Comentario
Cuando él me tomó esa fotografía, yo no tenía maquillaje puesto. Misato me había fastidiado todo el tiempo, diciendo que desde mi matrimonio yo era perezosa.
Él y yo dormíamos juntos todo el domingo, ensayando entre susurros nuestras vidas de casados. El futón era un paraíso de cosas suaves y calientes, de besos tibios y risas bajas. Me sentía tan endiosada por tener las manos de un hombre sobre mí, que no me detuve nunca a pensar si acaso mi aspecto merecía esa atención. Cuando ya la tarde estaba húmeda y era correcto levantarme a hacer las compras, mi cabello estaba enredado. Lo peinaba con las manos y me veía en el espejo del baño, aprovechando mis pasos de baile silencioso entre la pasta dental y el perfume, para verlo a él, jugando con su cámara, su teléfono, su mp3, sus manos, el control remoto o mis pantaletas.
En la primera ocasión, cuando yo le mostré la prueba de embarazo azul como el cielo, él me tomó esa foto. Por error, presionó el botón del teléfono celular y me fotografió primero a mí, con la barbilla húmeda y los ojos brillantes, luego a los dos abrazados, con dos sonrisas abiertas y blancas, reluciendo como soles en nuestro pequeño Universo.
Lo que Misato dijo, cuando vio la foto por primera vez entre las posibles para hacer el álbum familiar, fue que me faltaba maquillaje y que era notable lo mucho que el matrimonio hacía decaer a una mujer. Le pregunté si su novio se lo había solicitado al fin. Ella estaba muy bien arreglada...
Lo que más molesta del día de hoy, es que Misato haya elegido esa foto para velar por mi alma en mi funeral. No sólo porque en un principio la despreció, sino porque... Si cuidaba de sí misma hace nueve meses, hoy está flamante. Y si mi esposo alguna vez tuvo solamente ojos para mí, ahora sólo tiene ojos para mi féretro. Misato le toma las manos y lo atrae a llorar a su pecho. El maquillaje que usa, es mejor del que nunca he visto. Mañana es domingo.
Si después de pasar la tarde haciendo el amor con mi marido, necesita maquillarse porque no se siente amada, ni hermosa... Entonces, al menos una vez en la vida habrá dicho la verdad.
