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Prólogo.


"Existimos con el fin de morir, pero el hecho de morir es lo que nos hace saber que existimos…"


Un grupo de dragones de edad avanzada observó con furia y vergüenza a un dragón adolescente situado en medio de la cueva.

—¿Cómo te atreves a venir aquí? Tú que avergüenzas a los nuestros. Tu sola existencia hace que seamos vistos como criaturas inferiores —gritó el dragón más viejo.

—Y para colmo quieres ser parte de nuestra manada y aparearte con una de las hembras. Por favor, no me hagas reír —añadió otro dragón un poco más joven.

Todos gritaban insulto tras insulto al dragón en medio de la cueva, hasta que el jefe de los dragones se levantó y dio su sentencia final.

—Vete de estas tierras y no vuelvas a poner una pata en ellas, aunque fuera la peor humillación ser manchado por tu sangre no lo pensaremos dos veces para borrar tu horrible existencia.

El dragón adolescente salió con la cabeza baja, su última esperanza había muerto. Los dragones fuera de la cueva lo vieron abrir sus alas y emprender el vuelo hacia el sur. La luz de la luna bañó sus escamas moradas y sus púas de color verde, el dragón miró la luna con sus ojos esmeralda que reflejaban dolor y soledad.

El crimen de este dragón fue haber sido criado por ponis, unas criaturas inferiores. Y para aumentar su tristeza y el enojo de los otros dragones, él sirvió durante años a una poni a la cual asistía y ayudaba con todas sus fuerzas. Ella era su mejor amiga y literalmente su mundo, lo que hacía aún más dolorosas sus palabras, palabras que no lo dejaban dormir por la noche, palabras que se clavaban en su corazón.

El dragón atravesó una cascada y aterrizó en una cueva oculta tras ella, que era su hogar desde que había empezado a buscar a otros dragones, hacía ya tres años. El sonido del agua calmaba sus pensamientos. Al entrar usó su garra para tachar el último lugar de un mapa tallado en la pared de la cueva.

Había intentado ser parte de varios grupos de dragones alrededor de Equestria, pero todos lo rechazaban por su pasado. Todo gracias al grupo de dragones que contaron como él salvó un huevo de fénix en lugar de comerlo, uno de los manjares más codiciados por los dragones. No era diferente en Canterlot donde todos los ponis lo miraban como una simple criatura y un potencial peligro para sus hijos, por lo que el único amigo que tuvo fue Twilight o al menos eso pensaba. Él comprendió en ese momento que cuando era pequeño todos lo veían como una mascota exótica, la mascota de Twilight. Sus garras trituraron un puñado de gemas al recordar cómo fue tratado después de su repentino crecimiento en su primer ataque de codicia; destruyó medio Ponyville sembrando el terror en sus habitantes, era el único lugar en donde fue aceptado, pero ahora todos le tenían miedo.

Suspiró al recordar sus días en Canterlot, donde yacían muchos de sus recuerdos más felices junto a su madre la princesa Celestia, gobernante de los ponis y Diosa del Sol, quien lo crió como a su propio hijo aun sabiendo lo peligrosos que son los dragones o que muchos ponis la cuestionarían por sus acciones. A pesar de ser una diosa ella siempre hacía lo correcto y si los ponis pedían un nuevo líder ella aceptaría dejar el trono. Ella le enseñó a leer y escribir, le dio amor aun cuando no debía, ya que ni siquiera era un poni.

—Spike, ¿Tú sabes lo que es una cutie mark?

—Sí, es la marca que muestra lo especial que es el poni en una determinada actividad, algo que los hace especiales.

—Así es, pero recuerda que el hecho de que tú no tengas una cutie mark no quiere decir que vales menos que otro poni o que no eres especial.

Una cutie mark..., pensó para sí mismo. Siempre se preguntó cómo sería tener una, se suponía que era una sensación especial el no saber cuál era tu propósito en la vida y la emoción y la sorpresa al descubrirlo era lo mejor. Pero para él sólo había sido humillación y rechazo uno tras otro, tanto por ponis como por dragones. Los recuerdos sólo le causaban más dolor y le hacían ver la realidad una y otra vez, él no tenía hogar, no tenía un propósito y no tenía amigos con los que reír o llorar. Su peor temor se había hecho realidad… estar solo.

Los dragones vivían millones de años, por lo que algún día tendría que ver morir todo su mundo y más importante aún, a una de las pocas cosas que significaban algo en su vida, Twilight. Por fortuna Celestia la convirtió en una princesa haciendo que fuera inmortal, pero ahora estaba lejos de ella, que era algo sin duda peor que la muerte.

Spike se llevó otro puñado de gemas a la boca cuando algo chocó contra las rocas dentro de la cueva. Rápidamente se preparó para el ataque de algún dragón o depredador, pero para su sorpresa resultó ser una pegaso de color gris y cabello rubio, quien traía consigo muchos paquetes. Spike la reconoció de inmediato.

