LUMOS
Por Truchita
Desde hace doce años, en su vida sólo ha habido oscuridad.
Cuando te vacían el corazón es muy difícil no ceder a las sombras. Sólo tienes frío, un frío que te gotea en los huesos, que te empuja a un precipicio al que poco a poco vas creyendo que perteneces. Sin tus recuerdos más preciados, te conviertes en testigo del horror en su estado más puro.
Y cuando te das cuenta de que el abismo que contemplas no es más que un reflejo de tu propio interior, pierdes la razón para siempre, allí, en Azkaban, en una isla envuelta en penumbras, en medio de la eternidad del mar.
La foto hizo que el perro despertara, que lo poseyera la rabia. Un animal hambriento de algo que sólo pertenece a los humanos.
Venganza.
Rugiéndole en el pecho, luchando por sacarlo de aquella jaula.
Cuando Hogwarts apareció ante sus ojos, creyó escuchar a aquel ancestral coloso de piedra susurrándole que en sus pasillos había sido feliz una vez.
Ver al chico fue saber que James y Lily no habían muerto.
Ver a Remus fue verse a sí mismo doce años atrás. Y abrazarlo fue recuperar de golpe lo que le había robado Azkaban.
Pero la luna no tardó en recordarle que la lucha jamás acabaría. Que la oscuridad siempre está ahí, dispuesta a engullirte, a anularte. Por eso, aunque la carne es sólo carne, volvió a sentir a la bestia palpitando bajo los brazos de Remus, carente de razón, sedienta de sangre. El lobo aulló y el perro volvió a aparecer, gigantesco, negro.
Tal vez su destino siempre han sido las tinieblas.
Al fin y al cabo, es un Black.
Llama a la puerta y le abre con una chaqueta holgada y pantalones remendados, el jazz vibrando a sus espaldas y la misma mirada grisácea y noble que tenía el niño que le sopló las respuestas de Historia de la Magia a principios de septiembre del primer curso, durante un examen sorpresa. Pelo rubio sobre los ojos, cicatrices frescas en las mejillas, dedos infinitos, aliento de tabaco y té que le llega cuando abre la boca para decir:
-Siempre tan puntual.
Remus Lupin no ha cambiado nada.
-Por supuesto, tío. Para eso soy británico.
Y le deja pasar dibujando su sonrisa lobuna y lánguida, con el labio inferior siempre caído, como una hoja en pleno otoño.
-Era un sarcasmo, Canuto.
-Lo mío también. Ahora soy un preso fugado.
Abrazarse es tener otra vez quince años y escuchar los chistes malos de James y la risa musical de Lily mientras ellos comparten sonrisas cómplices. Y durante un momento cree que tal vez, ahora que por fin está en casa, Sirius Black pueda encender una luz en medio de toda esa oscuridad.
(fin)
23/3/05
