Capítulo i: "Los gemelos Asakura"
Como todos los días en la madrugada Anna, la rubia líder del grupo de porristas se despertó producto de los insistentes rayos del sol que se colaban a su habitación por una pequeña abertura entre las cortinas. Le pareció extraño no haber escuchado la alarma de su despertador esa mañana pero aun así no le dio mucha importancia. Se estiro tranquilamente unos segundos para finalmente levantarse de la cama. Caminó aun media dormida hasta el gran espejo que adornaba su habitación y se vio, piel blanca, grandes ojos negros que sólo veían con frialdad e indiferencia al resto, una esbelta figura que volvía loco a cualquiera que la viera y largos cabellos rubios que llegaban casi a su cintura pero notó que esa mañana lucía diferente, su rostro se veía algo cansado, tampoco era raro después de todo no había dormido muy bien durante la noche, en realidad nunca conseguía dormir de corrido cuando estúpidamente se acordaba del hombre que le había roto el corazón y le había hecho perder toda la credibilidad a ese patético sentimiento que profesaban los ilusos. Se sentía ridícula al seguir recordándolo después de más de medio año. Suspiró fastidiada. Tenía que superarlo, seguir con su vida como probablemente lo había hecho él. En medio de unos de sus recurrentes pensamientos observó fugazmente el reloj que tenía en la pared.
— ¡Oh demonios! — Fue lo único que dijo corriendo en dirección al baño para darse una corta ducha.
En menos de diez minutos ya estaba lista, se había duchado y lavado los dientes. Salió del baño cubriendo su cuerpo con una toalla y busco en el armario su ropa. Se vistió con el típico uniforme que consistía en una corta falda cuadrille de color verde que permitía ver sus largas piernas, una simple blusa blanca de mangas cortas a la cual nunca le abrochaba los primeros dos botones y la corbata roja que siempre dejaba más o menos suelta. Termino de ponerse las calcetas y los zapatos. Tomó su mochila y salió de la habitación peinando su cabello sólo con sus dedos.
Bajó por las escaleras percatándose que no había nadie en casa, eso no era extraño para ella, después de todo sus padres, Fausto y Eliza, se iban temprano para desempeñar su trabajo en el hospital. Fue hasta la cocina y se encontró con un sándwich y sobre éste una nota de mamá: "Que tengas un buen día Annie, te amamos". Sonrió agradecida deseando que ellos también tuviesen un lindo día, sus padres siempre tenían esos detalles, como no la veían en gran parte del día acostumbraban dejar notas por ahí para que ella recordara cuanto la querían. Guardo su almuerzo y antes de salir escuchó un leve maullido que la hizo voltear.
— No creíste que me iría sin darte de comer ¿Cierto? — dijo agachándose para acariciar al pequeño animal, por muy atrasada que estuviera no podría salir de casa sin alimentar a su gato.
Reviso su celular mientras cerraba la puerta, quince minutos, sólo tenía quince minutos para llegar a clases. Calculó un poco, si corría a un ritmo constante medianamente rápido conseguiría llegar justo a tiempo. No pensó más y comenzó a correr. Tenía que llegar a la hora, no sólo porque no quería manchar su expediente con un atraso sino que también quería evitar la molesta situación de darle explicaciones a la portera, esa mujer era insoportable.
En otro punto de la ciudad no muy lejos de la preparatoria Funbari, Hao, un moreno de largos cabellos castaños corría a todo lo que daban sus piernas para no llegar atrasado su primer día. Con su familia se habían mudado hace poco a esa ciudad y su madre les había advertido que no quería problemas así que era primordial ahorrarse un regaño por llegar tarde. Durante su agotador trayecto maldecía a su hermano gemelo, Yoh, oh Dios esta furioso con él, tendrían una seria conversación cuando lo viera y es que el muy maldito había olvidado el concepto de "solidaridad de hermanos" y se había ido solo a clases, ni siquiera había tenido la amabilidad de despertarlo. Iba tan perdido en sus pensamientos de odio hacia su gemelo que no supo en que momento ya estaba en el piso después de chocar con una chica que iba distraída mirando su celular.
— ¡Ay, mi cabeza! — mencionó adolorido tocando su frente sin prestar atención a la otra persona que también estaba en el suelo.
— ¡Idiota! ¿No puedes tener más cuidado? — le reclamó molesta sin siquiera mirarlo mientras recogía sus cosas.
El moreno al escuchar como la joven de una forma bastante desagradable y grosera lo culpaba por el pequeño accidente reaccionó. Frunció el ceño para mirarla, sorprendiéndose al ver que la chica era toda una belleza, quizá en otras circunstancias hubiese mostrado todos sus encantos y caballerosidad pero le había molestado un poco la forma en que le hablo la rubia, después de todo ambos tenían un poco de culpa.
