Desde ya pido disculpas por las impresiones y resentimientos que pueda causar hacia el personaje de Molly Weasley con esta historia.
No es un tema novedoso. Argumentos como éste abundan, pero aún así, espero que lo disfruten y entiendan que la trama sigue este hilo porque es la forma en la que puedo explicar el comportamiento de los personajes.
Espero que la disfruten.

Kate Cobac.-

NOTA: POV (Point of view: Capítulo desde el punto de vista del personaje señalado al inicio).


I

GINNY POV

—¡Es un idiota, imbécil, desgraciado!

Mi histeria alcanzó niveles insospechados. Objeto que se cruzaba en mi camino terminaba tres pisos más abajo cuando lo lanzaba por la ventana.

Mis amigas, sentadas en aquel largo sofá púrpura —cortesía de mi hermano—, me miraban esperando a que la tormenta pasara. Ciertamente no querían cruzarse con el ogro, ni con los platos, secadora, batidora o plancha que volaban en medio de la sala.
Corrí hacia la habitación, destruí el armario —aunque dejé mi ropa intacta—, y saqué, no con mucho cuidado, toda la porquería que pertenecía a aquel infame desgraciado.
Luna llegó bastante tarde a impedir que lanzara todos los trapos por el balcón. Hermione se cubrió la cara con ambas manos, no sé si de vergüenza o en plan de "luego te vas a arrepentir".

—¡Hijo de puta, púdrete en el infierno maldito infeliz! ¡Ojalá se te contagien los herpes de esa puta para que se te pudra la verga!
Grité a todo pulmón por el balcón mientras abajo, en pleno Soho, los transeúntes se reunían a ver el espectáculo. En medio de toda la lluvia de ropa y de objetos punzantes, estaba él, mirando hacia arriba, cual Romeo con cara de arrepentimiento.

—¡Ginny, preciosa, por favor! ¡Hablemos!

—¡Hablar!, ¿Quieres hablar mal nacido? ¡Hablemos! —grité— ¡Confiesa que te metiste con esa puta barata!, ¡Deja en evidencia tu falta de hombría maldito saco de mierda!
Atrás, alguien hizo un sonido parecido a un globo desinflado. Pudo haber sido Hermione, nunca lo supe. Sé que soy demasiado impulsiva cuando me enojo, he llegado a culpar a todo el árbol genealógico cuando alguien me ha hecho daño. Recuerdo que cuando tenía quince años, en medio de una pelea escolar, expuse a gritos la entrepierna usada de la abuelita de alguien que me costó varios días de castigo y una amenaza de expulsión.

—Ginny, basta…—Hermione me sujetó por un brazo y Luna del otro. Nunca me ha gustado llorar. No me considero una mujer de hierro, simplemente creo que nadie merece mis lágrimas. Supongo que cuando lo haga será porque realmente habré encontrado a alguien que haya calado hondo en mi vida como para merecerlas.
Aún así, sentía mis globos oculares arder; no quería derramar ni una sola gota de agua por ese cretino.
No podía creerlo… cinco años de mi vida tirados a la basura por culpa de un culo siliconizado y un par de labios rellenos.

—No vale la pena…—susurró Luna en un tono poco propio de ella.
Entré a la sala, Hermione cerró la puerta de vidrio del balcón y repentinamente cayó el peso del silencio sobre nosotras.
Me senté en el sofá y cada una de ellas se colocó a mi lado. Mi respiración subía y bajaba, ambas me sujetaban de las manos, como si temieran que hiciera algo con ellas.

—No debiste hacer eso…—susurró al cabo de un rato Hermione. La miré sin poder dar crédito a lo que escuchaba.

Hermione era mi mejor amiga, la conocía desde siempre. Fuimos juntas a una escuela de señoritas en Londres —¿entienden ahora por qué el castigo de varios días? —, sin embargo, ella salió con honores, yo… mejor ni mencionarlo.
Era preciosa. Tenía su cabello castaño con tantos rizos que podías hacer resortes con ellos; siempre me gustó su nariz levantada, sus labios con forma de corazón, y qué decir de su postura elegante y su forma de vestir. En cambio, yo parecía su contraparte. Mi cabello era largo hasta los codos y tenía un lindo corte por capas, pero era naranjo como una zanahoria y sin ninguna gracia estética. Mi piel estaba cubierta de pecas, a excepción de mi rostro donde las manchitas decoraban solo mi nariz —algo que me enorgullecía, porque era pequeña—, y si bien mis ojos eran de un aburrido tono castaño, debía admitir que las pestañas anaranjadas tenían su estilo. Sin embargo, al lado de mi amiga, era sólo la pelirroja sin gracia.

