Para: Libis.
Prompt: Causa Perdida.
Claim: Italia del Sur/Francia [Axis Powers Hetalia] (Como oís. Romano y Francia)
Advertencias: Insultos, como es de costumbre en el emisor de este mensaje drabble. Como si se tratara de una charla en cualquier escenario. Comentarios aparte al centro.
Notitas: Puro monólogo italiano, malas palabras incluidas. Mención de España (no se puede evitar, mi OTP es el Francia/España y el segundo tenía que aparecer sí o sí). Pigalle... un barrio de París un tanto especial. Pasé por el más de una vez cuando fui... pobre de mí, que giraba la cabeza hacia el otro lado y prefería contemplar el Moulin Rouge.
Palabras: 453.


A pesar de varias excepciones —véase el idiota español primero, véase el idiota inglés segundo— creo que nadie te conoce del todo.
Pero mírate. Todavía recuerdo cuando llevabas esa ropa tan estridente hace más de setenta años, como si no te importara la opinión del resto. Bueno, sigues pasando de todo, y ya llevas esos trajes tan impolutos... ¡admite que se los compras al tonto de mi hermano!
¡No, no puedes estar tan elegante!

Como si te lo merecieras...

No aguanto para nada ese pelo rubio tan brillante, esa sonrisa que parece deslumbrar a cualquiera. No quiero volver a recordar todas las veces por las que he tenido que sufrir el calvario de que mi gente me preguntara quién era ese hombre tan bello que a veces me venía a visitar.

¿Crees que quería que pasaras, que me hicieras...? ¡Ni de coña!

¡Tú y tus malditas insistencias! No pude pasar por encima que me trajeras vino del tuyo, que mi bodega está llena de botellas de la Toscana, ni tampoco todo lo demás. Que te acercaras tanto... tanto, tanto demasiado.
Y lo peor son esos ojos azules; parece que siempre se burlen de todo lo externo.

Incluso de mí.

Quiero reaccionar cuando te acercas a España y le pasas la mano por el hombro y además intentas acariciarle, besarle. Él nunca se entera de nada, es un inocente en su propio mundo.

O eso creemos todos.

Nunca he querido dar un paso allá. Sí, qué pasa, ¡tengo miedo! Puedo ser un país —o medio, quién sabe ya después de la unión—, pero albergo sentimientos humanos en mi interior. Puedo emocionarme, reír, llorar, insultar, enfadarme e incluso indignarme. El querer ya es cosa de los demás, ya no me pertenece.

Sin embargo, nunca te acercarás a él más de uno, no, dos pies. Todo el mundo sabe que siempre puede caer en tus brazos.

Y ya no saldría.

Lo confieso,

me hierve la sangre cada vez que te veo.

Me ardió cuando tuve que verte el otro día, y más de una vez... cómo me gustaría desaparecer de París, Nueva York o Ginebra, sin tantos líos afuera, sin tener que sufrirte, que me guiñes el ojo, que en los descansos me digas cuánto te gustaría quedarte en mi casa.

Sabes que eres una causa perdida, ¿verdad?

No creo que haga falta insistir, Pigalle ya es tu señal.

Que has perdido la influencia y el poder de antaño y ahora preferirías cerrar los ojos y olvidar todo lo que está pasando.

Que, por las malas experiencias, la gente se lo pensará dos veces al intentar hablar contigo.

Que no importa cuántas veces te diga que no,

tú siempre, estúpido francés, contestarás que .