— ¿Qué yo tenga cuidado? — cuestionó sin dejar de observar cada uno de los movimientos la joven —. ¡Si fuiste tú quien tuvo la culpa!
Anna decidió ignorar sus ridículas acusaciones, tomó su celular y vio la hora preocupada. Al moreno le causo gracia ver la cara de pánico que puso ella después de ver la pantalla del pequeño aparato.
— Tienes suerte de que este apurada — dijo ya de pie arreglando su falda —. O si no créeme que te daría tu merecido — advirtió amenazante retomando su camino.
— Pero que carácter — opino el castaño aun en el piso cuando escuchó unas campanadas avisando que ya eran las 8 am —. ¡Oh diablos! llegaré tarde – se lamentó mientras se ponía de pie y volvía a correr a toda velocidad.
Dentro del salón de clases ya sentado en un lugar estaba el menor de los gemelos conversando con dos chicos, se había encontrado con ellos durante su trayecto a la preparatoria, se sentía un poco incómodo por ser el chico nuevo y la ausencia de su hermano no lo ayudaba en nada. Se supone que la noche anterior habían acordado apoyarse, llegar juntos su primer día y todo, pero esa mañana había escuchado como él apagaba su alarma y después de varios minutos esperándolo no se dignaba a bajar. Supuso que como cual rapunzel estaba cepillando su largo cabello, en momentos como ese agradecía tener el pelo corto así no se demoraba mucho en arreglarse. Estaba caminando por esas desconocidas calles a paso lento para darle tiempo a su hermano de alcanzarlo cuando vio a dos chicos conversando animadamente, uno era joven peli-azul mientras que el otro tenía el cabello verde, dudó un poco si debía acercarse a ellos pero después de mirarlos detenidamente comprobó que llevaban el mismo uniforme y que incluso parecían tener la misma edad, decidido se acercó con la intención de iniciar una conversación y tuvo suerte, ellos no sólo asistían a la misma preparatoria sino que también eran compañeros.
Estaban conversando tranquilamente cuando Horo, el chico peli-azul se paró sobre una silla mientras miraba a su alrededor buscando a alguien.
— ¿No es raro que Anna todavía no llegue? — comentó sentándose nuevamente.
— Tienes razón — concordó Lyserg —. ¿Crees que le haya pasado algo?
El castaño los escuchaba intrigado.
— ¿Quién es Anna? — preguntó finalmente vencido por la curiosidad.
— Se nota que eres nuevo. — Se escuchó decir a un joven —. No hay nadie en esta preparatoria que no conozca a Anna Kyōyama.
El moreno dirigió su mirada de dónde provenía esa voz encontrándose con un chico que lo miraba con una expresión seria y una fría mirada, sus ojos eran color dorado pero lo que le llamó la atención al castaño fue el extraño peinado que tenía éste. También tuvo la ligera impresión que no había sido de todo su agrado.
— Hola. — Saludó con una amable sonrisa —. Mi nombre es Yoh Asakura.
Ren lo miró con indiferencia, no tenía ni el más mínimo interés en establecer algún trato con el chico nuevo, llevaba sólo unos minutos conociéndolo y ya detestaba esa ridícula sonrisita que tenía —. Yo soy Ren Tao.
Esa presentación tan cortante se lo había confirmado, ese chico de pelo morado sólo había intervenido porque nombraron a esa tal Anna. Se sintió algo incómodo, cosa que el peli-azul notó.
— ¡No tienes que ser tan desagradable picudito! — lo regañó, el aludido prefirió no perder más el tiempo con ese trío y sin decir nada más se fue a su mesa para esperar a la rubia —. Mira Yoh — dijo llamando la atención del castaño —. Dejando de lado a ese amargado te instruiré para que no vuelvas a cometer el error de preguntar quién es Anna. — Aclaro su garganta como si fuera a dar el discurso de su vida —. Ella es la líder de grupo de porristas, una estudiante estrella, sin mencionar que tiene una belleza inigualable, piel blanca como la nieve, ojos tan negros y profundos como la noche que te invitan a perderte en ellos, largos cabellos rubios que brillan tan intensamente como el sol.
— Un sueño hecho mujer — agregó el peli-verde.
El moreno los escuchaba atentamente, con cada palabra que decían ambos chicos su curiosidad iba en aumento, no podía esperar el momento para comprobar con sus propios ojos la veracidad de esa descripción.