—Hola —saludó mientras se levantaba tratando de centrar sus ojos aunque sin éxito.

—¿Qué haces aquí, tan lejos de Ponyville? —Le cuestionó el habitante de la cueva. La pegaso sonrió y sacó un paquete que tenía atada una carta.

—Tengo un paquete para ti —respondió mientras sonreía.

Spike frunció el ceño, sabía de quien era el paquete, el olor era inconfundible. Twilight, confirmó en sus pensamientos. Tomó el paquete y notó que el bolso que tenía la pegaso estaba lleno de paquetes iguales.

—¿Para quién son todos esos paquetes?

—Oh, son para los dragones que vea durante mi viaje.

—¿Y quién los envía?

—La princesa Twilight Sparkle. Al parecer quiere que todos los dragones tengan un libro, tal vez ella quiere formar un club de lectura.

Él no dijo nada más, sólo observó el libro envuelto en papel.

Un año después de marcharse, Twilight desesperada lo buscó enviando a muchos pegasos a las montañas y bosques describiendo sus características, sólo una pegaso lo había encontrado, pero al juzgar por todos los paquetes que entregaría, ella había encontrado a muchos "Spikes" en su viaje.

—Bueno Spike, me tengo que ir. ¡Adiós!

Dicho esto salió volando de la cueva y atravesó la cascada, empapándose en el camino. Spike rio y le recordó que tenía que ir hacia el sur igual que todos los años que ella le traía un paquete. Pero como todos los años ella tomaba la dirección contraria, él no sabía cómo podía sobrevivir sola.

Regresó su atención al libro, durante los últimos 3 años, Twilight envió a varios pegasos a entregar su regalo de cumpleaños a todo dragón que tuviera las características de Spike, ya que no sabía su ubicación. Suspiró y lanzó el libro a una pila de paquetes sin abrir.

No quería saber nada respecto a Twilight, eso le traía dolor. En el fondo tenía miedo de que aún lo odiara. De pronto una sensación extraña en su estómago lo sobresaltó. Una bocanada de fuego verde emergió formando un pergamino. Se sorprendió ante esto pues hace muchos años había dejado de recibir cartas, observó el sello real lo cual indicaba que sólo podía ser de una poni. Rápidamente abrió la carta y procedió a leerla.

"Mi querido hijo, sé que ha pasado mucho tiempo desde que abandonaste Canterlot, pero siempre he tenido la esperanza de que puedas venir a visitarme algún día. Te extraño, también Twilight, luego de recapacitar sobre todo lo que ocurrió. Pero ahora te escribo porque algo grave ha ocurrido en las últimas semanas; los simuladores atacaron Canterlot sin saber por qué, pero creemos que su objetivo principal era Twilight y el resto de la familia relacionada al elemento de la magia.

Descuida, todos estamos bien y la ciudad fue cubierta por un escudo mágico. Por lo que te pido que por favor vengas a Canterlot, ya que me preocupa que puedan atacarte a ti también. Sé que planeas buscar tu propia familia y un hogar, por lo que si ya lo has encontrado te ruego que tengas mucho cuidado, los simuladores pueden hacerse pasar por cualquiera de nosotros.

Con amor, tu madre".

Spike dejó caer la carta. Se sentía un completo idiota; se sumergió tanto en sus desgracias que había olvidado a la segunda poni más importante para él. Aunque sabía que era odiado por la clase alta de Canterlot él aún tenía un hogar, un hogar que había olvidado y que estaba en peligro.

Sin perder tiempo desplegó sus alas; un regalo de su madre ya que él había nacido como un dragón terrestre, pero ella usó un mineral casi extinto, capaz de crear vida, y magia antigua y poderosa para darle alas, aunque éstas eran más grandes que él. Emprendió el vuelo hacia Canterlot dejando atrás su casa temporal y todas sus esperanzas de encontrar su lugar en el mundo junto a los dragones.


Canterlot: Castillo.

La diosa de la noche acompañaba a su hermana a través del pasillo rodeado de hermosos vitrales bañados con la luz de la luna, en dirección a la sala del trono.

—Hermana, ¿ya lo contactaste? —preguntó Luna al entrar en la sala.

—Sí, al fin Spike será tratado como el príncipe de Equestria, mi hijo.

—¿Crees que ahora sea prudente? Los simuladores están infiltrados en Equestria y si saben sobre Spike será su blanco principal por la conexión con Twilight.

Celestia suspiró y miró a su hermana con una evidente cara de preocupación.

—Lo sé, lo sé, pero a mi lado podré protegerlo y tú podrás prepararlo para que aprenda a dominar su magia.

