Rojo carmesí

Un día normal, un día nublado, un día del mes de más crudo de invierno… era un día sin colores.

Ella estaba harta de todo lo que sucedía.

Intento conciliar…

Intento entender…

Intento morderse la legua y guardar silencio…; pero, sus intenciones no fueron suficientes para aplacar la furia que guardaba su corazón. No podía no hacer nada, pero, tampoco podía quedarse en silencio y reprimirse… el gato no podía comerle la lengua; estaba decretado y los dos adultos presentes en la habitación, ella y el, sabían que pasaría aquello.

Ya no se podía aplazar…

Ya no se podía evitar…

De seguro que tampoco se podría frenar….Rojo; su enojo y furia eran como un dulce rojo carmesí.

La mujer, con su cuerpo perfectamente cubierto solo por una blusa larga, con sus manos rojas ante la fuerza que ejercían sus dedos contra sus palmas, parada firmemente junto a la puerta del cuarto, se agacho rápidamente y tomo un pequeño trozo de espejo que llego a sus pies desde el otro lado de la habitación. Una tortura, un martirio y una locura; el lugar era el mismísimo infierno cuando los dos estaban presentes en la misma habitación, cuando los dos de reencontraban nuevamente entre las paredes de la intimidad del hogar… todo parecía arder en las llamas del inframundo.

El hombre le sostuvo la mirada a la mujer y esta salió del cuarto con la misma rapidez que entro al escuchar el espejo quebrarse.

… Él se dejo llevar por aquel fuego que le recorría la sangre.

La mujer se fue rápidamente hasta el pequeño cuarto del lado, donde solo había cajones de ropa y zapatos… Se puso en puntillas y alcanzo un gran bolso que había sobre una tarima, lo abrió y empezó a meter distintas prendas de ropa que le pertenecían. Zapatos, chaquetas, blusas, jeans y ropa interior; todo lo necesario para vestirse durante un mes sin la necesidad de pagar lavandería… estaba decidida, se marcharía de ese infierno que tenia por hogar.

Estaba todo fastidiado…

Él lo había fastidiado…

Ella lo había fastidiado… ¿era su culpa? Posiblemente si… era su culpa haberse enamorado perdidamente de una fantasía, de un sueño, de algo inalcanzable…

Cerro su bolso deslizando rápidamente el cierre, se lo colgó en un hombro y salió de la habitación con el fin de abandonar su hogar… se iría; no podía dar pies atrás…

¿Esto era algo que había decidido hace mucho tiempo? No, pero, eso era lo de menos.

– ¿Te vas?- pregunto el hombre que, como había ido a buscar al living un vaso de alcohol para relajarse, se encontró con la sorpresa de que la mujer tenía intenciones de irse sin despedirse de él; sin avisarle y desaparecer dejando todo atrás… despreciando todo el amor que él le había dado innumerables veces y en cantidades desbordantes.

La mujer solo le sostuvo la mirada y apretó firmemente las correas del bolso que colgaban desde su hombro. Si, abandonaría ese lugar; estaba decidida… quería creer que estaba decidida.

- ¿¡Enserio te irás!?- pregunto el hombre, esta vez en un tono sorprendido, asustado y intentando controlar aquella impulsividad que nacía en su interior. – No puedes irte.- le dijo y la chica sonrió de lado, haciéndolo perder el control. - … ¿Por qué? Dime porque te irás.- exigió y la chica elevo sutilmente los hombros dándole a conocer que, mas allá de no tener un motivo claro, simplemente no deseaba explicárselo ya que conocía la posibilidad de que el perdiera la cordura. – Kyoko… por favor.- pidió el hombre y la chica de ojos ámbar soltó un suspiro cansado antes de dar un paso atrás por temor a la reacción, que el hombre, podía tener ante la respuesta que le iba a dar ella.

Kyoko cerró los ojos y respiro hondo, dio otro paso atrás… acortando sutilmente la distancia que había entre ella y la puerta del departamento; la puerta que la sacaría de aquel infierno. –No podemos seguir así, Kuon.- dijo en un tono seco y el hombre furioso, tal cual como lo había predicho Kyoko, tiro el vaso que sostenía en su manos hacia el otro lado de la habitación.

