Buenas noches a todos los valientes que decidieron adentrarse en el link de este fanfiction. Antes de que den inicio con la lectura quisiera hacer unas aclaraciones para que no haya problemas/quejas en el futuro.

**Este fic inicia justamente sobre el punto temporal cuando el equipo de Seidou se prepara para el torneo de invierno tras la salida de los de tercero. Por ende, se mencionarán eventos futuros (y que obviamente sólo han salido en el manga de momento), por lo que están advertidos sobre los spoilers.

**Los pensamientos van en cursiva.

**Para los que no me hayan leído nunca, seguramente se confundan en ocasiones por los cambios de escenarios pero es cuestión de estar al pendiente de lo que leen.

**Si esperan un romance rápido y una declaración amorosa en menos de seis capítulos, están leyendo la historia incorrecta XD Soy de las que suelen desarrollar todo lo mejor posible.

Dicho esto, ¡disfruten de la lectura! :D

Capítulo 1

Glitter

Suspiró por cuarta vez en cuanto logró hacer que aquel moño celeste alrededor del cuello de su camisa se viera lo suficientemente decente como para no causar burla. Jugueteó su suéter azul marino para que mostrara soltura y su figura quedara difusa entre su espesa tonalidad.

Lanzó una mirada más al espejo de cuerpo completo que se detenía contra la pared de su habitación, y examinó cada pequeño aspecto de su uniforme escolar para que nada estuviera fuera de lugar.

—…Un cambio de aires, ¿eh?

Nunca se sintió muy satisfecha por lo pálida que podía llegar ser el tono de su piel. No cuando contrastaba enormemente con el azabache de su lacia cabellera y el penetrante gris de sus pupilas.

—Debería de cortármelo pronto o será molesto —fue su comentario fugaz para el flequillo en capas que ocultaba sin demasiado esfuerzo su frente.

Cesó su monólogo mañanero en cuanto escuchó pasos acercándose hasta la entrada de su habitación.

—¿Tan tarde es? —su mirada enfocó de inmediato a la recién llegada.

—¿Te sientes indecisa con tu nuevo atuendo? —preguntó con sumo interés, adentrándose y quedando justamente a un lado de su hija; el parecido físico saltaba a la vista.

—No es eso…—refutó—. Si no más bien…

—Deja de pensar en el pasado —le indicó, pasando su mano sobre su cabeza y acariciándola suavemente—. Vas a disfrutar mucho yendo a la misma escuela que tu hermano, ya lo verás.

—¿No es algo extraño que alguien entré prácticamente a mitad de curso? —siseó.

—No existen imposibles cuando se tienen los contactos adecuados —señaló, muy sonriente y descarada. La pelinegra simplemente suspiró y se abstuvo de decir nada más—. Ahora apresúrate a bajar que debes desayunar e irte con tu hermano.

El desayuno terminó y eso significaba que debían irse lo antes posible. Para su fortuna o desgracia, el nuevo instituto que le abriría sus puertas estaba muy cerca de su hogar, por lo que podían darse el lujo de ir caminando a paso lento y contemplando lo temprano que era. Ni siquiera había una sola alma además de ellos dos.

¿Pero podía esperar algo diferente con un hermano como él que a diario se levantaba antes de las cinco de la mañana? No, claro que no. Y muy probablemente a causa suya tendría que acostumbrarse hasta que le permitieran irse sola.

—Disfrutarás de tu estadía en Seidou —habló con ese tono serio que tanto le caracterizaba.

—Entiendo el punto, pero…¿por qué tuvimos que llegar tan temprano? Aquí no hay nadie más que nosotros.

Sí, estaban justamente frente a la puerta principal de aquella escuela tan prestigiosa que estuvo a sólo un out de poder llegar a las nacionales y aspirar a una de las glorias más grandes que cualquier equipo de béisbol en todo el país sueña alguna vez alcanzar.

—¿A dónde iremos ahora? —estaba un tanto confusa de que en cuanto entraron se desviaran de las instalaciones y se encaminaran hacia una zona totalmente desconocida para ella.

—Ya te enseñarán la escuela después, así que de momento te mostraré esta parte de la escuela.

—Debí suponer que me daría un recorrido por su área de entrenamiento…—suspiró con resignación, pero al poco tiempo se recompuso y sonrió un poco. Sabía lo que había ocurrido con su hermano y comprendía lo importante que era el club de béisbol para él, incluso cuando ya lo había dejado.

