Capítulo 1: Adiós Ciudad Romantis
Al fin llegó el gran día que tanto había esperado, había logrado reunir el dinero suficiente para poder iniciar mi viaje por la región de Kalos y lograr hacerme con tantos Pokemon Siniestro como pudiera. Sabía que no era una tarea sencilla, pero desde pequeño siempre soñé con una oportunidad así, y poder demostrar que este tipo podía derrotar incluso a las temibles hadas, las cuales desde su aparición sólo causaron problemas a los Pokemon Siniestros, aunque no tantos como a los Dragones, ciertamente.
Me llamo Vector y tengo diecisiete años, y por si aún no lo habíais notado no me gustan nada las hadas, es más, las tomo como un rival al que debo derrocar de su trono, y esta rivalidad se ha ido reforzando con los años, y es que no podía haber nacido en peor lugar… Ciudad Romantis, cuna de los entrenadores tipo Hada y emplazamiento del Gimnasio Romantis, también especializado en Pokemon Hada.
No me apetece demasiado, pero en estos casos creo que lo suyo es describirse uno mismo, así que diré que soy alto, como de 1.80m, delgado, pelo negro muy oscuro y medio largo, peinado de forma descuidada y con un mechón que reposa sobre mi lado derecho de la cara, piel pálida y ojos verdes. Me gusta vestir con estilo, una camisa fina de color morado oscuro debajo de un sencillo chaleco negro sin mangas, desabrochado, dando un aire de informalidad, además de unos pantalones de lino negros. Y una vez hechas las presentaciones va siendo hora de que comience la historia, sólo espero que podáis seguirme hasta el final.
Miré aquel cielo sonrojado por última vez… me preguntaba si el cielo sería igual en cualquier lugar, aunque había que admitir que el cielo de Ciudad Romantis tenía algo mágico, aunque en general la ciudad entera poseía cierto embrujo que la hacía especial, podías notarlo con sólo respirar su ambiente, pero a mí todo aquello ya me asfixiaba… Creo que fue a partir de la muerte de mis padres hace siete años cuando todo lo que había allí comenzó a quemarme, fue una de las razones por las que deseaba viajar por el mundo y poder cambiar de aires.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por cierta figura familiar que se posó en mi cabeza, su silencioso aleteo me impedía detectarlo antes de que el ave descansara sobre mí, aunque su sonoro grito era inconfundible. Era mi fiel compañero Murkrow, el cual llevaba conmigo desde los ocho años, aunque realmente hasta los diez años siguió siendo un Pokemon salvaje, ya que no tenía dinero para comprar Pokeballs y mis padres se empeñaban en que aún era muy joven para tener un Pokemon, es por eso que lo mantuve en secreto. Aún hoy en día le sigo dejando bastante libertad para que no se sienta apresado.
-¿Estás listo, Yatsu? –un grito suyo me respondió con ánimo.
Yatsu era el mote que le había puesto a Murkrow, era una abreviatura de Yatagarasu, un antiguo demonio con forma de cuervo con tres patas del que había leído en la escuela, es por esto que me gustó como apodo para mi Pokemon.
-Bien, creo que lo mejor sería comenzar yendo a Ciudad Luminalia hacia el sur –dije mientras observaba el mapa electrónico que me regaló mi padre de pequeño-. Por lo que he oído ese gimnasio es más complicado, así que de allí nos iremos directamente a Ciudad Témpera, que tiene un gimnasio de tipo planta, por lo que será más sencillo como inicio.
-¡No tan deprisa! –gritaron a mi espalda con una voz que conocía demasiado bien.
-¿Qué quieres ahora, Fay? –contesté con tono desganado a la vez que me daba la vuelta para encontrarme frente a él.
Fay digamos que era como un amigo de la infancia, salvo que casi ni le aguantaba, es de esas personas que aunque intentes ignorarlas siguen apegadas a ti. Era tan alto y delgado como yo, aunque su pelo era más corto y de color castaño, sus ojos de color azul claro y con la piel algo bronceada, pero no demasiado. Ambos éramos de la misma edad, pero lo que más chocaba entre nosotros eran nuestras personalidades contrarias, mientras que yo era tranquilo, algo callado y maduro él por su parte era ruidoso, quizá demasiado extrovertido y en ocasiones bastante infantil, sin embargo había algo que sí teníamos en común: el espíritu competitivo.
-¿En serio te iba a ir sin despedirte siquiera? ¡Pensaba que éramos amigos!
-Ya te había avisado varias veces que me iba a marchar, tendrías que haberlo asumido ya.
-¡Eso no es algo que se asimile! Tú y yo somos amigos, así que o me llevas contigo o no irás a ninguna parte.
