Molly no se podía creer que Remus y Tonks fueran a casarse. Pobre Remus...¿o pobre Nymphadora? Porque convivir con un hombre lobo no le parecía tarea fácil y tampoco era muy apetecible vivir en una casa en la que sabías que no podías hacer nada por tu condición mientras veías como tu pareja luchaba contra el mal.

No iban a ser un matrimonio normal, eso estaba claro. Y tampoco iba a ser aceptado por muchos. Pero de lo que Molly estaba segura era de que iban a ser felices, como Arthur y ella. Soñadora, empezó a recordar los momentos en Hogwarts con su marido: el día que se conocieron, aquel en el que se dio cuenta de que los dos sentían algo más que amistad, ese en el que se escaparon por la noche juntos para bajar a jardín...

Sonrío. Eran otros tiempos. Tan diferentes...Sólo había que ver la tranquilidad que había antes y la anarquía de ahora. Pero las bodas siempre reparten algo de alegría en los presentes y hacen olvidar los problemas.

Animándose un poco, miró al mágico reloj de la Madriguera y vio como Arthur volvía a casa.

-¿Por qué no se lo podemos decir a Harry?- preguntó Ginny con voz anhelante.

-Está esperando el día en el que realizemos por fin el plan. Sé que le gustaría mucho venir a la boda pero no podemos permitir ese peligro -le respondió su madre, ya cansada de la misma pregunta.

Ginny se cruzó de brazos y miró a Molly con profundo dolor.

-Peligro para vosotros, ¿verdad?- replicó. - Tienes miedo a que vengan los malditos mortífagos a por él, pero ¿sabes? No somos sólo nosotros. Él también querría disfrutar un poco, divertirse, ver a sus amigos - lo había dicho muy duramente y pronto se arrepintió. - Oye...

-Ginny, ya sé que tienes ganas de verle pero él tampoco se puede arriesgar mucho. Hasta que no venga aquí con el grupo de la Orden no está seguro.

La pelirroja más pequeña ya había oído esa respuesta mil y unas veces pero escucharla una vez más no la lograba convencer.

-¿Y no se puede posponer la boda?

-Cuando él venga, asistirá a la de Bill y Fleur. Con eso le vale -respondió Molly con un matiz de dolor en su voz. Ella quería mucho a Harry, como a uno de sus hijos. Siempre le defendía y no podía permitir que le pasara nada. Por eso mismo no le dejaba venir a la boda de Remus. Le harían saber la unión a su llegada.

Entre tantos pensamientos, Ginny ya había subido a su habitación, cerrando la puerta con un portazo. Se sentía mal, como si le estuviera ocultando algo a su nov...a su antigo novio. Todavía no se había hecho la idea de que este curso había sido un sueño y su relación no podía seguir.

Se echó sobre la cama. También se sentía como una niña pequeña. Tanto preguntar cuando ya se sabe la respuesta. Sólo le había faltado un puchero para completar tanta tontería.

Alejando esos pensamientos de su cabeza miró hacia la ventana, por donde se veia un sol radiante. "No voy a comportarme como una adolescente idiota. Voy a salir al jardín a despejarme." -penso en seguida.

"Y de paso, pensaré en el regalo de Harry. Tiene que ser algo...que no olvide jamás."