– ¡No puedes irte!- exclamo Kuon golpeando fuertemente la mesa del comedor que tenía a su lado, para luego mirar a la mujer que, cada vez, estaba más cerca de la puerta de salida del departamento. – Tú no te irás…. No me puedes dejar.- dijo con una mirada perdida sobre la actriz; sobre su novia…

– Cálmate…- pidió Kyoko y sintió como su estomago se tensaba; este momento quedaría grabado tanto en su memoria como en su corazón. – Kuon, esto es por nuestro bien… nosotros no somos felices viviendo juntos…

– Kyoko…

–Kuon. Tu, solo para mi eres Kuon… pero, para el resto del mundo eres Tsuruga-san… - murmuro la actriz y luego dio otro paso hacia atrás para quedar, definitivamente, junto a la puerta de entrada del departamento que compartía secretamente junto a Kuon Hizuri. – tú eres tú, tú tienes un sueño de vida, tú tienes un estilo de vida, tu quieres lograr algo en este mundo y… yo soy yo, yo tengo mi estilo de vida y yo quiero cumplir mis sueños…. Estoy cansada de todo esto.

- Kyoko, te amo- dijo Kuon dando un par de pasos hasta detenerse en seco al ver que, cada paso que él daba, provocaba en Kyoko un escalofrió…

Le tenía miedo

Le tenía terror

Lo odiaba y él lo sabía; él sentía que Kyoko lo odiaba. – Por favor, no te vayas… lo podemos solucionar…

– Estoy cansada de quererte, estoy cansada de las peleas, estoy cansada de no verte… Kuon, estoy cansada de esto… de esta mentira… - dijo y puso su mano en la manilla de hierro que, al girarla y abrir la puerta, marcaria su estrepitosa salida del departamento, pero más importante aún, marcaria su salida definitiva de la vida del actor. – Kuon… Ren, somos personas que solo se hacen daño viviendo juntas. Me voy y, antes de salir de tu vida y tú de la mía, quiero darte gracias por los tres años que pasamos juntos… si olvidamos todo lo amargo que hemos vivido estos últimos meses, todo fue perfecto…

– Entonces no te vayas. Kyoko, podemos…

–No. Tuviste y tuve dos meses para arreglar todas nuestras diferencias… ya no hay tiempo. – dijo la actriz ya con medio cuerpo fuera del lugar que había sido su hogar por aquellos tres años de noviazgo con el actor numero uno de Japón y, más allá de eso, …tres años con el hombre que le había robado el sueño desde su infancia cuando lo conoció en la orilla del rio, hasta ahora….

– Nunca es tarde para volver a empezar.- gruño Kuon concentrando todas sus fuerzas para no acortar la distancia entre ellos y tomar a la chica para impedir, a la buena o bajo la fuerza de la seducción, que se fuera de su lado.

- tus palabras lo dicen Ren… "nunca es tarde para volver a empezar", es por eso que me voy; porque nunca es tarde para volver a empezar una vida en donde pueda encontrar una felicidad que no me torture…

- Kyoko-chan…- la interrumpió intentando cortarle el hilo para que ella no siguiera hablando, pero, Kyoko no estaba dispuesta a adormilar sus emociones o entregarse al encanto natural que desbordaba del hombre en las situaciones más críticas; como esta.

- Tsuruga-san.- dijo Kyoko haciendo una leve dogesa antes de salir del departamento y cortar, definitivamente su relación con aquel hombre que ahora solo sería un humano más en este mundo.

El fuerte golpe de la puerta que los separo se repetía una y otra vez en su mente.

¿Cómo se podía amar a alguien que, con el tiempo, había pasado a volverse una creación ficticia en su mente ya que con gracia divina se veían una hora en el mes?

¿Cómo se podía amar a alguien que no se podía poseer?

¿Cómo se podía amar a alguien si no se le podía tocar?

¿Cómo se podía amar a alguien sin dejar de lado aquella brecha sempai-kohai que los había separado por tanto tiempo?

