fic tendrá escenas sexuales muy explícitas así que es sólo recomendable para personas con criterio formado. También quiero darle saludos a Chispeg por sus ánimos ^^ Ojalá les guste el fic, ¡disfrútenlo!
SENTIMIENTOS PROHIBIDOS
Capítulo 1: Una visita inesperada
La oscuridad de la noche había llegado hacía más de dos horas, pero él recién se había dado cuenta de aquello. Lo cierto era que entrenar en su cámara de gravedad lo hacía olvidarse de todo. Por eso le encantaba tanto ese lugar. Olvidar su trágico pasado, sus problemas y su frustración por no poder superar al infame Kakarotto. Allí sólo se concentraba en la lucha y nada más. Pero no todo en la vida era pelear... ¡también había que comer! Y eso era casi tan importante como lo primero. Lástima que Bulma no se encontrara en casa para prepararle una opípara comida. Había tenido que salir, junto a sus padres, a la fiesta de matrimonio de una amiga. Por supuesto ella lo invitó, pero él obviamente no iría a esas estupideces, menos a socializar con ridículos humanos.
Mientras su mujer se divertía en el susodicho casamiento, su hijo hacía lo mismo con Goten en la casa de Kakarotto. Y aunque le molestaba esa gran amistad que había formado Trunks con el retoño de su eterno rival, debía aceptar que era muy feliz jugando y compartiendo con él.
Ya llevaba varios años viviendo en la Tierra y un año entero había transcurrido desde la derrota de Majin Buu. El hombre de cabello puntiagudo y amplia frente, sabía que había cambiado mucho desde entonces. ¿Quién podría predecir, hace solamente unos años atrás, que se enamoraría de Bulma? ¿O que tendría un hijo al cual querría más que a su propia vida? ¿O que daría todo para derrotar a esa goma rosada con tal de proteger a los suyos? ¿Y hasta que aceptaría fusionarse con su eterno rival? Sí, ya no podía negarlo, había cambiado. Para bien o para mal ya no era aquel hombre frío, sin sentimientos ni piedad que había aterrizado en la Tierra. Aunque en honor a la verdad, en lo más profundo de su corazón, sabía muy bien que el cambio había sido para mejor. Al pensarlo, una sonrisa brotó en sus ojos oscuros como la noche.
Ahora estaba sin compañía alguna, pero no le parecía mal, de vez en cuando venía bien disfrutar de la soledad nocturna sin molestos gritos de su pareja ni fastidiosos chillidos de su hijo. Avanzó por el camino que lleva desde su cámara de gravedad hasta la casa de la Capsule Corporation, donde le esperaba una sabrosa y gran cantidad de comida que su mujer preparó anticipadamente para ganarse su consentimiento. Si no lo hacía, entonces hasta hubiera sido capaz de amarrarla a la cama con tal que no fuese a esa estúpida fiesta.
Por un momento detuvo su andar, sorprendido de como Bulma encontraba la manera de venir a su mente una y otra vez. Resultaba increíble; por cualquier cosa la recordaba, cualquier cosa le traía cálidos recuerdos de su amada. Sí, tenía que aceptarlo aunque le costara horrores: ahora que no estaba junto a él la extrañaba demasiado. Su sonrisa, sus regaños, su mirada desafiante, su aroma tan exquisitamente cautivante… su sensualidad... su manera de amar…
—Bulma… si supieras cuanto te extraño te morirías de asombro — comentó el príncipe para sí mismo. La soledad le permitía a su corazón sincerarse, puesto que algo así jamás lo admitiría delante de ella.
Dio un suspiro y alzó su mirada hacia el cielo. Se veía muy hermoso… demasiado, de hecho. Las estrellas resplandecían con todo su esplendor y la luna intentaba opacarlas como si envidia tuviera de ellas. De pronto, agitó su cabeza para sacarse esos pensamientos. Él, ¿pensando en lo bella que estaba la noche? ¿Esos feroces golpes que le dio Majin Buu le habrían dañado el cerebro? Vegeta chistó espontáneamente… ¿pero es que acaso él no podía apreciar la belleza de la noche? ¿Por qué no? Cierto era que había cambiado, pero después de tantos años no se iba a convertir en un insecto sentimental… por una vez que apreciase la hermosura de la noche no pasaría nada.
Dejó que el cálido viento nocturno le acariciara su faz una vez más, sintiendo deseos de quedarse ahí mismo, tirarse en el pasto y disfrutar de la noche… Pero no, su estómago era más fuerte. Así que acelerando el paso fue directamente hacia el refrigerador; comenzó a sacar las toneladas de comida que su esposa le había dejado y sonrió al ver enormes carnes de dinosaurio esperando "alegres" por ser devoradas… al menos esa impresión tuvo él. Dispuso la mesa rápidamente mientras colocaba la comida en el microondas para calentarla, sintiendo como la hiel le pedía a gritos un trozo de esos jugosos bistec previamente aderezados por su mujer. Sin embargo, justo en ese instante un extraño y particular sonido llamó su atención. Un ruido que jamás había escuchado antes. Aquello lo alertó enseguida; se puso de pie y frunció el ceño, intentando encontrar alguna explicación a lo que había oído. Pensó cuál lugar fue la fuente del sonido y su mente le indicó que se produjo en la salida de la casa, cerca de donde su cámara de gravedad yacía.