Hermione era otra cosa, demasiado hermosa y demasiado perfecta. No podía entender cómo es que habíamos terminado siendo amigas. Seguramente existió en otra época, como mínimo fue una noble en otra vida. Me la podía imaginar con esos grandes vestidos renacentistas asistiendo a fiestas con un príncipe. Lamentablemente ese príncipe se fue al carajo cuando conoció a mi hermano con quién salía hace casi diez años. ¿Qué le iba a hacer? No podía juzgarla si tenía los gustos bien metidos en el… bueno, ya saben.
En fin. Sus palabras causaron algún corte circuito en mi cerebro. Ella sabía por lo que estaba pasando y por ello, sabía cómo me dolía todo lo que había ocurrido. ¿Qué quería que hiciera?, ¿qué lo dejará ir sin consecuencias?, no. Quien se mete con Ginevra Weasley debe andarse con cuidado si no quiere salir castrado por sorpresa… ¡Vaya! ¿Por qué no se me ocurrió antes?

—¿Qué me estás diciendo? —quise saber. Ella frunció la nariz como si se hubiese arrepentido de sus palabras.

—No me mal interpretes —se excusó con rapidez—. Entiendo por el mal rato que estás pasando, pero ¿humillarlo así?, Ginny, no eres una adolescente, tienes veinticinco años, creo que debiste haber sido un poco más racional… ya sabes…—bajó la voz y desvió la atención hacia la ventana—, esto traerá repercusiones en tu familia.

¿Así que eso era? La miré sorprendida.

—¿No querrás decir que mi querida mamacita tenía sus expectativas puestas en ese troglodita para que fuera mi esposo? —me burlé. Hermione volvió a fruncir la nariz. Bien sabíamos las tres lo mucho que me gustaba tocar el tema de mi adorable mamita.

—Ginny —suspiró cerrando los ojos, como si pensara en las palabras correctas—. Michael es lo más cercano a una relación decente que has tenido, pero después de esto…—abrí la boca para protestar, indignada, pero Hermione se me adelantó antes que pudiera pensar las palabras—. Entiende, lo digo por ti. Si tan sólo lo hubieras dejado ir podrías haber quedado como la víctima, pero has creado un espectáculo en pleno Soho. Tu madre se enterará de lo que has hecho con Michael… arrojar su ropa, hacer de esto un circo. Dirá que la culpa la tuviste tú, que fuiste demasiado impulsiva.

—¡Él me engañó Hermione! —dije sin dar crédito a mis oídos. Hermione conocía perfectamente las actitudes de mi madre hacia mí persona, por eso siempre trataba de ayudarme para evadir algún problema, sólo que esta vez había razones de sobra para haber hecho lo que hice—. Él muy desgraciado se acostó con esa puta barata y seguramente no era la primera vez —jadeé intentando apretar los puños, pero mis amigas no me dejaron—. ¡Qué asco! ¿Y si me engañó con más de una?, ¿cómo puedo tener la certeza de que no se metió con otras?, ¿y si me contagió algo?

—¡Ginny, basta! —exclamó Hermione, Luna a mi lado dio un salto de sorpresa— ¡Michael tuvo un desliz con Emily! Punto. Fue horrible, sí, traicionó tu confianza, pero ¡Dios! Tratarla de puta en público y suplicar a los cuatro vientos que se le pudra la… bueno eso, no solucionará nada. Si ella le movió el culo y él reaccionó fue únicamente porque él quiso. ¡Acepta lo que está sucediendo! Si no quieres más problemas, sobre todo con tu madre, tienes que comenzar a actuar con la cabeza fría. Nada y escúchame bien, nada compensa su traición con haberlo humillado. Mañana te darás cuenta que tú habrás salido más perjudicada que él, porque Michael irá tras ella y volverá a su vida de siempre. Sin embargo, tú te quedarás con las repercusiones de todo este espectáculo y no lograrás nada más que quedar como una niña histérica.