Se detuvo por mera inercia en cuanto observó que había un par de chicos que corrían energéticamente, arrastrando un pesado neumático, mientras intentaban ganarse mutuamente. ¿Quién se ponía a entrenar antes de que llegara la rutina de preparación? Al parecer esos dos.

—Se ven muy motivados… No son ni las seis de la mañana.

—Tienen la dedicación y eso es muy bueno —sonrió con disimulo. Tenía una enorme fe en los compañeros de equipo que en algún momento le cuidaron las espaldas—. Ahora continuemos.

—Estás actuando como un guía turístico, hermano —se burló a sus anchas y éste solamente miró hacia otra dirección.

Después de un poco más de veinte minutos arribaron a los dormitorios; la última escala en el recorrido por el Club de Béisbol de Seidou.

—Sí que es bastante grande todo esto —comentaba al tiempo que miraba el letrero que marcaba dónde terminaba el área de entrenamiento y daba inicio la zona de descanso de los jugadores.

—Pensaba que los que tenías en tu antigua escuela eran más grandes —dijo, clavando su curiosa mirada en su hermana menor.

—Bueno, en eso tienes razón.

—Ya que hemos visto este sitio, lo mejor será que regresemos —esa era su intención, pero antes de que pudieran dar media vuelta y marchar fueron abordados por aquel grupo de jugadores.

—Es extraño verte por estos lugares, Tetsu-san —la filosa mirada de Kuramochi pasó del pelinegro a su acompañante—. ¿Y ella es?¿Tu novia acaso? —tanteó.

—Kuramochi, no creo que sea propio decirle algo como eso —recomendaba el bueno de Kawakami.

—Entonces nuestro querido ex capitán se ha conseguido novia. Eres de lo que ya no hay —bromeó Maezono con una enorme sonrisa.

—No, se equivocan. Ella no es mi novia —habló de inmediato el ex capitán de Seidou—. Es mi hermana menor y estará estudiando aquí a partir de hoy. Así que espero que cuiden de ella —se inclinó ante sus queridos kouhais como una manera de agradecer por los futuros cuidados hacia ella.

—¿Hermana? Pensaba que sólo tenías un hermano menor —carraspeaba Youichi—. Aunque…—él iba a empezar con su pequeña inspección visual, pero su deseo se frenó en cuanto su mirada se cruzó con la de ella; esos calmos ojos no le daban buena espina.

—…Yuki Sora, encantada de conocerlos —repitió el acto de Tetsuya hacia quienes posiblemente podrían ser sus compañeros de salón—. Por favor, cuiden de mí.

—Tsk…Es tan formal como él —susurraba Kenta, mirando a la jovencita que apenas le llegaba al hombro a su hermano mayor.

—Andando Sora. Todavía quedan muchas cosas por ver —se despidió de sus ex compañeros de equipo y empezó la retirada. Ella apuradamente pudo seguirle el paso.

—Tetsu, son apenas las seis de la mañana…y las clases inician a las 8:30…¿Qué vamos a hacer durante esas dos horas y media? —si tan sólo le hubieran permitido venirse sola esto no estaría pasando.

—Observaremos la práctica —sentenció firmemente. Ella se quedó a cuadros.

Pronto su recorrido por toda la escuela dio por concluido y eso significaba únicamente una cosa: dirigirse hacia su salón de clases.

La hora de las presentaciones nunca fue algo que le agradara hacer, pero tenía que fingir que al menos no le molestaba lo suficiente como para que el profesor o el resto de su futura clase se dieran cuenta de ello.

Yacía parada frente a todos, examinando con cierto detenimiento cada uno de los rostros que le acompañarían hasta el siguiente curso, aguardando a que el profesor terminara de escribir su nombre en el pizarrón.

—Chicos, denle la bienvenida a su nueva compañera de clases. Espero que todos sean amables con ella y aclaren cualquiera de sus dudas, ¿entendido? —todos respondieron al unísono con un tajante "sí" —. Ahora preséntate ante la clase y diles algo sobre tu persona —le animó el profesor.

—Mi nombre es Yuki Sora. No hay mucho que contar sobre mí, únicamente que anteriormente estuve en una escuela exclusiva para chicas antes de llegar aquí. Espero podamos llevarnos bien —terminó su pequeña presentación, ofertándoles una amable sonrisa.