—¡Mi cámara de gravedad! — gritó con suma preocupación. Si a su templo le pasaba algo seguramente le daría un infarto. ¡Sólo él y nadie más que él tenía derecho a destruirla!
Pensando en ello, apresuró el paso con un semblante sombrío que aterrorizaría hasta al peor de sus enemigos. Cualquier insecto que se atreviera a lastimar su preciada cámara de gravedad lo pagaría con su vida. Caminó raudo hasta cerciorarse de que su templo no tenía el más mínimo rasguño… Y por suerte así era. Respiró aliviado al comprobar que no se trataba de lo que temía.
¿Pero qué había sido entonces? Sus sentidos estaban desarrollados al máximo de sus capacidades y su oído destacaba entre todos ellos. Cierto era que no podía, ni tampoco podría, compararse al agudo oído de Piccolo y demás nameks, pero en la escala saiyajin el suyo estaba sumamente desarrollado. ¿Cómo pudo equivocarse en acertar el lugar del cuál provino el sonido?
De pronto algo le impidió seguir pensando y se vio obligado a retroceder unos pasos, a causa de que múltiples rayos eléctricos comenzaron a aparecer quizás quién sabe de donde.
—¿Pero qué rayos está sucediendo? — exclamó Vegeta completamente desorientado.
Debió retroceder algunos metros más, puesto que los rayos eléctricos seguían apareciendo en el lugar como por arte de magia. Segundos más tarde, una gran esfera difusa pudo verse en el lugar. Vegeta tuvo la idea de acercarse, pero los numerosos rayos eléctricos se lo impidieron con inherente vehemencia. La visión era tan sorprendente como extraña. Todo el sector comenzó a deformarse, volviéndose borroso, y él, sorprendido, vio como el lugar en frente suyo se volvía realmente intangible. Pero aún había más. De pronto, los rayos cesaron y a cambio de ellos una intensísima luz blanca emergió. El destello fue tan potente que el príncipe saiyajin sintió un doloroso ardor en los ojos, teniendo que cubrirse con los brazos por delante para intentar opacar todo aquel resplandeciente espectro de luz. Jamás en su vida había visto algo tan extraño. Por un momento sólo logró ver sombras; su visión había quedado demasiado borrosa como para poder distinguir algo más.
Al fijar su vista al frente pudo distinguir, aunque aún de manera borrosa, algo que parecía ser un tipo de nave espacial. Sin demora, una traslúcida escotilla se abrió de la parte superior y una silueta se dejó caer en el suelo.
Vegeta dilucidó, gracias a la contextura fornida de la figura, a un hombre. Levemente más alto que él. Debido a su visión todavía borrosa, unida a la oscuridad de la noche, no pudo distinguir nada más. No obstante, pudo sentir un ki extrañamente conocido que le resultaba demasiado familiar, sin siquiera saber el por qué. Si en realidad era de alguien conocido por él, era una certeza que a esa persona no la veía desde hacía mucho tiempo.
Pasaron los segundos y de forma gradual su visión fue volviendo a la normalidad, logrando sus pupilas dilatarse lo suficiente para re-acostumbrarse a la oscuridad. Gracias a eso, vio que aquel sujeto esbozó una sonrisa. Esto lo extraño aún más, ya que no era para nada común que alguien le sonriera a él.
El sujeto movió su mano derecha hacia su nuca y sacó un objeto alargado que tenía casi el mismo tamaño de su espalda. No podía ser otra cosa más que un arma. Esa imagen relampagueó en el cerebro de Vegeta. Esa visión ya la había visto antes… esa manera de sacar el arma. Esa sonrisa. Ese ki… era increíble. ¿Acaso era quién pensaba que era?
El muchacho, diestramente, tomó el arma por la empuñadura y se la lanzó a Vegeta para que la sujetara. El príncipe saiyajin, a pesar de su visión todavía algo difusa, cogió el arma con prestancia y reconoció enseguida que sí se trataba de lo que estaba suponiendo: era una espada.
Totalmente sorprendido, no pudo evitar parpadear como si hubiese visto un fantasma. Tragó saliva inconscientemente, azotado por una amalgama de emociones que luchaban por imponerse la una a la otra.
—Hola… papá — saludó el joven con una sonrisa tan enorme como cálida.
Sí, era Trunks del futuro…
Continuará.