Ella no era apta para Tsuruga Ren, ni luego de tres años, ni nunca…. Si a sus veintiún años no lo era, nunca lo seria. El era un dios, un ser divino, un hombre intocable, un hombre intachable… sin tener en cuenta de que todo era una farsa; porque, Tsuruga Ren no era más que un simple personaje de uso 24/7 por Kuon Hizuri, el verdadero hombre que se escondía detrás de ese perfecto japonés.

… aun así, Kyoko tampoco podía quedarse con Kuon. Era imposible… Kuon, solo aparecía un par de horas cada mes y eso la había llevado a idealizar su propio Kuon a base de recuerdos y cuentos de hada… sabía que Kuon no era más ni menos que un simple mortal americano, pero, no le quedaba otra más que conformarse con sueños y irrealidades…

Se volvería loca

Era enfermizo

Sabía que había optado por la mejor decisión; dejar todo eso… salir de allí para poder vivir, al fin, una realidad en donde la cordura fuera el ingrediente base del día a día. Lo sabía y estaba segura de que había tomado la mejor decisión…

Luego del sonido de la puerta todo volvió al silenció… un dulce y mortificador silencio que la volvía loca. Empuño suavemente una de sus manos contra su pecho y el calor corporal volvió a ella… su respiración se calmo lentamente dejando de ser tortura que la asfixiaba poco a poco.

- un sueño…- susurro dulcemente para sí misma y enterró su rostro contra la suave almohada que tenia abrasada. Respiro hondo y la realidad pareció golpearle a la cara. Tal vez la pelea, la discusión y la separación habían sido un sueño, pero, el ruido de la puerta cerrándose había sido tan real que aun se confundía con el ruido de sus sueños… se incorporo a la realidad, miro hacia la puerta de su habitación y lo vio allí, parado junto al umbral de la puerta con una mirada seria, pero, con unos ojitos que le decían mas de mil cosas.

Kyoko sonrió y se paso la mano por el cabello antes de golpear suavemente el espacio vacío a su lado, en la cama, que tenia disponible para él. "ven aquí y durmamos juntos" pensó y dijo simplemente con aquel golpecito sobre las tapas de su cama.

Al cabo de unos minutos, los dos yacían uno junto al otro bajo las sabanas, cuidándose de los malos sueños, respondiendo al efecto y amor que se tenían. - ¿Qué ocurre…?- pregunto el siendo interrumpido por la mujer que le beso suavemente la cabeza. – Kyoko-o…- volvió a intentar.

– Nada, cariño. Todo está bien… vamos, cierra esos ojos tuyos que me encantan. –dijo Kyoko acariciando suavemente el cabello rubio de su acompañante.

El cerró los ojos y luego de cinco minutos, cuando creyó oportuno volverá intentar preguntar, se lanzo a la vida y soltó su pregunta. – Kyoko-okasan ¿Qué ocurre?- dijo rápidamente con su dulce voz de querubín

- duérmete.

- pero Oka-san… no puedo dormir si no dejas de acariciar mi cabello.- protesto el chico y Kyoko se dio cuenta de aquella acción que cometía involuntariamente ante el nerviosismo que sentía por dentro.

El pequeño tenía razón, a su madre le sucedía algo.

- vamos Sho-chan, cierra esos ojitos que es hora de dormir.- pidió kyoko aferrando al pequeño contra su cuerpo, sintiendo como aquella cálida sensación lograba calmar levemente lo que inundaba su corazón.

- kyoko-okasan... descan..za.- dijo el chico dejándose llevar por las palabras de su madre.

A los pocos minutos, los dos dormían plácidamente y con una respiración que iba al compás del otro.

La similitud es indescifrable... son como dos gotas de agua... gemelos, mellizos... no, ellos son padre e hijo... sho-chan es la copia viva de su padre... sus ojos, sus facciones, su cabello, su comportamiento... todo me lo recuerda.

kyoko cerro los ojos y el sueño volvió a volverse su realidad.

pidió al conserje que le consiguiera un taxi. El hombre realizo la llamada y en cinco minutos había un auto dispuesto a llevar a la dulce mujer.