—Puedes sentarte en el asiento libre que hay casi al fondo —fueron las indicaciones del hombre. Y en cuanto la joven estuvo sentada las clases dieron por iniciadas.

—Por lo visto en esta escuela las actividades extracurriculares son obligatorias, lo que significa que tendré que meterme a un club, incluso si no quiero…—suspiró internamente. Para ella lo que el profesor decía le entraba por un oído y le salía por otro; ni siquiera lograba enfocarse en su libro de texto.

—Será mejor que no te distraigas o sufrirás mucho en el examen —¿quién estaba hablándole tan sueltamente? Y sobre todo, ¿por qué lo hacía a media clase?

—Eres uno de los ex compañeros de Tetsu —reconoció de inmediato al joven que le miraba de soslayo, desde enfrente. Lo había conocido hace un par de horas atrás.

—Kuramochi Youichi —se presentó con esa sonrisa bribona. Nada como un poco de flirteo discreto.

—Deberías tomar tu propio consejo, Kuramochi —una segunda voz masculina se unió al parloteo. Esta vez, desde su lado izquierdo—. Por cierto, mi nombre es Miyuki Kazuya —dijo antes de que ella preguntara.

—Parece que no les importa ser cachados en medio de la clase —enunció, mirando a ambos, tan joviales y despreocupados—. Recuerdo que Tetsu mencionó que el nuevo capitán era un tal Miyuki Kazuya… A simple vista se ve confiable.

—¡Ey ustedes tres, guarden silencio o los saco a los pasillos a que sostengan un balde con agua! —nada como el profesor imponiendo autoridad y dejando al descubierto a esos dos chicos; el resto de la clase disfrutó del buen regaño.

Tras un par de clases más, el período para el desayuno llegó. Y eso únicamente significaba una cosa para los recién llegados: una avalancha de preguntas absurdas, innecesarias y con las que no quería lidiar. Por lo menos no el primer día de clases.

Su almuerzo estaba demasiado cerca de ella, pero al mismo tiempo tan lejano. Sus queridas compañeras de clases ya estaban alrededor suyo con enormes ansias de quitarle el poco tiempo que tenía en un interrogatorio rutinario para los nuevos.

—¿No serás de casualidad familiar de Yuki Tetsuya?

—Ey, ey, ¿por qué te cambiaste a esta altura del año?¿Algún problema o algo así?

—Si quieres puedo mostrarte toda la escuela para que no te pierdas —nada como un caballero queriéndole facilitar la vida.

—Sí, él es mi hermano mayor y me cambié de escuela por cuestiones económicas. Y no hay necesidad de un tour ya que Tetsu se ha encargado de ello para que no generara problemas a ninguno de mis compañeros de clases —contestó en el orden establecido y se levantó de su asiento tanto para que le dejaran pasar como para conseguir su tan ansiado momento de paz—. Le dije a mi madre que era una mala idea cambiarme de escuela, pero no atiende razones. Aunque creo que cualquier otra madre en su posición lo hubiera hecho…—se movilizó hacia la salida del salón de clases y por mero reflejo miró hacia su puesto; allí estaba su ansiado desayuno. Tendría que comprarse algo más.

Podría decirse que tuvo suerte de principiante por haber obtenido algo de la cooperativa sin morir en el intento y gracias a su escaparate ya no tenía a más personas cotilla alrededor. Así que aprovecharía para sentarse y reposar en lo que le restaba de descanso.

Parece que son buenos amigos —fue el pensamiento ingenuo que Sora tuvo en cuanto contempló que Kuramochi había decidido moverse hacia donde estaba Miyuki examinando con enorme cuidado un cuadernillo.

—Ey capitán, ¿qué vamos a hacer? —era el cuestionamiento que por un largo tiempo deseó escapar de los labios del peli verde. Incluso su atención estaba puesta en el relejado chico.

—¿Respecto a qué? —preguntó, sin mirarlo a ver.

—¡A Sawamura! —exclamó notablemente molesto—. Se vino abajo en el juego contra Yakushi, pero es un zurdo importante para el equipo… ¿No lo necesitamos para el torneo de otoño? —incluso él reconocía el potencial del muchacho.

—Umm… Te ves muy preocupado por él.

—¡No, idiota! —menos mal que el castaño no prestó atención al tenue sonrojo que invadió sus mejillas—. ¡Me molesta que siga deprimido en mi habitación! —refutaba.

—Nuestra prioridad actual no es cuidar de los de primero, sino hacer algo para mejorar la alineación de bateo, ¿no crees? —habló, mirándole seria y secamente.