-¿Y qué vas a hacer para impedirlo? –pregunté dándole la espalda, sin esperar respuesta alguna.
-¡Un combate! –me paré en seco- ¡Tú y yo en un 1 vs 1, y si gano me llevarás contigo!
-No sabía que tuvieras un Pokemon. ¿Cuándo lo has capturado?
-Me lo regaló mi padre en mi décimo quinto cumpleaños, y lo he estado entrenando en secreto desde entonces para cuando llegara este día, ¡JA, JA, JA! –alardeó con la pokeball en la mano.
-Como quieras… me servirá de calentamiento para mi viaje. ¡A luchar, Yatsu!
-¡Adelante, Swirlix!
-¿Qué?
Fay lanzó la pokeball y de ella, tras un destello cegador, apareció la criatura que parecía un algodón de azúcar.
-Me parece perfecto, no quería irme de aquí sin dejar para el arrastre a un Pokemon Hada. ¡Yatsu, ataque ala!
-¡Swirlix, esquívalo y dulce aroma!
Murkrow se lanzó en picado contra el rival, adquiriendo un potente brillo en las ambas alas conforme se acercaba al objetivo, pero éste logró esquivar el ataque en el último momento impulsándose con su cola, saltando de tal forma que parecía estar levitando, para a continuación expulsar por todo su cuerpo lo que parecía ser polen.
-¡Tu Murkrow es demasiado lento para Swirlix! ¡JA, JA, JA!
-¿Estás seguro? ¡Niebla!
Con un ágil y rápido movimiento Yatsu se volvió hacia donde le venía el ataque y comenzó a batir las alas a una velocidad pasmosa, comenzando a salir de entre ellas una densa nube de niebla negra que despejó con facilidad el dulce aroma de mi rival.
-¡¿Qué?! ¡Es imposible que de pronto sea tan rápido! Tsk, no importa, ¡usa viento feérico!
Swirlix dio un salto y comenzó a girar todo el cuerpo en el aire, rodeándose de una especie de polvo brillante que rotaba a su alrededor, y una vez acumulado bastante lo despidió hacia Yatsu como una gran corriente luminosa.
-Usa doble equipo y a continuación ataque ala.
Una vez más Yatsu se movió con más rapidez e hizo aparecer dos copias suyas a los lados, siendo una de ellas objetivo del ataque y desapareciendo como consecuencia, y ante el shock de Swirlix aprovechó para lanzarse contra él con un ataque ala que al golpearlo lo lanzó con fuerza al suelo, sufriendo bastante daño.
-Impresionar.
-¡Swirlix, defiéndete con placaje!
El Pokemon de Fay intentó contraatacar pero, nada más ver el maléfico rostro que tenía Yatsu gracias al ataque impresionar, se quedó petrificado sin poder mover ni un músculo (o algodón), momento que no pensaba desaprovechar.
-Termina con un ataque ala.
Las alas de Murkrow volvieron a bañarse de luz, y un solo golpe bastó para que el Swirlix cayera debilitado. Hice que Yatsu volviera a su pokeball, acción que imitó Fay en silencio, lo cierto es que era raro, parecía que la derrota le había afectado.
-Tsk… Entrené a mi Swirlix para que fuera el más rápido y aun así… -suspiré ante esto.
-No tiene nada que ver con tu Pokemon. Es bastante veloz, pero la razón por la que Murkrow llegaba a ser más rápido es gracias a su habilidad.
-¿Habilidad?
-Bromista: los ataques que no producen daño tienen prioridad. Es por eso que ataques como niebla o doble equipo siempre van un paso por delante del rival, sin importar la velocidad.
-Ya veo… Está claro que eres mucho mejor que yo, incluso habiendo tenido la ventaja de tipo -suspiró con resignación- Tú ganas, así que puedes irte, no te seguiré.
Sin decir nada más me di la vuelta, miré en dirección al pantano que llevaba hasta Ciudad Luminalia y comencé a caminar.
-¡Pero esto no ha acabado aún! –gritó Fay a mi espalda- Yo también viajaré por mi cuenta, entrenaré a los mejores Pokemon y cuando volvamos a encontrarnos te derrotaré y tendrás que aguantarme contigo como compañero ¡Es una promesa!
No le contesté, simplemente continué caminando mientras en mi rostro se esbozaba una ligera sonrisa. Era un crío pesado y ruidoso, no paraba quieto, siempre me siguió a todas partes aunque le dijera que me dejara solo, pero… realmente siempre le estuve agradecido y lo consideré mi mejor amigo, pero tanto él como yo necesitábamos hacer ese viaje solos para poder hacernos más fuertes. "Espero deseoso que me derrotes…" pensé para mis adentros mientas Ciudad Romantis quedaba cada vez más lejos y me iba adentrando en el pantano.