—¿Estás segura de que podrá controlar tal poder mágico? Ni siquiera la princesa Twilight puede. Hablando de ella. ¿Le comentaste sobre tu plan?

Celestia negó con la cabeza.

—No, ya que son cosas entre ella y Spike. Aunque no puedo ocultar mi disgusto por la forma en que lo trató, comprendo que ella ahora está bajo mucha presión con el asunto de ser princesa, además durante estos años ha sufrido bastante la pérdida de Spike —respondió mirando al suelo.

Luna se acercó a ella sabiendo lo que atormentaba a su hermana mayor.

—No te preocupes hermana, no guardo ningún rencor contra ti, después de todo actuaste como debías para detenerme.

Celestia suspiró, a pesar de que su hermana la había perdonado por desterrarla a la soledad y el olvido, aún sentía una gran culpa.

Supongo que así se siente Twilight, pensó para sí misma.

—Muy bien hermana, prepararé todo para entrenar al joven dragón en materia de magia. —Luna se retiraba cuando volteó a ver a su hermana mayor— ¿Sabes cómo le comunicarás a Equestria sobre su nuevo Príncipe?.

La Princesa asintió por lo que su hermana menor se retiró.

Celestia caminó por el pasillo mientras la luna la iluminaba a través de los vitrales, su mente se llenó de los posibles escenarios. Una revuelta, miedo, confusión, caos y muchos otros escenarios malos para Spike. Si él regresaba al leer su carta, indicaría que no había encontrado un hogar o una compañera. Otro remordimiento presionó su corazón; en su alegría por la esperanza de que naciera Spike, su hijo, ella no consideró las consecuencias de criar un dragón y había condenado a Spike a vivir con criaturas con las que él nunca podría identificarse o por lo menos permanecer con ellos ya que tendría que verlos morir, igual que ella. Miró de nuevo el vitral pensativa, tratando de encontrar una solución para hacer feliz a Spike y reparar todos sus errores que, aunque eran por amor, no dejaban de ser egoístas.

Fueron muchas largas noches que pasó buscando, informe tras informe, la forma de hacer eclosionar el huevo que ella encontró en las antiguas minas debajo de Canterlot. Pero era inútil, no había información alguna sobre dragones, salvo que eran criaturas muy peligrosas.

No sabía qué hacer con él, no podía entregarlo a los dragones ya que desconocía el método de crianza de las crías abandonadas y tal vez lo dejarían a la primera oportunidad para que muriese, ya que un poco de lo que sabía sobre los dragones era que ellos poseían un complejo sistema de razas que luchaban unas contra otras para ver qué familia tenía la raza más pura.

Pensó en entregarlo a algún experto en vida silvestre, pero éste sólo lo vería como una mascota más en vez de verlo como su hijo.

Después de mucho investigar, la Princesa finalmente descubrió que los huevos poseían un campo de fuerza mágico que protegía al dragón, el cual para su sorpresa ya había nacido dentro del huevo, pero él no era consciente.

Si podía descubrir qué magia podía romper el huevo, él podría nacer realmente. Su esperanza se dirigió hacia los elementos de la armonía, el principal elemento de la magia estaba formado por toda la magia existente, pero para su desgracia los elementos ya no tenían energía, ya que la uso toda para enviar a su hermana a la luna.

La única opción que tenía era encontrar al nuevo elemento de la magia, el más poderoso y el que domina toda la magia tanto blanca como oscura con la esperanza de que pudiera romper el escudo que rodeaba al huevo.

Pasaron varios años para que el nuevo portador apareciera, Twilight Sparkle fue el nombre de la poni portadora del elemento de la magia y la razón de que su hijo naciera.

La Princesa decidió criar al dragón para llenar el vacío de su corazón. Antes de ser la princesa del Sol, Celestia era una yegua con una familia feliz, formada por su compañero, un artista proveniente de tierras extranjeras de nombre Hand Paint y su hija Flare Shining. Una lágrima rodó por su mejilla al recordar a los dos ponis más importantes de su vida que ya hace milenios habían desaparecido debido a que sólo a ella y a su hermana se les concedió la inmortalidad.

Durante los siguientes años, la diosa del Sol evitó formar cualquier tipo de relación con algún poni ya que tarde o temprano tendría que verlo partir, pero con el dragón era diferente, él la acompañaría casi por la eternidad, al menos hasta que el dragón decidiera formar su propia familia y fuera a buscar otros dragones. No volvería a estar sola, al fin tendría compañía desde el horrible día en que se vio obligada a expulsar a su hermana por el bien de la nación a la que fue encomendada proteger.

Un grupo de cenizas se formó frente a ella sacándola de sus pensamientos. La carta era de Spike y al abrirla, la alegría recorrió su corazón, porque su hijo regresaba a su lado.


Agradecimientos a ThePachusan y Sir Clemens por editar este capítulo.