—Tienes razón, pero… —algo no estaba bien. Simplemente no lo sentía correcto—. Él siempre ha sido el motivador del equipo…

—Ahora que se acerca la temporada hay que priorizar el equipo sobre los individuos. El entrenador dijo que usará a los jugadores que sean buenos, ¿no? —sabía que Miyuki era de ese modo, pero estaba esperando una respuesta un poco diferente.

—¡Eso ya lo sé! —el seco y fuerte sonido de su mano derecha estrellándose contra el pupitre del capitán causó un silencio abismalmente garrafal, así como miradas indiscretas dirigiéndose hacia ellos. Incluso una mueca de desconcierto se cernió en quien permanecía más cerca de ellos, escuchando su conversación sin desearlo así—. ¡Pero los mayores no podemos ignorarlo!

—…En el juego del otro día yo también fui culpable de que Sawamura jugara tan mal. Porque durante las vacaciones de verano le insistía en que mejorara su control —cada una de sus palabras hicieron sacudir la mirada de Youichi. No estaba seguro si la frustración y estupefacción que le envolvían era por su soberbia sinceridad o porque no estaba esperando a que le confesara algo como eso tan abiertamente—. Seguramente afrontase el partido contra Yakushi con una gran tarea que cumplir… Sobre todo porque su rival lanzó tan bien frente a él…Ya había perdido mentalmente antes de subir al montículo…—sentenció seriamente, con impávida mirada.

—Si sabías todo eso, ¿por qué…? —espetó totalmente confuso. No comprendía las acciones y palabras de ese hombre; no cuando caían en la contradicción absoluta.

—Porque es una parte importante del equipo…—inquirió con seguridad—. Por eso le pido mucho; porque necesitamos que siga mejorando… Nos traerá un problema si se viene abajo por un "yips"…

—Lo que dices no tiene coherencia —era un buen momento para soltar una risa nerviosa. Ese nuevo capitán suyo iba a sacarle de sus cabales.

—Lo sé.

No sé si decir que es un sujeto que se mantiene firme ante las inclemencias o ha decidido no involucrarse demasiado tanto por su propio beneficio como para el equipo. Además, es muy discrepante entre todo lo que ha dicho… ¿Se supone que el actual capitán del equipo se comporta de este modo? No es ni remotamente parecido a otros que haya conocido… ¿Qué pensaba mi hermano cuando lo eligió para el puesto?...Por cierto Kuramochi, ¿qué clubs se ofertan en esta escuela? —preguntó una vez que esos dos ya se mostraban más relajados ante su calurosa charla.

—Está el Club de Béisbol —Sora lo miró con cara de pocos amigos en cuanto terminó de decir algo como eso—. ¡Claro que hay otros, no me mires así! Aunque…—acaricio su barbilla un tanto pensativo.

—Dudo que te puedas meter a un club a estas alturas —mencionaba Kazuya sin apartar su vista de aquellas estadísticas que estaban plasmadas en su cuadernillo.

—En eso tienes razón —ya encontraría algo en lo que pudiera ocuparse por las tardes.

—O podrías ser una de nuestras managers —dijo Youichi, tomando asiento frente a ella. Incluso una sonrisa se desplazó desde la comisura de sus labios.

—¿Manager? —reflexionó durante unos cuantos segundos—. No tengo madera para algo como eso, Kuramochi —no podía imaginarse haciendo esa clase de tareas.

—Tú te lo pierdes —inquirió burlonamente—. Es extraño que tengamos alumnos nuevos regresando de las vacaciones de verano. ¿Acaso te sacaron por mala conducta? —se burló.

—¿Quieres saber el motivo por el que me cambiaron de escuela, Kuramochi? —interrogó con una tenue sonrisa y esos grisáceos ojos puestos en su persona. Él asintió en automático—…Mi profesor de matemáticas me acosaba…hasta el punto en que se volvió un verdadero problema para mí —estipuló, sin despegar ni un solo momento su atención de él. Youichi estaba estupefacto por lo que le había dicho que incluso se puso de pie de golpe, mirándole con enorme aversión—. Obviamente es una broma —sonrió risueñamente, con cierto regocijo—. Siempre quise decir algo como eso para ver cómo reaccionaba la gente —se alzó de hombros y le invitó a tomar asiento—. En realidad fue por cuestiones económicas; la escuela a la que asistía era privada y por ende, sumamente costosa.

