Disclaimer: El universo de Digimon Tamers, así como sus respectivos personajes son propiedad intelectual de Bandai y son empleados sin fines de lucro.


Bastó una mirada, un roce, una pelea. Inconcientemente buscaban la compañía del otro, aunque en un inicio fuesen enemigos. La soledad que tanto creía disfrutar fue desplazada por la necesidad de saber de él, conocer su ubicación, evitar que se metiera en problemas por su típica actitud de bravucón. El mundo real estaba a salvo y se vio forzada a dejar a Rika. Guilmon y Terriermon eran sus camaradas y aún así necesitaba estar lejos de ellos, buscar algo que llenara aquel hueco en su pecho, el vacío que quedó tras la despedida.

Vagó por días, semanas quizá, el tiempo carecía de importancia en el Digimundo. Estuvo a punto de darse por vencida, cansada de evitar enfrentamientos innecesarios, ya no le importaba ser más fuerte, no requería de los datos de otros monstruos digitales. Ella salió en su búsqueda y al final fue él quien la encontró, cuando la esperanza se perdió junto al deseo de volver a una existencia sin Rika y sin esa voz que tanto le gustaba. Impmon se paró frente a ella, la diferencia de altura no les impidió mirarse fijamente a los ojos.

— ¿Acaso me buscabas?

— Yo, no...

No tenía sentido engañarse a sí misma, ese absurdo viaje fue para encontrarlo. El pequeño digimon caminó hacia ella y frente a sus ojos digievolucionó, sin el poder de los Devas ni la intervención de Calumon. Fue Beelzemon quien le extendió la mano y ella imitó su gesto, sintiendo el calor de su tacto bajo la armadura dorada de Sakuyamon. No necesitó un D-Arc ni un tamer para alcanzar su nivel definitivo.

— ¿Qué es lo que somos?

— No que, quien.

— Quién... ¿Quiénes somos?

Beelzemon jaló de ella con suavidad y la atrajo para envolverla en un abrazo posesivo, obsesivo, un abrazo humano. Renamon siempre lo supo, pero no podía aceptar el hecho de ser algo más que solo datos. Noche tras noche soñaba con un paisaje humano y un antiguo templo de fondo, Rika le mostró en imágenes las mismas formas y colores que veía. Una vez dijo que los digimon carecen de género, ahora se contradecía con el deseo de sentir, besar, amar. Beelzemom y Sakuyamon pasaron horas abrazados, imitando cada movimiento de un par de viejos amantes, de una sacerdotisa y un ladrón forastero que terminó embelesado. Los digimon no solo se componen de datos, también llevan recuerdos en sus códigos.