— Llega tarde señorita Kyōyama — mencionó la portera observando a la rubia reprobatoriamente —. Pero por ser la primera vez que comete ésta falta la dejare pasar.
— Gracias — dijo aliviada poniendo su mejor cara de inocencia —. Créame que no volverá a pasar — pronunció intentando esconder la rabia que tenía en ese momento y es que había llegado sólo dos minutos tarde y había sido por culpa de ese idiota con el que chocó en la calle.
— Ya, apúrese — dijo la mujer casi empujándola.
La rubia caminó a paso lento en dirección al salón, suspiró aliviada al llegar y comprobar que el maestro todavía no iniciaba la clase, incluso ni siquiera estaba así que no tendría que escuchar un sermón de su parte. Entró y se dirigió a su mesa llamando la atención de varios de los presentes.
— Hasta que al fin llegas Anna, ¿Las sábanas no te querían soltar? — comentó con burla el joven chino acercándose a ella.
Él era una de las pocas personas que le podían hablar así sin temer por su vida ¿y cómo no? si eran amigos desde que tenían uso de razón, eran unidos, prácticamente inseparables, lo que había hecho que corrieran los rumores de que ellos eran novios, situación que ambos no se molestaban en aclarar, es más era mucho mejor para ellos que la mayoría pensara eso así se ahorraban el tener que lidiar con propuestas y declaraciones indeseables.
— No estoy de humor para tus estupideces Ren — respondió extrañada al ver que ni Horo ni Lyserg la iban a saludar como de costumbre.
— El nuevo te roba la atención de tus fans.
— ¿Nuevo? — cuestionó.
Su amigo asintió y señalo el lugar donde sin percatarse de su presencia conversaban los tres jóvenes, la rubia no aguanto la curiosidad y se acercó a ver al joven de cabello castaño que hablaba animadamente con sus amigos.
Al principio iba tranquilamente a conocer al chico nuevo pero cuando éste se volteó a mirar el pizarrón su expresión cambio ¡Era el mismo idiota con el que había chocado en la calle! aunque sólo lo había visto unos escasos segundos no olvidaría su cara, apretó sus puños y caminó hacia él de forma decidida, cumpliría con lo que le había dicho cuando se encontraron, le daría su merecido, ese castaño aprendería que nadie se mete con Anna Kyōyama.
— Horo, ¿No crees que Anna parece algo enfadada?
— Sí inglesito — confirmó el peli-azul con algo de miedo por la expresión de la rubia.
El menor de los Asakura apenas escuchaba lo que decían sus nuevos amigos, se había quedado embobado al ver como todas las palabras que escuchó anteriormente se materializaban en una joven que caminaban directamente hacía él. Estaba como en un hechizo, uno que no le permitió ver el rostro de disgusto de la chica que en cuestión de segundos ya estaban frente a él. El moreno sonrió nervioso por la proximidad que tenían en ese momento pero ella sólo frunció el ceño y antes que él dijera una palabra le dio una fuerte bofetada con su mano derecha.
— Eso es para que no vuelvas a cruzarte en mi camino ¡Idiota! — dijo de forma amenazante observándolo fríamente.
Todos en el salón se quedaron en silencio al escuchar el fuerte golpe, los tres amigos de la rubia miraban incrédulos lo que había pasado sin entender la reacción de la joven.
— ¡¿Se puede saber por qué me golpeas?! — reclamó confundido el castaño con una mano sobre su mejilla roja.
— ¿Y tienes el descaro de preguntar? — cuestionó furiosa —. Hace sólo unos minutos chocaste conmigo en la calle y ni siquiera fuiste capaz de disculparte, sin contar la forma grosera en la que me hablaste — explicó.
— Anna debes estar equivocada — mencionó el chico de cabello verdoso causando disgusto en la rubia —. Yoh llegó con nosotros hace rato, así que es… — Se detuvo al sentir la fría mirada de la chica.
Ella bufó molesta, era lo único que le faltaba ¡que sus propios amigos defendieran a ese tal Yoh!
— Lyserg, si Anna lo dice debemos creerle — respaldó Ren —. ¿Qué gana mintiendo?
— Esto es ridículo — dijo serio —. ¡Esta es la primera vez que te veo! — gritó molesto, estaba seguro que no se había encontrado con ella, mucho menos hace unos minutos atrás porque había llegado temprano junto a Horo y Lyserg.
— Sí claro, créeme que no olvidaría esa cara de idiota arrogante. — Se acercó peligrosamente a él pero Horo la sostuvo para evitar que golpeara nuevamente al castaño.
Antes que pudiera seguir increpándolo la voz del maestro la detuvo.