—¡No hagas esa clase de bromas! —añadió cabreado. Ya suficiente tenía con Miyuki como para soportar otras burlas.

—Ya, ya, no seas tan impulsivo —recomendó.

—No te pareces en nada a él —comunicaba el peli verde.

—¿A Tetsu? —sus labios ensancharon una sonrisa casi fugaz—. Mis hermanos son muy particulares, empezando por él —dijo con cierta diversión—. Él es muy ingenuo y despistado, además de que apesta para el shogi a pesar de que es de las cosas que más le gusta.

—Siempre agarraba a Miyuki como su oponente.

—Y nunca pudo ganarme ni una sola vez —se jactó el de las gafas en cuanto fijó su interés en la plática—. Realmente es un asco para el shogi.

—¡Miyuki! —regañaba Kuramochi. ¿Qué clase de faltas de respeto eran ésas?

—No está diciendo que no sea verdad —apoyaba la peli negra.

Tener el resto de la tarde libre era para muchos, sinónimo de felicidad, pero no cuando se tenía que intentar hallar algo que pudiera ser denominado como actividades extracurriculares y que simultáneamente le permitieran unirse y así escaquearse de los futuros llamados de atención de su tutor.

Sin embargo, la suerte no formaba parte de su persona ese día y lo único que obtuvo fue negativa tras negativa. Así que únicamente le quedaba el marcharse a casa; aunque no podía hacerlo hasta que su hermano apareciera.

Y eso únicamente significaba permanecer cerca de donde entrenaban tan afanosamente los jugadores del equipo de Seidou. Después de todo, Tetsuya se encontraba intercambiando palabras con algunos de sus ex compañeros de equipo.

—Irónicamente terminé viniendo a este lugar…—suspiró, extrayendo de su mochila su carmesí móvil. Quizás hallaría algo interesante en lo que matar el tiempo—. ¿Umm? Pensaba que esta foto ya la había guardado en mi ordenador pero veo que sigue aquí…—lo que miraba con tanta atención era el cuadro perfecto que reflejaba el impecable resultado que se había obtenido ese domingo a mediodía, ese día en que los de tercero enfrentaron a los de primero y segundo.

No le molestaba salir de vez en cuando con su hermano mayor y mucho menos sí era un día que no había escuela. Pero el detalle residía en que no iba a ir a ninguna parte que ella fuera a disfrutar; y aunque intentó replicar, ante la sugestiva mirada de su madre y la persistencia de Tetsuya, terminó yendo.

Las clases iniciaban al día siguiente y ella estaba allí, dirigiéndose hacia el campo de entrenamiento de Seidou en compañía de un muy motivado muchacho.

—Es bueno que cambies de panorámica, Sora —habló el mayor con autoridad.

—…De alguna manera…—dijo sin escucharse en lo más mínimo convencida.

—Estoy seguro de que disfrutarás del partido.

—Pero eso significa que…—guardó silencio por su propio bien. Sabía que cavaría su propia tumba en cuanto dijera algo más.

—Te darás cuenta de que no todo es tan desesperanzador como crees.

—Tetsu, ya no tengo diez años —objetó. La mano de su hermano estaba acariciando su cabeza, revolviéndole el cabello sin compasión alguna.

—Realmente te has dejado muy largo el cabello —sonrió—. Es bueno tenerte de vuelta en casa, Sora.

Para cuando estuvieron en el lugar adecuado, ella se trasladó hacia el lugar donde los visitantes podían apreciar el juego. Así que no demoró en integrarse entre todos los allí presentes y empezar a inundarse del ambiente que rápidamente empezaba a formarse cuando un buen partido estaba a punto de iniciar.

—Apenas están llegando…—su mirada se deslizó hacia el grupo de ruidosos chicos de primer año que venían en camino, justo del lado opuesto a donde estaba. Se les notaba un tanto desconcertados por tener un juego tan repentinamente.

Ella no comprendía a ciencia cierta los motivos reales que impulsaron a su hermano a pedir que adelantaran un evento como tal, pero optaría por mirarlo todo y hacer a un lado los cuestionamientos innecesarios.

—¡Oigan, ¿por qué caminan tan lento?! —todo el ambiente se inundó de la fuerte voz de Ishashiki. Por lo visto no estaba nada complacido de que sus kouhais se dirigieran al campo con esa lentitud abismal—. ¡Corran!¡Les doy diez segundos!¡Uno…Dos…!