- buenos días.- dijo el conductor cuando Kyoko subió.

- buenos días.- contesto la actriz y luego le extendió un papel que contenía la dirección a la cual se dirigía.

- tardaremos alrededor de una hora, señorita. Hay un taco infernal en la avenida principal…- comento el hombre poniendo en marcha el vehículo y Kyoko asintió de acuerdo con sus palabras.

- no se moleste, no tengo apuro…- agrego mirando por la ventana el gran edificio que fue su casa por un par de años…

- ¿va a quedarse a la casa de algún familiar?- pregunto el taxista observando, por el espejo retrovisor, el gran bolso que la chica llevaba a su lado.

Kyoko despertó de su sueño y miro al conductor que le hablaba. – perdón, pero, podría volver a repetirlo… no estaba prestando atención.

– ¿va a visitar algún familiar?, ¿tal vez sus padres?- pregunto el hombre

Kyoko sonrió y, contestándole al conductor, saco su celular para a pagarlo y evitar llamadas indeseables. – algo así… voy de visita, pero, pretendo partir esta noche a otra localidad… tengo un trabajo que me lo exige. – comento y el taxista la miro curioso.

- parece ser usted una señorita bastante importante.- comento y luego su cara reflejo su nuevo descubrimiento. - ¿no es acaso usted la gran actriz Kyoko?- pregunto deteniéndose ante el semáforo que marcaba rojo.

Kyoko sonrió y se avergonzó levemente al ser reconocida. Antes, solían no reconocerla ni aunque ella les digiera que era actriz, pero, ahora las cosas eran a la inversa.

- valla, es todo un honor llevarla en mi automóvil… - comento el taxista sacándole una dulce risa a la chica. Ella lo sabía, apenas saliera de aquel infierno su sonrisa volvería a dibujarse en su rostro…

Despertó de sopetón a causa de la alarma que había programado en su móvil y se reincorporo para tomar su celular. Desactivo la chicharra y vio que aun eran las cuatro de la mañana. Sonrió y se deslizo suavemente entre las sabanas para salir de la cama sin despertar a su pequeño.

Salio de la habitación y se metió al baño para empezar con los preparativos de su nuevo traslado; su trabajo se lo volvía a pedir y al pequeño Sho-kun le haría bien un nuevo ambiente...

pensó nuevamente en su traslado y suspiro, se apoyo contra el mueble del lavatorio para mirara su reflejo en el espejo. -los años han pasado tan rápido...- murmuro cerrando los ojos y recordando...

-por favor.- pidio el hombre y kyoko se sonrojo levemente antes de dar un "si" a la propuesta.

- gracias, prometo hacer lo imposible para que esa sonrisa jamas se borre de tu rostro.

- gracias, pero, ...¿podrías pararte? me pone incomoda verte de rodillas...- comento algo avergonzada y el hombre reacciono rápidamente ante la solicitud de la joven.


AAAAHHHHHH! ¿como termine en esto?! ¿porque se me ocurrio adelantar tanto la historia?

bueno, eso es a causa de que mi mano derecha no podia dejar de escribir *!mano mala!*

aqui esta el primer capitulo de este fic... saben, queria escribir algo como esto y me anime a hacerlo. deseo que haya sido de su agrado y claramente me gustaria saber que tal esta la historia. me agrada mucho leer algo con una perspectiva diferente del cuento en color de rosa... entonces, volviendo a la opinion de ustedes, me encantaria saberla... como para arreglar el fic en el caso de estar metiendo las patas en una zona negra de odio en donde me tacharan por escribir cosas que no quieren ser leidas por los lectores de fanfiction...

ahi no! no quiero que pase eso... entonces, si estoy metiendo las patas ¿me quisieran tirar un salvavidas para no ahogarme en este mar negro?

ejjejeje... talvez es un poco melodramatico, pero, asi son las cosas en la vida.

gracias por leer, espero sus salvavidas y nos leemos en una semanita mas :D !becholates!