Me liberé de su agarre y me paré en medio de la sala sintiéndome la villana de la película. La rabia afloraba en cada poro de mi piel. Apreté los puños como quería. Los ojos de Hermione, castaños como su cabello, estaban fijos en mí con esa intensidad que solía usar en tribunales cuando enfrentaba un caso difícil —ah, ¿no les había dicho? Mi mejor amiga era abogada, sí, todo un orgullo…para mi madre, claro—. La situación completa me superaba, odiaba a todas las mujeres del planeta, pero especialmente a Emily Lasester, mi asistente en el taller de vestuario. Apreté los labios, no iba a llorar, no podía llorar.
Michael había sido una de las pocas cosas buenas que me habían ocurrido. Incluso en algún momento creí que existía la posibilidad de tener un futuro juntos. No sólo era guapo, porque de hecho superaba mis expectativas. Siempre me gustaron sus ojos azul intenso y su cabello del color de la arena, y esa espalda ancha, esos brazos, sus besos… ¡Ya basta!
El sueño se acababa ahí. Casi, casi, me había hecho la idea de que podía sorprender a mi madre con un maravilloso anillo de compromiso, algo que probablemente nunca se habría esperado. ¿Cuántas veces me dijo que debía cuidar a Michael?, ¿que un hombre como él era codiciado y fácil de perder si no le prestaba atención?, aunque no andábamos pegados todo el día, jamás creí que él sería capaz de traicionarme. Cerré los ojos imaginándome a mamá, ya le veía reclamándome por haber perdido un partido como él, culpándome por ser tan imprudente, por no haber alimentado bien la relación, seguramente hasta me echaría la culpa de su engaño porque no fui suficientemente buena compañera.
De mi madre podía aceptar muchas cosas, estaba acostumbrada. Pero que Hermione, mi mejor amiga, casi hermana, que conocía mi situación, me viniera con eso de no echarle la culpa hasta a la misma reina por sentirme traicionada, era estar demasiado alejada de la realidad.

—Supongo que tu reacción sería absolutamente calma y reflexiva si descubrieras a Ron con otra en tu propia cama —mascullé con ironía—, ¿qué te parece Lavender? Es una buena elección, ¿no crees?
Las orejas de mi amiga se enrojecieron. Luna nos miró de una a otra, su expresión se contrajo con una clara señal de alarma tipo "no sigas".

—No es lo mismo y eso es jugar sucio —espetó Hermione resoplando. Sus rizos se erizaron como un gato frente al fregadero y sus ojos se desviaron hacia el ventanal.

—¿Me lo vas a negar? —me impresioné—. Sabes que es lo mismo. La diferencia es que Lavender es tú prima. Tuviste suerte de que Ron no fuera de esos persigue culo como Michael, porque si no, lo habrías encontrado revolcándose con la señorita raíces negras en tu propio escritorio, que, de paso, no se aleja mucho de tu propia cama.

—¡Calla! —saltó del sofá—. ¡Estás hablando de mi prima, por Dios! ¡Fue una borrachera y ni siquiera lo recuerda! ¡No lo hizo a propósito!

Mi respiración comenzó a temblar, Hermione nunca reconocería que su prima predilecta era una perra de las peores.

—Claro, se emborrachó, se vistió con ligas y llegó a tu casa sin saber cómo, justo cuando Ron se encontraba solo. Sí, me lo imagino —suspiré dramáticamente. Hermione apretó sus labios formando una fina línea blanca, Luna me hacía señas con la mirada, pero no quise ceder, estaba dolida, quebrada. Tenía un punto fijo con quien desahogarme, no me iba a callar—. Pobre de ella, lo que debió de haber sentido cuando cayó sobre él y no pudo hacer nada por levantarse, seguramente sus piernas no respondían, y mi pobre hermano que no es de fierro pero sí algo bobalicón, no supo cómo reaccionar con tremenda mujer semi desnuda sobre él, lamentable. Pobre Lavender, es toda una víctima…

—¡BASTA GINEVRA! Lavender es una buena mujer, no la vengas a comparar con Emily—tembló—. ¡Si tienes problemas en tu vida personal, destrúyela, haz lo que quieras, jódete la vida sola, pero no mezcles la mía con la tuya que yo conozco muy bien a quienes me rodean! ¡Lavender es una buena persona, habría que ser idiota para creer que es capaz de hacer semejante atrocidad! —exclamó tomando su bolso. Luna aún se mantenía impávida, aunque su mirada me decía con todas sus letras "la cagaste" —. Lamento si te cuesta tanto ver la realidad Ginny, pero debes madurar, deja de echarles la culpa a otros y comienza por ti.

Me quedé sin palabras. Hermione salió del departamento dando un portazo, Luna y yo nos quedamos en silencio, hasta que finalmente ella lo rompió:

—Se te pasó la mano —suspiró alzando sus cejas claras hacia mí—. Sabes que Hermione nunca va a admitir que Lavender es una perra, no puede, se criaron juntas, es como su hermana.

—¡Es que me saca de quicio Luna! ¿Cómo una mente tan brillante puede ser tan obtusa ante lo obvio? ¡Y es abogada, por Dios!

