Agatha
Después de toda una tarde estudiando, entro la ducha. Me baño cada mañana y cada tarde, aunque este último dura menos. Es una costumbre que adquirí aquí en California. Aunque la vida aquí es hermosa, hace mucho calor. Las chicas con quienes vivo, dicen que pronto me acostumbraré. Eso espero.
Me quedo totalmente desnuda y me paro frente al espejo. El único accesorio que llevo es una banda elástica que sostiene mi cabello en una cola de caballo. La desato y libera las hebras rubias platinadas. Es tan largo que puede cubrirme el pecho fácilmente. Ni el sol, la sal del mar o cualquier otra cosa lo han dañado, sigue tan hermoso como aquel día que lo arreglé para la fiesta de navidad de mis padres. (Aunque me quedé dormida y no asistí.) (Quien sabe cómo hubieran sido las cosas si yo hubiera asistido).
No me molesta la imagen que me devuelve el espejo. Estoy un poco bronceada y eso me gusta más que la pálida piel que tenía antes. Aun así, hay algo que no me convence. Me sonrío, giro sobre mi misma y me observo de pies a cabeza… creo que es mi cabello. No es que tenga algo de malo, no realmente.
Es solo que siento que ya no va conmigo. Es mío y lo amo tal y como es, pero necesita un cambio de estilo, una renovación. He leído sobre eso en las revistas. Que cuando una chica se corta el cabello, es para recuperarse, por practicidad y rebeldía. Una liberación.
Pongo una mirada decidida y me cubro con la bata rosada. Voy al cuarto de Acalli (Ella es latina, tiene un gran estilo y su nombre me parece fantástico, significa "Casa de agua" —Es lo mismo que canoa Agatha, no tiene nada de especial. Me dice y yo le respondo que aun así suena muy lindo, como música) una de mis amigas, y tomo las tijeras de estilista que ella guarda allí. He tomado una decisión.
Y de nuevo me encuentro frente a mí misma, en el espejo. Quiero dejar ir esta etapa, pero no borrarla para siempre. Así que me hago una trenza, así lo podré guardar junto con otros recuerdos más, dejando solo un poco de cabello suelto para hacerme un flequillo. Levanto las tijeras…
Lo más difícil es atreverse a hacer el primer corte, pero después es como si fuera una experta. Lo último que corto es la parte ancha de la trenza cierro los ojos mientras siento como cae a mis pies. Ahora tengo un poco de miedo, pero no importa. Sólo es un poco de cabello que volverá a crecer.