Lucen de lo más emocionados pese a que Jun les ha dado una buena reprimenda junto con el resto de los de tercero —existía cierta diversión en ver a todos esos jóvenes en cuclillas y siendo sermoneados por el castaño y el resto—. Y los de segundo tampoco se salvan —ahí estaba Miyauchi regañando a los que apenas estaban llegando.

—Los de segundo se han vuelto muy importantes en este tiempo —decía Keisuke. Miyuki y compañía únicamente guardaron silencio.

—Su desempeño en la fase de grupos fue horrible. Así que vinimos a fastidiarlos —nada como la destellante sonrisa de Ryosuke y sus envenenadas palabras para darles una cálida bienvenida.

—Ryo no cambia —comentaba Sora mirando únicamente al peli rosa—. Seguramente les estará diciendo sus verdades.

—¡Les faltan ganas!¡Los batearemos mil hits para entrenar todos los días!¡Prepárense!

—Incluso hasta acá eres audible, Jun — la pelinegra rio un poco ante la energética personalidad del bateador.

La tensión era palpable para todos los que permanecían en silencio, aguardando a que el partido diera comienzo. Era sencillamente un momento que no volvería a repetirse y que nadie deseaba perderse; no cuando existía esa conjunción entre excelentes jugadores y el deseo ferviente de dejarlo todo dentro de la cancha y poder seguir adelante sin remordimiento alguno.

—Llevan el uniforme del partido —hablaba un tanto perplejo uno de los visitantes.

—¿El partido de despedida se hacía en esta época? —siseaba otro más. La audiencia estaba indudablemente anonadada y emocionada.

Por supuesto que no. Es sólo que Tetsu estaba preocupado por sus ex compañeros de equipo… Él sabe que esto es lo único que puede hacer por su equipo…—¿existía algo malo con su razonamiento? No, en lo más mínimo, era asertivo. Pero al mismo tiempo le producía una tenue mueca que únicamente se acentuaba cuando se ponía a reflexionar sobre lo que ella misma había concluido—. No me digan que el entrenador para el equipo de los de tercero será…

—Haremos toques y sacrificios de ser necesario. Recuérdenlo —habló Chris con una sonrisa de confianza hacia sus compañeros.

Él de verdad…ha…—sus pupilas vibraron alrededor de un mismo punto, en torno de un rostro y la expresión que en ese momento esa persona poseía. Incluso sus labios se obligaron a sí mismos a perecer en una entrañable sonrisa mientras soportaba el estupor que comprimía rápidamente su pecho—. Me alegra saber que has vuelto a ser el mismo de siempre, Chris. Sabía que podías hacerlo…—esa sonrisa se ensanchó aún más y aquel temblor de sus pupilas se transformó en una imperturbable calma.

—¿Cuatro lanzamientos fuera?

—Creo que doce —comentaba en automático quien permanecía al lado de la pelinegra.

Se la dejaron demasiado fácil a Jun —en definitiva empezaba a disfrutar del partido. Especialmente cuando eran los de tercero los que comenzaban a robar bases a diestra y siniestra—. Lo peor es que ya viene Tetsu —no iba a negar lo orgullosa que se encontraba de su hermano mayor y menos cuando le tocaba batear—. Enséñales lo que sabes hacer.

El juego había terminado hace menos de media hora y todavía podía contemplar esa mirada de enorme satisfacción plasmada en la mirada de su hermano. Uno que había jugado hasta el final con todas sus fuerzas sin subestimar a sus adversarios ni un solo momento.

—Lo hicieron muy bien, Tetsu —ella fue la primera en romper el silencio que se formó en cuanto emprendieron su retirada a casa—. Ellos indudablemente se las vieron bastante negras.

—Lo importante es que entendieron el mensaje —pese a lo serio que se encontraba se le veía más relajado—. Sé que de ahora en adelante se esforzarán aún más.

—…Hoy vi muchas cosas interesantes…—no deseaba mirar a los ojos a su hermano, únicamente quería seguir movilizándose y contemplar los bellos colores que el atardecer le ofrecía.

—…Tú también podrás volver a tus raíces, Sora. Así que no te desanimes. Estoy seguro de que encontrarás nuevamente una oportunidad para que la motivación regrese a ti —aseguró, como si fuera capaz de ver el futuro y lo que estaba diciendo en ese momento fuera ya un hecho irrevocable.