—Ya sabes lo que dicen: Lo esencial es invisible a los ojos —dijo Luna amarrándose su larga cabellera rubia en una cola alta con un lápiz—. Hermione ve sólo lo que quiere. En tribunales es un genio, pero en la vida personal prefiere omitir detalles que la dejen en una posición tan retorcida como tú lo estás ahora. Ella no sabría cómo reaccionar, por eso prefirió creerle a Lavender cuando le dijo que estaba borracha y que se había equivocado de dirección, antes de admitir los hechos: que su prima querida se había aprovechado de que no se encontraba en la casa para meterse en los pantalones de tu hermano.

Asentí con la cabeza entendiendo sus palabras. Me impresionó escucharla hablar con tanta lucidez. Luna era de esas amigas algo dementes que sirven para hacer de tu vida algo más amena. Era aficionada a los Ovnis, cosas paranormales y misterios históricos, por eso había estudiado arqueología y dirigía su propia revista online dedicada a esos temas; siempre andaba con un lápiz en su oreja y vestía como una hippie perdida en el tiempo. Su largo cabello olía a sándalo y era tan rubio y brillante como el de una muñeca. Pero lo que más me gustaba de ella eran sus ojos azules, gigantes y despiertos. De su boca podían salir muchos disparates, pero sólo al verla a los ojos te dabas cuenta de lo cuerda que era. ¿Extraño, no?

La conocí en un café literario cuando tenía diecisiete años. Se subió a la tarima a narrar un poema sobre calabazas y zombis, fui la única que le aplaudió por cortesía. Desde ese entonces no nos separamos más.

Debo admitir que nunca escucho bien lo que sale de su boca, finjo que la entiendo, pero ella sabe que lo hago por respeto. Luna es feliz mientras la escuchen aunque no le presten atención.

Sin embargo, a veces es iluminada por los astros y dice cosas que dejarían al mismísimo Platón como un analfabeto.

—El día que Hermione acepte lo que sucede no sé qué será de ella. Vivir rodeada de una mentira y no querer verla es peor a que te tomen por idiota —refuté sentándome al lado de Luna, apoyando mi cabeza en el respaldo del sofá—. ¿Realmente crees que hice mal?

Luna suspiró.

—No lo sé…—dijo levantando los hombros, mirando hacia un punto fijo en la pared del frente. Le miré el perfil, su nariz era puntiaguda y pequeñita, como un duende salido de una de esas historias de CS Lewis—. Creo que fue un mal momento para recordarle que su vida no es tan perfecta como ella cree.

—¿A qué te refieres?

Luna me miró con esos enormes ojos celestes coronados por pestañas tan doradas como su cabello. Sus labios se fruncieron.

—Cuando te llamó anoche no fue para saludar —dijo cohibida, como si temiera meterse en algún asunto que no le incumbía. Mi menté fue al momento en el que había descubierto al desgraciado de Michael con Emily en mi cama, justo en el instante que Hermione me había llamado y yo entraba a la habitación.

—Oh… cierto —asentí dolida. Fruncí la nariz para evitar que mis ojos se humedecieran—. Le arrojé el celular a Michael, no pude terminar de hablar con ella.

Luna apretó los labios y movió la cabeza imperceptiblemente, volviendo sus ojos a la pared.

—Deberías preguntarle —dijo levantándose repentinamente—. Al menos pídele disculpas y luego… pregúntale para qué te llamó. Yo debo irme.

Mi amiga se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta tropezando a su paso con las cosas que estaban repartidas por el suelo; se arremangó su larga falda para pasar por encima de unas almohadas sin mirar atrás.

—¿Luna?, ¿qué…?

—Hablamos mañana...y trata de descansar. Te hará bien —dijo con rapidez saliendo de mi departamento, dejándome sola y haciéndome sentir la culpable de una historia donde al comienzo era la víctima.

—¿Qué mierda ocurre con el mundo? —espeté a la nada.


Notas

Este es el primer capítulo de un proyecto algo alocado. Sera una historia contada desde el punto de vista de dos personajes así que tendrá muchas emociones tanto positivas como negativas. Espero poder transmitirlas plenamente y que cada uno de ustedes se identifique en algún punto con los personajes, o al menos empatice con ellos.
Intentaré que los capítulos no sean tan largos para poder hacerla más llevadera. La idea es que sea ágil de leer y fácil de digerir.
También advierto que no los publicaré seguidos, tengo escritos hasta el número 7, pero iré publicando lentamente según la recepción del público.

Gracias por quedarse con esta historia.

Kate.-