— Buenos días chicos, será mejor que tomen asiento, hoy les presentare a dos nuevos compañeros — mencionó causando sorpresa entre los alumnos quienes ya eran conscientes de la llegada de un chico nuevo, incluso lo habían visto ¿pero otro?
Ignorando la evidente confusión del grupo de adolescentes el maestro le hizo una señal al menor de los Asakura para que fuera al frente junto a él mientras hacía pasar al otro joven que esperaba pacientemente afuera. Anna se sentó con los brazos cruzados viendo cada uno de los movimientos del castaño, aún no había terminado de hablar con él y estaba decidida a hacer que el aceptara que había sido el imbécil con el que chocó en la calle. El salón quedo en silencio cuando un chico físicamente igual a Yoh entraba, la rubia miraba incrédula a ese par, lo único que los diferenciaba era que el recién llegado tenía el cabello largo mientras que el chico que ella había abofeteado lo tenía corto.
— Como se habrán dado cuenta ellos son gemelos, vienen de Izumo y sus nombres son Yoh y Hao Asakura.
— "Demonios, creo que me equivoque" — pensaba algo avergonzada la rubia, quizá si había sido algo impulsiva al golpear al castaño de pelo corto de buenas a primeras pero ¿quién la culparía? Ellos eran idénticos y con el apuro que tenía por no llegar tarde ni siquiera se había percatado de que la persona con quien chocó tenía el cabello largo.
— Al parecer Yoh ya se asignó un lugar. — Miró el resto del salón —. Hao tu puedes sentarte al lado de la señorita Kyōyama — indicó el maestro.
En ese momento Anna comenzó a maldecir su suerte, al parecer su día no podía ser peor, justo pero justo tenían que sentarlo a su lado. Levantó la mano fastidiada para que el peli-largo encontrara su lugar. Hao por su parte se sentía incómodo por las insistentes miradas de todos ¿Acaso nunca habían visto a unos gemelos? Se preguntaba. Decidió ignorarlos y buscar a la tal señorita Kyōyama.
— ¡¿Tú?! — mencionó sorprendido al reconocer a la rubia, era la misma chica con la que había chocado minutos atrás.
— ¿Ustedes se conocen? — cuestionó el profesor confundido por la familiaridad con la que hablo el castaño.
— Algo así — dijo cruzándose de brazos —. Nos conocimos en la calle hace unos minutos, aunque no fue un encuentro muy agradable — agregó.
En realidad no se quejaba por haberse topado con ella ¿quién lo haría? Si esa rubia era una belleza. Miró a la joven notando que estaba algo incomoda por la situación.
— Entonces, ¿Fuiste tú quien chocó con ella? — interrogó Yoh a su gemelo.
— ¿Cómo lo sabes? — preguntó sorprendido mirando a su hermano que parecía algo alterado —. Si aún no te lo comentaba… ¡Espera! ¿No me digas que eso de la conexión entre gemelos realmente existe?
— ¡Claro que no! — gritó —. Por tú culpa esa chica me dio una bofetada — confesó molesto mientras la señalaba.
Anna sentía como de a poco sus mejillas tomaban un color rojizo pero aun así siguió con su actitud fría e indiferente. Hao comprendiendo que claramente ella lo había confundido con su gemelo comenzó a reírse fuerte llamando la atención de todos.
— ¡Pues te los mereces! — agregó de inmediato por la confundida mirada de su gemelo —. Si me hubieses despertado no me habría topado con esa niñita presuntuosa y no te hubieran golpeado.
— ¿A quién llamas niñita presuntuosa? — cuestionó la rubia evidentemente molesta por la forma en que se había referido a ella.
Hao sonrió divertido por la reacción de la chica —. Pues a ti — declaró secamente.
La descoloco un poco la manera en que le hablo, sin duda ese moreno no la conocía porque o si no lo hubiese pensado dos veces antes de llamarla de esa forma. Se puso de pie molesta a punto de iniciar una discusión con el mayor de los Asakura cuando la voz del profesor la detuvo, dando así por terminado el pequeño incidente de hace unos minutos atrás pero el ambiente era tenso. Hao miraba a la rubia de vez en cuando, le causaba gracia ver como ella se debatía entre seguir con su orgullo intacto o disculparse con Yoh por haberlo abofeteado. En un momento sus miradas se cruzaron y él le sonrió de forma coqueta mientras que ella volteó el rostro furiosa.
— Parece que mi suerte está cambiando — murmuró para sí divertido —. Hermosa y con carácter, sin duda perfecta para mí — concluyó cargando su cabeza en una mano.
Llegar atrasado su primer día no había sido tan malo después de todo, al parecer éste sería un año realmente interesante.
